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5 pueblos cántabros (no tan conocidos) que merecen mucho más que una visita rápida

Un recorrido por los secretos mejor guardados de los pueblos cántabros

El norte de España se ha convertido en un lugar de gran interés turístico en los últimos años, sobre todo desde que la búsqueda de destinos más frescos y poco masificados se ha tornado en una tendencia habitual en el sector. Con una larga lista de lugares probablemente conocidos y muy disfrutables en su territorio, también hay toda una serie de pueblos cántabros menos populares que aun faltan por exprimir. Aquí nuestra selección de cinco pueblos cántabros que posiblemente supondrán una sorpresa hasta para los viajeros más adelantados.

Pechón

Ubicado en la punta culminante del litoral cantábrico, antes de llegar a Asturias, Pechón es el último pueblecito costero en la costa cántabra. Al llegar por su estrecha carretera aparecen increíbles parajes que hacen transportarte casi a otro mundo. Este se encuentra entre dos rías, la de Tina Mayor y la de Tina Menor, creando entre ellas playas salvajes con vistas de película. Sus arenales, un total de cinco, son sus mayores atractivos sin duda.

Una imagen de la playa de Pechón

Getty Images

La conocida como playa de Pechón, originalmente playa de Amió, es la principal de este pequeño pueblo. Una bajada de ensueño rodeada por vegetación y las vistas al mar cantábrico de fondo dan la bienvenida a un paraje de ensueño. Entre las actividades propias de este lugar destacan visitar la Parroquia de San Sebastián, hacer una ruta por su sendero o realizar auténticas actividades propias del Cantábrico como surf o buceo.

Miengo

Llegando a conocidas localidades como Santillana del Mar, Suances o Santander, se encuentra Miengo, un municipio de la costa que puede pasar desapercibido en un primer momento, pero cuyos encantos naturales harán repetir a todo el que pise sus playas.

Imagen de la playa de Los Caballos, en Miengo

Javier Fernández Sánchez

¿Su principal atractivo? Sus arenales y su naturaleza. Cuenta con un total de cinco playas, Marzán, Los Caballos, Usgo, Robayera y Mogro, aunque otro de sus alicientes para visitar Miengo son sus cuevas prehistóricas, como la de Cudón, en la que se pueden ver pinturas rupestres. Además, esta localidad alberga un tramo pequeño del camino de Santiago. Tampoco puede obviarse su gastronomía típica del Cantábrico, donde las angulas son el principal reclamo.

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Castro-Urdiales

Castro-Urdiales,más conocido popularmente como Castro, es otro municipio de la costa cantábrica que no debe quedarse en una visita rápida. Esta localidad pesquera rodeada de acantilados y playas preciosas, tiene una rica historia vinculada al Imperio romano. El aire marinero que inunda la localidad es uno de sus grandes atractivos. En Castro se encuentra ubicada una de las iglesias góticas más importantes de la zona, la de Santa María, una construcción del siglo XIII. En su interior cuenta con una colección de orfebrería que data del último gótico e incluso de un cuadro de Cristo crucificado de Zurbarán.

Una vista general del puerto de Castro Urdiales

Getty Images

Bárcena Mayor

Esta localidad, declarada paraíso rural desde 1979, se encuentra pegado al río Argoza en un valle repleto de pequeñas colinas. Uno de sus secretos es que es el único pueblo donde hay habitantes dentro del Parque Natural Saja Besaya, además del encanto de sus casas estilo montañés.

Una casa típica de Bárcena Mayor

Getty Images

Otra de sus claves para hacerlo único es que solo los propios vecinos tienen permitido entrar a la puerta de sus casas en su coche. Los visitantes deberán dejar sus vehículos en el parking municipal de la entrada y conocer en primera persona y de la manera más cotidiana todos sus rincones. El lugar perfecto pasar un finde de semana fuera de lo común en el interior cantábrico, alejado de las aglomeraciones y con un encanto rural.

Mogrovejo

Lo llamativo de esta pequeña aldea cántabra ubicada en la localidad de Camaleño es poder recorrerla entera paseando, admirando sus calles empedradas y sus rincones. Además de su paisaje, entre sus encantos arquitectónicos destacan la torre de Mogrovejo, siendo esta una de las más antiguas de Cantabria, y la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, del siglo XVI. Sus casas son las típicas construcciones propias del cantábrico, sencillas y hechas de piedras. Para los amantes del senderismo, Mogrovejo tiene preciosas rutas, entre las que destaca una en la que se puede llegar hasta la falda de los Picos de Europa.

Una imagen de Mogrovejo, a los pies del Parque Nacional de los Picos de Europa

Daniele Schneider