Entre las comarcas zamoranas de Aliste y Sayago se erige una de las obras de ingeniería más impresionantes del siglo XIX en España. Se trata del Puente de Requejo o, como popularmente se le conoce, Puente Pino. Nada más y nada menos que un megapuente de 120 metros de luz, 90 metros de altura sobre el río Duero y para el que hicieron falta 447 toneladas de piezas de hierro. Un alarde de la ingeniería industrial, y más cuando se tiene en cuenta que fue construida en 1914. 

Puente Pino es un ambicioso proyecto constructivo que nacía por la imperiosa necesidad de comunicar de forma directa las comarcas de Aliste y Sayago, en Zamora. Dos territorios separados por los Arribes del Duero, y que se unían hasta entonces por una barca de poleas, a través del río Duero. Así, las localidades más cercanas, Pino del Oro y Villadepera, se comunicaban con esta embarcación de la cual se tiraba de sogas desde una orilla a otra. Una durísima labor que dificultaba el transporte de mercancías, en los agrestes caminos de la zona. 

Así, el diputado por la provincia de Zamora, Práxedes Mateo Sagasta, fue el primero en impulsar la construcción de un puente que uniera estas dos localidades cuando fue elegido diputado de las Cortes por Zamora. Pero, esta idea no se materializó hasta la llegada de Federico Requejo a la Dirección General de Obras Públicas. El también zamorano (nació en Bermillo de Sayago) logró que se estudiara la carretera que unía el municipio de Fonfria, con la carretera que llegaba desde Salamanca a Fermoselle, y con ella, el puente en cuestión. De ahí, que el nombre oficial de esta grandísima construcción sea Puente de Requejo, en honor de su impulsor principal. 

Puente Pino, en construcción

Así, en 1987, se aprobaba el proyecto inicial presentado por el ingeniero José Eugenio Ribera, bajo el nombre Puente Viaducto de Pino (por la localidad de Pino de Oro). En este estudio, el ingeniero portugués elaboró un minucioso análisis en el que elaboró hasta 12 tipos de construcciones que podrían llevarse a cabo en la zona.

Y la gran anécdota que queda para la historia es que Ribera cuestionó al mismísimo ingeniero francés Gustave Eiffel, autor de la famosa Torre de París. Y que por aquella época, había proyectado los dos puentes más famosos de Europa: el Viaducto de Oporto (Portugal) y el Viaducto de Garabit (Francia).

Resulta que José Eugenio Ribera descartó la fabricación de un arco tipo Eiffel (con grandes arcos articulados de flecha), al considerarlo poco apropiado por su gran peso, ya que no permitiría construir el tablero en partes y provocaría que la obra fuera mucho más costosa. Por el contrario, el ingeniero portugués planteó una novedosa una alternativa y para lograr construir el puente de acero más ligero de la época.

Así lo explicaba el propio Ribera en sus escritos sobre el estudio de Puente Pino:

"¡Cual sería mi asombro al ver que el presupuesto subía a la cifra de 654.000 pesetas, es decir, que el tipo de puentes tan preconizado por Eiffel no ofrecía las ventajas que él había señalado como inconclusas, puesto que con otras soluciones por mi estudiadas, sólo alcanzaba un coste de 300.000 pesetas, menos de la mitad del tipo Eiffel!

Estudiando las causas de estas diferencias de presupuesto tan enormes, comprendí bien pronto que los ingenieros habían sufrido una alucinación por efecto del respecto que el nombre de Eiffel les producía. Este era [Eiffel], sobre todo, un constructor de obras metálicas, su interés principal era el que los puentes pesaran lo más posible con apariencias de ligereza, y efectivamente lo consiguió, puesto que su tipo de puentes pesa el doble de lo necesario. La explicación de esta aparente paradoja es, sin embargo, bien sencilla. Con arcos de gran flecha, los tímpanos, y por ende las pilas, resultan de gran altura y obligan a reducir el número de pilas, lo que a su vez lleva consigo la adopción de tramos de gran luz para el tablero, y resulta de aquí un circulo vicioso, porque estos grandes tramos pesan mucho y a su vez requieren pilas muy resistentes, obteniéndose un conjunto muy pesado que obliga dar al arco gran resistencia, lo que a su vez aumenta el peso propio de éste, y, por lo tanto, impone la adopción de secciones y pesos exagerados".

Diseño definitivo de Puente Pino de José Eugenio Ribera

¿Cómo?

¿Y cómo logró José Eugenio Ribera tal hazaña? Pues construyendo el puente con sólo un arco de acero, de nada menos que 120 metros de largo, apoyado en tramos de hormigón. Y así es como Puente Pino se convirtió en uno de los primeros de España construido con un único arco de acero.

Una tarea nada fácil. Y es que para llevar hasta las lejanas comarcas de Aliste y Sayago las casi 450 toneladas de acero, fue necesario su transporte en tren desde la famosa fabrica de La Felguera (Asturias) hasta la estación de Zamora y desde allí, en carros de mulas, hasta el lugar de su construcción. 

Tras varios problemas con la adjudicación de las obras, que provocaron la suspensión el dos ocasiones, el 15 de septiembre de 1914, Abilio Calderón, director general de Obras Públicas en aquella fecha, inauguró oficialmente esta obra maestra de la ingeniería industrial.