Bienvenida novedad

Una de las últimas –y más felices– novedades de Palermo que abrió con equipo de lujo a cargo: los sommeliers Aldo Graziani y Lucky Sosto en vinos y servicio, y el cocinero Leo Lanussol en la creación del menú. Comida y bebida en equilibrio perfecto para la propuesta de Vini Bar, este rincón que ya promete convertirse en clásico. Los vinos son el corazón del lugar: la carta cuenta con una selección de unas 60 etiquetas que combinan fantasía y solidez, con cepas para todos los gustos, vinos naturales, poco o nada intervenidos y, en su mayoría, orgánicos, una característica que también se traslada a la selección de materias primas con que se elaboran los platos. Cada semana van rotando seis etiquetas que pueden pedirse por copa, logrando que los clientes regulares que siempre tengan algo nuevo para probar.

Vini Bar está dividido en distintos espacios: una barra, unas mesas en el interior, otras en el entrepiso donde hay una gran cava antigua de madera y un deck en la vereda. En la pizarra aparecen los nombres de los vinos por copa y todo el equipo de camareros está muy bien formado y dispuesto a explicar de qué trata cada uno.

Del lado de la comida, Lanussol (quien fue uno de los chefs del añorado restaurante Proper) armó un menú de pequeños platos con varias opciones veganas, entre ellas la ricota de almendras con polvo de hongos y romero frito ($580). Las aceitunas marinadas son una bomba de sabor ($480), lo mismo que las chauchas con vinagreta y chili ($390). Ya dentro de las proteínas es delicioso el crudo de lisa con leche de tigre ($1200), la lengua a la vinagreta ($620) o el crostini con paté de cerdo y naranjas confit ($520). De postre, para los que buscan postres contundentes, hay chocopop ($650); y los que prefieran un cierre más francés, pueden ir por el plato de quesos ($1500).

Vini Bar tiene todo para convertirse con el tiempo en un templo de los amantes del vino, esos lugares a los que siempre se vuelve y nunca defraudan.

Vini Bar queda en Jorge Luis Borges 1963. Horario de atención: martes a domingos de 18 a 24. Instagram: @Vini_bar.

Sin etiquetas

En una esquina de Cabrera y Godoy Cruz, en una casona cubierta de enredaderas, Winehaus abrió a fines de año pasado, un wine bar donde la idea es dejarse llevar. La propuesta es sencilla: vinos sin etiquetas, tirados directamente del barril y por copa. Hoy, todos los vinos provienen de Cafayate (Salta), si bien aseguran que más adelante incluirán más orígenes. Hay blancos, rosados y tintos, tanto varietales como blends.

Leyendo entrelíneas, Winehaus busca reproducir el espíritu relajado de las cervecerías, trasladándolo al mundo del vino. En total tienen 18 canillas de vinos tirados que van rotando periódicamente, desde los más intensos, con mucho cuerpo y paso por barrica, a los más livianos, frescos y fáciles de tomar, pasando por un torrontés típico de Cafayate o un pinot noir de altura muy rico, así como por un cabernet franc aromático y un tannat corpulento. La idea de beber sin etiquetas se convierte en un buen ejercicio para dejar prejuicios de lado y poner la atención en lo que se encuentra en la copa. De yapa, de martes a jueves, de 18 a 20, hay happy hour con un 2x1 en copas de vino.

El menú de cocina está diseñado por Nero, un proyecto itinerante de dos cocineros que combinan sabores de distintas partes del mundo. Hay croquetas de osobuco braseado al torrontés con queso sardo y mayonesa de miso ($850); mollejitas crocantes con puré de estación y pickles ($850); panchitos con salchichas caseras de pollo de campo y curry verde con cebollas, frutilla y mayonesa de cilantro ($650); y butifarra con hummus, verdes, zucchini y leche de coco ($1300), todos platos pensados para acompañar los vinos del lugar. De postre, en un viaje a la infancia sin escalas, hay que pedir el Shimmy, una recreación del inefable postrecito industrial que tanta alegría nos dio a los argentinos, pero en este caso bien hecho, casero y goloso.

Cómodo, amplio y con un gran espacio en la vereda de una calle poco transitada, Winehaus es ideal para ir en grupo de amigos para beber, comer y brindar con una rica copa en mano.

Winehaus queda en José Cabrera 5300. Horario de atención: martes a sábados de 18 a 24 y domingos desde las 13 al cierre. Instagram: @Winehaus.ar.

La tortilla de papas

Sigue poblándose Chacarita con buenas propuestas: esta vez le tocó el turno a un viejo bar agonizante que Pablo Fridman, Eduardo Álvarez y Juan Lago Millán, tres amigos vinculados al mundo gastronómico, eligieron convertir en Condarco, un bar de vinos con rica comida. Un muy buen lugar para beber un par de copas cuando cae la tarde o para cenar con amigos y que el vino fluya sin pausa.

La carta de bebidas, armada por Juan, se nutre de etiquetas de bodegas medianas y chicas, con opciones poco conocidas y arrancando en precios amigables (desde $1210). Hay vinos cordobeses como el Socavones OVUM, patagónicos como el A Lisa o mendocinos como Les Astronautes, incluyendo así variedad de cepas y estilos como pasa con el Lalala criolla orgánico, el Alma Gemela garnacha y el Galileo naranjo. Una selección dinámica que invita a probar cosas nuevas, con opciones que salen también por copa.

El menú tiene aires de bodegón modelo siglo XXI, con platos sencillos elaborados con buen producto, que entran y salen de la oferta de acuerdo a la estación. La única opción que siempre está es la tortilla de papas ($740), rápidamente convertida en un clásico de la casa. Para el picoteo hay unos ricos zucchini alimonados con ricota cremosa, chile, menta, oliva, almendras y merken ($620); taquitos de cerdo rellenos con palta, porotos negros, rabanitos, cilantro y salsa picante ($575) y una chernia curada que sale tipo fiambre ($690). Entre los principales se puede elegir un mega bife pastoril en cocción prolongada con pesto de tomates secos ($2400), el chipaguazú ($860), los kebabs de cordero con puré de berenjenas ahumadas, salsa de yogurt, pepino, chile y cilantro ($1090) o un suculento sándwich de milanesa de lomo con cebollas encurtidas, lechuga, tomate y lactonesa. De postre, afogato con café de especialidad o flan de queso con dulce, entre otros ($510).

Condarco logra algo no tan fácil: conservar cierto espíritu de bodegón en un espacio bien contemporáneo, recibiendo cada día a nuevos entusiastas del vino y del buen comer para pasar un buen momento.

Condarco queda en Av. Dorrego 901. Horario de atención: martes a sábados de 18 a 1. Instagram: @Condarco_.