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Pescado con mercurio en Agua Blanca

Un estudio realizado por científicos de la U. del Valle confirmó que el afluente tiene concentraciones de mercurio.

Gloria Chaparro Soto /Cali
08 de diciembre de 2013 - 09:00 p. m.
Las aguas del río Cauca son usadas por las comunidades para el  lavado de ropa  y para cocinar  alimentos. / Investigación Univalle.
Las aguas del río Cauca son usadas por las comunidades para el lavado de ropa y para cocinar alimentos. / Investigación Univalle.

Entre 2004 y 2008, en el Hospital Universitario del Valle nacieron ocho niños con síndromes de sirenomelia y ciclopatía, bebés con los pies unidos y con un solo ojo, como cíclopes. Esta situación llamó la atención de los científicos de la Universidad del Valle, quienes la calificaron como una epidemia, ya que el promedio de un niño sirena es de un caso entre 1’000.000 de habitantes. Las madres que dieron a luz a los bebés con estas malformaciones vivían en el Distrito de Aguablanca de Cali y gran parte de sus viviendas bordean el río Cauca.

Ya para esa década, científicos y ambientalistas hablaban de la contaminación que producía el basurero a cielo abierto de Navarro, en la zona oriental de Cali, donde fueron detectados metales pesados y lixiviados, líquidos producto de la descomposición de residuos orgánicos con el agua lluvia, que penetraban los suelos de Navarro, corregimiento de la capital del Valle. Las anomalías de los niños sirena y cíclopes se relacionaron en su momento con el derrumbe de una franja del basurero de Navarro (hoy clausurado, pero que seguirá arrojando lixiviados por 20 años más), lo que contaminó el suelo.

Y como la naturaleza es un sistema interconectado, los metales pesados viajaron hasta el río Cauca, que pasa cerca del vertedero de Navarro. Su cauce también contiene herbicidas, plaguicidas de las empresas e industrias asentadas a lo largo del río por el departamento del Cauca, más las aguas residuales de Popayán y otros municipios que no cuentan con plantas de tratamiento.

Hace año y medio, el grupo de Epidemiología y Salud Poblacional de la Escuela de Salud Pública y grupos de Investigación en Saneamiento Ambiental y de Contaminación por metales y pesticidas de la Universidad del Valle, iniciaron un nuevo estudio –para complementar uno anterior– en el Distrito de Agua Blanca, ubicado en el oriente de Cali y cercano del río Cauca, con una población que se calcula en no menos de 700.000 habitantes, debido al desplazamiento de miles de familias, principalmente del Pacífico.

El estudio, financiado por Colciencias, se centró en siete puntos donde se tomaron muestras de agua potable, desde la planta de potabilización del agua Puerto Mallarino de Emcali, hasta el barrio Ciudad Córdoba. Esta planta suministra agua del río Cauca, a través de la red baja, al 70% de la población de Cali. Las muestras se llevaron al laboratorio para observar las concentraciones de metales como cadmio, plomo y mercurio. Además, fueron encuestadas 233 mujeres, entre los 18 y 43 años, de las comunas 13, 14, 15 y 21 del Distrito y se obtuvieron datos socio-económicos, de movilidad y frecuencia de consumo de alimentos y las concentraciones de metales pesados y de plaguicidas.

El biólogo Roger Adrián Figueroa y el ingeniero químico Andrés Mauricio Zapata, de la Universidad del Valle, quienes participaron en esta investigación, dieron a conocer los resultados, que arrojaron bajas concentraciones de metales pesados en el agua potable y en alimentos que consume la población analizada. Se hallaron concentraciones de plomo en 0.43 microgramos por litro cuando –la máxima es 10–. “Las concentraciones de mercurio, cadmio y plomo, están por debajo de lo que establecen las normas nacional e internacional, lo que indica que Emcali está cumpliendo con los estándares de potabilización. Sin embargo, creemos que es importante determinar los efectos para la salud de estas bajas concentraciones de metales a largo plazo, qué riesgos puede tener la población de la zona oriental de Cali, al consumirlos por muchos años”, dijo el ingeniero Zapata.

