El archivo fotográfico de Pontedeume está formado por medio millar de imágenes, que retratan la vida en la villa desde principios del siglo XX. Este tesoro histórico permite a los vecinos de mayor edad recordar tiempos pasados que, en el caso de la localidad eumesa, cierto es que fueron mejores. A los eumeses más jóvenes estas instantáneas, alojadas en la web www.pontedeumeturismo.es y en el espacio de Facebook Pontedeume sitio sin igual, les abren un camino para soñar.

Soñar con un municipio respetado por la fiebre del ladrillo y las ansias de enriquecimiento de muchos constructores, únicamente preocupados por su bolsillo y no por colaborar en un desarrollo sostenible del municipio. Fantasear con un Pontedeume sin atascos de tráfico, epicentro de la vida comercial de la comarca del Eume y con un puerto pesquero de intensa actividad.

Todo ello es posible gracias a estas fotografías que muestran diversos momentos y lugares de la villa de los Andrade a principios y mediados del siglo pasado. En ellas se pueden observar lugares como el puente de piedra, que une el municipio con Cabanas, flanqueado por las esculturas totémicas del oso y el jabalí, símbolo de la Casa de los Andrade, y que hace unos meses fueron trasladadas para protegerlas de las inclemencias del tiempo y de la contaminación de los miles de vehículos que a diario cruzan el puente.

Los lavaderos de la plaza de O Conde, donde las mujeres acudían a lavar la ropa o la instantánea de la construcción del mercado situado en este enclave muestran los cambios sustanciales que vivió el pueblo el siglo pasado. Esta plaza albergaba gran parte de la vida de la villa de los Andrade y era el lugar utilizado para celebrar las ferias de ganado, antepasado del actual feirón, al que el paso del tiempo y las grandes superficies comerciales le quita clientes de forma paulatina.

Otras de las instantáneas muestra el solar donde hoy en día se encuentra la Casa Consistorial y la plaza de España, lugar de encuentro y juego para los pequeños del municipio y que en la actualidad suscita las críticas vecinales por su estado de abandono. Todas ellas muestran un Pontedeume distinto, acogedor, con vida, respetado por el afán edificador de muchos. Un Pontedeume que merece la admiración y el trabajo de sus mandatarios por conseguir una villa mejor.