Alexander Calder: el ingeniero cansado que inventó las esculturas móviles

El Centro Botín de Santander exhibe una retrospectiva del norteamericano, uno de los artistas más codiciados del siglo XX.

Alexander Calder con una de sus creaciones, en Nueva York en 1957.

© Walter Sanders The LIFE Picture Collection Getty Image

A veces, los planes no salen exactamente como estaba previsto, sino aún mejor. Tomemos el caso del escultor estadounidense Alexander Calder (1898-1976): sus padres eran artistas, pero, aunque incentivaron su creatividad desde niño, no estaban muy convencidos de que esa debiera ser su profesión. Por eso acabó estudiando Ingeniería Mecánica, campo en el que le auguraban un porvenir bastante más seguro y provechoso.

En un giro inesperado de los acontecimientos, del oficio de ingeniero se cansó al cabo de unos pocos años, pero a cambio se convertiría en uno de los artistas más célebres y solicitados del siglo XX. Y fue así en gran parte gracias a esa formación técnica que aplicó a sus creaciones, en ocasiones más parecidas a primitivas máquinas que a lo que hasta entonces se consideraba que debía ser una obra de arte. Que fuera él quien inventó los móviles —las esculturas con movimiento surgido de un precario equilibrio— es un asunto que quizá admita discusión, puesto que ese principio ya estaba presente en algunas tradiciones decorativas, pero, desde luego, Calder logró hacer de ellos un sello de fábrica. Muy pronto los encargos, cada vez de mayores dimensiones, más complejos y más caros, le llovieron desde todo el mundo. De la República Española —suya era la fuente para ese pabellón de la Exposición Universal de París de 1937 que también presentaba el Guernica de Picasso— a Peggy Guggenheim —para cuya cama diseñó un célebre cabecero de plata—, todos querían su Calder. Las retrospectivas del artista no han sido raras en los últimos tiempos, pero Calder Stories, la muestra que el Centro Botín de Santander exhibe del 29 de junio al 20 de octubre, posee algunos activos que la hacen especial.

'Snake and the cross', 1936

FOUNDATION, NEW YORK

En primer lugar, ofrece un enfoque distinto al exponer varios proyectos no realizados, de los que nos han quedado bocetos, pruebas y maquetas. Por otro lado, detrás de todo está el comisario estrella suizo Hans Ulrich Obrist, director de las Serpentine Galleries de Londres y abonado perpetuo a las listas de personas más poderosas de la escena artística mundial. Además, el diseño expositivo corre a cargo del arquitecto italiano Renzo Piano, premio Pritzker y autor del propio Centro Botín, así como de otros iconos como el parisino Centre Pompidou o la Fondation Beyeler de Basilea. Y en total se exhiben unas 80 piezas procedentes de la Calder Foundation y diversas colecciones públicas y privadas. Así que este es un plan abocado a salir bien. O aún mejor.

'The Helices', 1944

FOUNDATION, NEW YORK