Campo Histórico El Plumerillo, la cuna de la "sanmartinmanía" y testigo latente de la gesta libertadora

El lugar en donde nació la independización de Argentina, Chile y Perú, emplazado en el actual municipio de Las Heras, sus orígenes y su funcionamiento para la campaña libertadora de José de San Martín. Los apuntes de la memoria de Gustavo Capone.

Hemos compartido frecuentemente desde esta columna, lo mucho que en este paraje histórico de El Plumerillo se gestó. Todo "lo construido" desde el patriótico rincón de Las Heras por un hombre como San Martín y un equipo comprometido.

Por estas páginas, y precisamente en ese lugar lasherino cobraron vida, el fiel Pedro "el tropero" Sosa cumpliendo junto a su hermano Severino la promesa de traer en tiempo record desde Buenos Aires algunos pertrechos militares, pero sobre todo el dinero que el ejército necesitaba, y que hacía tantos meses venían prometiendo desde el gobierno central para ayudar a paliar la campaña.

Por ese campo de El Plumerillo también (reflejado innumerables veces, reitero, en nuestro espacio de domingo) vimos pasar: la abnegación del cura Beltrán trabajando incansablemente entre martillazos y yunques; soldados leales que llegaron a coronel como "el pardo" Lorenzo Barcala ("el caballero negro"), inmortalizado en la literatura de Sarmiento a través de "Facundo" o "El General Fray Félix Aldao"; "los milicos de ley" como Regalado de la Plaza viajando permanentemente entre las minas cuyanas y trayendo metales de la montaña para refinar en los talleres de Plumerillo; mujeres como Remedios Escalada, Margarita Corvalán, Dolores Prats y Laureana Ferrari, pero también las otras anónimas damas patrióticas que construyeron trajes y zurcieron 5.000 pantalones para los soldados; políticos avezados como Tomás Godoy Cruz y su controvertida esposa "Lucecita" Sosa, quien se enamoró del propio marido de su hija y luego mandó matar; médicos como Paroissien y Anacleto García atendiendo la tropa; geniales inventores como Andrés "molinero" Tejada, quien constantemente traía novedades de su batan en "La Alameda"; amigos y confidentes como Tomás Guido; el erudito cartógrafo y empírico agrimensor José Antonio Álvarez Condarco, con planos, cálculos y diagramas de cuanto pasadizo sirviera como tránsito por la montaña después de escuchar al "sabio" baqueano Justo Estay; camaradas como Estanislao Soler, ese brillante militar al que San Martín no le daba "ni un tranco de pollo" y tenía "entre ceja y ceja" por su carácter arrogante y siempre provocador.

Una foto de El Plumerillo coloreada a mano de 1910. Conservada por "Mendoza Antigua".

Así era la vida diaria en El Plumerillo. Pruebas de tiro con fusil, ensayos cuerpo a cuerpo con espada, herrajes de mulas, simulacros de ataques con la caballería, acarreos de bolsas en el polvorín, decenas de ollas hirviendo con granos de maíz. Todo se cruzaba; Todo pasaba por ahí. Pedro Vargas con un secreto nuevo; el párroco Lorenzo Güiraldes con el diezmo conseguido o los hermanos Necochea con la noticia de cuántos caballos ya estaban herrados. Nadie estaba quieto: "el chileno" José Herrera con una mensura de "las acequias de la patria" y el proyecto de la "huella a Buenos Aires" o Toribio Luzuriaga con el reporte diario de lo que había pasado en Mendoza. El Plumerillo era un verdadero pueblo que nunca paraba.

Será por eso que apenas llegado a Mendoza, y cuando le ofrecieron vivir en una casona amplia y acorde al rango de Intendente Gobernador de Cuyo, San Martín no aceptó para evitar suspicacias y se quedó en la casa histórica de la calle Corrientes. Ahí; cerca de la gobernación, y a un ratito de El Plumerillo.

Campo Histórico El Plumerillo, la cuna de la "sanmartinmanía" y testigo latente de la gesta libertadora

El General sabía que el nervio motor de la gesta era Plumerillo y que prácticamente su día de trabajo no conocería otro espacio más que ese lugar. Es más, en toda su estadía mendocina desde 1814 a 1817 fue ahí donde ampliamente más horas pasó.

El sitio con un valor agregado

Pero además desde El Plumerillo, siempre, a la par del adiestramiento y la logística que el ejército necesitaba, se esgrimió la estratégica táctica para cumplir acabadamente "el plan continental" y esa primera etapa de la gesta: el paso cordillerano.

A su vez, fue imperioso predisponer simultáneamente, militar y psicológicamente al ejército, para que una vez liberado Chile poder tener todo previsto para inmediatamente "cambiar el chip" (diríamos hoy) y ponerse a pensar en barcos, velas, corrientes marinas, olas y océanos, porque había que dejar de pensar en la montaña, las mulas y la altura (y todo lo heroico que eso conllevaría), para rápidamente concentrarse en el mar y los puertos.