La investigación analizó dos riesgos para la salud de los habitantes de Aguablanca. “El cancerígeno, en el cual se detectaron concentraciones de mercurio en el agua del orden de 09.45 microgramos. El valor de riesgo se mide si es mayor o igual a 1. Por ahora, no tenemos que tomar medidas. Sin embargo, está cercano al límite más alto que se puede permitir, que en caso de un evento fortuito de descargas contaminadas o el producido de lluvias a lo largo del recorrido del Cauca puede disparar las alarmas, de allí la necesidad de un plan de monitoreo constante del río Cauca”, afirmó Zapata.

La misma situación, de bajas concentraciones de metales, se evidenció con el riesgo no cancerígeno, que puede originar poco desarrollo mental, bajo peso al nacer, malformaciones, trastornos neurológicos, hipertensión arterial, problemas de fertilidad, osteoporosis y alteraciones hormonales.

En la investigación también se analizaron los alimentos que consumen los habitantes de Aguablanca, entre ellos: el pescado ‘manteco’ y tilapia, y vegetales como lechuga, repollo, cebolla y tomate. De acuerdo con los hallazgos, sólo en un pescado ‘manteco’, alimento que consume al desayuno, almuerzo y comida gran parte de los habitantes del Distrito, se halló presencia de cadmio y mercurio, en bajas concentraciones. Los contaminantes se aglutinan en los tejidos adiposos de ese pez. Zapata comentó que no se evidenciaron rastros de pesticidas usados en los cultivos, pero sí lodos que pueden aumentar la contaminación del río Cauca.

Los lodos provienen del departamento del Cauca, cuando arrecian las lluvias y estas arrastran árboles y cargas de tierra, lo que obliga a Emcali a cerrar las compuertas de las plantas Puerto Mallarino y Río Cauca y a suspender el servicio del agua. Este evento se presenta en forma continua en Cali y se ha agudizado más en 2013, donde casi un millón y medio de caleños quedan sin el servicio de agua potable en un promedio de 6 a 8 horas diarias.

En cuanto a las condiciones socioeconómicas de la población y la distribución de los alimentos en Aguablanca, el resultado indica que la mayoría de los habitantes no consumen carne de res ni de cerdo pero sí pescado, que es más barato, y que proviene principalmente de Buenaventura y Tumaco provenientes de Perú, Uruguay, Ecuador, Vietnam y China. El biólogo Figueroa es consciente de que hay que tener en cuenta los determinantes sociales y económicos, porque las mujeres pueden heredar los efectos secundarios de las contaminaciones, los cuales pueden prolongarse de generación en generación. “La mujer como gestora de vida es vulnerable por su función metabólica y fisiológica, y acumula grasa donde se pueden represar los contaminantes. Hay que ver el efecto en otra población, como en los niños que están en desarrollo, lo cual puede ser más grave”, expresó Figueroa.

El estudio señala que otras causas que inciden en la contaminación de la zona oriental de Cali, es la cercanía de las viviendas a muchas actividades económicas, como talleres de mecánica y de baterías que no están controladas y que pueden afectar el ambiente de la zona.

Los investigadores recomiendan poner en práctica un sistema de alerta temprana para el monitoreo constante del río Cauca y piden que el problema no se centre únicamente en Cali; el problema es recuperar la cuenca del río Cauca, que atraviesa siete departamentos y que luego de su recorrido de 1.300 kilómetros desemboca en el río Magdalena.

“Los resultados de la investigación dejan muchos interrogantes por resolver. La realidad que vivimos es mucho más compleja y nos reta a indagar sobre otras fuentes de contaminación real, en este caso de tipo ambiental, como los efectos del gas metano del basurero de Navarro, el manejo de residuos sólidos, las actividades agrícolas y un proceso de urbanización sin planeación. De allí que los organismos de control administrativo deben sufrir una transformación, porque la realidad así lo exige”, concluyó Figueroa, quien reiteró que la discusión va más allá del río Cauca, trasciende las líneas políticas-administrativas, y por eso se deben seguir investigando las cuencas y tomar acciones contra las fuentes de contaminación, algunas de ellas invisibilizadas.

 

 

 

Por Gloria Chaparro Soto /Cali

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