ARAUCA (CALDAS), EMPEÑADA EN SU PROGRESO
Octavio Hernández Jiménez
Cuando llegaron al occidente de Caldas, el Mariscal Jorge Robledo, Suer de Nava, Álvaro de Mendoza, el padre Francisco de Frías y Pedro Cieza de León, (1539), por los vallejuelos que se extienden de Arauca hacia abajo vivían los indios irras. Quedan palabras, rastros arqueológicos de sus emplazamientos y las magníficas crónicas de la conquista que lo confirman.
Jorge Robledo salió de Anserma a finales de 1939, “con poco más de cien soldados de a pie y de a caballo en demanda del río (Cauca).Y llegando a un pueblo llamado Irra, que estaba asentado a sus márgenes, en un paraje donde es su raudal muy fuerte, dieron traza de pasarlo, con gran dificultad que solo el ánimo y brío español lo pudieron romper pues, en solo dos guaduas se ponía un soldado y guiándolas un indio nadador con un bejuco, con evidente peligro de muerte, fueron pasando todos y el carruaje y los caballos a nado” (Fray Pedro Simón, p.83). El paso descrito pudo estar situado entre los actuales Arauca y el caserío Irra.
En tiempos de la Independencia (1813-1814), el Sabio Francisco José de Caldas recorrió este trayecto, sobre todo en lo correspondiente a Antioquia, fortificando los pasos sobre el Cauca, como el Paso de Bufú, por los lados de La Felisa.
Se trataba de una estrategia para impedir que los españoles, en la llamada Reconquista, penetraran a esta región aurífera y la saquearan con el fin de financiar la guerra, aquí y en España, en donde luchaban contra los ejércitos napoleónicos.
También había encarnizadas desavenencias entre los mismos patriotas, divididos entre centralistas y federalistas. Caldas y Nariño se distanciaron. Esa división resultó mortal para ellos y para la patria.
Luego se hizo muy activo el Paso de Velásquez que quedaba arriba del actual Irra y, más arriba, la garrucha en donde queda el Kilómetro 41. Por ese sitio pasaron los colonos del norte de Caldas para el Bajo Occidente y el Valle del Cauca en una corriente de poblamiento que los historiadores tradicionales no han tenido en cuenta.
El nombre de Arauca, ubicado en la margen derecha del río Cauca, aparece mencionado en los relatos de las guerras civiles, por el mismo tiempo en que se habla de La Margarita como una de las más importantes haciendas de ese sector.
La época de oro de Arauca fue en las décadas de los cuarenta y cincuenta del siglo XX. Su auge fue inusitado pues era una activa estación del tren. Si uno se subía en Arauca podía ir directamente a La Virginia, a muchas ciudades del Valle del Cauca o a Buenaventura. Gente y mercancía en todas las direcciones.
Para la arqueología queda el sólido puente de piedra que pasa por encima de la carretera, a un lado de bomberos y del puente sobre el río. Es un patrimonio cultural que se debe conservar.
Cuando empezaba la década de los sesenta del siglo XX, siendo ministro de Obras Públicas Virgilio Barco, en una de las decisiones más lamentables que se hayan tomado, el gobierno colombiano optó por aniquilar el sistema férreo de comunicaciones. Se impulsó el transporte por carretera. El petróleo estaba en auge. La muerte se abatió sobre miles de caseríos a lo largo de las carrileras.
A comienzos del siglo XXI se volvió a hablar de revivir los ferrocarriles por esta zona. Ha habido litigios y pases raros por lo que miles de millones de pesos se han esfumado como por encanto y la obra carece de dolientes.
Arauca sigue siendo el paso más activo para unir el centro del Departamento de Caldas con el Occidente (Anserma-Risaralda-San José- Belalcázar- Viterbo-Apía) y, si consultamos los manuales de historia, es paso obligado en la visionaria Carretera al Mar de la que se viene hablando desde la década del treinta del siglo XX, con resultados no del todo satisfactorios. A grandes rasgos sigue el trazado del antiquísimo Camino Nacional del Chocó.
Entre Viterbo (Caldas) y Apía (Risaralda), la carretera al mar es una trocha sin que los gobiernos de los dos departamentos se inmuten. Hay que ampliarla y pavimentarla. El uno dice: Que lo haga el otro.