Había que forjar mentes fuertes, pues todo lo que se realizaría al pasar Los Andes sería monumental, pero solo comprendería la mitad del plan continental. Indudablemente toda esa fortaleza anímica y espiritual se forjó con los entrenamientos y la instrucción de El Plumerillo, cuna de la mística patriótica que libertará América.

Pero además ese Plumerillo fue testigo de los desvelos de San Martín y de toda la correspondencia que iba y venía en pos de la campaña. Seguramente mares de tinta se habrán escrito desde ese lugar (muchas de esas cartas también quedaron plasmadas en nuestras notas) entre San Martín y Belgrano, Pueyrredón, los congresales de Tucumán, O'Higgins, diplomáticos extranjeros, Güemes, su esposa Remedios, los interlocutores pehuenches, más las decenas de bandos y notificaciones a la población de Mendoza invitando a sumarse a la gesta, determinando restricciones, normas de convivencia, pidiendo expresa colaboración de bienes o estimulando campañas de prevención sanitaria.

Y sobre todo consideremos, a mi humilde entender algo sustancial sobre la importancia que posee El Plumerillo por el arraigo e identificación que el lugar genera, y porque cientos de anécdotas que la antropología popular mendocinas rescató, propio de la devoción sanmartiniana que cubre a Mendoza, nacieron de hechos, dichos, actitudes, acciones, enseñanzas, castigos, sermones que involucraban a San Martín y sus soldados en El Plumerillo.

Es por eso que dicho campo histórico no solo ostenta un altísimo valor patrimonial tangible, sino que además es incalculable el gigante peso simbólico que despertó el lugar, reflejándose en la inspiración de cientos de poesías, cuentos, tonadas, pinturas, novelas, películas, dramatizaciones, esculturas, postales, libros, réplicas esculturales, danzas y dibujos que consolidaron la identidad de Mendoza convirtiendo a San Martín y al campo histórico lasherino en un icono fundante de la mendocinidad.

Fray Luis Beltrán, el trabajador: desde el taller de El Plumerillo al Cerro de la Gloria

Por ende, una postal insoslayable de esa mendocinidad es El Plumerillo, seguramente junto al "sagrado" panteón "menduco" donde conviven, el propio San Martín, el Huarpe, la Virgen de la Carrodilla, la vendimia, la montaña, el zonda, el desierto y aquellas lagunas de Guanacache.

Desde el cacique Tabalqué, La Chimba y un arcángel hasta "los plumerillos"

Las acequias Huarpes que ya existían antes de la llegada de los conquistadores se desprendían de un canal: el "Goazap - Mayu" ("río del cacique Goazap"), conocido actualmente como Canal Zanjón o Canal Cacique Guaymallén, el cual se nutría de las aguas provenientes de aquel curso natural de montaña "Río Cuyo" (hoy, río Mendoza). Ese gran canal indio nacerá en la "Toma del Inca" ("Toma de los españoles"), y desde ahí surgirán las famosas acequias: el Desagüe, Tabalqué; la acequia alta de Tantayquen; la acequia de Allayme y la Guaimaien, más otros canales menores y cientos de hijuelas, surcos y cunetas.

El español aprovechó muy bien esa organización nativa. A ese Canal Zanjón lo rebautizó como "Río de la ciudad" o "La Acequia principal". Esa será la vertiente de agua que dará vida al desierto en cuyo entorno se enclavarán los futuros departamentos del "Gran Mendoza".

Desde ese "Río de la ciudad" se desprendían varios canales como expresamos, entre ellos "el Tajamar" ("la acequia de Tabalqué") que regaba las propiedades (precisamente) de Tabalqué, un cacique caracterizado del lugar. Hoy esa zona irrigada por aquel "Tajamar" comprendería gran parte del centro mendocino.

Dos hijuelas de ese "Tajamar" se dividirán dando origen a las acequias del norte de la ciudad: "Zapallar" y "Chimba", cuyo curso llegará hasta el actual Departamento de Las Heras.

Fue en esas propiedades de Tabalqué, y en su chacra de "La Chimba", donde el encomendero español Pedro de Ribas (que había llegado con las expediciones fundacionales a Mendoza), comenzó la colonización española de la zona dando los primeros pasos hacía la nueva urbanización que será la génesis, siglos después, del vigente Las Heras.

Así aquellas tierras de Ribas pasaron desde entonces a denominarse San Miguel de Panquehua. "San Miguel" por ser muchos de aquellos españoles devotos de ese poderoso arcángel que con solo su invocación ("con solo un chasquido de dedos", decían) vencía la maldición o al mismo Satanás. Y "Panquehua": "el valle de los cóndores", en huarpe milcayac. Una clara sincretización de lo nativo y lo español.

Gerónimo Espejo: el "escribidor" de la Gesta Sanmartiniana

Será en ese tiempo colonial donde también proliferarán parajes y estancias. Muchos de esos sitios perdurarán en nuestros días: Uspallata, Challao y estancias como Canota, Santa Clara, Papagayos, Villavicencio, Paramillos, Las Lajas, Pantanillo, San Isidro, Acequión, Yalguaraz y Los Manantiales, lugares que irán dando fisonomía al departamento contemporáneo de Las Heras.

