Nacido en Chillán el 20 de agosto de 1778, Bernardo O’Higgins Riquelme fue un político y militar chileno. Hijo natural de Ambrosio Higgins, quien fue gobernador del Reino de Chile y virrey del Perú, y de Isabel Riquelme Meza. Por instrucciones de su padre, estudió inicialmente en Chillán, luego en Lima y completó su instrucción en Inglaterra. En 1802, a los 24 años, regresó a Chile y se radicó en su hacienda de San José de Las Canteras, recibida en herencia, dedicándose a las labores agrícolas.

Participó activamente en los acontecimientos que ocurrieron en Chile a partir de 1810, los que finalmente se tradujeron en su independencia del Imperio español. O’Higgins abandonó sus tareas agrícolas y se convirtió en militar, siendo uno de los personajes más relevantes de la gesta emancipadora, considerado como uno de los Padres de la Patria. Entre 1817 y 1823, ejerció la jefatura del Estado bajo el título de director supremo, cargo al que renunció, exiliándose en Perú hasta su muerte. Considerado uno de los Libertadores de América, fue capitán general del Ejército de Chile, brigadier de las Provincias Unidas del Río de la Plata, general de la Gran Colombia y uno de los principales organizadores de la Expedición Libertadora del Perú.

Textos del libro “Museo del Carmen”

General Bernardo O’Higgins Riquelme

Miniatura sobre marfil, autorretrato, hacia 1820

Sin duda esta miniatura es una de las más valiosas piezas iconográficas del patrimonio histórico de Chile tanto por la imagen que reproduce como por el autor que la realizó.

Hay constancia que, durante su etapa de estudiante en la escuela de Richmond, inmediata a Londres, Bernardo O’Higgins, joven de veinte años, aprendió pintura y con especial dedicación el retrato.

De su aptitud artística da prueba éste autorretrato, el de su hermana Rosa y un par de acuarelas con temas militares que conserva el Museo Histórico de Magdalena en Lima.

Don Bernardo, entonces Director Supremo del Estado de Chile, se ha representado de poco más de cuarenta años, con la gran cruz de la Orden de Mérito sobre la banda directorial y las medallas de las batallas de Chacabuco y Maipú sobre la pechera de su casaca de General.

Esta miniatura fue preciada propiedad de hermana Rosa quien la legó a Petronila Riquelme, huérfana a quien don Bernardo educó como a una hija. La niña Petronila siguió a O’Higgins al ostracismo en el Perú y allá se casó con José Toribio Pequeño, administrador de los bienes del Libertador; sus hijos heredaron este precioso retrato que, andando el tiempo, volvió con sus descendientes a Chile.

Rosa Rodríguez Riquelme

Miniatura sobre marfil realizada por Bernardo O’Higgins, hacia 1820.

Conocida como Rosa O’Higgins, la media hermana del Libertador nació cuatro años después que éste en 1782, del matrimonio de doña Isabel Riquelme con don Simón Rodríguez.

Siguió a su hermano en todo momento, tanto o más que su madre, acompañándolo en los momentos de aflicción y de gloria.

En 1813 fue apresada por los realistas en Los Ángeles y después del desastre de Rancagua fue al destierro trabajando de costurera en Mendoza y Buenos Aires; al asumir O’Higgins como Director Supremo presidió el palacio directorial de Santiago y llegó a llamársele La Generala por el ascendiente que tuvo en las decisiones de gobierno. En 1823 acompañó al Libertador al destierro luego que abdicara patrióticamente su mando de Director Supremo. Sobrevivió a su madre y a su amado hermano, del que fue heredera universal, falleciendo en Lima en 1850. Su retrato y el de don Bernardo los dejó a Petronila Riquelme y a su esposo José Toribio Pequeño.

Rosita O’Higgins fue retrata por su hermano en una silla mecedora del “palacio” de la Plaza de Armas de Santiago, teniendo en sus manos la miniatura con el autorretrato del autor. Sobre una elegante cómoda se destaca un reloj en su fanal de cristal, quizá el mismo que rompiera en un juego la traviesa hija del General Mackenna de visita en casa del Director Supremo. Con los años, esa niña llegaría a ser madre del escritor Benjamín Vicuña Mackenna.

Ambos textos escritos por Hernán Rodríguez en el libro “Museo del Carmen” marzo, 1987. Pág. 100-103.-

 

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