Sabela presenta «Ceniza», el disco con el que se enfrenta a la muerte de su padre

Javier Becerra
Javier Becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

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Esta noche lleva al escenario en la sala Capitol de Santiago un trabajo marcado por la pérdida y el dolor

09 mar 2023 . Actualizado a las 09:48 h.

En un disco tan marcado por la tristeza y la pérdida, hay un momento en el que al oyente se le encoge definitivamente el corazón. Ocurre en el corte sexto, Interludio. Sobre un colchón musical de una tensión que corta surge una voz, la de un hombre hablándole cariñosamente a su hija. Le desea buen viaje. Le pide que lo llame al llegar. Y se despide con «un besiño». Es la del padre de Sabela Ramil, fallecido en marzo del 2021 y cuyo recuerdo preside Ceniza, su segundo álbum. Hoy lo presenta en Santiago (Capitol, 20.45 horas, 15 euros).

«Ahora ya puedo escuchar ese audio, pero no es algo que pueda hacer todos los días. La realidad es esa», confiesa la cantante. «Fue algo durísimo y una etapa que lo marcó todo. Eso te quita las fuerzas y la energía. Te hace dudar de si puedes seguir adelante porque, de pronto, se cae un pilar de tu vida. Lo de incluirlo surgió de forma natural. No es un audio súper épico, sino algo diario de mi padre. Me gustaba que fuese así, meter uno de sus mensajes típicos porque esas cosas son las que más hecho de menos».

Ceniza es un trabajo duro y de una belleza tenebrosa que busca la luz. Para seguir adelante. «Está muy marcado por la muerte, pero también hay vida en él, porque una forma parte de la otra», resume. La artista le habla a su padre. «El dolor trepa en mí», canta en una de las canciones simboizando sus sentimientos. ¿Cómo enfrentarse a ello desde la canción sin estar reabriendo la herida de continuo? «Me hago mucho esa pregunta —confiesa—. Una tiene la sensación de sentir un gran dolor al hacer la canción. Pero el tiempo va haciendo su trabajo y te separas un poco de la emoción. Sin embargo, cuando hago los temas intento volver ahí, porque me parece la única forma de transmitir la sensación original».

El álbum parte del corte inicial de Despedida (2019), su disco de debut, lanzado después del paso de la artista por Operación Triunfo. En el tema homónimo aparecía una pequeña joya ambiental. Poco tenía que ver con el resto. «Esa canción fue la última que hicimos de aquel disco —explica—. Me dio mucha pena. Era desde ahí desde donde se podía partir. Y es precisamente lo que hicimos ahora».

A toda esa bruma sonora le añade un componente electrónico que denota muchas horas en el estudio. «El productor viene del jazz y yo del clásico. Nos salían arreglos un poco barrocos», se ríe. En medio, florece una faceta de diva pop con lentejuelas en temas como La piedra. «Soy una persona de contrastes. A mí me gusta mucho el metal, por ejemplo. La gente se queda flipada pero a mí me gusta jugar con la música. No soy nada purista», señala. Baila, pero con la tristeza en la mirada. «La nostalgia siempre está presente en mí. Es mi forma de ser y se refleja. Cuando hago mi propia música quiero que me represente y no sea demasiado happy», apunta.