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Zamuro<br />

Parque ferial<br />

Entrada IUT de los Llanos<br />

Antiguo Hospital Guasco<br />

EL AYER DE LA PRINCESA<br />

VALLE DE LA PASCUA<br />

Molino de la Morita Calle de El<br />

DR. LUIS PEREZ<br />

GUEVARA


CONTRA PORTADA<br />

Antiguo templo de Valle de la Pascua


EL AYER DE LA PRINCESA<br />

Valle de la Pascua<br />

(Tercera edición)<br />

Dr. Luis R. Pérez Guevara


A ti, <strong>La</strong>ura Requena<br />

<strong>este</strong> <strong>libro</strong>.<br />

Tu eres el candil que ilumina,<br />

el camino que comparto contigo.<br />

_________________________<br />

PORTICO<br />

Tempranamente con <strong>este</strong> <strong>libro</strong> (El Ayer de la <strong>Princesa</strong>), el doctor Luis Pérez<br />

Guevara completa una cuarteta de textos. Los tres anteriores: Dos Selecciones de<br />

poemas: (Entreverao y Dejando Huellas) y otra de anécdotas (Desempolvando el<br />

Anecdotario). En estas nuevas narraciones, el autor se monta sobre la colina resbaladiza<br />

de la historia de su pueblo natal, Valle de la Pascua.<br />

Como es un tema tan sensible, tan general y tan supuestamente conocido e<br />

investigado, <strong>este</strong> trabajo está llamado a despertar todo tipo de sentimientos; menos la


indiferencia. Este puente comunicacional tendido a través de la escritura, entre Pérez<br />

Guevara y los lectores, multiplicará, seguramente, las respuestas, tan disímiles como<br />

numerosas. Para favorecer y afianzar esta realidad, aparece la utilización consciente <strong>del</strong><br />

lenguaje de una manera sencilla y natural.<br />

Un pueblo siempre será una tierna y expresiva metáfora que resulta de amasar a<br />

sus habitantes con las circunstancias que ellos constituyen o aceptan <strong>del</strong> entorno<br />

circundante. Por ello, en los momentos definitorios, no es distinta la biografía de un<br />

cronista a la historia que el pueblo cronicado ofrece en pasado, en presente y en futuro.<br />

Un pueblo siempre será una frágil y liviana pintura, resultado de combinar los<br />

elementos <strong>del</strong> arte pictórico con la palpitante vida diaria <strong>del</strong> poblado; por ello, sin<br />

excepción alguna, en cada fragmento <strong>del</strong> cuadro jamás faltarán fibras auténticas <strong>del</strong><br />

pueblo dibujado; pero a la vez, ninguna de esas partes contendrá la totalidad espiritual<br />

<strong>del</strong> mismo.<br />

Un pueblo siempre será un <strong>libro</strong> sencillo que recoge, con espontaneidad de rocío<br />

mañanero, desde la pisada infantil en el arenal sediento hasta el chiste silencioso con<br />

que las soledades castigan a malos gobernantes.<br />

Más de una vez los lectores de <strong>este</strong> <strong>libro</strong> se mirarán en sus páginas conversando<br />

para intercambiarse información con personajes de otros tiempos. Más de un lector<br />

evocará a través de una reseña o por una expresión, una esquina ya borrada o a un<br />

personaje de los que marcaron el ayer. Porque como se ha dicho, atento lector, un<br />

pueblo es una metáfora, una pintura, un <strong>libro</strong>. Y éste que tienes en tus manos es un<br />

pueblo hecho <strong>libro</strong> donde germina vigorosa la vida prometedora de Valle de la Pascua.<br />

<strong>La</strong> fisonomía de los pueblos y de los hombres se formará siempre en los<br />

pequeños detalles, son microscópicos los componentes que determinan la forma<br />

achinada de los ojos, así como las grandes historias de los pueblos. De aquí, la<br />

importancia que estas reseñas, estos cuadros, estas crónicas describen la biografía<br />

viviente de la ciudad de ayer y de hoy. Y también la <strong>del</strong> futuro porque desde hoy, EL<br />

AYER DE LA PRINCESA, llega a integrar la historia de Valle de la Pascua.<br />

Profesor: José Luis Requena González


PORTAL<br />

Evocando cálidos recuerdos de mi infancia y guiado por el amor al terruño, a sus<br />

gentes, acontecimientos y arraigadas tradiciones, empecé a escribir estas humildes<br />

crónicas dedicadas a Valle de la Pascua, LA PRINCESA DEL GUARICO, lar jubiloso,<br />

donde pululan hombres sencillos en calles soleadas, con sus esquinas de siempre,<br />

impregnadas de una magia divina que las hace eternas, herencia de un ayer que se<br />

retrata en las incesantes y placenteras conversaciones con los viejos moradores <strong>del</strong><br />

pueblo, con los amigos, condiscípulos y con los compañeros de aquellos juegos, que<br />

hoy, penden en el hilo <strong>del</strong> recuerdo y a veces en el de la imaginación.


Con estos segmentos aspiro proyectar, en una dimensión nueva, la geografía<br />

espiritual <strong>del</strong> pueblo, creando una fortaleza que se oponga, cual trinchera<br />

independentista, a la penetración de ciertas tendencias que deforman los sentimientos y<br />

la fe en su tierra.<br />

Ojalá que estos episodios, narrados en sencilla prosa, permitan que nos<br />

reencontremos y agrupemos alrededor de estos retazos de sueños que, agonizantes, aún<br />

hacen vibrar nuestros corazones.<br />

Sentiré que mi empeño por divulgar valores, añoranzas y cosas nuestras, ha sido<br />

recompensado cuando <strong>este</strong> <strong>libro</strong> llegue a tus adultas manos, como a las de los jóvenes<br />

de hoy y que su lectura contribuya, en ambos casos, a reconfortar la espiritualidad <strong>del</strong><br />

SER VALLEPASCUENSE.<br />

Luis Rafael Pérez Guevara<br />

APITULO I


P I N I N O S<br />

EL NACER DE LA PRINCESA<br />

Valle de la Pascua, capital <strong>del</strong> Municipio Leonardo Infante, por su ubicación<br />

geográfica es el corazón de Venezuela. Un buen día la bauticé como “LA PRINCESA<br />

DEL GUARICO” porque así la percibo hoy y así la siento en el más recóndito y<br />

hermoso de mis recuerdos infantiles, cuando por sus calles, sin aceras ni asfalto, todas<br />

llenas de pocitos y de boñiga mojada en invierno; mientras que soleadas y<br />

polvorientas en verano, íbamos en caravana, a veces corriendo, hasta el viejo y siempre<br />

recordado Grupo Escolar Rafael González Udis. Allí recibíamos las lecciones <strong>del</strong> día,<br />

así como los infaltables regaños surgidos desde cualquier rincón de sus largos e<br />

imponentes pasillos, escenario de tremenduras que, en muchas ocasiones, al ser<br />

descubiertas por los maestros, éstas iban mucho más allá <strong>del</strong> ¡mira muchacho! y<br />

llegaban, sin consulta previa, al “pela dientes”, hecho celebrado con estridentes risas<br />

y mofas por los compañeros y el “ustedes me la pagan” <strong>del</strong> castigado.


Con un ritmo de vida grato y con alegría contagiante que se percibía, sin grandes<br />

esfuerzos, en la brisa que nos traía la imperceptible melodía de una canción que alguien<br />

tarareaba quien sabe donde, así pasábamos los días en mi pueblo. Era un vivir feliz,<br />

donde casi nunca sucedía nada y los días transcurrían como pasan las hojas de un<br />

calendario al que no se quiere revisar. Aquellas vivencias perduran y ni siquiera el<br />

tiempo, que todo lo puede, ha logrado borrarlas de mi alma, sino que por el contrario, ha<br />

acrecentado el amor por el lar nativo y ha hecho que florezca en mí el deseo de conocer<br />

más de él y, a través de esta escritura, perpetuarlo para la historia humana.<br />

Desandando los caminos de su historia nos remontamos a la expedición de<br />

Sebastián Díaz de Alfaro, en la penúltima década <strong>del</strong> siglo XVI (1584-85), cuando se<br />

inicia el proceso de expansión y colonización <strong>del</strong> Alto Llano de Caracas, nombre dado a<br />

los llanos centrales por pertenecer a la Provincia de Venezuela cuya capital era Caracas.<br />

Este hecho significó la génesis de mi pueblo, dado que los vecinos de San Sebastián, de<br />

Orituco y de la misma Caracas fueron estableciendo fundaciones o sitios de hatos a la<br />

vera de los caminos, al margen de los ríos o en torno a las aguadas, lo que<br />

posteriormente originó muchos de nuestros pueblos llaneros.<br />

Así nació Valle de la Pascua: silente, sin los ecos de los clarinetes, sin la<br />

presencia rimbombante de los representantes <strong>del</strong> Rey. Nació más por el sentido<br />

gregario <strong>del</strong> hombre que por otro rasgo. Nació allí mismo, a la orilla <strong>del</strong> camino que<br />

conducía de San Sebastián de los Reyes hacia la Nueva Barcelona y Cumaná.<br />

<strong>La</strong> primera noticia que se tiene acerca de su origen está en la autorización que,<br />

en 1726, el Capitán Francisco Carlos de Herrera, Alcalde Ordinario encargado <strong>del</strong><br />

gobierno de Caracas y terrateniente de gran fortuna, concede a José Zamora para que<br />

pueble la Aguada de Valle de la Pascua, colindante con el hato Santa Juana de la Cruz<br />

que era de su propiedad. Pero, en realidad los primeros signos <strong>del</strong> nacimiento <strong>del</strong> pueblo<br />

fueron los hatos fundados por Francisco Zamora Granados y su cuñado Gabriel Sánchez<br />

Sajonero quienes, provenientes de Orituco, llegaron en 1725 con sus familias, enseres y<br />

ganados y se establecieron en el propio sitio de Valle de la Pascua, al norte <strong>del</strong> camino<br />

real. Diez años después, en 1735, obtienen su data o título de propiedad concedida por<br />

el Cabildo de San Sebastián, abarcando 3.960 varas de <strong>este</strong> a o<strong>este</strong> y 3.038 varas de<br />

norte a sur dentro de los siguientes linderos: Por el norte, el monte de Tucupido; por el<br />

sur, el camino real hacia la Nueva Barcelona; por el <strong>este</strong>, la quebrada de Valle de la<br />

Pascua; y por el o<strong>este</strong>, la quebrada de El Corozo.


Sin embargo, otros documentos encontrados por Monseñor Rafael Chacín Soto<br />

en los archivos eclesiásticos de la Diócesis de Calabozo nos llevan a deducir que antes<br />

de la llegada de Zamora y Sánchez Sajonero ya el sitio de Valle de la Pascua estaba<br />

poblado. Tales documentos son: <strong>La</strong>s partidas de matrimonio de los mestizos<br />

vallepascuenses: Bartolo Vargas, con fecha 17 de noviembre de 1729 y la de Juan<br />

Vargas, con fecha 9 de noviembre de 1730. Considerando que para esa época la<br />

mayoridad de edad era 25 años, tenemos que concluir que desde los primeros años <strong>del</strong><br />

siglo XVIII, o quizás antes, ya había familias asentadas en el sitio.<br />

Andando los días, al sur <strong>del</strong> camino real, en el sitio <strong>La</strong> Vigía se estableció el<br />

canario Pedro José <strong>del</strong> Hoyo y Arzola por compra de un lote de tierra que hiciera al Dr.<br />

Don Carlos de Herrera, uno de los herederos <strong>del</strong> latifundista Francisco Carlos de<br />

Herrera. Dentro de la propiedad de Del Hoyo y Arzola se estableció, igualmente, un<br />

yerno suyo: el canario Juan González Padrón, el mismo que con el correr de los años<br />

llegó a ser el mayor terrateniente <strong>del</strong> lugar, con gran influencia y un poder casi<br />

omnímodo en las decisiones <strong>del</strong> villorio.<br />

Posteriormente, otros colonos y pobladores fueron llegando y estableciéndose a<br />

ambos lados <strong>del</strong> camino real, en el sitio de Valle de la Pascua o en la posesión Santa<br />

Juana, bien por derecho adquirido a título de parentesco, ya por licencia de los primeros<br />

pobladores o por un simple acto de compra - venta.<br />

Así se establecen los Requena, Álvarez, Arévalo, Quiroz, Gutiérrez, Pérez,<br />

Rengifo, Trejo, Ledezma y otras familias más que, con el tiempo, integraron tierras<br />

y gentes, originando una nueva unidad geopolítica.<br />

Al tiempo que el latifundio de Santa Juana se fue estrechando por sucesivas<br />

ventas y particiones iba germinando la semilla de una nueva ciudad, abonada por el<br />

trabajo creador y por la seguridad que garantizaba el convivir en grupo. Así, Valle de la<br />

Pascua iba logrando su fisonomía de manera natural y espontánea.<br />

Gran benefactor de la aldea, que para la época dependía administrativa y<br />

religiosamente <strong>del</strong> Cantón de Chaguaramas, fue el ilustre Obispo Mariano Martí, “El<br />

Hacedor de Pueblos” quien visitó al poblado en 1783 y al observar el elevado número<br />

de feligreses y las posibilidades económicas <strong>del</strong> lugar decidió darle autonomía religiosa,<br />

lo que se materializó dos años después (1785), al desmembrarlo <strong>del</strong> curato de la<br />

mencionada población de Chaguaramas y crear uno nuevo que llamó Nuevo Curato


Nuestra Señora de la Can<strong>del</strong>aria de Valle de la Pascua, hecho que trajo consigo la<br />

estructura urbanística <strong>del</strong> pueblo con sus calles, su iglesia y su plaza.<br />

Con <strong>este</strong> acto de emancipación religiosa, Valle de la Pascua inicia una nueva<br />

etapa, con mayores impulsos, en la cual se le dio un lugar de destacada participación a<br />

Juan González Padrón, hombre con gran capacidad para los negocios y el trabajo<br />

agropecuario, por la donación que hizo, a pesar de su apego a la tierra, de un lote de 78<br />

solares como ejidos donde las laboriosas manos de hombres y mujeres, contando con la<br />

orientación <strong>del</strong> Presbítero Don Francisco Roque Díaz y de Don Pedro Victores de la<br />

Cueva, Justicia Mayor y Juez de Tierras de Chaguaramas, edificaron la incipiente villa.<br />

De allí que, Valle de la Pascua nació de un grupo de hatos regados en los que se<br />

sembró la simiente de la perseverancia, el tesón y el amor al terruño, virtudes que al ser<br />

conjugadas, por aquellos primeros habitantes, la convirtieron en el sitio ideal para el<br />

reposo y el descanso de arrieros y caminantes.<br />

Era y sigue siendo una “Encrucijada de Enigmas” como la llamó el Padre<br />

Chacín. Es una importante encrucijada vial de la red nacional a través de la cual se<br />

conectan los distintos polos <strong>del</strong> país, circunstancia que favoreció su proceso de<br />

desarrollo para llegar a convertirse en la pujante ciudad que es hoy pero, sin permitir<br />

que la civilización borre su historia, sus tradiciones y sus costumbres.<br />

Valle de la Pascua es una princesa joven que se desarrolló rápidamente alcanzando<br />

belleza y lozanía a pesar que, en diferentes oportunidades, sufrió el embate de la<br />

naturaleza y <strong>del</strong> propio hombre: en 1812, el terremoto <strong>del</strong> 24 de marzo destruyó parte de<br />

ella; en 1814 fue sitiada por los partidarios <strong>del</strong> Rey y desolada por las llamas, y dos<br />

años después, en 1816, en plena gesta emancipadora fue sitiada por segunda vez por los<br />

realistas y devastada totalmente por el fuego, presuntamente, propiciado por manos<br />

patriotas, hecho que la sumió en una soledad repentina y profunda por el abandono de<br />

sus atemorizados pobladores.<br />

Sin embargo, una vez lograda la independencia <strong>del</strong> país la voz de la <strong>Princesa</strong> se<br />

dejó escuchar llamando a sus hijos al regreso, a la reincorporación al trabajo para que,<br />

mancomunando esfuerzos, le dieran vida de nuevo, lo cual se logró en los terrenos<br />

donados por el canario Juan Pedro González Padrón.<br />

Así, cual Ave Fénix que resurge de sus cenizas, renació <strong>este</strong> poblado de gente<br />

sencilla, laboriosa y con una tenacidad que raya en lo imposible. Gracias a esos


atributos y a la querencia por el lar nativo, Valle de la Pascua se ha convertido en un<br />

verdadero emporio por su riqueza y su actividad agropecuaria y comercial, con esencia<br />

propia, orgullosa de un pasado lleno de historia donde destacan hechos como los<br />

siguientes:<br />

Durante la gesta emancipadora, en Valle de la Pascua también se quemó la<br />

pólvora ya que fue escenario de permanentes guerrillas llevadas a cabo por nuestros<br />

valientes patriotas, así como por los defensores <strong>del</strong> Rey. En su suelo, en los primeros<br />

días de la revolución, Pedro Zaraza dio el grito de independencia al abandonar el hato<br />

Patacón, colindante con Santa Juana, propiedad de Don Vicente Espejo, donde él<br />

trabajaba como encargado y mayordomo, para ponerse al frente de un grupo de<br />

voluntarios entre los que se contaron: Dionisio Machado, Julián Infante y los hermanos<br />

Matos, quienes lo proclamaron como jefe y juraron seguirle en la lucha que iba a<br />

comenzar, así como guardarle respeto y serle fiel en todo aquello que los condujera a la<br />

defensa de la soberanía nacional.<br />

En 1814, fue saqueada por el realista Caster, quien tomó como rehenes a<br />

honorables familias poblanas y las condujo a la selva de tamanaco. Ese mismo año la<br />

villa probó su heroísmo al soportar un sitio de 4 días <strong>del</strong> cual salió exitosa. Igualmente,<br />

en agosto de 1815, después <strong>del</strong> desastre de Morichal de Medrano recibió como rehén,<br />

bajo el cuidado <strong>del</strong> Presbítero Don José Gabriel Sutil, a Pedrito Zaraza, hijo <strong>del</strong> General<br />

Pedro Zaraza, que había sido apresado en aquel triste combate y retenido por García<br />

Luna para chantajear al padre, pretensión que no logró.<br />

Ese mismo agosto de 1815, cuenta la tradición, Valle de la Pascua albergó en<br />

sus calles a Miguel Peña, doctor en Jurisprudencia Civil y uno de los hombres de mayor<br />

inteligencia y conocimientos de la época. Después de la capitulación de Valencia y el<br />

desconocimiento de la misma por parte de Boves, Peña, que junto con Escalona habían<br />

sostenido el sitio, escapó milagrosamente disfrazado de sacerdote y buscó reunirse con<br />

el General Pedro Zaraza, por lo que llegó a Valle de la Pascua y merodeaba por sus<br />

calles vestido con sotana, cotizas, sombrero, rosario, larga cabellera y predicando<br />

extravagancias, conducta que llamó la atención e hizo que le bautizaran como “El cura<br />

loco” y que los muchachos le lanzaran piedras. Así anduvo deambulando, por los<br />

confines <strong>del</strong> poblado, hasta que el destino le permitió encontrarse, en el camino hacia<br />

Jácome, con los guerreros Juan Antonio Moronta y Faustino Sánchez quienes lo<br />

condujeron ante el General Zaraza a quien sirvió como secretario.


