Casas AD

Valor AÑADIDO

Una pareja quería convertir su casa de veraneo del Alto Ampurdán en un hogar para habitar todo el año. Con una reforma y una ampliación, el estudio MESURA consiguió hacerla funcional y acogedora.
D.R.

Encontraron la casa perfecta para pasar las vacaciones. Ana María y Manuel se enamoraron de una construcción situada en el casco histórico de Sant Mori, un pueblo medieval rodeado de bosques y a medio camino de Figueres y Girona. En Can Blasco-Nicolau pasaron muchos veranos, pero cuando decidieron pasar a usarla todo el año, se dieron cuenta de que no era funcional y que no estaba preparada para el invierno.

La casa contaba con un espacio abierto que compartían una cocina, un comedor y un salón, "No obstante, en los fríos meses de invierno, se hacía necesario un uso más eficiente de los espacios", explican desde MESURA, el estudio responsable del proyecto. "La presencia de una antigua cocina en la planta de acceso era una oportunidad para darle una nueva vida a la vivienda", añaden.

La cocina existente con techo abovedado.

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La materia prima de la que partían tenía varios inconvenientes, pero contaba con mucho potencial: "Cuando visitamos el emplazamiento por primera vez, descubrimos que la cocina estaba cerrada al exterior (salvo por una pequeña ventana) y cubierta por una magnífica estructura de bóveda". El espacio era uno de los favoritos de la familia. Algunos años atrás fabricaron un porche y era el lugar de la casa en el que más tiempo pasaban. El plan de ataque parecía claro: "Era inmediata la necesidad de abrir la cocina con una nueva ampliación que aprovechara la bóveda y enlazara las dos estancias con la propia naturaleza de la estructura de la casa".

LA zona del comedor con cerramientos de madera que pueden abrirse.

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Aprovechando una pilastra existente, el estudio creó un módulo añadido al espacio. De esta forma, conseguían un nuevo núcleo para el comedor y la sala de estar, a la vez que interconectaban el interior de la casa con el porche y el jardín. El cerramiento de este módulo puede abrirse al exterior durante los meses de verano. Para la cubierta, optaron por dos alturas diferenciadas, una de 2,20 metros que hace más humano y habitable la zona de comedor, y la otra de 3,50 metros, aportando amplitud y luz a través de un lucernario.

Al no añadir ningún volumen y emplear la estructura existente, el impacto visual es mínimo (haciendo posible cumplir con la condición de finca protegida según el Plan de Ordenación Urbanística) y los costes fueron muy reducidos.