En Atlántico se come coco valluno

Como un oasis en medio de la selva de cemento son vistos por los barranquilleros los pocos puestos informales de venta de agua de coco que pese a la sequía sobreviven en la ciudad.

Al comienzo de la tarde, cuando el sol arrecia sobre las calles de La Arenosa son contados los que se resisten a saborear el agua de un buen coco frío. Sin embargo, lo que no sospechan es que estos frutos tropicales no son producidos en el departamento del Atlántico, y que la mayoría de los que se consumen a diario en la ciudad provienen de Nariño y el Valle del Cauca.

Según el último informe anual estadístico del coco, el país de mayor producción a nivel mundial continúa siendo Indonesia, con una cobertura del 27 por ciento de la fruta que es distribuida en todo el planeta, frente a repúblicas tropicales como Colombia, en donde el índice de producción anual solo alcanza el 0,23 por ciento.

En el corazón de la ciudad, en pleno Paseo Bolívar permanece desde hace 22 años Cecil Alfonso Escorcia, el llamado ‘coquero mayor’, hijo de Rodrigo Escorcia, el primer vendedor de cocos de Barranquilla y quien se mantuvo en el oficio de pelarlos y extraer su pulpa durante 52 años frente al antiguo edificio de Avianca.

Desde su humilde puesto Escorcia emerge entre la multitud para ofrecer el dulce refresco natural. Su día transcurre entre un tejido de voces que se enfrentan por lograr vender algo, pero ante las elevadas temperaturas él cuenta con una ventaja, “el coco se vende solo, la gente lo busca”.

1.500 pesos pagan a diario barranquilleras como Esperanza Bernal, para disfrutar la frescura contenida bajo cuatro centímetros de cáscara verde y uno de carnosa pulpa blanca.

La compradora habitual de Escorcia afirma que “para calmar la sed no hay nada mejor que un coquito frío”, pero desconoce que debido a la falta de inversión en plantaciones de este fruto, su distribución en el país está amenazada.

Razón por la cual fue creada la Cadena Nacional del Coco, para contrarrestar la pérdida económica que representa para Colombia la importación del productos desde países vecinos como Panamá y Venezuela, teniendo las condiciones para producirlo localmente.

“Se requiere de una inyección de capital que revitalice la producción en el Atlántico”, sostiene el ingeniero agrícola César Augusto Quintana, secretario Técnico Nacional de la Cadena del Coco, quien adelanta el acuerdo que se firmará en próximos días con el departamento de Córdoba para integrarlo como un eslabón de la producción.

"En la actualidad los atlanticenses solo cuentan con siembras esporádicas", afirma Quintana, quien explica que debido a que la producción nacional no logra cubrir la demanda, se tuvo que recurrir a la importación de otros países, lo que representa un incremento en los costos.

En promedio son de 5 a 7 meses los que tarda una palma en producir su cosecha de cocos verdes, en el Magdalena y en Córdoba inician las siembras entre febrero y abril, pero en la actualidad las fuertes brisas ponen en riesgo a las siembras jóvenes, pues arrastran los pequeños cocos que se alojan bajo las hojas de las palmas.

Con la firma del acuerdo con Córdoba se abre el panorama productivo para la siembra de coco en la región Caribe y la disminución de la importación.

Mientras que eso ocurre el ‘coquero mayor’ seguirá a la espera de que las brisas mengüen, pero de que el verano se postergue, madrugando a diario en el mercado de Barranquillita para comprar un ciento de los cocos verdes que consigue regateados entre 200 y 250 pesos por unidad destapándolos con machete en mano, porque él sí sabe por dónde le entra el agua al coco.

Por Éel María Angulo