Corría el año de 1831 y gobernaba en el país el General José Antonio Páez,<br />

contra quien el General José Tadeo Monagas encabezó un movimiento en el Oriente <strong>del</strong><br />

país, a fin de, entre otros objetivos, reestablecer la Gran Colombia y formar un estado<br />

federal con las provincias orientales, cuando Valle de la Pascua fue escenario de la<br />

entrevista entre los dos próceres para negociar la paz y poner fin a la insurrección<br />

militar.<br />

Según narra el General Páez en su autobiografía, él envió desde Calabozo unos<br />

comisionados a ofrecer una fraternal entrevista al General Monagas, en el sitio y fecha<br />

que le conviniere. Y al respecto, una vez cumplida la misión, le escribe:<br />

Calabozo, Junio 7<br />

“Los Comandantes Manuel Figuera y Miguel Rola me han informado <strong>del</strong><br />

resultado de la comisión que puse a su cargo para convenir con V.S. acerca <strong>del</strong> lugar y<br />

día en que debiera tener efecto una entrevista, y estoy decidido a concurrir al Valle de la<br />

Pascua <strong>del</strong> 16 al 20 <strong>del</strong> presente mes, conforme a lo acordado...”<br />

Sin embargo, motivado al estado de las vías y al período de lluvia, la entrevista<br />

no se realizó en la fecha fijada sino los días 23 y 24 de Junio <strong>del</strong> 1831. Terminado el<br />

célebre encuentro entre los dos generales, Páez expidió un Decreto de indulto en el<br />

cuartel general de Valle de la Pascua, mediante el cual se estableció, entre otros<br />

aspectos: licencia en sus respectivos cantones de las tropas de Monagas; entrega de las<br />

armas; devolución de ganados, caballos y mulas a sus legítimos dueños y seguridad a la<br />

vida y propiedades de las personas comprometidas en el movimiento. Dicho Decreto fue<br />

confirmado por el Congreso el 03 de Julio de1831.<br />

<strong>La</strong> tradición oral, esa que hace posible que sucesos, hechos y personajes de<br />

verdadera importancia para los pueblos no se pierdan en el olvido o el anonimato, nos<br />

deja saber que dicha entrevista se realizó en el Alto de la <strong>La</strong>guna de <strong>La</strong> Vigía,<br />

posiblemente en la casa que perteneciera a Juan González Padrón, una vivienda de<br />

rancio abolengo al estilo colonial, de una planta, cuatro corredores, techo de teja y cerca<br />

de “palo a pique” ubicada en el sector <strong>La</strong> Vigía, aproximadamente donde hoy está<br />

construida la urbanización <strong>La</strong>s Lomas.<br />

Igualmente se dice que José Antonio Páez pernoctó en la casa <strong>del</strong> Teniente de<br />

Justicia. Dicha casa estaba ubicada en la intersección de las calles Guasco y Atarraya,<br />

esquina diagonal a la Iglesia Nuestra Señora de la Can<strong>del</strong>aria, pero no se señala si


Monagas también lo hizo en ese lugar, o si por el contrario decidió marcharse al oriente,<br />

una vez firmado el tratado.<br />

Dados los acuerdos, beneficiosos para ambos bandos logrados durante el<br />

encuentro, el Dr. José María Vargas, Presidente que sucedió a Páez, quiso erigir el<br />

pueblo en villa con el nombre de <strong>La</strong> Paz y así lo expresa en una comunicación enviada<br />

al Presidente de la Cámara <strong>del</strong> Senado, fechada el 27 de abril de 1835 donde destaca la<br />

conveniencia de “... perpetuar la memoria de tan magno suceso que evitó la efusión de<br />

preciosa sangre en una guerra fraticida...”. <strong>La</strong> propuesta no tuvo acogida entre los<br />

moradores, que sencillamente la ignoraron y siguieron con el nombre que habían<br />

escuchado siempre.<br />

Hoy, esa humilde ciudad no cuenta solo con siete calles horizontales y siete<br />

verticales, sino que se erige, henchida de orgullo sobre el mismo suelo que un día la vio<br />

levantarse, caer y resurgir.<br />

Esa es la tierra donde nací, crecí y como soñador que soy aspiro para nuestra<br />

princesa tiempos mejores, para que en el vesperal de nuestros días podamos, envueltos<br />

en el más hondo suspiro, vanagloriarnos al decir: ¡Yo soy vallepascuense!


Calle <strong>del</strong> antiguo Barrio “El Zamuro”<br />

IGLESIA NUESTRA SEÑORA DE LA CANDELARIA<br />

El <strong>libro</strong> <strong>del</strong> tiempo tiene páginas que narran la historia de <strong>este</strong> lugar; hojas que<br />

pasan apresuradamente, como si alguien que lleva prisa por ahondar más en él, las<br />

arrastrara con tal ímpetu, que casi las arranca. Tal violencia hace casi imperceptibles<br />

los recuerdos saturados de melancolía. Pero hay algo imborrable, algo que permanece


formando parte de la conciencia de la población como el más caro testimonio de<br />

esperanza: es la creencia en un ser superior, fe manifiesta desde el asentamiento, en el<br />

llamado valle, de los primeros pobladores entre los que se encuentra Don Juan<br />

González Padrón, canario que, en 1768, construyó, contiguo a su vivienda, un oratorio<br />

dedicado a Nuestra Señora de la Luz, para lo cual contó con la Licencia <strong>del</strong> Obispo de<br />

Caracas, Don Diego Antonio Diez Madroñero, el mismo que por poco convierte a la<br />

ciudad de los techos rojos en un convento, ya que dio nombres de santos a todas las<br />

esquinas de la capital y sustituyó el carnaval por procesiones y rezos de rosarios.<br />

Este oratorio, construido por Juan González Padrón y visitado por el Obispo<br />

Mariano Martí en 1783, fue el recinto precursor de la Iglesia de la Can<strong>del</strong>aria, pues el<br />

Obispo “Hacedor de Pueblos”, al observar el elevado número de personas confirmadas<br />

y comprobar la existencia de bases humanas y económicas para sustentar una parroquia,<br />

inició el auto que concluyó, en 1785, con el nacimiento <strong>del</strong> Nuevo Curato de Nuestra<br />

Señora de la Can<strong>del</strong>aria de Valle de la Pascua, la separación de la tutela de<br />

Chaguaramas y la autorización para edificar la iglesia parroquial en el “Alto de los<br />

Pocitos”, lugar que, en la Valle de la Pascua de hoy, se ubica en el sitio donde hace años<br />

atrás funcionó el viejo hospital Guasco, y actualmente es ocupado por el edificio de la<br />

Compañía de Teléfonos de Venezuela (CANTV).<br />

<strong>La</strong> acción de edificar la primera iglesia fue acometida por el párroco Dr. Don<br />

Francisco Roque Díaz, quien completó su obra en 1794 logrando una iglesia modesta,<br />

sin campanas, ni torres, ni relojes, pero que, en el poblado, era la omnipresencia de<br />

Dios, recurso de paz y amor que nutre el alma. Allí asistían los lugareños sin reparo de<br />

ninguna clase, pues iban en busca de algo más importante y satisfactorio que cualquier<br />

detalle, iban a recibir los sacramentos, a santiguarse, a alabar al creador, a hacer votos<br />

por mejores días y a reafirmar su creencia en un ser superior.<br />

Dieciocho años después, por designios de la naturaleza, la humilde ermita que<br />

había sido construida con el aporte de los moradores de la comarca, fue destruida por el<br />

terremoto <strong>del</strong> 26 de Marzo de 1812, siendo sustituida por otra de bahareque, que<br />

también desapareció. Sucedió en 1816, cuando Valle de la Pascua fue escenario de una<br />

cruenta batalla entre los partidarios <strong>del</strong> Rey y los republicanos, la cual culminó con el<br />

incendio <strong>del</strong> pueblo por parte de los patriotas Zaraza y Zamora, al no poder contener la<br />

avanzada realista, lo que provocó la huida y dispersión de la población atemorizada por<br />

el horror a la guerra. Y fue sólo a partir de 1822, una vez lograda la independencia de<br />

Venezuela con la batalla de Carabobo, cuando la población inicia su regreso y<br />

comienza, aunque lentamente, la reconstrucción <strong>del</strong> pueblo, incluyendo la ermita que,


igual que la anterior, era de bahareque. Pobreza que se crece en la fe de los aldeanos y,<br />

cual chorro de luz, les ilumina el duro trajinar ofreciéndoles, después de haber<br />

navegado en un río de violencia y muerte, un remanso de ansiada paz.<br />

En “Apuntaciones para la Historia”, obra de Don Adolfo Machado, escrita entre<br />

1875 y 1899, se lee que el patriota sacerdote José Vicente González Díaz, párroco de<br />

gran actividad llegado a Altagracia de Orituco en 1823, escribió en Junio de 1828 al I.<br />

S. Obispo de Caracas y Venezuela, solicitando permiso para llegar a Tucupido, con la<br />

finalidad de erigir un templo en dicha localidad, donde los vecinos tenían todo<br />

preparado; y al mismo tiempo le comunica que había hecho construir y bendecido una<br />

mediana Capilla en el pueblo de Valle de la Pascua, e iniciado otra en Chaguaramas, la<br />

cual quedó techada. En <strong>este</strong> devenir, llegó a Valle de la Pascua, en 1837, el Presbítero<br />

José María Poleo quien, con ayuda de los vecinos, construyó una iglesia de bahareque<br />

constante de tres naves.<br />

Así, a paso lento, la iglesia de <strong>La</strong> Can<strong>del</strong>aria echa a andar, siendo objeto de<br />

mejoras en diferentes ocasiones, pero sin dejar de ser de bahareque. En 1867 el padre<br />

dominico Don Isidro Bello, habiendo aceptado una importante donación de la señora<br />

Petronila Pérez, y después de recibir autorización <strong>del</strong> Arzobispo, inicia la<br />

reconstrucción <strong>del</strong> templo, siguiendo el estilo francés con frontis acampanado, el cual<br />

abandona totalmente las costumbres arquitectónicas de la época, que respondían al<br />

estilo colonial español.<br />

En la petición que la Cofradía <strong>del</strong> Santísimo de Valle de la Pascua hace en 1867<br />

al Arzobispo, para que apruebe la solicitud <strong>del</strong> Padre Bello, de reconstruir la iglesia,<br />

aparece firmando como vocal, el señor José Quiterio Matos, miembro de la familia<br />

Matos Gutiérrez y fue quizás en estos tiempos, cuando la mencionada familia hizo traer<br />

desde las Islas Canarias la primera imagen de la Virgen de la Can<strong>del</strong>aria. Esta Virgen<br />

morena, con una can<strong>del</strong>a en la mano, cuya aparición data <strong>del</strong> año 1392, cuando en la<br />

Isla de Tenerife, en el Archipiélago Canario, se presentó ante dos guanches (naturales<br />

de la Isla), fue traída hace más de un siglo y aún se conserva en la iglesia catedral. Allí,<br />

desde la nave derecha consuela a los feligreses.<br />

Este hermoso templo reconstruido por el Padre Isidro Bello, y trabajado en la<br />

parte de carpintería por el Padre Juan Santiago Guasco, se mantuvo en pie hasta 1954,<br />

cuando fue derribado por gestión <strong>del</strong> Presbítero Ángel Polachini, párroco de la ciudad<br />

para esa fecha y de la Junta Procreación <strong>del</strong> nuevo templo para Valle de la Pascua,<br />

presidida por el Presbítero Ramón Emilio Moreno. Ellos lograron el financiamiento de


la obra por parte <strong>del</strong> Ministerio de Justicia, la Gobernación <strong>del</strong> estado <strong>Guárico</strong> y<br />

colaboración de la comunidad. Durante <strong>este</strong> tiempo las misas y oficios religiosos se<br />

ofrecieron temporalmente en la casa donde hoy funciona la Escuela de Especialidades<br />

San José, en la calle Guasco, a cuarenta metros, aproximadamente, de la iglesia catedral.<br />

Los feligreses de aquellos días, recuerdan con mucho cariño al presbítero Ángel<br />

Polachini, quien no pudo continuar todo lo que tenía planificado realizar en nuestra<br />

zona, porque los tentáculos de la política tocaron al templo y, por presiones <strong>del</strong><br />

gobierno regional, el fue trasladado a San Sebastián de los Reyes, en el estado Aragua.<br />

El nuevo templo, de aspecto neo románico, fue inaugurado en diciembre de<br />

1956 por el General Marcos Pérez Jiménez, Presidente de la República; y consagrado<br />

por el Obispo Diocesano Monseñor Antonio Camargo en enero de 1957.<br />

Un libanés, radicado en Valle de la Pascua, hombre de gran espíritu de trabajo y<br />

cooperación dio la voz de bronce al templo: el señor Nahón Salomón donó el reloj de<br />

carillón eléctrico, de cuatro campanas, importado de Suiza, el cual fue instalado<br />

(abarcando dos torres) por el señor Félix Bordón, iniciando así la hermosa labor de<br />

indicar la hora, cada 15 minutos, con repiques alegres y acompasados, convirtiéndose<br />

en la guía de todos los moradores <strong>del</strong> pueblo, que con nitidez, escuchaban sus llamados,<br />

aún en apartados rincones.<br />

Si un libanés dio la voz para el campanario, los vallepascuenses también se<br />

sumaron al equipamiento de la nueva iglesia: los hermanos Juan Antonio, Abigail y<br />

Pedro Ledezma Cabrera, donaron las vistosas lámparas que arropan las bombillas que<br />

cuelgan de lo más alto <strong>del</strong> templo; el Dr. José Antonio Ron Troconis, las catorce<br />

estaciones <strong>del</strong> vía crucis; el Dr. Antonio Malavé, la pila bautismal; Nicolás Soto<br />

Martínez, el santo sepulcro y así otras personas que, generosamente, apoyaron tan<br />

importante obra.<br />

Después de muchos soles con sus inseparables noches vividas, la Iglesia de la<br />

Can<strong>del</strong>aria se hizo grande. El 25 de julio de 1992 se erigió la Diócesis de Valle de la<br />

Pascua, y aquel oratorio se elevó a la categoría de Catedral. Su primer Obispo fue el<br />

excelentísimo Monseñor Joaquín José Morón Hidalgo, un trujillano venido de la ciudad<br />

jardín de Venezuela, Boconó, a estas pampas guariqueñas, quien el 26 de noviembre de<br />

1999 presidió la ceremonia en la cual la iglesia catedral fue consagrada al señor y<br />

dedicada a la Virgen María en su advocación a Nuestra Señora de la Can<strong>del</strong>aria.


El 10 de diciembre de 2006, con motivo <strong>del</strong> arribo a 50 años de su construcción,<br />

la Iglesia Nuestra Señora de la Can<strong>del</strong>aria fue declarada, en sesión solemne <strong>del</strong> Consejo<br />

Municipal, patrimonio histórico y cultural <strong>del</strong> municipio Leonardo Infante.<br />

Allí, en la Catedral, continúa cumpliendo su misión, el viejo reloj de carillón,<br />

sólo que ahora no escuchamos su agradable voz llamándonos a la misa dominical, a las<br />

decembrinas o recordándonos la hora <strong>del</strong> día que vivimos. Es casi imposible escucharla,<br />

pues el progreso, el crecimiento demográfico, urbanizacional y vehicular de la ya no tan<br />

pequeña ciudad, hace que el viejo tañido se pierda en el viento y que sólo puedan<br />

percibirlo, los que moran cerca de ella.<br />

Hoy evocamos esos recuerdos de tiempos idos, por donde se filtra la nostalgia.<br />

PARROCOS QUE HAN SERVIDO EN LA IGLESIA NUESTRA SEÑORA DE LA<br />

CANDELARIA<br />

1785-1787 Br. Domingo <strong>La</strong>nder<br />

1788-1795 Dr. Francisco Roque Díaz<br />

1796-1803 Dr. Joseph Barela<br />

1804-1814 Br. Pedro Díaz<br />

1815-1836 No hubo Cura propietario.<br />

Para 1836 se recibían visitas esporádicas de los Presbíteros José Vicente<br />

Polacre Burgos, de Chaguaramal de Perales (Zaraza) y José Feo de<br />

Chaguaramas.<br />

1837-1841 Pbtro. Don José María Poleo<br />

1841-1856 No hubo Cura Propietario<br />

Los servicios religiosos eran efectuados por:<br />

Domingo Artiles, de Tucupido, quien a su vez autorizó al Padre<br />

Antonio Abasto para realizar servicios, los que tenían lugar en la casa<br />

llamada Camoruco, propiedad <strong>del</strong> Sr. José Antonio Díaz.<br />

Juan Santiago Guasco, de Tucupido y Chaguaramas.<br />

José Vicente Polacre, de Chaguaramal de Perales<br />

Isidro Bello de San Fernando de Cachicamo<br />

Isidoro Girón de Tucupido<br />

Santiago Álvarez de Santa María de Ipire<br />

Mariano Batanero, de Chaguaramas<br />

1856-1872 Fray Isidro Bello<br />

1872-1886 Pbtro. Juan Santiago Guasco


1886-1907 Dr. Pedro José Miserol<br />

1907-1912 Dr. Julián Esparta y Garay<br />

1913-1918 Manuel E. Liendo Díaz<br />

1918-1931 Federico Marcano<br />

1931-1935 Br. Pedro Celestino Perdomo<br />

1935-1937 Antonio Hurtado<br />

1937-1938 Juan Ramón Ortiz Gutiérrez (Cura accidental)<br />

1938-1941 Federico Marcano<br />

1942-1944 Carlos Liévano<br />

1945-1946 Juan Ramón Ortiz Gutiérrez<br />

1946-1955 Monseñor Ángel Polachini<br />

1955-1958 R.E. Moreno (Encargado)<br />

1958-1969 Rafael Ángel ChaCín Soto<br />

1969-1974 Manuel Mejías<br />

1974-1986 Victor Pérez Rojas<br />

1986-1990 Pbtro. Luis Meza Guía<br />

1990-1992 Pbtro. José de Jesús Nuñez<br />

1992-1993 Antonio Chinchilla<br />

1993 hasta la fecha Pbtro. Pedro Gijs<br />

Observación: A finales de 1996 y hasta 1999, el Pbtro José Gregorio Altuve actúa como<br />

administrador de la parroquia y es autorizado para firmar, motivado a la ausencia <strong>del</strong><br />

padre Pedro Gijs quien viajó a realizar estudios en Italia.<br />

Debe destacarse también que en el transcurso de estos años, otros sacerdotes han<br />

visitado la parroquia ya en calidad de interinos o como curas accidentales tales como:<br />

Monseñor Ramón Loreto Rodríguez (1958); Pierre Nicolleratt (1963 y 1964); José<br />

Medrazo (1964); Martín Bermúdez (1965); José Rosario Vaccaro (1965); Francisco<br />

Sánchez (1966); Franco Barbieri (1967); Armando Ribas (1967); Ricardo Murillo<br />

