Una vieja fotografía de la plaza del Torico es quizás la imagen más antigua que se conserva de la ciudad. En ella se aprecia la procesión del Corpus, con la custodia del siglo XVIII, la misma que se saca actualmente, seguida del obispo bajo palio. Aparecen las fachadas de varios inmuebles ya desaparecidos, y numerosas personas arrodilladas.

Su origen es desconocido. En los años 80 del siglo pasado, Ángel Novella llevó al Instituto de Estudios Turolenses una copia en blanco y negro, del estilo de las viejas fotografías de los 50 y 60. Pero ninguna indicación sobre su origen.

Sin embargo, llama la atención una ausencia: la fuente y la columna que sostiene al Torico. Por lo que tuvo que ser tomada antes de 1855. Ese año, el 11 de noviembre, se inauguró la fuente actual en una ceremonia en la que participaron las autoridades civiles, militares y el cabildo en un momento en el que todavía no había terminado una epidemia de cólera.

La fuente

Un par de meses después la fuente no funcionaba. Y quienes acudían a la plaza no tenían dónde beber, porque la antigua fuente a la entrada del Tozal también se había retirado y esa calle comercial era un barrizal, con un gran socavón y un fuerte desnivel por las excavaciones.

El fotógrafo desconocido tomó esta imagen posiblemente desde un balcón situado en uno de los lados de la plaza. Tampoco existe ya ese edificio y resultaría improbable encontrar el punto exacto desde el que se hizo la fotografía. Los inmuebles de ese lado de la plaza fueron destruidos unos años más tarde por la explosión de pólvora almacenada en un comercio.

En la imagen fotográfica, posiblemente una placa, puede apreciarse a la izquierda un edificio, el acceso a lo que antes de la Guerra Civil era la calle de San Juan, un callejón estrecho y oscuro. Enfrente, un amplio inmueble que después fue sustituido por el Banco de Aragón y otro en el que se asentaba el comercio antes de convertirse en Casa Ferrán.

En las fachadas visibles destacan los balcones adornados con lencería blanca. Uno de ellos, el enmarcado por las calles de San Juan y Democracia, tiene un porte más destacado y aunque no es visible, en otras fotografías posteriores tiene en su cubierta un campanario.

No se aprecian bien los soportales que siempre ha tenido la plaza. Ni tampoco la parte inferior en la que a modo de trinquete los turolenses podían sentarse a tomar el sol en invierno. Porque esta plaza siempre ha constituido el centro de la vida ciudadana de Teruel, el espacio abierto principal de la ciudad desde la Edad Media. El lugar donde se celebraban bailes, salían los gigantes en las procesiones del Corpus con el ruido de los tiros de escopeta hasta que los prohibió el obispo e inquisidor Pérez Prado. Era el lugar de las protestas sociales, siempre por los impuestos, tanto en el siglo XVI por los sobreprecios en el pan y la carne para el pago de la obra del acueducto de Pierres Vedel que obligó a paralizar la obra, o como en la primera mitad del siglo XVIII contra los impuestos del ayuntamiento borbónico en que los labradores, jornaleros y artesanos se negaban a pagar. En el XIX los jornaleros en demanda de trabajo o en el XX los fusilamientos en 1936.

Es la plaza del mercado donde acuden todo tipo de vendedores con verduras, frutas, calderos y otros productos, en la que se encuentran los vecinos, se celebran las subastas judiciales y suelen pasar por allí procesiones de cofradías y entierros.

También es el lugar donde se celebraban las fiestas de toros. Novillos y toros de deshecho bien embolados o con los cuernos serrados. Y para ello se cerraba la plaza.