La carretera que, por los años de 1950, llegó a los pueblos del Bajo Occidente desde Manizales, se paralizó y ahora se construye a todo vapor una excelente vía, desde Pereira hacia el corazón del Chocó.
El actual puente de Arauca se construyó al comienzo de la década de los cincuenta, el siglo XX. Es una obra formidable de ingeniería.
El río Cauca se mete por un impresionante cañón luego de pasar por La Virginia y vuelve a salir a terrenos menos escabrosos, después de La Pintada. Por eso se hace imposible su navegación en este trayecto.
Arauca es puerto pero no marítimo ni fluvial sino terrestre. Es lugar de encuentro de trabajadores y finqueros del Bajo Occidente de Caldas, de Palestina y sectores bajos de Neira, Manizales y Chinchiná.
Allí llegan oleadas de cosecheros de la costa atlántica, Cauca, Nariño y otras regiones a que los contraten para recoger la cosecha de café, sobre todo en el último trimestre de cada año.
Muchos de los problemas sociales de Arauca nacen y renacen cuando, en tiempos de las distintas violencias que han aquejado al pueblo colombiano, la gente busca refugio en sus empinadas laderas. Un paño de lágrimas.
Es un pesebre de guadua, con corredores hacia el río. Gran número de desplazados se han ubicado en las laderas que antes fueron potreros con una cruz sobre una piedra enorme. Otros avanzan con sus ranchos al lado del río, en la carrilera solitaria.
Hace 20 años, era corriente encontrar a muchos pescadores artesanales vendiendo pescado en sartas por la calle principal del caserío. Los químicos de las industrias de Cali, del resto de ciudades vallunas, Pereira y Manizales, agotaron la fauna del río por lo que el pescado que se consume en los restaurantes es, en gran parte, adquirido en la plaza de mercado de Manizales y en los estanques de las fincas vecinas o del Valle del Risaralda.
Otros, al salir de las fincas en donde eran caseros o agregados, encontraron en Arauca un espacio para vivir o poner algún negocio con qué sacar la familia adelante. Los muchos ancianos que se sientan a tomar el sol bajo los árboles tienen muchas crónicas para contar.
Los niños que pasan corriendo en cantidades enormes buscan y necesitan un futuro diseñado por los dirigentes de la región y el país. No se pueden malograr.
Muchos de los empleados de los centros vacacionales y condominios en el sector de La Rochela, viven en Arauca. En la mañana suben a la moto para ir a trabajar y regresan al caer la tarde. Otros extraen materiales de construcción en el río Chinchiná y afluentes del Cauca.
Arauca es sinónimo de activo comercio. Tiendas, almacenes, ferreterías, concentrados, compras de café y cacao, además de innumerables sitios de diversión a todo volumen. En sus negocios queda buena parte de lo que los cosecheros sudaron y ganaron en la semana.
Ahora que se han empezado los trabajos de rediseño, rectificación, ampliación y mejoramiento de la carretera Tres Puertas-LaRochela, urge que la Secretaría de Infraestructura del Departamento avance con esas obras no solo hasta el paradisíaco balneario o el Alto del Paisa sino, por ahora, hasta el área urbana del Corregimiento de Arauca.
Esto sin olvidar que el tránsito intermunicipal, a su paso por el área urbana, tiene en uso solo la calle principal que es la misma carretera. Los legos no sabemos cómo ni por dónde pero se requiere que diseñen y saquen adelante una vía para los carros que van para el occidente y otra para los que vienen del occidente.
Arauca, en cuanto a tránsito, se ha convertido en una pesadilla cada vez más complicada. Los políticos que llegan en época de campaña a prometer el caballo y el moro tienen la palabra ante el Ministerio de Transporte. ¿O si no para qué los eligen y reeligen con votos arauquenses?
OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ
(San José de Caldas, 1944), bachiller del Colegio Santo Tomás de Aquino de Apía (1962) y luego profesor del mismo centro educativo. Profesor de la Universidad de Cundinamarca (1974-1975). Profesor Titular y Profesor Distinguido de la Universidad de Caldas, en Manizales (1976-2001). Primer decano de la Facultad de Artes y Humanidades (1996-1999) y Vicerrector Académico (E.) de la misma Universidad (1996). Premio a la Investigación Científica, Universidad de Caldas, (1997). Primer Puesto en Investigación Universitaria, Concurso Departamento de Caldas-Instituto Caldense de Cultura (2000). Primer Puesto Categoría de Ensayo Nuevos Juegos Florales, Manizales, (1993 y 1995). Miembro Fundador de la Academia Caldense de Historia, Socio Fundador del Museo de Arte de Caldas, Miembro de la Junta Directiva de la Orquesta de Cámara de Caldas. Orden del Duende Ecológico (2008).
* OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ ha publicado las siguientes obras: Geografía dialectal (1984), Funerales de Don Quijote (1987 y 2002), Camino Real de Occidente ( (1988), La Explotación del Volcán (1991), Cartas a Celina (1995), De Supersticiones y otras yerbas (1996), El Paladar de los caldenses (2000 y 2006), Nueve Noches en un amanecer (2001), Del dicho al hecho: sobre el habla cotidiana en Caldas (2001 y 2003), El Español en la alborada del siglo XXI (2002), Los caminos de la sangre (2011), Apía, tierra de la tarde (2011). Su ensayo “El Quijote en Colombia” hace parte de la Gran Enciclopedia Cervantina, de Carlos Alvar (2006).
* “El humanista Octavio Hernández Jiménez contribuye a la afirmación de la cultura popular en Caldas. Él, con ese orgullo caldense que siempre expresa en sus escritos, se ha empeñado en divulgar el folclor regional, pensando siempre en afirmar la identidad y autenticidad de la cultura caldense en el marco y relaciones con la cultura popular colombiana. El humanista caldense tiene una fuerza cultural muy significativa en el conocimiento y cultivo del folclor y en los aspectos diversos de la cultura popular que reflejan la esencia del alma colombiana. Octavio Hernández en su obra transmite la idea de que es necesario fortalecer en los caldenses la conciencia regional y nacional como pueblo de grandes valores y atributos” (Javier Ocampo López, miembro de la Academia Colombiana de la Lengua y de la Academia Colombia de Historia, en el texto “Octavio Hernández Jiménez, el humanista de la caldensidad”, 2001).
Título: Orden del Duende Ecológico.
“República de Colombia/ Alcaldía Municipal San José Caldas/ Nit. 810001998-8/ II Fiestas de Mitos y Leyendas. Resolución Nro 093-08 Octubre 09 de 2008. Por medio de la cual se otorga la Orden del Duende Ecológico. El Alcalde Municipal de San José Caldas, en ejercicio de sus facultades Constitucionales y, CONSIDERANDO: Que mediante el Acuerdo Municipal número 216 de 2008, se creó la Orden Del Duende Ecológico, máxima condecoración que el Alcalde Municipal concede a sus ciudadanos más destacados. Que es deber de esta Administración exaltar las cualidades y virtudes de una Persona Ilustre del Municipio que con su actuar ha dejado en alto el nombre del Municipio. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez es reconocido como un señor íntegro en medio de sus labores misionales, amante de la tradición y cultura propias de nuestra región, las cuales da a conocer como embajador de nuestro municipio a nivel regional y nacional. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez se ha destacado como un insigne señor, cívico por excelencia, colaborador incansable; se ha hecho presente en el desarrollo de importantes programas que han impulsado el progreso de nuestro Municipio, difundiendo ejemplo para presentes y futuras generaciones. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez se ha destacado en el estudio de la influencia de los mitos y leyendas y su divulgación dentro del Municipio de San José Caldas. Que según estudios realizados por el Doctor Octavio Hernández Jiménez, dentro de la historia del municipio se creó la figura del Duende Ecológico para preservar las aguas, nombre que hoy recibe la presente Orden. En mérito de lo expuesto, RESUELVE: Artículo Primero: Otorgar la Orden Duende Ecológico al Doctor Octavio Hernández Jiménez. Artículo Segundo: Exaltar las cualidades de tan ilustre personaje, quien con su excelente desempeño ha dejado un gran legado en el arte de escribir y en la conservación del patrimonio cultural. Artículo Tercero: Hacerle entrega de una placa al Doctor Octavio Hernández Jiménez, en acto público a realizarse el día 09 de octubre de 2008. Artículo Cuarto: Copa de la presente resolución será entregada en nota de estilo al Doctor Octavio Hernández Jiménez, en dicho acto. Comuníquese y cúmplase. Expedida en San José Caldas, a los nueve (09) días del mes de octubre del año dos mil ocho (2008). Daniel Ancízar Henao Castaño, Alcalde Municipal”.
octaviohernandezj@espaciosvecinos.com
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