La farola

La Escribana, un oasis entre dos perlas del interior de Málaga

La Escribana, el remanso de agua entre Benarrabá y Genalguacil.

La Escribana, el remanso de agua entre Benarrabá y Genalguacil. / Javier Flores

Es una zona de la provincia de Málaga pródiga en parajes de alto valor natural. La serranía de Ronda ofrece gran cantidad de refugios para el calor con los que armar un gran plan veraniego y uno de ellos es bastante especial, se le llama Charco de La Escribana, pero es algo más grande que un simple charco. Un remanso de agua en el que es posible refrescarse a la sombra de la arboleda que la rodea y que tiene una situación tan peculiar como bonita. El agua pertenece al río Genal, que tiene su bonito nacimiento en Igualeja, y que es el protagonista en muchas poblaciones del entorno. Este pequeño oasis en la serranía rondeña está a medio camino entre dos poblaciones que por su situación y características son dos pequeñas joyas de la zona: Genalguacil y Benarrabá.

La Escribana es un punto de encuentro y descanso entre caminos. Es un prado que actualmente cuenta con zonas de juego infantil y algunas mesas para descansar, pero que históricamente ha servido como lugar para descansar en las rutas agropecuarias que cruzaban esta parte del territorio andaluz. Por San Juan, el lugar sirve como punto perfecto de celebración de un día así por las dos poblaciones más cercanas al sitio, Benarrabá y Genalguacil. El sitio no tiene un acceso complicado y tiene un espacio en el que se puede aparcar, aunque es un paraje natural en el que hay que extremar las precauciones por los incendios. El paraje cuenta además con diferentes sendas que se pueden seguir para una buena jornada de naturaleza en torno al Genal, cauce de agua bastante largo para lo que suelen ser muchos de los ríos del Mediterráneo que acaba desembocando en el río Guadiaro, de menos extensión, pero que también deja sitios perfectos para un día de campo como las charcas de La Llana y La Zúa o el manantial de Benaoján, entre otros puntos de interés.

Genalguacil y Benarrabá

Con marcada herencia de la época musulmana de la zona, Genalguacil y Benarrabá son dos pueblos que no llegan al millar de habitantes, y que son lugares diferentes de visita obligada. En plena serranía rondeña, Benarrabá cuenta con diversos parajes a su alrededor bañados por el Genal y que son perfectos para pasear en un ambiente fresco, algunos de ellos tienen la propia zona de La Escribana como protagonista o lugar de paso. Además su casco urbano es bastante bonito no sólo por su trazado, también por su situación en el valle. Tiene las leyendas de los tintoreros que trabajaban en la zona en la época andalusí y cuyo nombre se cree que ha derivado en el nombre actual de la localidad. La leyenda cuenta que uno de ellos, el patriarca de la familia se dedicaba a investigar el tratamiento de las telas para conseguir mejores fijaciones, colores más vivos y tonos diferentes, uno de ellos supuso una gran novedad en los tejidos y es lo que hoy conocemos como el carmesí. También cuenta con un área de servicio para autocaravanas y campers. 

Genalguacil es de fisonomía parecida, también tiene una preciosa situación en la geografía serrana y unas casas encaladas, pero le hace diferente su apuesta por el arte por sus calles desde hace ya bastantes años. Un sitio en el que se optó por dedicar parte de su espacio urbano a las obras de arte que casan con una situación privilegiada y rodeada de naturaleza. Es un pequeño museo artístico en el que se añaden piezas cada par de años, cuando se celebran los Encuentros de Arte de Genalguacil, que se unen a las iniciativas para promover el asentamiento de artesanos y artistas en uno de esos lugares del interior de la provincia malagueña en el que la población no es muy amplia. Es una pequeña joya en esta parte del territorio que está cerca de La Escribana, de Benarrabá y también de localidades con mucho que ver como Benadalid, que tiene una fortaleza romana muy bien conservada con una peculiar historia.

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