(1967); Luis Antonio Díaz (1968).<br />

OBISPOS<br />

1992-2004 Monseñor Joaquín<br />

José Morón Hidalgo<br />

2004 hasta la fecha Monseñor Ramón<br />

José Aponte Fernández


Ayer<br />

Hoy<br />

Capilla de San José<br />

LAGUNAS, JAGÜEYES Y MOLINOS<br />

<strong>La</strong> tarde era fresca, el ambiente estaba impregnado de olor a tierra mojada, las<br />

hojas de los árboles se juntaban como susurrándose lo que el enamoradizo viento les<br />

decía a cada una de ellas. Sin saber por qué, mientras recorría las calles de la ciudad en<br />

aquel moribundo ocaso, me dirigí, por la calle Guasco, hacia el <strong>este</strong> de la ciudad, quizás<br />

buscando revivir, inconscientemente, aquellos días infantiles cuando íbamos a<br />

excursionar a la LAGUNA DEL PUEBLO donde pasábamos ratos de verdadera<br />

distracción y completo esparcimiento. De repente, ante lo que veían mis ojos, surgió la<br />

pregunta necesaria: ¿Qué se hizo la laguna? Y yo, en un taciturno soliloquio, me<br />

respondí: <strong>La</strong> <strong>La</strong>guna <strong>del</strong> Pueblo ya no existe, se secó, sólo quedan recuerdos y un<br />

charco que patentiza una triste evocación de lo que ella fue en sus días de esplendor; un<br />

pantano que se forma en época de lluvias. Ella era la última de las lagunas de Valle de


la Pascua que se conservaba. <strong>La</strong>s otras que, aunque insanas, también sirvieron para<br />

calmar la sed de la población fueron desalojadas por el empuje de la ciudad misma en<br />

expansión.<br />

Ahora mi gente no puede disfrutar de la <strong>La</strong>guna <strong>del</strong> Pueblo, cuya voz azulada<br />

apenas se puede advertir porque el manto verdoso de la bora, así como algunas plantas<br />

acuáticas cubren lo poco que queda de ella. Su lenguaje, en aquellos días que se fueron,<br />

nos hablaba <strong>del</strong> trabajo, de la fe y el cariño de los habitantes de la villa, pero se vestía de<br />

silencio cuando se trataba de las cuitas vividas en sus orillas para luego reír, con<br />

retozona alegría, al sentir el contacto de la totuma, la tapara, el barril o el chapotear de<br />

las bestias cuando mancillaban su seno para abrevar, y <strong>del</strong> imprudente muchacho que,<br />

olvidando que de allí se tomaba agua, se lanzaba en furtivo clavado buscando<br />

refrescarse.<br />

Además de la <strong>La</strong>guna <strong>del</strong> Pueblo, otras también dejaron sus huellas en Valle de<br />

la Pascua como la LAGUNA DE LA VIGÍA O CAÑO DE LA VIGÍA, que era la de<br />

mayor data. Esta laguna fue la única fuente de agua que dispuso la población durante la<br />

época independentista. Se nutría de una de las vertientes de los llamados pocitos o<br />

manantiales, que se piensa existieron en la parte alta de la ciudad donde actualmente<br />

funcionan las oficinas de la CANTV, los cuales dejaban correr sus aguas en bajada en<br />

dos direcciones: hacia el lado sur, por la hoy calle Mascota hasta llegar a verterlas en el<br />

caño; y hacia el <strong>este</strong>, por las hoy calles Guasco y Real, hacia la cuenca de la quebrada<br />

de <strong>La</strong> Pascua, las mismas que años más tarde fueron represadas dando origen a la<br />

<strong>La</strong>guna <strong>del</strong> Pueblo.<br />

Esta <strong>La</strong>guna de <strong>La</strong> Vigía fue pieza clave en la estrategia militar realista durante<br />

la gesta emancipadora. Con la privación de su vital líquido quisieron los partidarios <strong>del</strong><br />

Rey, en 1814, rendir a los patriotas sitiados en el lugar, objetivo que no lograron. Por<br />

otra parte, en sus alrededores, el año de 1815, los tenientes Gregorio Saldivia y Valerio<br />

Muñoz, enviados al pueblo por el General Pedro Zaraza para espiar y obtener<br />

información sobre su hijo Pedrito, mantenido allí como rehén por el realista García<br />

Luna; apresaron al joven Manuel Martínez, servidor de la corona, cuando se dirigía a la<br />

laguna a darse un baño. Este mozo suministró la información deseada y años más tarde,<br />

pasó a formar parte <strong>del</strong> ejército de Zaraza quien lo llamó: “valiente Sargento Martínez”.<br />

<strong>La</strong> <strong>La</strong>guna de la Vigía, ubicada al Sur de la ciudad, fue mandada a secar por la<br />

municipalidad, en 1943, a fin de construir en ese lugar el Hipódromo de los Llanos, hoy


desaparecido. Actualmente el sitio está ocupado por el Terminal de Pasajeros Juan<br />

Arroyo.<br />

Otra que dio frescor a mi pueblo fue la LAGUNA EL ROSARIO, ubicada<br />

hacia el norte de la población, donde actualmente se encuentra el barrio <strong>del</strong> mismo<br />

nombre. Según refiere el Dr. Víctor Manuel Ovalles en su <strong>libro</strong> Llaneros Auténticos,<br />

esta laguna fue mandada a construir a finales <strong>del</strong> siglo XIX por el General Pedro<br />

Arévalo Oropeza, quien fungía de Jefe Civil <strong>del</strong> Distrito y Jefe de los Liberales<br />

(Turpiales) en la zona, con la finalidad de abastecer de agua a un vecindario que estaba<br />

distante <strong>del</strong> centro de la ciudad y de las fuentes de agua utilizadas por aquellos días.<br />

Esta laguna se caracterizaba por tener una cruz de madera plantada en su<br />

corazón, símbolo que guardaba muchas incógnitas acerca de su origen. Algunos de los<br />

viejos habitantes <strong>del</strong> pueblo dicen que el autor <strong>del</strong> trabajo nunca se conoció y que la<br />

razón de su existencia era que en esa laguna perdió la vida, por inmersión, un sacerdote.<br />

Otros informan que esa cruz fue construida por el señor Miguel Ledezma y colocada<br />

allí, en 1918, como una manera de proteger al pueblo contra la terrible gripe española<br />

que azotó al país en esa época.<br />

Años después, exactamente en 1945, esta acequia, igual que la <strong>del</strong> Pueblo, fue<br />

ensanchada para hacerle frente a la sequía que confrontaba la población. Ella también<br />

fue mudo testigo <strong>del</strong> tesonero trabajo de un pueblo que luchaba por mejores derroteros.<br />

En sus alrededores, en la década de los años 20, un grupo de hombres entre los que se<br />

contaban Teófilo Bolívar, Vicente Bolívar, Juan M. Loreto, Ramón Pérez, Juan Bautista<br />

Carrillo, Jorge Arévalo y José Camero, se dedicó a la alfarería, fabricando ladrillos, que<br />

vendían a un centavo, y tejas cuyos precios oscilaban entre una locha y medio real.<br />

Posteriormente, y una vez desaparecida la <strong>La</strong>guna El Rosario, la cruz fue<br />

trasladada a la calle Los Ilustres, a media cuadra de la Escuela Básica Rafael González<br />

Udis, donde permanece y cada año, en Semana Santa, se le adorna con palmas, olivos y<br />

flores para recibir el Santo Sepulcro.<br />

Hoy, cuando un empujón de los tiempos modernos me llevó al lugar donde<br />

estuvo la laguna y donde muchas veces el alba me sorprendió carreteando agua de su<br />

seno o jugueteando a lo largo <strong>del</strong> tapón con los amigos de infancia: Asdrúbal Cordero,<br />

Benjamín González, Pedrito Belisario, Chichí Gómez, Andrés Condales y David<br />

Pariaco, entre otros, no me queda más que cerrar los ojos para escuchar, en la lejanía <strong>del</strong><br />

tiempo, el golpeteo <strong>del</strong> cuerpo de un infante contra sus inmóviles aguas.


LA LAGUNA NUEVA también asentó su nombre en la historia local. Estaba<br />

localizada en la parte norte de la ciudad, y su tapón se ubicaba, hoy, en la confluencia<br />

de las calles Providencia y San Miguel. Esta laguna fue construida en 1945 como<br />

medida perentoria para mitigar la sed que vivió el pueblo para esa época. Sus aguas,<br />

además de servir para el consumo humano y para el solaz y distracción familiar,<br />

también fueron usadas para la evangelización de los vecinos, pues allí se hacían cultos<br />

religiosos.<br />

Otras lagunas, pequeñas pero de grata recordación, fueron: la de Ño Pilar, que<br />

estaba en un potrero de Don José <strong>del</strong> Pilar Chávez, ubicado donde coinciden la Av.<br />

Rómulo Gallegos y la calle Atarraya; la <strong>del</strong> Cardón o de Los Mudos, llamada así porque<br />

al norte de la misma vivían dos hermanos que tenían esa discapacidad, ubicada en el<br />

bajo de Chaguaramas, hoy Cristo Rey; <strong>La</strong> Totonera, en el sector El Rosario, entre calle<br />

Atarraya y Retumbo; <strong>La</strong>s Trenzas, también en el Rosario; la de Playa Verde, en Playa<br />

Verde; la <strong>La</strong>guna de Baltazar, en Playa Verde, entre las calles Orituco y Esperanza; <strong>La</strong><br />

Campito, en Los Bálsamos, en un potrero de Don José Camero; <strong>La</strong> Centenario, en el<br />

sector Guamachal y <strong>La</strong> Peruchera, que aún, con desesperado esfuerzo, vive y la<br />

encontramos a unos cincuenta metros <strong>del</strong> Hotel San Marcos.<br />

Con el tiempo, la insalubridad de las lagunas así como las sequías a que se veían<br />

sometidas durante los inclementes veranos, obligó a los habitantes <strong>del</strong> pueblo a buscar<br />

otros medios para proveerse de agua, abriendo espacio a los jagüeyes y a los molinos de<br />

viento.<br />

Recuerdan los viejos moradores al jagüey de Don Dimas López, que estaba en<br />

un potrero de su propiedad, predio que se corresponde con el sitio donde se levanta el<br />

hotel Montecarlo; el <strong>del</strong> Sr. Padilla, en la calle Descanso, entre Retumbo y Atarraya; el<br />

de Manuel María Loreto, en la calle El Roble, entre las calles Atarraya y González<br />

Padrón; el de Rigoberto Santaella, en la calle <strong>La</strong> Baranda. Igualmente se cuentan: el<br />

molino <strong>del</strong> Sr. Ovidio Salas, en la calle Guasco cruce con Deleite; el <strong>del</strong> Sr. Pedro<br />

García, en la zona <strong>del</strong> Escorzoneral, entre la Av. Rómulo Gallegos y la calle Esperanza;<br />

el de la Morita, en la calle <strong>La</strong> Morita, entre calles Bolívar y El Roble, el cual a pesar de<br />

no cumplir ninguna función, aún está ahí como retando al tiempo; El Calvario, en la<br />

calle Atarraya cruce con Leonardo Infante; el de Polvorín y uno ubicado en el centro<br />

de la calle Guaicaipuro, que fue de los últimos en desaparecer.


Estos molinos, igual que las lagunas, eran cuidados con esmero por la<br />

municipalidad que nombró, para su cuido y vigilancia, Celadores de <strong>La</strong>gunas y<br />

Molinos. Entre estos aún se recuerdan: José Arévalo, Juan Alvarado y Cipriano Cedeño<br />

(1903), Ramón González (1904), José Romero (1906), Delfín Prado y Andrés Delgado<br />

(1907), Luis Ramírez (1912), Salustriano Pérez (1939) y José Coronil (1942).<br />

Igualmente se creó el cargo de Inspector de Molinos ejercido inicialmente por Salvador<br />

Montalfi.<br />

Pero, a medida que trascurría el tiempo, las lagunas y los molinos resultaron<br />

insuficientes para cubrir las necesidades hídricas de la población, por lo que se solicitó<br />

al Presidente de la República, General Juan Vicente Gómez, la construcción de un pozo<br />

artesanal, tarea que le fue asignada al Ministerio de Fomento y a los Ingenieros Carlos<br />

Blaschitz y Enrique Römer quienes entregaron la obra, el 27 de Marzo de 1922, al<br />

Concejo Municipal. Esta institución procedió a disminuir en un 5% el sueldo de sus<br />

trabajadores para poder costear el mantenimiento <strong>del</strong> pozo, calculado en trescientos<br />

bolívares mensuales.<br />

A medida que el pueblo crecía exigía servicios acordes al desarrollo, razón por<br />

la que el Ministerio de Obras Públicas inició, en 1938, bajo la inspección <strong>del</strong> Ingeniero<br />

Andrés Frágenas los trabajos de construcción <strong>del</strong> acueducto para suministrar agua en<br />

pilas públicas. Sin embargo, el Concejo autorizó, a los interesados, a conectarse al<br />

acueducto pagando por el servicio diez bolívares mensuales.<br />

El acueducto de la ciudad se terminó de construir en 1941, con un costo<br />

aproximado de Bs. 853.298,35 y ese mismo año se inauguró con el siguiente personal:<br />

Mecánico, Ricardo Moreno, devengando un sueldo de 600 bolívares al mes; Vigilantes:<br />

Luis Valiente, Luis García y Agustín Aguilar, con sueldo de 144 bolívares c/u al mes y<br />

como Encargado de Llaves, Gabriel Martínez que ganaba 44 bolívares mensuales.<br />

No obstante, en la construcción <strong>del</strong> acueducto no se previó dejar pozos de<br />

reserva por si acaso el agua suministrada por los artesanales faltaba como,<br />

efectivamente, sucedió en 1945, cuando estos se secaron y solo dos de ellos quedaron<br />

activos. <strong>La</strong> población enfrentó una situación de verdadera emergencia, que obligó a la<br />

municipalidad a racionar el agua cerrando las plumas públicas que estaban ubicadas en<br />

las esquinas: El Refugio, El Bambú, El Roble, El Carmen, en la Calle El Ganado y en la<br />

Casa El Llanero. Esta situación trajo, nuevamente, a las calles a los olvidados aguadores<br />

que sobre sus burritos, cargados con barriles, volvieron a la <strong>La</strong>guna <strong>del</strong> Pueblo y<br />

suplieron, por un buen tiempo, aquel deficiente servicio. Como se dijo previamente,


ante la apremiante situación se ampliaron las lagunas: Del Pueblo y El Rosario y se<br />

construyó <strong>La</strong> Nueva para, en camiones cisternas aportados por el INOS, surtir de agua a<br />

la colectividad. Tal situación obligó a pensar en la necesidad de construir una represa,<br />

planteamiento que le fue hecho el 20 de Marzo de 1945, a su paso por Valle de la<br />

Pascua, al General Isaías Medina Angarita para entonces Presidente de la República,<br />

quien prometió realizar los estudios necesarios para tal fin.<br />

Efectivamente, ese mismo año, el Ingeniero Rafael Vegas León proyectó la<br />

construcción de la obra, la cual se ejecutó en 1946 mediante un contrato <strong>del</strong> Instituto<br />

Nacional de Obras Sanitarias (INOS) con la Empresa Venezolana de Inversiones C.A.<br />

(VICA), siendo el Ingeniero constructor, Ángel Graterol Tellerías. Así empezó la<br />

represa “El Corozo” a servir al acueducto de Valle de la Pascua.<br />

Años después, y a medida que las poblaciones cercanas empezaron a servirse de<br />

la represa El Corozo, ésta resultó insuficiente, imponiéndose la necesidad de una fuente<br />

de agua potable de mayor capacidad. Así se contrató a la empresa Ermo-Sanoja-<br />

Valladares Excavadora, para la construcción de una nueva represa, obra que se terminó<br />

en 1966, al retener el Río Tamanaco en el sitio Playa de Piedra, a unos 30 Kms. de<br />

Valle de la Pascua. Esta es la primera presa que colecta las aguas de la Cuenca <strong>del</strong><br />

Unare.<br />

Actualmente la Represa de Tamanaco está en servicio con una capacidad<br />

máxima de<br />

246.500.000<br />

metros cúbicos<br />

a su nivel<br />

máximo.<br />

<strong>La</strong>guna <strong>del</strong><br />

Pueblo (1902)


Molino de <strong>La</strong> Morita<br />

LOS AGUADORES<br />

Por allí pasaban siempre, madrugandito, por la calle Abajo, de <strong>La</strong>s Coleaderas,<br />

avenida Táchira, o por la hoy avenida Rómulo Gallegos, formando verdaderas<br />

algarabías. <strong>La</strong>s caravanas de adolescentes aguadores rompían el silencio matinal cuando<br />

gozosos, apresurados y llenos de impaciencia se dirigían, montados en las ancas de sus<br />

burros y con los barriles atados al sillón, hacia la <strong>La</strong>guna <strong>del</strong> Pueblo en busca <strong>del</strong> vital<br />

líquido, que vendían a los grupos familiares pudientes económicamente.<br />

Casi en perfecta fila india llegaban hasta la <strong>La</strong>guna <strong>del</strong> Pueblo que, al <strong>este</strong> de la<br />

ciudad, los esperaba con sus aguas cristalinas, rodeada por vetustos árboles que se<br />

recostaban de su tapón para saciar su permanente sed. Arriba, en la frondosidad vegetal,


un concierto permanente de incomparables cantíos, con armonía sincronizada, regaba,<br />

cual frágil y tímida garúa, aquella estancia.<br />

A esta laguna, circundada de arenales, la misma que durante más de medio siglo<br />

sació la sed <strong>del</strong> conglomerado vallepascuense llegaban los aguadores después de<br />

establecer verdaderas batallas campales producto de rivalidades causadas, generalmente,<br />

por las burlas que hacían aquellos que, orgullosos, montaban burros de mucha<br />

vitalidad, hacia quienes, en monturas famélicas, ocupaban los últimos lugares de la<br />

caravana. También competían por la primera posesión de los jagüeyes o “casimbas” de<br />

la orilla de la laguna, los cuales, durante la noche, se llenaban de agua clara y fresca.<br />

Estratégicamente, los cargadores de agua de una misma calle o barriada se<br />

apoyaban en la lucha, formando verdaderos bandos, como los de “la calle Abajo”, o los<br />

de “la calle Atarraya”, que se enfrentaban, bien a puñetazos o con chinas, palos, piedras<br />

y pelotas de berro con barro que tomaban de la misma laguna, convirtiéndolos en<br />

efectivos proyectiles. Pero estas riñas no constituyeron hechos lamentables y de ellas<br />

solo quedaron algunas cicatrices, tanto en la cabeza como en muchas partes <strong>del</strong> cuerpo<br />

de aquellos tempraneros gladiadores. Igualmente dejaron una serie de folclóricos motes<br />

que opacaron, por completo, los nombres de pila y acompañaron a sus dueños durante<br />

toda su existencia. De allí que, de aquellas peleas mañaneras, surgieron y quedaron<br />

por siempre, apodos como: “<strong>La</strong> Tecueca”, “Siete Cueros”, “Burro Negro”, “Caballo<br />

Burrero”, “Tordita Jembra”, “Pata e’ Cartón”; “Burra Panda”, “Iguano Macho”,<br />

