Bares 'míticos' de Castelló en el recuerdo

Locales que han funcionado durante décadas en la capital de la Plana

Bares míticos que han quedado en el recuerdo de los castellonenses

RDM

«Manolo, ponme un chorizo a la plancha». Manolo, tomándose su tiempo, cogía un chorizo, lo colocaba sobre la barra y le daba un rápido golpe con una plancha de vapor, de las que se utilizan para la ropa: «Aquí tienes, el chorizo a la plancha». ¿Y qué era eso de depositar educadamente las cáscaras de los cacahuetes en un cenicero o en un plato? «Se tiran al suelo», solía abroncar a los clientes, que si no conocían de visitas anteriores a este showman de la barra se quedaban ojipláticos. 

Hay bares que son historia de la ciudad, de la era de los suelos pegajosos, los vasos de tubo y la botella de Soberano

Son solo dos de las muchas anécdotas que se cuentan del responsable del bar El Portón de la calle Navarra, quien sirvió y entretuvo a los castellonenses durante 40 años. Hoy, más de una década después de su jubilación, su local es historia de la ciudad. Uno de esos que corresponden ya a otra era, la de los bares de suelos pegajosos, vasos de tubo y botella de Soberano.

Jubilaciones y alquileres

Como el Galaxia de la calle Conde Pestagua. Las restricciones que impuso el coronavirus animaron a sus propietarios, Vicente y Paqui, a jubilarse después de dar de comer y de beber a abuelos y nietos. Su posición estratégica, frente a la plaza de las Aulas y con salida también a la calle San Luis, lo convirtió en un lugar siempre concurrido, especialmente en Magdalena. Hoy, sin embargo, pese a su privilegiada ubicación el local todavía no ha encontrado nuevo dueño.

Imagen del bar Galaxia.

Imagen del bar Galaxia. / Mediterráneo

Más problemático fue el cierre de otro mítico de Castelló, el Chiki de la calle O’Donell. La supresión de las rentas antiguas en la ley de arrendamientos hizo que el propietario, Fernando Solsona, rechazara renovar el contrato de alquiler. Se ponía fin así, en el 2015, a 65 años sirviendo las mejores torraetas, albóndigas de bacalao y ensaladillas rusas.

Interior del bar Chiki de la calle O'Donell.

Interior del bar Chiki de la calle O'Donell. / ANGEL SANCHEZ

Históricos en el centro

La cafetería O.A.R., siglas de Obra Atlético Recreativa, ocupó durante cuatro décadas un local de la calle Mayor que se hizo famoso por sus tapas, bocadillos de calamares y sepia y las parrilladas de verduras. Cerró en 2004 y su emplazamiento fue ocupado por una oficina de Caja Castilla-La Mancha --que, como a muchas cajas de ahorro, tampoco le quedaba mucho tiempo de vida--.

Fachada de la cafetería O.A.R.

Fachada de la cafetería O.A.R. / Mediterraneo

El responsable y los trabajadores del OAR, días antes del cierre del local.

El responsable y los trabajadores del OAR, días antes del cierre del local. / Mediterraneo

También habrá muchos, los más mayores, que quizás recuerden La Almazorina, en la esquina de la calle Gobernador con Tenerías. Abrió en 1953 y, como contó Salvador Bellés en Mediterráneo, allí se concentraban todos los días "un conglomerado de periodistas, policías de paisano, aficionados a los toros y al fútbol, y pelotaris como Emiliet y Ricardo, que tenían enfrente el trinquete viejo de la calle Gobernador".

La Almazorina, en el cruce entre las calles Gobernador y Tenerías.

La Almazorina, en el cruce entre las calles Gobernador y Tenerías. / Mediterráneo

Hablando de trinquetes, otro bar mítico, El Trinquet, en la calle Ruiz Vila, un punto de encuentro del albinegrismo y el lugar en el que muchos empezaban la noche de fiesta. El más sofisticado restaurante Malabar ocupa ahora su lugar.

Cierres más recientes

El que no ha encontrado por el momento sustituto es el bar Urbano, del que todavía está en pie su original estructura, obra del arquitecto Fernando Calduch. Funcionó en una esquina de la avenida Rey don Jaime desde 1990 a 2021, cuando, golpeados por el coronavirus, sus responsables decidieron cerrar.

También se hablará en términos de mítico en un futuro del Luisy, cerrado hace menos de un año y que ha quedado grabado en la memoria de los castellonenses como un templo del esmorzar. Sus grandes éxitos: el bocadillo de carrillada con bravas y el atún completo (lomo de atún, lechuga, queso, anchoas, tomate y allioli).

El último adiós de un local emblemático es el de El Jardín, en la calle Trinidad, que bajó la persiana a principios de este año. "Ha llegado el momento de parar", sentenció un José Vicente Guillamón que llevaba desde 1984 trabajando ininterrumpidamente en la barra. Sin duda, se lo ha ganado.

José Vicente Guillamón Chiva, en el centro de la imagen con su indumentaria habitual: camisa blanca y pantalón negro.

José Vicente Guillamón Chiva, en el centro de la imagen con su indumentaria habitual: camisa blanca y pantalón negro. / MEDITERRÁNEO