‘Pesadilla antes de Navidad’ o por qué Tim Burton ya nos dio las fiestas más atípicas

Esta película es un ritual sagrado cada mes de diciembre (¿y octubre?) y tenemos argumentos que lo demuestran.
Escena de 'Pesadilla antes de Navidad'
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¿Puede una película navideña satisfacer tanto a amantes como críticos de estas fiestas? ¿Puede lograr ser escalofriante y enternecedora a la vez? Tim Burton se lo propuso, Henry Selick lo llevó a cabo y un aclamado Jack Skellington lo consiguió. Esta Pesadilla antes de Navidad comenzó en 1993, pero sus canciones y su peculiar historia nunca se han ido.

Si bien habrá muchos que decidan disfrutarla en estas fechas, este título también ha ganado muchos seguidores el día de Halloween. Lo cierto es que el Rey Calabaza consiguió, no solo reunir a dos equipos históricamente enfrentados, sino que logró conquistar a ambos bandos.

En un mundo en el que las fiestas típicas se preparan en localidades especialmente dedicadas a ello, el escenario principal se desarrollará en Halloween Town. Y si, mientras lees esto, estás tarareando en tu cabeza ¡This is Halloween! ¡This is Halloween! significa que caíste en las redes de la maravillosa banda sonora de Danny Elfman. A partir de aquí –el que avisa no es traidor–, vienen los spoilers.

¡Bienvenidos a Halloween Town!

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Entre Acción de Gracias, Pascua, San Valentín o San Patricio, el pintoresco alcalde de la ciudad nos abre las puertas a un mundo tenebroso en el que el 31 de octubre, paradójicamente, todo es celebración y alegría. Carrozas, canciones y pasarelas en las que desfilan los mayores tópicos de esta siniestra fiesta: brujas, fantasmas, arañas, vampiros... Todos ellos son el preámbulo del rey del miedo, el más terrorífico, el patrón del día: ¡Jack Skellington!

Y en este momento entra en juego esa palpitación que todos los fans de Tim Burton sienten cuando ven a sus personajes. A este último debemos la producción y la creación de la historia, pero el director fue Henry Selick. Sin embargo, él mismo declaró que su intención era hacer una película lo más parecida posible a la estética del maestro. Es entonces cuando volvemos a disfrutar de largas figuras, ojos saltones y delgados rostros, y nos volvemos a enamorar, como hicimos, más tarde, de Emily, en La novia cadáver, o de Frankenweenie.

Tras el jolgorio y la euforia, producto de tan especial día para el que se preparan el resto del año, asistimos al momento más triste de la historia. En una clara representación de la realidad, entre halagos y fama, encontramos a un afligido Jack que, junto a su perro fantasma Zero, sueña con cambiar de aires, llegar más lejos, romper con la rutina de un Halloween que ya no es suficiente para él.

Todos acompañamos a Jack durante la trama, pero nuestro corazón siempre está con Sally.

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Y ahora sí, es el turno de los navideños. Cuando Jack cae por error en la Ciudad de la Navidad, se abre un universo emocionante ante sus ojos. Al ritmo de “What’s this? What’s this?, vivimos con el protagonista esa sensación que todos hemos sentido alguna vez con la Navidad. Luces, colores, nieve, árboles, elfos y muchos regalos... Lo que para muchos supone un escenario empalagoso y azucarado, para Jack es una oportunidad de recobrar la magia que necesita.

De repente, el espectador empieza a ver a Jack desde la piel de Sally. Esta muñeca de trapo, creación del Doctor Finklestein, ansiosa de escapar de su castillo a lo Rapunzel, observa la ilusión del protagonista que, tras volver, intenta transmitir su fascinación por la Navidad como si de un niño se tratase.

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Es aquí donde empiezas a percatarte de que Sally es mucho más que un papel secundario en esta trama. Sin lugar a dudas, es el personaje más inteligente, no solo por saber huir constantemente de las garras de su creador, sino porque es la única que atisba la catástrofe que se avecina. Y en el transcurso del argumento, el espectador advierte que está ante una película que no ha dejado atrás ningún detalle.

Es una historia de Halloween, de Navidad, pero también de amor. Y quizás en eso resida su magia y el poder de trascender hasta la actualidad. El arte de saber armonizar lo empalagoso de una fiesta con lo espeluznante de otra, porque al fin y al cabo, todos sabemos que el amor reúne una buena dosis de ambos ingredientes.

Quizás la Navidad se le va un poco de las manos a Jack...

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Sin embargo, el punto más álgido de esa fusión llega cuando Jack intenta “robar” la Navidad. Y decimos robar porque lo es en la práctica, pero no en la teoría. Este carismático esqueleto lo único que desea es darle unas vacaciones a Santa Claus (o Sandy Claws, como él lo llama) y encargarse de repartir felicidad a los niños, en vez de sustos, al menos una vez en la vida.

El culmen del placer para aquellos que no se decantan por una u otra fecha viene cuando atendemos a la peculiar Navidad ‘halloweenesca’ de Jack: renos esqueléticos, calcetines convertidos en serpientes y regalos que van desde juguetes rotos, pasando por muñecas sin cabeza, hasta patitos que dejan de ser de goma para morder. ¿Pueden existir unas fiestas mejores? (Si eres de los que piensan que las navidades de Jack deberían haberse quedado, no estás solo).

Vale, es cierto que quizás las maneras no sean las adecuadas, quizás secuestrar a Santa Claus es demasiado. Pero gracias a ello, vivimos uno de los momentos musicales más espectaculares del film. El blues que se marca Oogie Boogie Man, el villano de la película (sí, en Halloween Town también puede haberlos), es una canción digna del top ten de los éxitos.

Nunca sabremos si fue su banda sonora, el carisma de los personajes o poder imaginar un mundo en el que la Navidad y Halloween conformen una localidad. Desconocemos si es la originalidad de la historia, nuestro amor por Tim Burton o una animación llevada a cabo por más de 120 trabajadores, tan impecable que la llevó a la nominación del Oscar a mejores efectos visuales. O quizás sea que juntar “terrorífico” y “navideño” en una misma película suene demasiado bien. El resultado siempre es el mismo: ni un solo diciembre sin Pesadilla antes de Navidad.