“Perro Fino” “Cotejo”, y otros que muchos vallepascuences recuerdan hoy<br />

vividamente.<br />

Algunos aguadores de corta edad, que por su constitución física estaban<br />

incapacitados para la faena de “pegar los barriles”, es decir alzarlos una vez llenos y<br />

amarrarlos al sillón, se veían en la necesidad de pedir auxilio a los mayores, quienes<br />

cobraban una locha, (moneda de 12 ½ céntimos), por el servicio.<br />

Los aguadores vendían la carga de agua a dos bolívares y muchas veces la<br />

cobraban en especie o, simplemente, utilizaban el sistema de trueque. El liquido se<br />

depositaba, generalmente, en unas tinajas de barro cocido colocadas sobre una horqueta<br />

natural de tres guías, enterrada en el piso de la cocina. De allí se surtía la piedra <strong>del</strong><br />

tinajero, a la que se le sembraba, por razones de frescor, musgos y helechos. <strong>La</strong> piedra<br />

filtraba, en una tinaja colocada en la parte inferior <strong>del</strong> mueble, el agua para el consumo.<br />

Los vasos, totumas u otro recipiente se llenaban utilizando el remillón, que era una


especie de vaso de aluminio con asa larga y bordes terminados en puntas para evitar,<br />

por razones de higiene, que la gente tomara agua en él.<br />

Pero la <strong>La</strong>guna <strong>del</strong> Pueblo no solo recibía la visita de los aguadores, sino<br />

también de las vecinas <strong>del</strong> lugar que se acercaban a lavar la ropa, labor en la que<br />

utilizaban el llamado “jabón de ganado”, (manufacturado con grasa de ganado y<br />

saponificado con ceniza y agua hirviendo) con el que frotaban la ropa sobre bateas de<br />

madera que llenaban con el agua que sacaban con totumas, cuidando no ensuciar dicha<br />

fuente.<br />

Con el transcurrir <strong>del</strong> tiempo y a medida que el pueblo crecía, se buscaron otras<br />

fuentes de agua. Se recurrió a los jagüeyes o aljibes, a los molinos de viento; que luego<br />

fueron sustituidos por el acueducto instalado por el Instituto Nacional de Obras<br />

Sanitarias (INOS) en 1940. Los aguadores tomaron nuevos rumbos y a la visitada fuente<br />

la invadió un profundo silencio. Perdió su alegría cuando se marchó la algarabía de la<br />

muchachada. Se alejó el constante coqueteo de las totumas y sus aguas; y de su orilla se<br />

perdieron las huellas de las pisadas de los asnos que le herían diariamente. <strong>La</strong> bora reinó<br />

completamente sobre la superficie tapando, con su manto verdoso, sus cristalinas aguas.<br />

Pero, a pesar de todo, la <strong>La</strong>guna <strong>del</strong> Pueblo conservó su encanto y de allá arriba, de la<br />

fronda, de donde surgía el incansable trinar, suerte de concierto hermoso, seguía<br />

produciéndose el mismo, ahora sin las interrupciones <strong>del</strong> ya ido vocerío matutino.<br />

En la década de los 60 <strong>del</strong> pasado siglo, la <strong>La</strong>guna <strong>del</strong> Pueblo vibró nuevamente<br />

de alegría y entusiasmo al ser tomada por estudiantes y docentes <strong>del</strong> Distrito Escolar Nº.<br />

3, bajo la jefatura <strong>del</strong> maestro Miguel González Contreras, quienes la llenaron de risas,<br />

cantos y ¿por qué, no?, de uno u otro conato de enfrentamiento; que,<br />

irremediablemente, hacía recordar la vocinglería y las reyertas diarias y tempraneras de<br />

los aguadores.<br />

<strong>La</strong> vieja laguna pasó a ser centro <strong>del</strong> llamado Bosque Escolar <strong>La</strong>guna <strong>del</strong><br />

Pueblo, un acogedor lugar que cumplía fines educativos, recreativos, ecológicos y<br />

favorecía la inspiración de los visitantes al manifestarse una relación equilibrada entre el<br />

hombre y la naturaleza, pero con el paso <strong>del</strong> tiempo, aquel bello y nuevo paisaje<br />

también se fue degradando: los jardines se secaron, las chozas y casitas desaparecieron;<br />

el cantío fue a anidarse a otros lares y de la vieja laguna, hoy sólo queda un boral que<br />

cubre un triste e insalubre ojo de agua..


Ahora cuando rememoramos, creemos escuchar en la distancia el alborozo de<br />

los aguadores y revivimos los hermosos momentos que disfrutamos en ese lugar: los<br />

desfiles escolares, los reinados de primavera en aquellos mayos floridos; los actos<br />

culturales, excursiones, y las tantas horas dedicadas al estudio o a la lectura<br />

acompañados de suave brisa y cómplice silencio.<br />

Ante esta realidad muchas voces se han vestido de vuelo para pedir que la<br />

<strong>La</strong>guna <strong>del</strong> Pueblo, guardiana de nuestra historia, sea declarada patrimonio municipal,<br />

que se rescate y se conserve como pulmón vegetal de la ciudad. A partir <strong>del</strong> año 2007,<br />

el antiguo bosque <strong>La</strong>guna <strong>del</strong> Pueblo retomó, aunque sea por un día, la algarabía, las<br />

risas y el entusiasmo de la gente que lo visita durante el Reencuentro ferial de los<br />

vallepascuenses. Ojalá que ese vuelo no pase inadvertido ante la vista y oídos de<br />

quienes, a veces, no quieren ni ver ni escuchar. ¡Quiera Dios!<br />

Aguadores en plena actividad<br />

LOS CAMINITOS DE ANTIER<br />

<strong>La</strong> Valle de la Pascua de hoy, la <strong>Princesa</strong> <strong>del</strong> <strong>Guárico</strong>, dejó atrás su pasado de<br />

cenicienta; de pueblo pequeño con calles empedradas o de tierra, inundadas de “pelo de<br />

indio”, de “paja conejera” y de otras gramíneas, que aún entre las piedras, buscaban el<br />

aire y el sol. Aquel soleado pueblo, cuyos pocos habitantes estaban inmersos en un<br />

mundo fantástico, pleno de leyendas, cuentos de caminos, tradiciones y recuerdos, se<br />

fue perdiendo por el llamado progreso. Atrás quedaron las dulceras con sus exquisitos<br />

productos caseros como el alfeñique, torta de topocho, biscochitos de manteca,<br />

polvorosas, pancitos rellenos con dulce de topocho, caracolitos, chupetas de cucharita y<br />

las botellitas de chicha tapadas con hojas de naranja. Así mismo, ese pregonado<br />

progreso se llevó, también, a los pregoneros; aquellos que, con hermosas melodías,<br />

anunciaban sus ventas de: cachapas, quesos, conservitas, hallacas, teretere y pan de


horno por las apacibles calles a las que solo ese voceo y los ladridos de los perros,<br />

despertaban de su bucólico vivir. Igualmente se marcharon las loceras, cuyas ágiles<br />

manos hacían <strong>del</strong> barro verdaderas obras de arte en forma de jarras, pimpinas, tinajas,<br />

budares y un sin fin de vasijas. Y mucho menos se escuchan los aguadores con su<br />

algarabía matutina cuando, en ancas de sus burros, iniciaban la tarea diaria de buscar el<br />

líquido vital.<br />

Con aquellos, también, se fueron las posadas alumbradas con velas de esperma,<br />

lámparas de carburo o con las modernas cóleman, a gasolina o kerosén. Atrás quedaron<br />

los aguamaniles, los tinajeros, las banquetas y unas cuantas anécdotas perdidas en sus<br />

habitaciones, pasillos y paredes. Fueron sustituidas por modernos hoteles dotados con<br />

luz eléctrica y otros servicios proporcionados por la tecnología de esta época; y las<br />

pocas casas que conservan su estilo tradicional han ido desapareciendo arrastrando, en<br />

su caída, un pasado lleno de gloria y <strong>del</strong> más puro linaje para dar paso a construcciones<br />

acordes al nuevo estilo arquitectónico.<br />

<strong>La</strong>s añejas calles, aquellas de los “pocitos” y boñiga mojada en invierno, y<br />

asoleadas y polvorientas en verano, cambiaron su figura y hasta la denominación; y las<br />

esquinas, que habían sido bautizadas por el propio pueblo, también borraron sus<br />

nombres de la nomenclatura. Ya nada es igual. El pueblo, trazado desde sus primeros<br />

tiempos en cuadrículas rectangulares con las calles orientadas en sentido norte-sur y<br />

<strong>este</strong>-o<strong>este</strong>, dejó atrás su placida vida y, por allí, por donde antaño transitaban reses,<br />

bestias y burros, ahora se ven raudos vehículos de diversas marcas y mo<strong>del</strong>os.<br />

Los recuerdos afloran con nostalgia y refrescan la memoria de los nombres de<br />

calles y esquinas que se hicieron familiares, pero estos, cual humo empujado por el<br />

viento, emprendieron un viaje silencioso con el agravante que fue sin regreso.<br />

CALLES<br />

AYER HOY<br />

Calle las Coleaderas<br />

Calle Abajo<br />

o Avenida Táchira Av. Rómulo Gallegos<br />

Calle Buena Vista Calle Paraíso


Calle Real Calle Real<br />

Calle El Sol Calle Guasco<br />

Calle El Corso Calle Descanso<br />

Calle El Zamuro<br />

o Camino Real<br />

de la Nueva Barcelona Calle <strong>La</strong>s Flores<br />

Calle Zaraza Calle Bolívar<br />

Calle Deleite Calle Deleite<br />

Calle Camaleones Calle Camaleones<br />

Calle El Recreo Calle Retumbo<br />

Calle <strong>La</strong> Can<strong>del</strong>aria<br />

Calle El Comercio<br />

O Calle Sucre Calle Atarraya<br />

Calle San Rafael Calle González Padrón<br />

Calle Rondón Calle Shettino<br />

Calle El ganado Calle Mascota<br />

Calle El Hipódromo<br />

O Calle <strong>La</strong> Vigía Calle El Vigía<br />

Avenida Norte 1 Calle Leonardo infante<br />

Avenida Norte 2 Calle los Ilustres Próceres<br />

ESQUINAS<br />

EN LA AVENIDA RÓMULO GALLEGOS


AYER HOY<br />

Esquina <strong>La</strong> Gran Vía Av. R.G. c/c Av. Libertador<br />

Esquina El Crimen o<br />

<strong>La</strong>s Tres Rosas Av. R.G. c/c Deleite<br />

Esquina Los Tres Chorros Av. R.G. c/c Camaleones<br />

Esquina Cujialito Av. R.G. c/c Retumbo<br />

Esquina El Carmen Av. R.G. c/c Atarraya<br />

Esquina El Polvorín Av. R.G. c/c González Padrón<br />

Esquina <strong>La</strong> Música Av. R.G. c/c Shettino<br />

Esquina <strong>La</strong> Mascota Av. R.G. c/c <strong>La</strong> Mascota<br />

Esquina Los Paragüitos Av. R.G. c/c Manapire<br />

EN LA CALLE PARAÍSO<br />

AYER HOY<br />

Esquina Cantarrana Paraíso c/c Deleite<br />

Esquina El Magüey Paraíso c/c Camaleones<br />

Esquina Puerto Arturo Paraíso c/c Retumbo<br />

Esquina Hotel Caracas Paraíso c/c Atarraya<br />

Esquina <strong>La</strong> Canastilla Paraíso c/c González. Padrón<br />

Esquina Palo Negro Paraíso c/c Shettino<br />

Esquina <strong>La</strong> Florida<br />

o El Cotoperí Paraíso c/c Mascota<br />

EN LA CALLE REAL<br />

AYER HOY<br />

Esquina Alto de la <strong>La</strong>guna Real c/c Av. Libertador<br />

Esquina El Arenal Real c/c Deleite<br />

Esquina El Salto Real c/c Camaleones<br />

Esquina <strong>La</strong> Casa Amarilla Real c/c Retumbo<br />

Esquina <strong>La</strong> Can<strong>del</strong>aria Real c/c Atarraya<br />

Esquina Mata Palo Real c/c González Padrón<br />

Esquina El Mamón Real c/c Shettino


Esquina El Limón Real c/c <strong>La</strong> Mascota<br />

EN LA CALLE GUASCO<br />

AYER HOY<br />

Esquina Mandilito Guasco c/c Deleite<br />

Esquina El Caimán Guasco c/c Camaleones<br />

Esquina <strong>La</strong> Baranda Guasco c/c Retumbo<br />

Esquina <strong>La</strong> Torre Guasco c/c Atarraya<br />

Esquina El Tesoro Guasco c/c González Padrón<br />

Esquina <strong>La</strong> Aurora Guasco c/c Shettino<br />

Esquina Los Pocitos Guasco c/c Mascota<br />

EN LA CALLE DESCANSO<br />

AYER HOY<br />

Esquina El Mango Descanso c/c Deleite<br />

Esquina El Camarín Descanso c/c Camaleones<br />

Esquina Salsipuedes Descanso c/c Retumbo<br />

Esquina San Juan Descanso c/c Atarraya<br />

Esquina San Rafael Descanso c/c González Padrón<br />

Esquina El Paradero Descanso c/c Shettino<br />

Esquina Descanso<br />

o Esquina <strong>La</strong> Fraternidad Descanso c/c Mascota<br />

EN LA CALLE LAS FLORES<br />

AYER HOY<br />

Esquina <strong>La</strong> Cruz Verde Flores c/c Deleite<br />

Esquina <strong>La</strong> Iguanita Flores c/c Camaleones


Esquina El Retumbo Flores c/c Retumbo<br />

Esquina <strong>La</strong> Piedad Flores c/c Atarraya<br />

Esquina Sucre Flores c/c González Padrón<br />

Esquina <strong>La</strong>s Flores Flores c/c Shettino<br />

Esquina El Yunque Flores c/c Mascota<br />

EN LA CALLE BOLÍVAR<br />

AYER HOY<br />

Esquina Los Mota Bolívar c/c Deleite<br />

Esquina Los Camaleones Bolívar c/c Camaleones<br />

Esquina Molino Viejo Bolívar c/c Retumbo<br />

Esquina <strong>La</strong> Atarraya Bolívar c/c Atarraya<br />

Esquina <strong>La</strong> Voz <strong>del</strong> Llano Bolívar c/c González Padrón<br />

Esquina El Martillo Bolívar c/c Shettino<br />

Esquina <strong>La</strong> Vigía Bolívar c/c Mascota<br />

EN LA CALLE LEONARDO INFANTE<br />

AYER HOY<br />

Esquina El Calvario Leonardo Infante c/c Atarraya<br />

Esquina <strong>La</strong> Paz Leonardo Infante c/c Retumbo<br />

Esquina El Choque Leonardo Infante c/c Camaleones<br />

Esas esquinas, simples en su nomenclatura oral y pueblerina y, quizás, poco<br />

significativas para muchos a quienes sus nombres no le dicen nada, son testigas de una<br />

vida campestre, rústica y bucólica; reservorios de hermosas y ricas tradiciones, de<br />

historias y de leyendas que, en la generalidad de los casos, se convirtieron en la razón de<br />

las denominaciones con que se les conoció.<br />

Así pues, empecinados como estamos en preservar la historia local, el ayer de<br />

esta tierra generosa, ofrecemos, a continuación, algunos retazos de viejos recuerdos que,<br />

aunque dormidos para los jóvenes, retozan, como un valioso tesoro, en cada una de<br />

ellas.<br />

ESQUINAS DE LA AVENIDA ROMULO GALLEGOS


ESQUINA LA GRAN VÍA:<br />

(Av. Rómulo Gallegos c/c Av. Libertador)<br />

Los moradores de la ciudad no han dejado que muera el nombre de <strong>La</strong> Gran Vía,<br />

el cual, como algo especial, aún pervive en la conversación cotidiana. Obedece dicho<br />

nombre al hecho de que esa intersección era el punto de partida de las vías hacia<br />

Tucupido, <strong>La</strong>s Campechanas, El Socorro, Zanjonote, <strong>La</strong>s Canoas y hacia la zona<br />

montañosa de Tamanaco, cercana a Valle de la Pascua.<br />

ESQUINA EL CRIMEN O LAS TRES ROSAS:<br />

(Av. Rómulo Gallegos c/c Deleite)<br />

Debe su primigenio, y nunca querido, nombre a un acto criminal ocurrido en ese<br />

lugar a comienzos <strong>del</strong> siglo XIX, en el cual una dama fue brutalmente asesinada. El<br />

nombre de El crimen fue sustituido por <strong>La</strong>s tres rosas, herencia de un comercio <strong>del</strong><br />

mismo nombre que estableció en el lugar el señor Belén Álvarez.<br />

ESQUINA LOS TRES CHORROS:<br />

(Av. Rómulo Gallegos c/c Camaleones)<br />

Los viejos moradores cuentan que en esta esquina, en época de lluvias,<br />

convergían tres fuertes chorros de agua que formaban una gran charca, la cual<br />

dificultaba el tráfico vehicular, hasta tanto el agua buscaba su corriente natural,<br />

pendiente abajo, hacia la <strong>La</strong>guna <strong>del</strong> Pueblo. De allí su nombre.<br />

ESQUINA CUJIALITO:<br />

(Av. Rómulo Gallegos c/c Retumbo)<br />

Se le dio ese nombre por ser paso obligado hacia el potrero Cujialito, uno de los<br />

viejos mini fundos aledaños al pueblo.<br />

ESQUINA EL CARMEN:


(Av. Rómulo Gallegos c/c Atarraya)<br />

Muchas de nuestras esquinas tomaron el nombre de sus habitantes. Esta es una<br />

de ellas. Debe su nombre a José <strong>del</strong> Carmen González Iorondo, popularmente conocido<br />

como Don Carmen, quien ejerció, empíricamente, como médico y farmaceuta, servicios<br />

que prestaba en su casa de habitación ubicada en esta esquina. El tiempo se llevó<br />

consigo la casa colonial construida por Don Carmen y dio paso a otras viviendas más<br />

humildes, entre las que se contaba la de Don Rafael (Chicho) Chávez, quien estableció<br />

en ese lugar la, hasta hoy muy conocida empresa Funeraria <strong>La</strong> Pascua, pionera de esa<br />

rama comercial en la ciudad.<br />

ESQUINA EL POLVORÍN:<br />

(Av. Rómulo Gallegos c/c González Padrón)<br />

Otras de nuestras esquinas se bautizaron atendiendo a ciertas características <strong>del</strong><br />

lugar, tal como sucedió con El polvorín, cuyo nombre surgió <strong>del</strong> olor característico a<br />

pólvora quemada que se percibía en su entorno, dado a que en dicha esquina funcionaba<br />

una armería donde se reparaban escopetas y revólveres, al tiempo que se cargaban<br />

cápsulas para dichas armas.<br />

ESQUINA LA MÚSICA:<br />

(Av. Rómulo Gallegos c/c Shettino)<br />

El pueblo le dio ese nombre, motivado por las notas armoniosas que se<br />

enredaban en el ambiente una pianola de manilla y rollos que había en un bar ubicado<br />

en esta esquina. En cada rollo había una melodía diferente que podía variar su ritmo<br />

dependiendo de la velocidad con que se girara la manivela. Era muy visitada por los<br />

bohemios y parranderos de siempre.<br />

ESQUINA LA MASCOTA:<br />

(Av. Rómulo Gallegos c/c Mascota)<br />

Se desconoce la razón <strong>del</strong> nombre, pero lo que si se sabe es que en <strong>este</strong> lugar<br />

existió un bar propiedad <strong>del</strong> señor Miguel Carrillo, donde, generalmente, se reunían los<br />

jugadores de béisbol para refrescarse, con cerveza, después de las prácticas cotidianas<br />

que realizaban en la placita de los motores, ubicada en la intersección de las calles<br />

Leonardo Infante con Mascota.


