Los vecinos de L’Aleixar afectados por el saqueo de su cooperativa siguen sin recuperar sus ahorros

Dos años después

Casi en cada casa del pueblo (900 vecinos) hay algún afectado. Maria Àngels Salvat hizo volar, presuntamente, 2,4 millones en una contabilidad paralela

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Una pancarta, colgada desde la quiebra, muestra aún el rechazo hacia la presunta autora del desfalco

Xavi Jurio

Cuentan en l’Aleixar (Baix Camp) que cuando se supo que su cooperativa agrícola estaba en quiebra, hace hoy justo dos años, nadie podía creer –tal cual– que les hubiera engañado su queridísima Angelinetes, la directora de la sección de crédito. Durante dos décadas, cerca de 300 vecinos le confiaron sus ahorros. Casi en cada casa del pueblo (900 vecinos) hay algún afectado. Ante el asombro y la indignación de todos, las primeras sospechas se acabaron confirmando en la investigación de los Mossos d’Esquadra. Maria Àngels Salvat hizo volar, presuntamente, 2,4 millones en una contabilidad paralela.

Sigue en libertad con cargos la supuesta autora del saqueo, chapucero por todos los indicios recogidos: firmas torpemente falsificadas, incluso del notario, o el corta y pega de documentos bancarios. Se fue hace tiempo del pueblo por la presión de los vecinos y no ha abierto la boca en público en todo este tiempo. Los afectados por la quiebra han podido recuperar solo el 10% del total de sus ahorros (1,4 millones) gracias a la venta del patrimonio de la entidad, comprado por el Ayuntamiento para ayudar a los afectados. “Aparte de lo económico, brutal, ha sido un golpe moral devastador”, destaca Toni Abelló, el alcalde de l’Aleixar.

Angelinetes, directora de la extinta sección de crédito, principal investigada, se ganó la confianza de sus vecinos

El juzgado de instrucción número 3 de Reus (Baix Camp) sigue investigando el caso, pendiente ahora de la práctica de nuevas pruebas periciales. “Pedimos a la justicia más agilidad, que no se olviden de nosotros, ha afectado a todo un pueblo, las economías familiares han quedado muy tocadas”, destaca Joan Miquel Ventós, portavoz de la Plataforma de Afectados.

El trabajo de la unidad central de estafas de la policía catalana ha puesto al descubierto cómo Angelinetes dilapidó el dinero de los socios de la cooperativa. Los Mossos sospechan que no ha guardado ni desviado un euro. Al parecer, ahora vive de alquiler. Llevó durante muchos años un tren de vida muy por encima de sus ingresos y los de su marido. A su hijo, aún sin tener carnet, le compró un coche de 32.000 euros y ella se convirtió en una cara conocida de las tiendas con más caché de Reus, con compras compulsivas (10.000 euros en joyas). Entre los movimientos que siguió la policía, un viaje a Nueva York con visita a Tiffany’s. “Se compró una vida con el dinero de otros”, lamenta Ventós. Parte del agujero, que suma en total 4,5 millones, se generó con préstamos sin garantías que no se recuperaban.

El tiempo no ha servido para cerrar la herida ni olvidar la traición a quien depositaron además de sus ahorros una confianza ciega. El mal moral es casi tan grande como el perjuicio económico, coinciden los vecinos. La supuesta autora del desfalco mantenía una excelente relación con sus vecinos. Se ofrecía para todo.

Que muchas de las familias de un pueblo pierdan todos o una parte de sus ahorros ha tenido, obviamente, un impacto más allá del daño psicológico. Se pasan estrecheces en muchas casas y el Ayuntamiento ha tenido que ayudar a las personas más vulnerables. Entre los más damnificados, gente mayor que de la noche de aquel martes, 2 de octubre de 2018 por la mañana, se quedó sin un euro en la libreta de ahorros. En muchas casas, arruinadas, se ha llorado de rabia.

En l’Aleixar esperan con ansia que se cierre la investigación judicial y se ponga fecha para el juicio, con Angelinetes sentada previsiblemente en el banquillo como única acusada. El tiempo juega en contra de muchos de los damnificados, ya muy mayores. Cinco de los afectados ya han fallecido en los últimos dos años.

Detrás de la quiebra hay de­cenas de historias personales. Abuelos que ahorraron para ayudar a pagar la universidad de los nietos, víctimas de la quiebra que han ­caído en depresión o personas mayores con dependencia que se han quedado sin los ahorros ­pensados para tener ahora más ayuda. “Hay gente mayor que psicológica­mente no lo superará nunca en la vida”, añade el alcalde. La mayoría calla porque hablar de ello también duele.

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