Pero aquel nombre de "La Chimba" perduró en esa zona por más de 300 años, a pesar que las denominaciones del lugar fueron cambiando según los tiempos históricos y políticos. Por ejemplo, en épocas de conflictos y claramente militarizados, los departamentos se dividían en "Departamentos de Campaña", así el actual Las Heras comprendió el "Primero y Segundo Departamento de Campaña" en tiempos del gobernador Pedro Pascual Segura, allá por 1846. El Departamento de Campaña Primero fue "San Miguel de Panquehua" y el Departamento Segundo: "La Chimba".

Si bien aquella organización administrativa definía puntualmente el límite histórico con la ciudad capital de Mendoza a través de la calle "El Horcón" (hoy Coronel Díaz), no estaba todavía denominado el departamento lasherino como lo conocemos actualmente.

Fue Nicolás Villanueva quien decretó que "San Miguel de Panquehua" y "La Chimba", se convertirían en Subdelegaciones con el nombre de "Las Heras" para San Miguel de Panquehua y "Villeta" (por "el villerio") para La Chimba (18 de diciembre de 1869).

Finalmente, el 31 de enero de 1871, ese mismo gobernador (Nicolás Villanueva) decretó la unificación de ambas subdelegaciones con el nombre de Departamento de Las Heras y sede cabecera en San Miguel de Panquehua.

El Tropero Sosa: camino se hace al andar

Esa será entonces la breve historia de la tierra donde aflorará el recuerdo de aquel campo histórico de la gesta libertadora. Precisamente en aquella región plagada de cortaderas, de cuyas plantas nacen penachos blancos: "los plumerillos", para los primeros españoles, lo que instaurará toponímicamente el nombre de la zona.

Fueron además esos primeros colonizadores quienes trajeron, de su paso por Centroamérica a Chile, y de ahí a Cuyo, los primeros tamarindos para forestar la región y aprovechar sus frutos. Por tal motivo fue que El Plumerillo se conoció además durante tanto tiempo como la zona de "Los Tamarindos".

El Plumerillo en Las Heras

El actual campo histórico que hoy funciona como un activo museo temático gestionado por el "Centro de Estudios e Investigaciones General San Martín", dependiente del municipio de Las Heras, perteneció en el tiempo que fue utilizado por José de San Martín como lugar de instrucción militar a Francisco de Paula de la Reta. El predio fue arrendado y una vez concluida la campaña se desmanteló, se devolvió lo prestado por los vecinos y donado la totalidad del restante mobiliario.

Hoy, un lugar digno de ser conocido.

El campo de práctica había sido delineado por Álvarez Condarco, y contaba en su cercanía con una vieja capilla que desde tiempos coloniales se encontraba en la vieja propiedad vecina de Clemente Segura donde sostienen versiones tradicionales el General concurría a orar.

"Recién en 1890 se señaló un rincón del viejo campo y se levantó en el medio del predio una modesta pirámide con los escudos de Argentina, Chile y Perú. Desde entonces se llamó al lugar: "El potrero de la pirámide". El 17 de agosto de 1932 al cumplirse 82 años de la muerte del General San Martín, el Banco de Mendoza cedió al Ministerio de Guerra cuatro hectáreas de tierra cercana al antiguo campamento, tomando como centro la pirámide. El gobierno de Mendoza cercó el terreno y construyó a su frente un portón alegórico colocando a uno y otro lado un cañón de los utilizados por el Ejército de los Andes. El Campo de Instrucción del Plumerillo fue declarado lugar histórico por Decreto Nacional Nº 107.502 del 6 de diciembre de 1941". Hasta ahí, y por años, muy poco como resguardo de nuestro patrimonio.

San Martín, el sueño de un pibe que nació grande

Afortunadamente, desde hace unos años la actual Municipalidad de Las Heras se ha comprometido con la revalorización del lugar histórico. Actualmente el sitio afortunadamente muestra otra cara.

Para concluir una curiosidad que abrirá la ventana a una nueva nota. Mucho se ha escrito y comentado del distinguido militar, Juan Gualberto Gregorio de Las Heras que dio nombre al departamento mendocino y fuera indudablemente un alfil importantísimo en la campaña de San Martín.

La curiosidad menor es que ese gran soldado que pasará a la historia, será recordado por su segundo apellido. Su primer apellido era Gregorio. Irrelevante dato al lado de una heroica vida extraordinaria, pero buen motivo para otra historia que difícilmente se pueda googlear: la vida del General Juan Gregorio de Las Heras.

El Plumerillo en imágenes antiguas

Inhumación de los restos del Gral. Espejo en el Campo Histórico El Plumerillo. Fuente: La Quincena Social, febrero y marzo de 1935

Turistas en el Campo Histórico El Plumerillo. Fuente: Turismo. Revista Mensual del Touring Club Argentino, 1937.

24 de Octubre de 1910: Se inaugura el monolito de forma piramidal ubicado en el centro del Campo de Instrucción El Plumerillo.

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