ESQUINA LOS PARAGÜITOS:<br />

(Av. Rómulo Gallegos c/c Manapire)<br />

Heredó el nombre de la estación de servicios de gasolina establecida en ese<br />

lugar. En ella funcionó, también, una fuente de soda con sus mesas y su respetivo<br />

tapasol que eran colocadas en la calle. Los usuarios aprovechaban a refrescarse mientras<br />

se les prestaba el servicio. Hasta esta esquina, precisamente, llegaba el poblamiento y<br />

cincuenta metros más a<strong>del</strong>ante se encontraba una alcabala policial.<br />

<strong>La</strong> Avenida Rómulo Gallegos, principal arteria vial de Valle de la Pascua, fue<br />

bautizada con <strong>este</strong> nombre el 1963, siendo Presidente de la República Don Rómulo<br />

Betancourt y gobernador <strong>del</strong> estado, el Sr. Juan Manuel Barrios. Esta Avenida ostentó<br />

anteriormente el nombre de Avenida Táchira, denominación que le fue dada por el Sr.<br />

Francisco Herrera Mata, el 1949, durante la conmemoración de la llamada Semana de la<br />

Patria. Antiguamente fue conocida por los pobladores como calle <strong>La</strong>s Coleaderas,<br />

debido a que durante las fiestas <strong>del</strong> pueblo cerraban las bocacalles con tallos de bambú<br />

y la transformaban en manga de coleo.<br />

ESQUINAS DE LA CALLE PARAÍSO<br />

ESQUINA CANTARRANA:<br />

(Paraíso c/c Deleite)<br />

Este cantarino nombre se debe a la proliferación de batracios que, en los charcos<br />

que se formaban en ese sector en época de lluvia, ofrecían su croar espontáneamente,<br />

impregnando el ambiente de desafinadas notas.<br />

Hasta esta esquina llegaba el poblado, ya que hacia el <strong>este</strong> estaban los potreros<br />

propiedad <strong>del</strong> Sr. José María Cachutt.<br />

ESQUINA EL MAGUEY:<br />

(Paraíso c/c Camaleones)<br />

Su nombre deriva de la renombrada gallera El Maguey, la que, a su vez, hacia<br />

honor a una planta conocida con ese nombre que existía en el lugar. Entre esta esquina y<br />

El salto, en la calle Camaleones, por allá por 1938, se instaló el primer generador<br />

eléctrico con que se iluminó parte <strong>del</strong> poblado. Aún mucha gente recuerda al “gordo<br />

Darío”, zaraceño que se desempeñó como operador de la planta.


ESQUINA PUERTO ARTURO:<br />

(Paraíso c/c Retumbo)<br />

Como dijimos, era muy común en nuestro pueblo dar nombres a las esquinas,<br />

bien por las personas que allí moraban, por los comercios que existían o por algunos<br />

detalles característicos de las mismas. Tal es el caso de esta, la cual tomó su nombre <strong>del</strong><br />

establecimiento comercial propiedad <strong>del</strong> señor Prudencio Herrera quien explicaba que<br />

dicho nombre fue motivado por la ciudad China, ubicada en la provincia de <strong>La</strong>oming,<br />

inconquistable en las guerras de de ese país<br />

ESQUINA HOTEL CARACAS:<br />

(Paraíso c/c Atarraya)<br />

En esta esquina funcionó durante largo tiempo el, probablemente, primer hotel<br />

establecido en Valle de la Pascua: Hotel Caracas, el cual le legó su nombre. Dicho<br />

establecimiento ocupó el lugar donde hoy se encuentra la farmacia Infante.<br />

El Hotel Caracas fue fundado por la señora Delia Cherubine y luego pasó,<br />

sucesivamente, a manos de Rafael Estrada, Rafael Poleo y el Señor Azuaje, quien<br />

contrató como administrador a Alfonso Melo. Era una casa grande y fresca, donde las<br />

comodidades estaban representadas por aguamaniles, banquetas, chinchorros de<br />

moriche y otras.<br />

ESQUINA LA CANASTILLA:<br />

(Paraíso c/c González Padrón)<br />

El nombre de esta esquina obedece a que en la misma habitaban dos damas muy<br />

conocidas que se ocupaban de la elaboración de cestas, canastos y canastillas, usadas,<br />

entre otras cosas, para la recolección de leguminosas y de maíz.<br />

Esta esquina es reservorio de pasajes históricos, tal como el que se escenificó el<br />

23 de junio de 1831 cuando por poco, producto de borracheras, ocurre un<br />

enfrentamiento bélico entre las tropas que escoltaban al General José Antonio Páez y las<br />

<strong>del</strong> General José Tadeo Monagas, oficiales que se citaron en esta población para firmar<br />

acuerdos de paz y finiquitar los deseos de Monagas de separar al oriente <strong>del</strong> resto de<br />

Venezuela. Tal enfrentamiento se produjo cuando el Capitán de caballería Juan Antonio<br />

Moronta, partidario <strong>del</strong> General Páez, planeó al Capitán Gil Abad Palma, que era


monaguero, pero gracias a la intervención <strong>del</strong> comandante vallepascuense Gabriel<br />

Álvarez, de la escuadra <strong>del</strong> General Julián Infante, no hubo nada que lamentar.<br />

En <strong>este</strong> mismo lugar, el año 1901, por orden <strong>del</strong> General David Gimón se<br />

aprehendió al ciudadano Pedro Rafael Zapata, quien fue posteriormente fusilado en el<br />

paredón <strong>del</strong> cementerio viejo. Zapata capitaneaba un grupo de hombres calificados<br />

como “guapos de barrio“, junto a sus secuaces: José Ismael Toro, que fue pasado por<br />

las armas en dicha esquina, y Miguel Camaripano que logró escapar y contar con muy<br />

buena suerte porque años más tarde estaba como Comisario en el caserío Santo<br />

Domingo Requenero, al sur de Valle de la Pascua.<br />

ESQUINA PALO NEGRO:<br />

(Paraíso c/c Shettino)<br />

Aquí funcionó, hace años atrás, una pesa, es decir una venta de carne de porcino<br />

y de bovino que era propiedad de los señores Alfonso López y Saturnino Arévalo,<br />

quienes detallaban la carne por cuartas (2.875 kilogramos) según la costumbre de la<br />

época. Esta pesa tuvo por nombre Palo Negro. Ella asimiló el nombre de ese comercio.<br />

ESQUINA LA FLORIDA O ESQUINA EL COTOPERÍ:<br />

(Paraíso c/c Mascota)<br />

<strong>La</strong> Florida fue el nombre que le dio, en la nomenclatura, el Instituto Nacional de<br />

Obras Sanitarias (INOS). Este sector es el de mayor altura de la ciudad, razón por la que<br />

se instaló allí el primer depósito de agua potable, bautizado por el pueblo como <strong>La</strong> caja<br />

de agua, la misma que hoy se encuentra vacía, solitaria, muda y testiga de aquellos días.<br />

En esta esquina existió una gallera que fue cerrada en 1927, por orden <strong>del</strong> Jefe<br />

Civil <strong>del</strong> Distrito, como respuesta a la solicitud hecha por el Sr. José Isabel Hernández,<br />

cuyo solar colindaba con dicho establecimiento.<br />

ESQUINAS DE LA CALLE REAL<br />

ESQUINA ALTO LA LAGUNA:<br />

(Real c/c Av. Libertador)<br />

Recibe esta denominación porque allí comenzaba la hoya de la <strong>La</strong>guna <strong>del</strong><br />

Pueblo, pequeño lago que en el pasado representó una importante fuente de agua para el


consumo humano y que hoy es sólo una fuente inagotable de recuerdos, que muchos<br />

trasmiten, oralmente, a quines no la conocieron. <strong>La</strong>s aguas que alimentaban <strong>este</strong><br />

pequeño embalse provenían en su mayor parte de las lluvias y corrían de la parte alta de<br />

la ciudad vertiéndose, a través de la calle Guasco y <strong>del</strong> “zanjón El Caimán”, en dicha<br />

laguna.<br />

ESQUINA EL ARENAL:<br />

(Real c/c Deleite)<br />

El suelo de esta esquina era muy arenoso, lo que hacia bastante difícil la<br />

movilización por esa zona, tanto a pie como en vehículo. De allí la génesis de su<br />

nombre.<br />

ESQUINA REAL O EL SALTO:<br />

(Real c/c Camaleones)<br />

En esta esquina la municipalidad instaló, en 1901, un molino de viento como<br />

medida para contrarrestar la terrible sequía que afectaba al pueblo. Igualmente, se<br />

recuerda que en ella funcionaron, simultáneamente, cuatro bodegas de nombres: El<br />

salto, Tamanaco, <strong>La</strong> creciente y <strong>La</strong> salvación, cuyo dueños eran: Don Jesús Silva<br />

Carpio, Don José María Rubín, el señor Antonio Aguilar y el señor Luis Jaramillo.<br />

El humor y la imaginación <strong>del</strong> llanero dejaron escuchar unos versos sobre esta<br />

situación, los que muy pronto se hicieron populares:<br />

Cuando en el puente des<br />

EL SALTO como un macaco,<br />

y caigas al TAMANACO<br />

le caes al muelle de enfrente.<br />

Pela el ojo Camarón<br />

que aquí está LA SALVACION,<br />

si te lleva LA CRECIENTE.<br />

Hay en <strong>La</strong> Pascua una esquina<br />

que es digna de admiración,<br />

Tamanaco, <strong>La</strong> creciente<br />

El salto y <strong>La</strong> salvación.


ESQUINA LA CASA AMARILLA:<br />

(Real c/c Retumbo)<br />

Adopta esta denominación por una casa de comercio <strong>del</strong> mismo nombre,<br />

propiedad <strong>del</strong> ciudadano libanés Salomón Garzón, quien tenía como ayudante a su<br />

sobrino Aaron Benchetrit. Este joven se graduó de médico y tuvo una destacada<br />

actuación en 1918 cuando se desató en el país la pandemia, influenza española, dengue<br />

o sencillamente p<strong>este</strong>.<br />

Benchetrit, que había llegado a Venezuela a los 14 años de edad, trató el mal<br />

como un virus intestinal y no pulmonar, por lo que recetaba aceite de ricino o de tártago,<br />

medicamento que se popularizó de tal manera que la gente, cuando llegaba a las<br />

farmacias pedía, simplemente, un “Benchetrit”, por aceite de ricino.<br />

ESQUINA LA CANDELARIA:<br />

(Real c/c Atarraya)<br />

Llamada así porque en esta esquina existió una imagen morena de la Virgen de<br />

la Can<strong>del</strong>aria, figura que fue desplazada <strong>del</strong> lugar cuando Doña Rita Romero construyó<br />

allí la casa de dos plantas que aún subsiste. <strong>La</strong> casa conocida como casa vieja fue<br />

adquirida por el Sr. Abraham Isaac a comienzos <strong>del</strong> siglo XX y fue escenario de la<br />

tragedia entre los hermanos Isaac Díaz. En ella funcionó una de las primeras agencias<br />

automovilísticas que se establecieron en Valle de la Pascua: Automotores la Pascua,<br />

cuyo presidente - gerente fue el Sr. José Antonio Álvarez Hernández y, posteriormente,<br />

una agencia de loterías que fue administrada, por mucho tiempo, por Don Ernesto<br />

Alayón, razón por la que los vallepascuenses comenzaron a nombrarla esquina de<br />

Alayón.


ESQUINA LA CANDELARIA:<br />

(Real c/c Atarraya)<br />

ESQUINA MATAPALO O DE BALLESTEROS:<br />

(Real c/c González Padrón)<br />

Recibió el nombre de Matapalo porque en ella existía un frondoso y centenario<br />

árbol de matapalo; y de Ball<strong>este</strong>ros, porque allí vivió Don Nicolás Ball<strong>este</strong>ros. Aquí<br />

abrió sus puertas una casa de comercio <strong>del</strong> Sr. Miguel Ortuño en la cual se expendían<br />

víveres y textiles, empresa que fue pasto de las llamas quedando totalmente destruida,<br />

pero fue reinstalada, gracias a una colecta que se hizo en el pueblo solidario con el Sr.<br />

Ortuño por el alto aprecio que le tenía la colectividad. Luego operaría una heladería<br />

llamada Eureka que, por esas cosas inexplicables, tuvo el mismo fin <strong>del</strong> negocio que le<br />

antecedió. También funcionó en esta esquina, la Agencia <strong>del</strong> Banco Caribe. Quizás sí<br />

hubiesen continuado los mismos hechos, la chispa pueblerina la llamaría: la quemazón.<br />

ESQUINA EL MAMÓN:<br />

(Real c/c Shettino)<br />

Alude su nombre a un vetusto árbol de mamón que existió en el sitio. En esta<br />

esquina inició sus labores la oficina de Telégrafos Federales de Venezuela, en la que se<br />

desempeñó como telegrafista el Sr. Luis Correa y, luego, Don José Martínez. También,<br />

en esta esquina se inauguró la agencia de automóviles Pontiac, gerenciada por los<br />

señores Rafael Álvarez Romero y José María Soto. Además fue sede <strong>del</strong> Banco Unión,<br />

antes de ser trasladado a la Avenida Rómulo Gallegos.<br />

ESQUINA EL LIMÓN:<br />

(Real c/c <strong>La</strong> Mascota)<br />

Allí había un fructífero y espinoso limonero que cayó abatido por la sierra <strong>del</strong><br />

progreso para dar paso a nuevas edificaciones.<br />

<strong>La</strong> calle Real aún mantiene su nombre, el cual le fue dado, desde los inicios <strong>del</strong><br />

pueblo, por tradición colonial.


ESQUINAS DE LA CALLE GUASCO<br />

ESQUINA MANDILITO:<br />

(Guasco c/c Deleite)<br />

Obedece tal distinción al hábito que tenían los vecinos de secar las prendas de<br />

vestir, en los alambres que demarcaban los límites de las casas <strong>del</strong> sector. A esta ropa de<br />

uso diario, y por ende deteriorada, se le da el nombre de mandil. De allí su nombre.<br />

ESQUINA EL CAIMÁN:<br />

(Guasco c/c Camaleones)<br />

El sabio pueblo le llamó con ese nombre porque la casa ubicada al nor<strong>este</strong> de la<br />

misma posee unos desagües, en la cornisa, que tienen forma de boca de caimán. En<br />

<strong>este</strong> lugar laboró la Entidad de Ahorro y Préstamo <strong>Guárico</strong>-Apure, y posteriormente, <strong>La</strong><br />

Vivienda.<br />

ESQUINA LA BARANDA:<br />

(Guasco c/c Retumbo)<br />

Su nombre hace honor a la antigua casa edilicia, la cual estaba protegida en su<br />

totalidad por una baranda. Dicha edificación era propiedad <strong>del</strong> señor Pedro Ledezma,<br />

quien se la cambió al Concejo Municipal por otra que la Corporación estaba<br />

construyendo. <strong>La</strong> transacción se hizo efectiva el 20 de diciembre de 1923. Aquella<br />

bonita casona desapareció y dio paso al edificio actual donde funciona,<br />

administrativamente, la Alcaldía. Esta esquina es asiento, también, de la Sociedad<br />

Socorro Mutuo, institución creada en 1923 e iniciada laboralmente bajo la presidencia<br />

<strong>del</strong> Sr. Julio Pérez y la vicepresidencia <strong>del</strong> señor Dimas López.<br />

ESQUINA LA TORRE:<br />

(Guasco c/c Atarraya)<br />

Es la esquina, sin temor a equívocos, con mayor tradición histórica de nuestra<br />

ciudad. En ella se asienta <strong>La</strong> Catedral Nuestra Señora de <strong>La</strong> Can<strong>del</strong>aria y, diagonal a<br />

esta, existió una antigua edificación de dos plantas que, se dice, fue residencia <strong>del</strong>


Teniente de Justicia español y, más cerca nuestros días, <strong>del</strong> Vicario Pedro José Miserol<br />

y posteriormente de Ricardo Sutil. Hoy funciona en ella la casa de comercio: <strong>La</strong><br />

Llanerisima que era propiedad de Basilio Yanopulos y hoy, representada por sus<br />

herederos.<br />

En el sur<strong>este</strong> se encuentra una espaciosa casa de tejas donde estuvo el abasto El<br />

Sol de Oro y en la que vivieron las hermanas González Del Hoyo y Arzola,<br />

descendientes de Don Pedro José <strong>del</strong> Hoyo y Arzola y de Juan González Padrón, de los<br />

primeros pobladores de Valle de la Pascua. Estas hermanas eran propietarias <strong>del</strong> esclavo<br />

Concepción González, el mismo que condujo a José Félix Ribas en su huida, después de<br />

la derrota de Úrica (05-12-1814), y lo llevó hasta el sitio de <strong>La</strong>s dos palmas en el<br />

caserío Jácome, hoy jurisdicción <strong>del</strong> Municipio Leonardo Infante. González guió,<br />

también, a integrantes de la tropa <strong>del</strong> Teniente de Justicia de Tucupido, Lorenzo<br />

Figueroa (Cuto Barrajola) hasta el sitio donde se ocultaba el General Ribas, quien fue<br />

hecho prisionero y conducido a Tucupido donde lo decapitaron el 31 de Enero de 1.815.<br />

Esquina: <strong>La</strong><br />

Torre<br />

(Guasco c/c<br />

Atarraya)


ESQUINA EL TESORO:<br />

(Guasco c/c González Padrón)<br />

Su nombre procede <strong>del</strong> establecimiento comercial de Rafael Álvarez Romero:<br />

El tesoro, el cual funcionó en la esquina hoy ocupada por el Bar Restaurante El<br />

Mastranto. Al frente, hacia el sur, el Licenciado Vicente González Oropeza abrió, en<br />

1904, la Farmacia Marcano, y en el sur<strong>este</strong> estaba el almacén de Don Manuel Vargas.<br />

Cerca de esta esquina operaba la Central de Teléfonos <strong>del</strong> Oriente <strong>del</strong> <strong>Guárico</strong>, empresa<br />

promovida por Simón Zamora Hernández y Luis Adolfo Melo, la cual buscaba<br />

conectar al caserío <strong>La</strong>s Mercedes <strong>del</strong> llano y a los Municipios El Socorro, José Félix<br />

Ribas y Leonardo Infante. En el mismo lugar laboró la Publicidad <strong>Guárico</strong> y una oficina<br />

de la empresa Petróleos Caracas que era dirigida por el Geólogo, norteamericano,<br />

Thomas Wikander.<br />

su nombre.<br />

ESQUINA LA AURORA:<br />

(Guasco con Shettino)<br />

Se dice que en esta esquina hubo un cementerio llamado “<strong>La</strong> Aurora”. Razón de<br />

ESQUINA LOS POCITOS:<br />

(Guasco c/c <strong>La</strong> Mascota)<br />

Su denominación se debe a la existencia en el sitio, años atrás, de dos aguadas a<br />

las que el pueblo llamó los pocitos. Estas aguadas corrían desde el alto en sentidos<br />

diferentes: una hacia el sur, por los terrenos que hoy ocupa el cementerio viejo, la calle<br />

