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El Cañón del Micay está de luto. La crisis humanitaria de una guerra que día a día se recrudece ahonda la violencia estructural que padecen los territorios rurales de esta parte de la Colombia profunda.

Argelia, El Tambo y López del Micay constituyen el Cañón del Micay. El río Micay es uno de los ríos más extensos del departamento del Cauca, nace en el municipio de Argelia, recogiendo numerosos afluentes entre riachuelos, quebradas y ríos, hasta llegar al océano Pacífico, donde abrazando esteros, manglares e islas, se abre en tres cuerpos llamados Bocas de Micay, Caimanero y Del Coco.

Hacia el territorio del Cañón del Micay partirá el jueves 29 de octubre la Primera Caravana Humanitaria por la Vida y la Defensa del Territorio en el Cañón del Río Micay, una iniciativa convocada por más de treinta y tres organizaciones étnicas, sociales y de derechos humanos.

Según sus convocantes, la Caravana busca llamar la atención del país y la comunidad internacional ante el empeoramiento de la situación de violencia en la región. 

Las comunidades del territorio del Cañón del Micay viven los estragos de una guerra que día a día empeora. Masacres, asesinatos, desapariciones y desplazamiento están resquebrajando los tejidos campesinos, afrocolombianos e indígenas.

Según los habitantes del Micay, la erradicación forzosa genera mayores tensiones, entre otras razones, porque la estigmatización de la población ha llevado a la judicialización de sus liderazgos y al señalamiento de sus procesos organizativos.

Sumando a ello la crisis generada por la situación mundial de salud pública, pues los impactos locales de la pandemia se evidencian en la salud y en la profundización del histórico aislamiento que niega los derechos humanos y las libertades fundamentales de la población rural.

Según la Agencia de Renovación del Territorio –ART–, creada por el Decreto Ley 2366 de 2015 y trasladada según Ley 1955 de 2019 del sector Agricultura y Desarrollo Rural a la Presidencia de la República, los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial –Pdet– permitirán, en el plazo de 15 años, una Reforma Rural Integral en los municipios más afectados por la violencia, la pobreza, las economías ilícitas y la debilidad institucional.

Las comunidades del Cañón del Micay testimonian que el Acuerdo entre las Farc–EP y el Gobierno Nacional generó esperanza de avanzar en una paz estable y duradera, al igual que el inicio del proceso con el ELN, ya que ambos actores circulan por sus territorios.

Según la ART, la Reforma Rural Integral se propone crear condiciones de bienestar, proteger la riqueza pluriétnica y multicultural, promover la economía campesina, integrar regiones afectadas por la violencia, fortalecer organizaciones comunitarias y lograr la reconciliación. Los municipios de Argelia y El Tambo están incluidos en una de las 16 subregiones Pdet, llamada del Alto Patía y Norte del Cauca. López de Micay hace parte del Pdet del Pacífico Medio. Ambas se extienden desde el norte de Nariño hasta el Valle del Cauca.

Sin embargo, pasados cuatro años de ese entusiasmo por el logro de la paz, al territorio no han llegado las transformaciones rurales, ni la participación política, ni la solución al problema del narcotráfico, tampoco la atención y reparación integral a las víctimas. Y el anhelado fin del conflicto se ha quedado escrito en el papel que tiene a buen resguardo el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y el Estado de Colombia.

Las comunidades del Cañón del Micay reclaman que se atienda su llamado. Nuevamente se movilizan de forma pacífica y democrática. Piden que se haga realidad la política pública que promete una Reforma Rural Integral.

Reclaman que se cuente de modo efectivo y real con su participación en un departamento que es escenario del latifundio terrateniente y del paramilitarismo; donde el despojo, la desterritorialización y el desplazamiento destruye los procesos comunitarios a favor de poderosas empresas legales e ilegales.

La interminable disputa entre actores armados de las riquezas biodiversas, minero energéticas y de los corredores para el tráfico de drogas y armas, sigue generando sufrimiento y dolor a los habitantes ancestrales del Cañón del Micay.

Familias campesinas, indígenas y afrodescendientes sufren crímenes de lesa humanidad e infracciones al DIH. Para ellas el dolor es mayor cuando la justicia no llega y la impunidad se convierte en un mensaje de respaldo a los victimarios.

El Cañón del Micay está de luto. La crisis humanitaria de una guerra que día a día se recrudece ahonda la violencia estructural que padecen los territorios rurales de esta parte de la Colombia profunda.

Frente a ello, la Primera Caravana Humanitaria por la Vida y la Defensa del Territorio en el Cañón del Río Micay convoca a:

– Acompañar los procesos de las comunidades organizadas que trabajan por la permanencia en el territorio, la dignificación de la vida, la protección de la madre Tierra y la defensa de los Derechos Humanos.

– Avanzar y profundizar en la presencia integral del Estado colombiano en los territorios, especialmente en las zonas más vulnerables y afectadas por el conflicto.

– Implementar integralmente el Acuerdo de Paz, especialmente el Capítulo Étnico y el punto 3.4 sobre garantías de seguridad o mecanismos e instrumentos de prevención, protección y seguridad para los pueblos y comunidades en los territorios.

– Avanzar en el diseño e implementación de la política pública de desmantelamiento de las organizaciones criminales y sus redes de apoyo por parte de la Comisión Nacional de Garantías de Seguridad.

– Cumplir los acuerdos firmados en el marco de las movilizaciones de la región.

– Fortalecer por parte de las autoridades competentes las medidas necesarias para eliminar la violencia y realizar las investigaciones y judicializaciones de quienes atentan contra las garantías de seguridad de los pueblos y comunidades.

La Minga social y comunitaria por la defensa de la vida, el territorio, la democracia y la paz fue ejemplo de la lucha por la paz, evidencia de los procesos organizativos democráticos y del ejercicio del derecho a la movilización y a la protesta enmarcado en la Constitución Política de 1991 y en los pactos, convenciones y declaraciones de derechos humanos firmados y ratificados por el Estado colombiano.  

Desde el 29 de octubre hasta el 2 de noviembre de 2020, la Caravana Humanitaria por la Vida y la Defensa del Territorio en el Cañón del Río Micay le pide a Colombia y al mundo que escuche el clamor que desde el Cañón del Río Micay se levanta por la vida, los derechos humanos, la democracia, la dignidad de las comunidades y la paz en los territorios.


Imagen de portada: logo de la convocatoria a la Caravana Humanitaria por la Vida y la Defensa del Territorio en el Cañón del Río Micay.

Es el director de la especialización en eduación en derechos humanos de la Universidad Católica de Cali y es integrante de la fundación Guagua - galería de la memoria Tiberio Fernández Mafla.