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El discurrir del arroyo por este municipio conoció en otros tiempos la instalación en su cauce de varios molinos harineros. Cuenta Cabañas con unos 149 habitantes y se encuentra situada a unos 16 km. de la capital segoviana. En su Plaza Mayor encontramos la iglesia parroquial de San Lorenzo, en la que enseguida lograremos apreciar su origen románico, como nos indican su ábside con un único ventanal y su portada de ingreso, en la que encontraremos una hornacina a cada lado de la puerta con personajes ataviados de ropajes litúrgicos. A su término municipal pertenece la cercana localidad de Mata de Quintanar y varios despoblados: Agejas, Quintanar de Polendos y Tel Téllez. Os daré cuenta en futuros reportajes de algunos de ellos. Como os decía antes, esta zona cuenta con un gran valor natural y paisajístico, lo que ha propiciado un buen número de iniciativas turísticas, de ocio, así como de turismo rural, que invitan a conocer la zona de manera amena y confortable. ¿Nos ofrecería Cabañas alguna historia curiosa? Pues efectivamente, no habría de ser menos que otras de estas tierras, así que allá vamos: Si la Serranía de Ronda puede “presumir” de todo un Jose María “el Tempranillo” y un buen numero de bandoleros más, estas tierras del Polendos y el Pirón fueron el escenario de las andanzas del que se llamó “El Tuerto de Pirón” temido bandolero del siglo XIX. Fernando Delgado Sanz nace en la localidad segoviana de Sto. Domingo de Pirón y durante años tuvo en jaque a la Guardia Civil, sembrando el miedo entre los viajeros de uno y otro lado de la Sierra de Guadarrama, asaltando diligencias y carruajes que por allí cruzaban, y desvalijando iglesias. Al volver del servicio militar en Madrid se encuentra con que su novia se había casado. A raíz de ello forma una banda que causan el terror a ambos lados del Guadarrama y sus aledaños. Ese mismo miedo que infunde le permite frecuentar posadas y tabernas sin ser delatado, pero en diciembre de 1881 cae preso y es recluido en la cárcel de Segovia en la calle Juan Bravo (hoy sede la Biblioteca Pública), de donde tras limar los grilletes escapa por el tejado a finales de enero de 1882. Vuelve a ser apresado en una posada de Miraflores de la Sierra (Madrid), llevado a la cárcel de Colmenar Viejo y de allí de nuevo a la de Segovia, de donde consigue otra vez escapar en una noche de invierno de 1883. Pero en esta ocasión las huellas dejadas en la nieve permiten a la Guardia Civil apresarlo. En 1888 es condenado a cadena perpetua, muriendo en 1914 y dando así por finalizada su vida “El Tuerto de Pirón”, que no su leyenda. Pero este tipo de personajes siempre destacan al margen de sus fechorías por algún tipo de buena acción, como la que se le atribuye al apresar a un joven muchacho, al que viendo tan asustado cruzar el puerto, dejó continuar entregándole una cantidad de dinero.