Mascota y esquina El Martillo para desembocar en el llamado Caño de la Vigía;<br />

mientras que la otra bajaba por la calle Guasco para caer en el Zanjón El Caimán, el<br />

mismo que al ser represado dio origen a la <strong>La</strong>guna <strong>del</strong> Pueblo. En esta esquina se<br />

construyó el viejo hospital Guasco y actualmente es sede <strong>del</strong> edificio de la Compañía<br />

Nacional Teléfonos de Venezuela (CANTV).<br />

ESQUINAS DE LA CALLE DESCANSO


ESQUINA EL MANGO:<br />

(Descanso c/c Deleite)<br />

El nombre deriva de un frondoso árbol de mango que había en una casa cercana<br />

a la esquina, en la cual habitaban las familias Álvarez y Gabante, quienes eran<br />

especialistas en preparar hervidos de gallina, que vendían al público dos o tres veces por<br />

semana. Allí también se celebraban, frecuentemente, fiestas amenizadas por orquestas<br />

populares. En esta esquina, en el sitio donde se levantó, posteriormente, la casa <strong>del</strong> Sr.<br />

Rómulo Méndez, funcionó la oficina de la Compañía Venezolana de Inversiones<br />

(VICA) la cual fue visitada en 1944 por el General Isaías Medina Angarita, Presidente<br />

de la República para la fecha. En la actualidad es asiento de dos agencias funerarias: <strong>La</strong><br />

Fe y Fraternidad.<br />

ESQUINA EL CAMARÍN:<br />

(Descanso c/c Camaleones)<br />

Tal denominación surge porque en 1918 llegó a Valle de la Pascua la<br />

Compañía Dramática Teatral Zapata, cuyo tenor, el señor Rafael Pellicer Viana,<br />

alquiló una habitación en esta esquina para que sirviera de camerino a los actores y<br />

cantantes, es decir que allí se cambiaban de vestuario y se maquillaban antes de cada<br />

función. Este hecho hizo que el pueblo bautizara la esquina como Camerino, y más<br />

tarde, por deformación de la palabra: Camarín. Algunos años después funcionó aquí la<br />

oficina de Correos de Venezuela, y hoy, la Farmacia <strong>La</strong> Fe.<br />

ESQUINA SALSIPUEDES:<br />

(Descanso c/c Retumbo)<br />

Según la conseja, el nombre obedece al hecho de que en cierta oportunidad,<br />

habiéndose efectuado un velorio en la esquina El Camarín, dos borrachitos que<br />

regresaban de madrugada a sus casas, cayeron en un zanjón que había en la esquina<br />

siguiente. Uno pudo salir rápidamente, y el otro, que no podía hacerlo por sus propios<br />

medios, pidió ayuda a su compañero quien, en medio de su tremenda borrachera, solo<br />

atinaba a decir: Compadre ¡sal si puedes, sal si puedes! El hecho fue ampliamente<br />

comentado por el pueblo que bautizó la esquina con ese nombre.<br />

ESQUINA SAN JUAN:<br />

(Descanso c/c Atarraya)


Esta es una de las pocas esquinas que tenía nuestra ciudad con nombre de santo,<br />

a pesar de su acendrado catolicismo. En ella, en 1906, en solar cedido por el Concejo<br />

Municipal, los señores Gaspar García Aguilar, Rafael María Belisario y Ramón Morean<br />

construyeron la armadura <strong>del</strong> proyectado teatro Sucre, el cual no se concluyó; sin<br />

embargo, en esa esquina se realizaron las primeras proyecciones cinematográficas, en<br />

un improvisado cine que funcionó en casa de Juan Pío Oropeza, la cual disponía de un<br />

extenso patio, ideal para tal fin y a donde llegaban los vecinos amantes <strong>del</strong> arte<br />

cinematográfico, portando sus propios asientos, situación que era aprovechada por los<br />

muchachos de entonces para ganarse algunas lochas y hasta medios, cargando sillas. Así<br />

mismo <strong>este</strong> lugar fue el escenario donde se presentó, en 1918, la Compañía Dramática<br />

Zapata con un elenco integrado por Rafael Pellicer Viana, tenor y actor; Zapata, actor,<br />

y una cantante de apellido Ramírez, que llamaban “<strong>La</strong> Quijanito”, quien interpretaba,<br />

preferentemente, tangos.<br />

Igualmente, la esquina San Juan fue sede de: la Escuela Federal Leonardo<br />

Infante, la cual laboró, en la misma casa de Juan Pío Oropeza; <strong>del</strong> cine Royal, empresa<br />

creada por los señores: Miguel Ángel García y Rafael Pellicer Viana e inaugurada en<br />

1930 y de una especie de cervecería donde el cantante mejicano Pedro Infante, la noche<br />

de su debut en Valle de la Pascua, ingirió unos cuantos palos para “calentar el buche”.<br />

ESQUINA SAN RAFAEL:<br />

(Descanso c/c González Padrón)<br />

Su nombre le fue dado por la calle San Rafael. Ayer fue asiento de una herrería y<br />

un estudio fotográfico <strong>del</strong> Sr. Julio Pérez. Allí también estuvo la casa de la familia<br />

Hernández Barrios, una acogedora y solariega vivienda la que había sido construida por<br />

el General Santos Hernández hace mas de cien años atrás, fue, lamentablemente,<br />

derribada el 2006.<br />

ESQUINA EL PARADERO:<br />

(Descanso c/c Shettino)<br />

El nombre de esta esquina, el cual se hizo muy familiar, no se ha borrado de la<br />

memoria <strong>del</strong> pueblo, que continua nombrándola de esa manera. Fue sede <strong>del</strong> bar El<br />

paradero, propiedad <strong>del</strong> Sr. Juan Bolívar, y antes de El paradero funcionó en el lugar la<br />

molienda y trilladora de maíz propiedad <strong>del</strong> Sr. Luis Manuel Arévalo, de quien se<br />

afirma haberse a<strong>del</strong>antado a la técnica de fabricación de la harina de maíz precocida.


ESQUINA DESCANSO O LA FRATERNIDAD:<br />

(Descanso c/c <strong>La</strong> Mascota)<br />

Bautizada así por ser el final de la calle Descanso, la cual desemboca en el<br />

antiguo cementerio. Los integrantes <strong>del</strong> cortejo fúnebre acostumbraban hacer una pausa<br />

en esta esquina con el fin de descansar antes de cargar nuevamente el ataúd al interior<br />

<strong>del</strong> camposanto. <strong>La</strong> calle originalmente se llamó: calle El Descanso eterno.<br />

ESQUINAS DE LA CALLE LAS FLORES<br />

ESQUINA LA CRUZ VERDE:<br />

(Flores c/c Deleite)<br />

Esta designación viene dada porque una de las construcciones aledañas a la<br />

esquina tenía una cruz en la parte alta <strong>del</strong> tejado y, frecuentemente, los dueños <strong>del</strong><br />

inmueble la pintaban de un estridente color verde. <strong>La</strong> presencia de la cruz convirtió la<br />

esquina en escenario de velorios de cruz de mayo que, por la concurrencia y<br />

organización, se hicieron muy famosos<br />

ESQUINA LAS IGUANITAS:<br />

(Flores c/c Camaleones)<br />

Se desconoce el origen de <strong>este</strong> nombre tan singular, pero lo que si se sabe, es<br />

que el mismo se popularizó y se arraigó en el pueblo, tal como se evidencia en la<br />

siguiente copla que circuló hace tiempo atrás:<br />

<strong>La</strong> esquina e’ las Iguanitas<br />

no la veo de buena gana.<br />

“Manamás”, rajuñao e’ tigre<br />

y Pancho Gómez, de iguana .<br />

En esta misma esquina se estableció el Sr. Rito Quereigua, cuyo apellido<br />

también la identificó. Posteriormente lo hizo el Sr. Pancho Gómez.<br />

ESQUINA EL RETUMBO:<br />

(Flores c/c Retumbo)<br />

Se desconoce la razón <strong>del</strong> nombre. En ella funcionaron los Tribunales de<br />

Justicia, la agencia de automóviles Forllano C.A. propiedad de Francisco Mikuski y


posteriormente de Omar Camero Zamora. Igualmente, en esta esquina, en la llamada<br />

casa de la Acera Alta, propiedad <strong>del</strong> Sr. Juan de Jesús Díaz Requena, funcionó, en 1919,<br />

el Colegio privado Eduardo Blanco y, en 1928, la Escuela Federal Graduada Leonardo<br />

Infante. Actualmente deja escuchar su voz en esta esquina, la emisora, Ambiente 96.1<br />

F.M.<br />

ESQUINA LA PIEDAD<br />

(Flores c/c Atarraya)<br />

Se desconoce la razón <strong>del</strong> nombre. En <strong>este</strong> lugar funcionó un establecimiento<br />

comercial que expendía gasolina Wico y Kerosén. Allí funciona ahora el Centro<br />

Comercial Atarraya.<br />

ESQUINA SUCRE:<br />

(Flores c/c González Padrón)<br />

Allí existió una casa comercial registrada como Sucre, y los viejos moradores,<br />

por el uso y costumbre, le trasmitieron el nombre a la esquina. Funcionó, con el correr<br />

de los días, en esa esquina, la Oficina <strong>del</strong> Banco Agrícola y Pecuario, que se inició<br />

bajo la gerencia <strong>del</strong> señor Manuel Obregón. Hoy conseguimos las oficinas de<br />

IPOSTEL.<br />

ESQUINA LAS FLORES:<br />

(Flores c/c Shettino)<br />

El origen de su denominación está, probablemente, en las hermosas trinitarias<br />

que existían en una de las casas que formaban la esquina, las cuales se expandían hacia<br />

la calle dándole vistosidad y colorido al entorno. En <strong>este</strong> lugar tuvo su sede el Fondo<br />

Nacional de Investigaciones Agrícolas (FONAIAP).<br />

lugar.<br />

ESQUINA EL YUNQUE:<br />

(Flores c/c <strong>La</strong> Mascota)<br />

Su calificativo viene <strong>del</strong> taller de herrería El yunque que fue instalado en ese


<strong>La</strong> calle <strong>La</strong>s Flores se conoció antiguamente como calle El Zamuro, nombre<br />

tomando <strong>del</strong> barrio <strong>del</strong> mismo nombre.<br />

ESQUINAS DE LA CALLE BOLIVAR<br />

ESQUINA LOS MOTA:<br />

(Bolívar c/c Deleite)<br />

Se le bautizó con <strong>este</strong> nombre por la alpargatería Mota, la cual aún existe. En el<br />

lado nor<strong>este</strong> de la esquina se acondicionó un terreno municipal para practicar béisbol,<br />

al que se llamó Estadio Bolívar. Esta denominación se arraigó, rápidamente, y motivó<br />

para que se rebautizara la calle Zaraza como calle Bolívar.<br />

ESQUINA LOS CAMALEONES:<br />

(Bolívar c/c Camaleones)<br />

Según la tradición oral, en esta esquina existió un árbol de jabillo donde vivían<br />

dos camaleones que descendían, de vez en cuando, a beber agua de la que corría de los<br />

patios vecinos. Estos reptiles llegaron a formar parte <strong>del</strong> paisaje vecinal y eran<br />

conocidos por todos los habitantes de la zona. Un mal día, no se sabe cómo ni por qué,<br />

los animales aparecieron muertos al pie <strong>del</strong> árbol que les servía de albergue. Se cuenta<br />

que fue tanto el revuelo que causo <strong>este</strong> hecho que hasta el Jefe Civil de turno, Pedro<br />

Arévalo Oropeza, ordenó la investigación <strong>del</strong> caso, la cual, a la postre, no arrojó<br />

responsables. Estos animalitos, cuya muerte se convirtió para la prefectura y su cuerpo<br />

detectivesco en un cangrejo, dieron nombre a la Esquina.<br />

ESQUINA MIGUEL DÍAZ O MOLINO VIEJO:<br />

(Bolívar c/c Retumbo)<br />

En esta esquina operaba un negocio, de larga data, propiedad <strong>del</strong> Sr. Miguel<br />

Díaz, hombre sumamente sencillo y muy apreciado por sus clientes y amigos,<br />

cualidades que permitieron bautizar la esquina con su nombre.


ESQUINA LA ATARRAYA:<br />

(Bolívar c/c Atarraya)<br />

<strong>La</strong> denominación, <strong>La</strong> Atarraya, proviene de un comercio fundado en <strong>este</strong> sitio,<br />

por el Sr. Cecilio Moreno. Con el tiempo el nombre se hizo extensivo a la esquina y a<br />

la calle, tal como se conserva en los actuales momentos, a pesar que en 1924, por<br />

acuerdo municipal y como homenaje al General Antonio José de Sucre, en el centenario<br />

de la Batalla de Ayacucho se le dio el nombre de calle Sucre.<br />

ESQUINA LA VOZ DEL LLANO:<br />

(Bolívar c/c González Padrón)<br />

El vallepascuense Napoleón Rengifo instaló en esta esquina un negocio de<br />

víveres con el nombre: <strong>La</strong> voz <strong>del</strong> llano, el cual, pasó a identificarla. Este nombre se ha<br />

conservado a través de los años, tanto en la esquina como en las casas de comercio que<br />

se han establecido en ella.<br />

ESQUINA EL MARTILLO:<br />

(Bolívar c/c Shettino)<br />

Su nombre viene dado por la propia forma de la esquina: semejante a un<br />

martillo. Antiguamente se le había conocido como la esquina de Botalón de Agua y<br />

era el sitio donde se amarraban los caballos participantes en las carreras que se<br />

organizaban en el Hipódromo de Los Llanos, ubicado al frente a ella.<br />

ESQUINA LA VIGÍA:<br />

(Bolívar c/c <strong>La</strong> Mascota)<br />

Debe su nombre a su cercanía al Caño de la Vigía.<br />

ESQUINAS DE LA CALLE LEONARDO INFANTE<br />

ESQUINA: EL CALVARIO<br />

(Leonardo Infante c/c Atarraya)<br />

En esta esquina existió la capilla El calvario, la cual fue construida por el padre<br />

Juan Santiago Guasco, para prestar atención espiritual a los vecinos <strong>del</strong> barrio San<br />

Miguel.


ESQUINA: EL CHOQUE<br />

(Leonardo Infante c/c Camaleones)<br />

Debe su nombre al bar El choque, propiedad de Isaac Rodríguez.<br />

OTRAS ESQUINAS:<br />

ESQUINA EL ESFUERZO:<br />

(González Padrón c/c Ilustres)<br />

Toma su nombre de un comercio de víveres propiedad <strong>del</strong> señor José Manuel<br />

Carrillo, caracterizado por ofertar una amplia gama de productos y por poseer una<br />

numerosa clientela, tanto urbana como rural. Los días feriados y los domingos, el señor<br />

Carrillo cargaba un arreo de burros con todo tipo de mercancía y se iba para los caseríos<br />

a venderle a aquellos que, por una u otra razón, no podían venir al pueblo. Actualmente,<br />

familiares <strong>del</strong> extinto Carrillo mantienen en operación una carpintería-ebanistería.<br />

ESQUINA: EL CHARRO NEGRO:<br />

(Mascota c/c San Miguel)<br />

Esta esquina es de reciente data. Su nombre, como casi todas, se debe al bar y al<br />

mismo tiempo casa de cita que se instaló en ella: El Charro Negro.<br />

Es importante resaltar que entre los habitantes <strong>del</strong> pueblo siempre hubo<br />

inquietud por dar nombres de próceres y/o de sitios históricos a las calles de la <strong>Princesa</strong>.<br />

Un ejemplo de ello fue la propuesta que presentó a la Cámara edilicia, en 1912, el<br />

Concejal Jesús María Álvarez Jaramillo, la cual se aprobó unánimemente dentro de<br />

aquel hemiciclo, pero fuera de él se perdió en las calles soleadas. Igual solicitud se<br />

presentó en 1937, ahora por parte de los empresarios, comerciantes y trabajadores en<br />

general. El Concejo Municipal respondió comisionando a los Concejales Manuel María<br />

Sánchez y Rafael Pellicer para que levantaran el plano de la ciudad y así proceder a la<br />

nueva nomenclatura de las calles; pero nuevamente la intención quedó solo en deseos.<br />

Algunos nombres de nuestras calles dicen muy poco para las nuevas<br />

generaciones, pero tienen la esencia de la villa que las vio nacer y las aquerencia por<br />

siempre y se resiste a perderlas. El paso inexorable <strong>del</strong> tiempo, sin embargo, ha borrado<br />

la mayoría de aquellos nombres de esquinas y calles, y con su acción renovadora<br />

impulsa otros.


PLAZA BOLIVAR<br />

<strong>La</strong> plaza Bolívar de mi pueblo, crisol donde el vallepascuense funde su afecto<br />

con la más sublime añoranza y tradición, a diferencia de la usanza no asistió al<br />

nacimiento <strong>del</strong> sitio de Valle de la Pascua; principio por demás humilde, sin actas ni<br />

ceremonias de rigor y, menos aún, sin trazado de calles ni ubicación de iglesia, plaza y<br />

cárcel. Fue un nacer por propio impulso, allá en el hato Santa Juana, producto <strong>del</strong> amor<br />

al trabajo y a la tierra, de la perseverancia y la fe milagrosa de un grupo de hombres y<br />

mujeres que, con ardor y desfogue, se dedicaron a la actividad agropecuaria.


El Párroco Dr. Don Francisco Roque Díaz, llegado al lugar cinco años después<br />

de la visita <strong>del</strong> Obispo Mariano Martí y tres de la conversión <strong>del</strong> sitio en Nuevo Curato<br />

de Nuestra Señora de la Can<strong>del</strong>aria de Valle de la Pascua, fue quien, en tierra donada<br />

por el canario Juan González Padrón, construyó una iglesia decente, trazó las primeras<br />

calles así como la plaza de armas para que sirviera de escenario a hechos importantes<br />

para la comunidad. Allí comienza a latir el corazón de la ciudad, primero muy<br />

tímidamente, pues sólo se trataba de un espacio vacío con nombre rimbombante: “Plaza<br />

de Armas”, sin cerca y sin ningún distintivo que la hiciera parecer como tal, por lo que<br />

de hecho tenía más aspecto de predio sabanero que de plaza.<br />

Los moradores <strong>del</strong> sitio, en su mayoría gentes venidas de otros lugares, con su<br />

afán de buscar el bienestar colectivo dotaron la plaza de cerca de alambre de púa con<br />

puertas para el paso de las personas, las cuales eran frecuentemente derribadas por el<br />

ganado que no se mostraba muy dispuesto a ceder, a quienes no necesitaban, el pastizal.<br />

Esto obligó a construir mangas estrechas por donde no cabía el ganado, pero si<br />

permitían el tránsito de los vecinos, aunque sin mucha comodidad.<br />

Con el correr <strong>del</strong> tiempo y a medida que la aldea crecía, la plaza también mejoró<br />

su aspecto: ahora disponía de rejas metálicas terminadas en punta de lanza, las cuales se<br />

convirtieron en un verdadero peligro para la muchachada cuyo entretenimiento era<br />

saltarlas al tiempo que planteaban animadas competencias. Ante esta situación, el<br />

General Pedro Arévalo Oropeza, padre <strong>del</strong> General Emilio Arévalo Cedeño, las<br />

sustituyó por otras que no representaban peligro alguno y que cumplieron su función<br />

hasta 1912 cuando fueron cambiadas por otras que donó el Ejecutivo <strong>del</strong> Estado. Ese<br />

mismo año la Corporación Municipal creó el cargo de jardinero de la plaza principal e<br />

instaló la iluminación, la cual se hacía mediante faroles de carburo, que un farolero,<br />

escalera al hombro, se daba a la tarea de encender antes que cayera la noche.<br />

En 1922, el Concejo Municipal, comprometido con el ornato de la ciudad,<br />

nombró una Junta integrada por los señores: Miguel Ignacio Méndez, Juan Zamora<br />

Arévalo, Juan Antonio Ledezma, Ricardo Sutil y Rafael Belisario para que procedieran<br />

a la recolección de fondos, entre los habitantes <strong>del</strong> pueblo, para reparar las barandas y<br />

construir ocho puertas para las avenidas de la plaza a fin de evitar el acceso de los<br />

animales, tarea que cumplieron a cabalidad.<br />

A la par <strong>del</strong> progreso, se mejoró la iluminación de la plaza, atrás quedaron los<br />

faroles de carburo o kerosén, y también se convirtió en pasado el aparato de gas<br />

acetileno, diestramente manejado por Don Manuel Piñero y mantenido por Don Julio


Pérez, mecánico de la época. Se abrió paso a la energía eléctrica, instalada en 1929,<br />

cuando la municipalidad firmó contrato con los señores Juan Álvarez, José Lentini y<br />

Cristóbal Padilla, para el establecimiento <strong>del</strong> alumbrado público. El fluido eléctrico,<br />

aunado a los numerosos árboles y especies ornamentales que se plantaron, dio a la plaza<br />

una imagen diferente a la que los lugareños estaban acostumbrados. Era un buen<br />

augurio de que a nuestra placita la esperaban mejores días.<br />

Y efectivamente así fue. En 1983 el corazón de Valle de la Pascua revive. Como<br />

homenaje al bicentenario <strong>del</strong> natalicio <strong>del</strong> padre de la patria, se remo<strong>del</strong>ó la plaza: en las<br />

calles que le circundan se construyó un boulevard, snobismo heredado de Guzmán<br />

Blanco que es utilizado para jerarquizar algunas calles en pueblos y ciudades.<br />

En lo que respecta a las efigies que se han levantado en la plaza, se tienen<br />

noticias que en el año de 1831, como respuesta a la gran religiosidad de los<br />

Vallepascuenses y, para reafirmar el tratado de paz celebrado en su seno entre los<br />

Generales Páez y Monagas, surgió la iniciativa <strong>del</strong> conglomerado, alimentada por el<br />

hecho, de erigir en la plaza principal una imagen de “Nuestra Señora de la Paz”,<br />

llamada por el pueblo María de la Paz. Estaba hecha de un asperón selecto extraído de<br />

una cantera de la selva de tamanaco y era un poco defectuosa: rolliza, de tamaño<br />

natural, usando vestido en lugar de la tradicional túnica y tenía en la mano izquierda una<br />

palma mientras que con el índice de la otra mostraba hacia abajo como indicándonos:<br />

aquí se levantará un próspero pueblo.<br />

Esta estatua se ubicó en el centro de la plaza y de allí partían avenidas,<br />

pavimentadas de ladrillos, por donde los visitantes caminaban sus pesares y contentos.<br />

Según lo expresado por el Historiador Guillermo Morón, en su obra Los<br />

Presidentes de Venezuela; el año 1876, respondiendo a su política de levantar estatuas,<br />

el entonces presidente, General Antonio Guzmán Blanco se erigió una suya, en la plaza<br />

principal de Valle de la Pascua, que fue inaugurada el 20 de diciembre de ese año con el<br />

nombre de Estatua de la Paz, coincidiendo con otra escultura pedestre que se inauguró<br />

en El Calvario-Caracas, a la que el pueblo capitalino, después de bautizarla como<br />

Manganzón, derribó en 1878, cuando el Guzmancismo llegaba al ocaso. Sin embargo,<br />

los antiguos moradores <strong>del</strong> lugar, testimonian con mucha certeza y precisión, que dicha<br />

estatua jamás existió en nuestra plaza y que la efigie de María de la Paz estuvo en ella<br />

hasta 1909 aproximadamente, cuando el General Juan Vicente Gómez giró ordenes al<br />

General David Gimón, presidente <strong>del</strong> estado <strong>Guárico</strong>, para que fuese sustituida por una<br />

<strong>del</strong> General José María Zamora, prócer independentista nativo de Valle de la Pascua.


<strong>La</strong> noticia fue recibida con mucho agrado por Don Rafael Zamora Gil, Presidente <strong>del</strong><br />

Concejo Municipal, institución ésta que había hecho la solicitud por iniciativa de un<br />

grupo de vallepascuenses. El pueblo vio el hecho como un justo reconocimiento al<br />

coterráneo que dio su vida por la libertad de la patria.<br />

Pero, la representación <strong>del</strong> indomable patricio vallepascuense también hubo de<br />

emigrar de la plaza, cediéndole el honor a quien una vez lo llamara “esforzado y<br />

valiente oficial”, al hombre grande de América, al Libertador Simón Bolívar.<br />

Efectivamente en 1937 la municipalidad, atendiendo una propuesta hecha tres años<br />

antes por el concejal José Ramírez Carpio, adquirió un busto <strong>del</strong> Libertador y lo instaló<br />

en el lugar sobre una columna de mármol donada por el General Emilio Arévalo<br />

Cedeño, Presidente <strong>del</strong> Estado <strong>Guárico</strong> para la fecha. Tal hecho se materializó después<br />

que el busto <strong>del</strong> General José María Zamora fue trasladado al salón de Sesiones <strong>del</strong><br />

Concejo Municipal, de donde pasó, luego, al parque que lleva su nombre, en la<br />

intersección de la avenida Libertador con la calle Real.<br />

<strong>La</strong> instalación <strong>del</strong> busto <strong>del</strong> Libertador motivó a los Concejales <strong>del</strong> Distrito a<br />

cambiar el nombre de Plaza Principal a Plaza Bolívar, acuerdo que se aprobó por<br />

unanimidad en sesión extraordinaria <strong>del</strong> 20 de Abril de 1937.<br />

El busto <strong>del</strong> Libertador también fue cambiado; y la plaza Bolívar cuenta hoy<br />

con una estatua pedestre <strong>del</strong> padre de la patria, replica de la obra de Pietro Tenerani que<br />

se encuentra en la plaza mayor de Santa Fe de Bogotá, que espada en mano, y cobijado<br />

por centenarios árboles y con su mirada perdida hacia el nor<strong>este</strong>, parece decir a quien<br />

se le acerca: ahí está mi obra, no dejes que se pierda entre la desidia y el desamor por<br />

esta patria, por la que entregué mi vida y te dejé libre. ¡Continúala tu!”<br />

Mi vieja plaza, sin intención alguna, se convirtió en refugio de caminantes que<br />

venían a ella a mitigar su cansancio después de un penoso y largo viaje. En su entorno<br />

llegaban los autobuses <strong>del</strong> centro, recogían y bajaban pasajeros y proseguían su camino<br />

al oriente <strong>del</strong> país, y viceversa. Fue igualmente centro de tertulias de consuetudinarios<br />

visitantes, de reencuentro de viejos amigos, manantial de melancólicas melodías que<br />

surgían de los instrumentos de viento y percusión que tocaban, con armonía y <strong>del</strong>eite,<br />

los integrantes de la Banda Municipal dirigida por Don Emilio López y seguida, con<br />

verdadero éxtasis, por aquellas almas románticas y enamoradas que, de tarde en tarde y<br />

de domingo en domingo, asistían al obligado y mudo convite, donde una mirada fugaz,<br />

envuelta en un hasta luego hacía que, en muchos de los casos, floreciera un romance y<br />

que de aquel surgiera posteriormente el matrimonio.


Pero la civilización, cual vendaval incontrolable, cambió el rostro de la plaza.<br />

Cortaron el cotoperí, aquel enorme árbol que estaba en la esquina noro<strong>este</strong> de la misma,<br />

en la calle real, único sobreviviente de los cuatro plantados en ella; musa de inspiración<br />

de hermosas piezas musicales y s<strong>este</strong>adero, en las tardes soleadas y calurosas <strong>del</strong><br />

verano, para el personal de policía que laboraba en la prefectura. Igualmente, fue sitio<br />

de obligada espera para el viajero que llegaba allí, pues los vehículos por puesto de la<br />

ruta extra urbana tenían su oficina en la calle González Padrón, aledaña a ella. Además<br />

fue testigo presencial, por muchos años, <strong>del</strong> izamiento y arreo <strong>del</strong> pabellón patrio,<br />

teniendo como fondo las gloriosas notas <strong>del</strong> Himno Nacional entonadas por los<br />

agentes policiales y uno que otro civil que se dejaba llevar por cada verso <strong>del</strong> Gloria al<br />

Bravo Pueblo.<br />

Así mismo, se marchó, para no regresar jamás, el concierto canoro que por<br />

aquellos días alegraba, desde la frondosidad de los árboles, a las familias que habitaban<br />

en los alrededores de la plaza: la de Rafael Álvarez Romero, Vicente González<br />

Oropeza, Don Manuel Vargas, Dr. Alberto Aranguren, Don Ricardo Sutil, Don Juan<br />

Zamora Arévalo, Rita Romero, Epitacio Rodríguez, Los Ubieda, Los Rodríguez Celis,<br />

Silvestre Pérez, Rafael Belisario, Eusebia González y Ricardo Escobar, entre otros.<br />

Aquellos primeros vecinos, los mismos que fueron testigos de los cambios que<br />

se operaron en la plaza, envueltos en adioses a veces inapreciables y oscuros, también se<br />

partieron; pero llegaron otros, todos cargados de ilusión, energía y cariño, para ser<br />

atestantes <strong>del</strong> acontecer diario en sus alrededores. Se avecinan ahora: los Tovar, los<br />

Yanopulos, los Mathison, los Alayón y los Silva. Con los primeros, se marchó el<br />

estruendo y el humo contaminante que salía de los autobuses, ya no se verían más en la<br />

calle Guasco, por donde entraban y salían <strong>del</strong> pueblo. Por allá se fueron un día,<br />

llevándose sus transitorios compañeros de viaje con su vocerío y su carga de alegría.<br />

Por allá se fueron, dejando a orillas de la plaza la nostalgia por el ir sin regreso.


Parte <strong>este</strong> de la Plaza Bolívar, escasamente se mira la cerca.<br />

TULO II


COSTUMBRES Y PUEBLERIA<br />

ANIMAS DE LOS CAMINOS<br />

Valle de la Pascua, como ciudad llanera, no escapa a la condición de ser<br />

escenario ideal, y hasta natural, para que florezcan, como el mastrantal en sus sabanas,<br />

los cuentos, consejas, leyendas de espantos, de aparecidos y de ánimas donde lo<br />

imaginativo y fantaseador <strong>del</strong> llanero, aunado a las grandes soledades de los caminos y<br />

a las oscuras noches, abonan para que la fantasía se confunda con la realidad. Esto ha<br />

contribuido a que se haya formado un vasto bagaje cultural, el cual se ha ido<br />

perpetuando, de generación a generación, mayormente a través de la tradición oral.<br />

A varios años de distancia, con mis recuerdos acuestas, me dejo llevar por la<br />

evocación que trae ante mi la figura de la abuela. Aquella viejecita tierna, diminuta, de<br />

blanco pelo que, en algunas tardes hinchadas de emoción y envueltas en un viento<br />

pesado y caliente se sentaba en su vieja silla de fabricación casera y con voz pausada<br />

como quien no tiene prisa ni espera nada, nos reunía, al grupo de muchachos que felices


atendíamos al llamado, para “echarnos unos cuentos”. Aquello lo disfrutábamos<br />

sobremanera, aunque en muchas oportunidades nos levantaban de allí para llevarnos a<br />

nuestro lecho aún sin terminar la conseja, por cuyo final preguntábamos bien temprano;<br />

y siempre recibíamos la misma respuesta: - quien te manda a dormilón -. Nos contaba<br />

sobre los muertos que, por no poder descansar en paz, indicaban mediante una luz el<br />

lugar donde habían dejado enterrados sus tesoros; acerca de las ánimas al borde de los<br />

caminos que concedían favores a los transeúntes, según la creencia popular, a cambio de<br />

misas, cruces, rosarios u otros ofrecimientos.<br />

De eso hace cierto tiempo, cuando éramos muchachos y ocupábamos los ratos<br />

libres en jugar, entre otras cosas: “<strong>La</strong>s cuarenta matas”, “El paralizado” y béisbol; o en<br />

extasiarnos con los relatos de la abuela, cuentos que nos aceleraba el corazón y nos<br />

llevaba después, a atisbar en la lejanía la aparición de alguno de los personajes de las<br />

narraciones. Sin embargo, ni el embate <strong>del</strong> tiempo, ni el progreso ha podido borrar estas<br />

creencias que matizan la existencia <strong>del</strong> pueblo.<br />

De la misma manera, se mantiene la costumbre de colocar cruces en los lugares<br />

donde ha fallecido una persona por lo que es común observar, al borde de los caminos<br />

reales y carreteras, cruces de madera; unas bien hechas, otras rústicas, amarradas con<br />

bejucos, tiras o con cualquier cosa que sirva para sujetarlas, plantadas sobre<br />

promontorios de piedras, donde, según la creencia popular, permanece el anima hasta<br />

tanto se le perdonen los pecados. Por tal razón, al pasar cerca de ellas, los caminantes se<br />

persignan y lanzan una piedra al pie de la cruz para librarse de la posible compañía <strong>del</strong><br />

difunto. Otros se detienen a rezar o a implorar un favor que, de ser concedido, es<br />

obligante cumplir con la promesa. De esa manera, empezó a correr, de boca en boca, la<br />

fama de milagrosas de diversas animas, a las que, generalmente, se nombran por el sitio<br />

donde se ha fijado la cruz, más que por el propio nombre <strong>del</strong> fallecido.<br />

Así se hicieron muy populares y visitadas: el “Anima de la Vuelta <strong>del</strong> Cacho”,<br />

en <strong>La</strong> Vigía, carretera hacia Corozal; el “Anima <strong>del</strong> Toco”, en la vía hacia <strong>La</strong>s<br />

Campechanas; el “Anima de Calderón”, en la carretera nacional Valle de la Pascua-El<br />

Socorro; el “Anima <strong>del</strong> Muertito”, en la carretera Valle de la Pascua - Santa Rosa de<br />

Ceiba Mocha, los “Muertos de Semillita”, en la vía hacia la represa El Corozo; y el<br />

“Anima <strong>del</strong> Pica Pica”, cuya fama se ha divulgado a nivel nacional y se encuentra en la<br />

carretera Valle de la Pascua - Chaguaramas.<br />

Se cuenta que, en la vía que conduce de Valle de la Pascua hacia Chaguaramas,<br />

al frente de la llamada <strong>La</strong>guna Azul existió, hace años atrás, una posada conocida como


Monte Azul, sitio obligado para el reposo y el descanso de transeúntes, comerciantes y<br />

arrieros que transportaban mercancías o ganados hacia el centro <strong>del</strong> país y en cuyos<br />

potreros podían las bestias abrevar y pastar de manera segura. A ese parador llegó José<br />

Zambrano, arriero a quien el paludismo no le permitió continuar el viaje con sus<br />

compañeros, pero si tomar otra ruta, cuyo destino no se supo.<br />

Al cabo de cierto tiempo, llegó a ese hostal otro arriero a quien, en noche<br />

tenebrosa, se le dispersaron los burros. En la búsqueda, nada fácil por la oscuridad<br />

reinante y por el copioso aguacero, tropezó con una osamenta que estaba debajo de una<br />

temida mata de pica pica. Un rayo de luz le permitió determinar que era humana, y sus<br />

creencias y fe lo impulsaron a rezarle una oración y pedirle ayuda para recuperar sus<br />

burros, ofreciéndole, a cambio, darle cristiana sepultura e identificarlo con una cruz.<br />

Dice la tradición oral, que el aguacero arreció haciéndose más profunda la<br />

oscuridad y que esta fue cortada, de pronto, por un relámpago vivito que iluminó<br />

aquella estancia y le permitió ver allí, como por arte de magia, a todos sus animales<br />

agrupados. ¡El ánima le había hecho el milagro!, y el hombre, aún sin salir de su<br />

asombro, también cumplió lo convenido: sepultó los restos y clavó una cruz de pica pica<br />

en el sitio de la inhumación.<br />

El fenómeno fue, ampliamente, comentado en la posada y lugares aledaños. Los<br />

viandantes, en su diario peregrinaje, iban publicitando, cada uno a su manera, lo que<br />

ellos llamaban “un verdadero milagro”. El hecho se conoció en todas las fronteras <strong>del</strong><br />

país y así como la noticia se dispersaba, asimismo comenzaron a llegar, de cualquier<br />

latitud de la geografía venezolana, atraídos por la fe, los visitantes. Aquellos que<br />

transitaban por la vía, así como los moradores de lugares vecinos o alejados, todos<br />

venían al sitio bendito a rezar, a buscar consuelo, a pagar promesas y a encender velas<br />

en la tumba de quien, posteriormente, llamaron y conocieron como el “Anima <strong>del</strong> Pica<br />

Pica”, identificada como José Zambrano,<br />

En el año de 1949, el Dr. Rafael Zamora Pérez, Gobernador <strong>del</strong> estado <strong>Guárico</strong>,<br />

motivado por la gran cantidad de peregrinos que llegaban al lugar, ordenó la<br />

construcción de una capilla más decente que la que existía. Dicha capilla fue<br />

consumida por el fuego, debido a las múltiples velas encendidas con que los fieles<br />

manifiestan su devoción.<br />

Repuesta la capilla, vuelve a ser pasto de las llamas, el 31 de julio de 1974, y<br />

nuevamente reconstruida ese mismo año por colaboradores <strong>del</strong> pueblo, labor


encabezada por la Sra. Antonia Pérez, actualmente encargada <strong>del</strong> mantenimiento y<br />

conservación <strong>del</strong> oratorio.<br />

El Anima <strong>del</strong> Pica Pica ha sido motivo de inspiración de varias piezas musicales<br />

y poemas, como esta que le dediqué en 1991<br />

ASI NACIO EL PICA PICA<br />

I II<br />

Con el correr de los años Y así pasaron los días<br />

la trocha se hace más larga. siguió mi viejo contando,<br />

Y entre lucha y desengaño que un arriero encontraría<br />

el hombre el destino traza, los restos y un porsiacaso,<br />

y va sembrando los hechos y como andaba perdido<br />

que luego la historia narra. le pidió para enterrarlo,<br />

Y relatándoles esto que le encontrara su arreo<br />

que es la verdad sin más nada, que se le había dispersado;<br />

es el decir de Don Luis en una noche sin luna<br />

hombre de mucha palabra, de recio y fiero chubasco,<br />

baquiano de soledades, de esas que asustan al hombre<br />

caporal de horas pasadas, aunque sea creyente y guapo,<br />

que de animar tempestades y el poder de la creencia<br />

tiene la voz ya cansada, con la luz trajo el milagro,<br />

y una noche de recuerdos aún sin creerlo el hombre<br />

cuando menos lo esperaba, rezó completo un rosario.<br />

me dijo: yo vi a Zambrano Arrieros de mil caminos<br />

saliendo de la posada, sus penas fueron cargando,<br />

que llamaban “ Monte Azul”. y entre oración y silencio<br />

Tenía lejos la mirada, allí las iba dejando.<br />

y una tristeza en su rostro Desde ese día, un consuelo<br />

le noté esa madrugada. silente vive enterrado,<br />

No era una pena de amor y entre tu pueblo y el mío<br />

lo que a José lo mataba, a muchos ha consolado.<br />

y dicen que en aquel tiempo Anima <strong>del</strong> Pica Pica,<br />

hasta la vida era carga, difunto José Zambrano,<br />

y así se fue cabizbajo sigue llenando de paz<br />

sin saber que le esperaba, a mis viejos, mis hermanos,<br />

la muerte en un pica pica y mientras unos te rezan


donde velamos su alma. yo te viviré cantando.<br />

Capilla <strong>del</strong> Anima <strong>del</strong> Pica Pica<br />

Escultura representativa de José Zambrano<br />

“Anima <strong>del</strong> Pica Pica”


BANDA MUNICIPAL INFANTE<br />

Mucha bruma se esparce sobre la historia de la vida musical de Valle de la<br />

Pascua, empecinada en borrar los vestigios de ese pasado apacible que, en muchas<br />

oportunidades, era guiado por los arpegios de cualquier instrumento musical y<br />

acompañado por los cantores populares de aquel momento, así como por la Banda<br />

Municipal que, domingo tras domingo, atrapaba, en la plaza Bolívar, a los habitantes <strong>del</strong><br />

pueblo y los dejaba pasearse por sus acompasadas notas.<br />

Durante la segunda mitad <strong>del</strong> siglo XIX, el padre Juan Santiago Guasco fundó y<br />

sostuvo, en Valle de la Pascua, una escuela de música en la cual se formaron destacados<br />

ejecutantes y compositores, tales como: Emilio López, Enrique <strong>La</strong>ya, Pablo Ruiz y otros<br />

que, a su vez, continuaron la obra iniciada por el esclarecido sacerdote y, en conjunto,<br />

fueron importantes referencias para que, en mayo de 1904, los señores Jesús M.<br />

Gutiérrez, El Licenciado Valeriano López Belisario y Gregorio Méndez Matos<br />

sugirieran al Concejo Municipal la organización de una Banda Musical que tocase las<br />

retretas los domingos y convirtiera a la plaza en un oasis donde verter el cansancio <strong>del</strong><br />

trabajo semanal. Para tal fin, pusieron a disposición de la corporación nueve<br />

instrumentos musicales con los cuales podía iniciarse la preparación de los futuros<br />

músicos. <strong>La</strong> idea fu recibida con beneplácito y, en respuesta, se aprobó la contratación<br />

<strong>del</strong> Sr. Pablo Ruiz para que se encargara de adiestrar a los noveles integrantes de la<br />

banda, la cual hizo su debut el 02 de febrero de 1905, con el nombre de BANDA<br />

MUNICIPAL INFANTE.


Esta agrupación musical se afianzó rápidamente en el pueblo e incluso fue un<br />

medio para hacer relaciones sociales, tal como sucedió en noviembre de 1905 cuando se<br />

acordó, en sesión <strong>del</strong> Concejo Municipal, dedicar la banda a los Generales Pérez<br />

Bustamante y Manuel Sarmiento, además de los señores C. Arias Sandoval,<br />

Gumersindo Rivas y Pablo Ruiz como muestra de aprecio y reconocimiento.<br />

A la Banda Infante pertenecieron, entre otros, José Manuel Acevedo, Jesús<br />

María Orihuela, José Dolores Ramírez, Esteban Ruiz, Hilario Rodríguez y Ernesto<br />

Valiente, de quien se conserva una anécdota que aún los nuevos tiempos no han podido<br />

borrar. Se cuenta que Valiente se separó de la Banda sin permiso <strong>del</strong> director, falta<br />

grave que fue notificada, por oficio, al Concejo Municipal. Discutida la novedad, en<br />

sesión ordinaria, se aprobó oficiar al Jefe Civil <strong>del</strong> Distrito para que citara al<br />

representante conjuntamente con el alumno, a fin de que <strong>este</strong> último hiciera entrega <strong>del</strong><br />

instrumento y <strong>del</strong> uniforme asignado, como paso previo a su expulsión <strong>del</strong> seno de la<br />

organización. Así de inquebrantable era la disciplina y el orden que imperaba por<br />

aquellos días en cualquier institución de carácter público o privado.<br />

<strong>La</strong> Banda Infante, con sus dulces notas, se dejó escuchar por varios años y se<br />

convirtió en la protagonista principal de aquellas citas dominicales pero, al paso de los<br />

días, un gélido viento desafinó los instrumentos de tal manera que estos dejaron de<br />

sonar y la Banda, en un mutis insospechado, guardó las partituras y bajó el telón. Salió<br />

de escena y dejó en la plaza un impresionante silencio envuelto en las más disímiles<br />

preguntas.<br />

Pero, en 1938 resurge la banda con sus alegres y armónicos compases. Se<br />

adquieren nuevos instrumentos y partituras y se nombra como director al Sr. Emilio<br />

López, quien legó la batuta a un alumno suyo, Rufo Pérez Salomón, que fue seguido,<br />

sucesivamente, por: José Oscar Guerra, Napoleón Bartolano, Aníbal Matute, Freddy<br />

Mota, y más reciente, José Flores.<br />

<strong>La</strong> Banda, ahora conocida por el pueblo como BANDA LOPEZ, contó, además<br />

de los ya mencionados, con los músicos: Miguel y Críspulo Monserratt, Manuel<br />

Martínez, Luís Alfredo Contreras, Manuel González y Carlos Montilla, a los que, con el<br />

tiempo, se fueron sumando otros ejecutantes, tales como: Ricardo Hurtado, Jesús María<br />

Bolívar, Víctor Castro, Maluenga, Bernabé Gómez, Ángel <strong>La</strong>ya, José Lima y Juvenal<br />

Cordero quienes, con el romanticismo de sus aires y la frescura de sus almas,<br />

impregnaban las tardes y noches dominicales de serena alegría.


Igualmente, sus melancólicos valses y los tradicionales merengues se dejaron<br />

escuchar también en las fiestas patronales <strong>del</strong> pueblo, así como en las comunidades<br />

vecinas, al tiempo que, con sus marchas, daban dignidad a los actos oficiales, y<br />

majestad a las procesiones realizadas durante la Semana Santa.<br />

<strong>La</strong> Banda Municipal, síntesis de la vida común <strong>del</strong> pueblo, compartía la escena<br />

con las orquestas de Rufo Pérez y de José Oscar Guerra, enredando en sus arpegios los<br />

espacios de aquel sencillo pueblo. Pero, sin un razonamiento justo por parte de la<br />

Municipalidad, se les retiró el exiguo presupuesto, un mal día de 1983. <strong>La</strong> Banda dejó<br />

de filtrar sus melodías, quitándole alegría, movimiento y vivacidad al cierre de la<br />

semana. También habían dejaron de sonar las notas bailables de las orquestas de Rufo<br />

Pérez y de José Oscar Guerra y dieron paso a grupos más resonantes como: Los Nikel,<br />

de Antonio Pérez Rengifo; los Billys` Boy o Séptima Combinación, de Evencio Loreto;<br />

Juventud Square, de Carlos Montilla Rivero; Impacto Juvenil, de Juvenal Cordero y el<br />

Nuevo Grupo de Tomás Navarro.<br />

No obstante, las notas de la banda no se habían borrado y permanecían<br />

gravitando en el ambiente por lo que en 1991, nuevamente, en un esfuerzo por darle<br />

brillo al esplendido tesoro de la tradición musical enmohecida en los redoblantes,<br />

clarinetes, trompetas, baterías, trombones y saxofones, se buscó reorganizarla. Se logró<br />

el objetivo pero, al poco tiempo, el mutismo volvió a cubrirla. Como todo cambia,<br />

también lo hizo el romanticismo de aquellos días. Una nueva vida venía requiriendo de<br />

otro ritmo y abriéndose paso en el gusto de la gente; sin embargo el reconocimiento<br />

hacia aquellos que plantaron la simiente se mantiene invariable; y la esperanza de un<br />

renacer, también.<br />

Banda Municipal.<br />

Dirige Prof. Oscar<br />

Guerra. 1958


Grupo Impacto Juvenil<br />

1990<br />

COSTUMBRES FUNERARIAS<br />

Por las investigaciones de<br />

Monseñor Rafael Chacín Soto,<br />

sabemos que, en 1789, Don Juan González Padrón, terrateniente asentado en Valle de<br />

la Pascua, solicitó ante el Presbítero Dr. Francisco Roque Díaz, regente de la Parroquia<br />

de <strong>La</strong> Can<strong>del</strong>aria, licencia para ser enterrado, así como su mujer, sus hijos,<br />

descendientes y otros parientes hasta el cuarto grado de consanguinidad, en la iglesia<br />

que se estaba construyendo y para la cual había donado no sólo el terreno y la mano de<br />

obra, sino también el moblaje. Dicha solicitud le fue concedida por el Obispo Mariano<br />

Martí en noviembre de 1790, respondiendo a la costumbre de sepultar cristianos<br />

terratenientes en las iglesias, practica que estuvo vigente hasta la primera mitad <strong>del</strong> siglo<br />

XIX.<br />

Era así en nuestra aldea porque en esos primeros tiempos no había cementerio<br />

los entierros se hacían, bien en las iglesias, sólo los autorizados; o en los solares de las<br />

casas, marcando el lugar con toscas y rudimentarias cruces de madera.<br />

<strong>La</strong> primera noción de existencia de cementerios en Valle de la Pascua está en la<br />

licencia concedida por las autoridades eclesiásticas, el 6 de septiembre de 1808, al<br />

presbítero Br. Pedro Ruiz para construir, a su costa, un cementerio con osario, cruz y<br />

capilla en el lugar donde existía una ermita abandonada, según lo planteado en la<br />

petición hecha por el mismo Párroco. De acuerdo con los viejos cronistas, el<br />

camposanto conocido como cementerio <strong>La</strong> Aurora estaba ubicado cerca de la iglesia,<br />

en la calle El Sol, (hoy Guasco), intersección con Shettino. En él fue enterrado, según<br />

contaban los habitantes <strong>del</strong> pueblo, su propio fundador, el Padre Ruiz, quien murió en<br />

1814 cuando buscando pactar con Centeno, guerrillero realista que dirigía una facción


de indios Guapitos, para que éste y sus acólitos se alistaran en las filas <strong>del</strong> ejército<br />

patriota, fue asesinado en la selva de Tamanaco, de un tiro en el pecho. El mencionado<br />

cementerio fue clausurado y posteriormente, el Padre Juan Santiago Guasco, gran<br />

benefactor de la ciudad, construyó con su propio peculio, el llamado cementerio viejo,<br />

en la calle Mascota, entre calles Guasco y <strong>La</strong>s Flores.<br />

El osario construido por el Padre Guasco fue ensanchado en varias<br />

oportunidades. En 1904, el Concejo Municipal nombró una Junta pro ensanche <strong>del</strong><br />

cementerio en la que tomó parte activa el General Jesús María Isturiz, quien dirigió los<br />

trabajos en ese sentido, los cuales culminaron el 15 agosto de ese mismo año fecha<br />

cuando el presbítero Ortiz bendijo el nuevo camposanto y fue puesto a disposición <strong>del</strong><br />

pueblo. En 1923, nuevamente, se realizaron trabajos de ampliación para lo cual se<br />

utilizó un potrero <strong>del</strong> Sr. Antonio Gómez, a quien el Concejo Municipal indemnizó con<br />

Bs. 100. Igual trabajo ejecutó la Junta de Fomento en 1932, cumpliendo con un decreto<br />

<strong>del</strong> ejecutivo regional. Posteriormente, otras comisiones también realizaran trabajos de<br />

mejoras al cementerio con fondos aportados por los vecinos. Esta responsabilidad no<br />

solo fue ejercida por hombres; también recayó en el sexo femenino tal como ocurrió en<br />

1943 cuando la Junta pro mejoras <strong>del</strong> cementerio, estuvo integrada por: María Teresa de<br />

Ledezma, Gloria de Moreno, Carmen Teresa de Belisario, Georgina de Graterol e Isabel<br />

Jiménez de Melo.<br />

El llamado Cementerio viejo contaba con los servicios de celadores o vigilantes,<br />

nombrados por el Concejo Municipal. Entre ellos se recuerda aún, a José Arévalo, Juan<br />

Vicente Arévalo, Onofre Prado, Rafael Bolívar, Jesús Jiménez, Pablo González, Juan<br />

Ochoa y Julio Segovia, quienes llevaban un registro numérico de los fallecidos que allí<br />

eran inhumados y vigilaban el cumplimiento de la reglamentación alusiva al orden de<br />

apertura de las fosas, a fin de conservar las vías de acceso y facilitar el tránsito interno.<br />

El camposanto de la Mascota funcionó hasta el año de 1973, cuando fue<br />

clausurado y, por esfuerzo mancomunado <strong>del</strong> gobernador <strong>del</strong> estado, Don Alejandro<br />

Rodríguez Guzmán, y <strong>del</strong> Presidente <strong>del</strong> Concejo Municipal, Sr. Manuel Oropeza<br />

Fraile, se construyó el nuevo cementerio, ubicado en el sector Los Bálsamos de la<br />

ciudad. A <strong>este</strong> se sumó el construido en la vía Valle de la Pascua – Chaguaramas el<br />

año 2005.<br />

Igualmente, se escucha a los abuelos hablar de los cementerios: <strong>La</strong> Morita y<br />

Mamonal, ubicados, en la vía hacia Corozal, el primero; y en el caserío Mamonal, el<br />

segundo. Se dice que ambos estaban cerrados, pero a finales de 1918, se reabrieron


provisionalmente para cubrir las emergencias ocasionadas por la epidemia de gripe<br />

española que azotó al país y que acabó, prácticamente, con varios caseríos de la región<br />

nororiental <strong>del</strong> <strong>Guárico</strong>, sembrando en ellos soledad, desolación y tristeza. Los<br />

mencionados cementerios fueron clausurados, definitivamente, en 1926.<br />

Con relación a las costumbres funerarias, se sabe que, años atrás, debido a la<br />

ausencia de agencias funerarias, los velorios se realizaban en las casas de familia, cuyas<br />

puertas, ventanas y espejos se cubrían con cortinas de nylon o de tul blanco, trenzadas<br />

con cintas negras y permanecían así hasta terminar los novenarios o rezos.<br />

Durante el velatorio se buscaban los servicios de una rezandera que, seguida por<br />

los asistentes, especialmente las mujeres, rezaba, cada cierto tiempo, rosarios de cuerpo<br />

presente, mientras que los hombres, reunidos en el patio de la casa o sentados en la<br />

calle, se dedicaban a conversar o a echar chistes al tiempo que degustaban una taza de<br />

café, te, chocolate o tragos de bebidas espirituosas.<br />

<strong>La</strong> condición económica <strong>del</strong> difunto se manifestaba, ayer como hoy, en el<br />

entierro. Se decía que “tenía posibilidades” si sus restos eran trasladados en una urna, o<br />

que no disponía de recursos económicos, si lo llevaban en hamacas o chinchorros que<br />

cubrían con una cobija de pelo con el lado negro hacia arriba. Si el lado visible era el<br />

rojo, indicaba que el transportado era un paciente.<br />

Ante tal desigualdad y siguiendo el ejemplo de la iglesia caraqueña, en 1929, la<br />

Sociedad Socorro Mutuo, capítulo Valle de la Pascua, construyó y entregó a la<br />

municipalidad una urna para ser utilizada, gratuitamente, en el traslado de cadáveres<br />

hasta el cementerio, donde se enterraban envueltos en cobijas o sabanas; y la urna,<br />

forrada de charol negro y bautizada con el nombre de <strong>La</strong> panchita, se reintegraba a la<br />

Jefatura Civil, donde se depositaba hasta ser requerida por otros dolientes.<br />

Para el traslado <strong>del</strong> féretro se utilizaba la llamada Tarabita, que era un mueble<br />

rectangular con base de madera y con una especie de brazos de media luna para ser<br />

apoyados en los hombros de los cargadores, que por lo general eran familiares y<br />

allegados al difunto. El cortejo salía de la Iglesia Nuestra Señora de <strong>La</strong> Can<strong>del</strong>aria<br />

subía por la calle Atarraya, luego tomaba la calle Descanso en dirección o<strong>este</strong> y al llegar<br />

al cruce de ésta con la calle Mascota, en la esquina de <strong>La</strong> Fraternidad o El Descanso,<br />

antes de entrar al cementerio, se bajaba el ataúd, se daba el pésame y se expresaba<br />

condolencias a los familiares. <strong>La</strong> primera palada de tierra debía echarla el familiar más


cercano al difunto, mientras los otros dejaban caer flores, piedras, tierra o terrones en<br />

señal de despedida.<br />

Si el extinto era un niño, se decía que “un angelito había ido al cielo” y por tal<br />

razón se le vestía de blanco, se le ponía una corona de flores así como alitas hechas de<br />

papel rizado y se enterraba, igual que los jóvenes y las damas solteras, en urnas<br />

blancas.<br />

En lo que respecta al luto, se guardaba de manera muy rigurosa. Si una mujer<br />

quedaba viuda debía guardar luto por el resto de su vida, usando ropa de color negro,<br />

luego medio luto (blanco y negro) y finalmente colores considerados muy serios, como<br />

gris y morado. Durante los primeros meses se usaba “negro cerrado”, es decir vestido<br />

negro manga larga; luego, negro manga corta y, posteriormente, medio luto. El tiempo<br />

a guardar variaba de acuerdo al parentesco con el difunto: a los padres e hijos se les<br />

guardaban tres años; hermanos, dos; tíos, un año, lapsos que fueron disminuyendo,<br />

progresivamente, con el paso <strong>del</strong> tiempo. Los hombres, por su parte, manifestaban el<br />

duelo mediante el uso de corbata negra, botón negro en la solapa o por una banda<br />

negra o de color oscuro sobre la manga de la camisa. El luto incluía, también, la<br />

prohibición de asistir a fiestas y bailar, ya que si lo hacían se decía que “habían bailado<br />

al muerto”, siendo objeto de severas críticas.<br />

Como era de esperarse, los viejos usos y costumbres empezaron a disiparse con<br />

el progreso. El 15 de enero de 1935 se estableció en Valle de la Pascua la primera<br />

agencia funeraria: Funeraria <strong>La</strong> Pascua, propiedad de Don Chicho Chávez, ubicada en la<br />

calle Atarraya, entre la avenida Rómulo Gallegos y la calle Leonardo Infante. Se<br />

contaba ahora con una capilla velatoria que impuso cambios en las costumbres de la<br />

época. <strong>La</strong> sociedad los acepto y empezó a dejar constancia de su asistencia a los actos<br />

velatorios mediante el uso de unas tarjetas que se colocaban en un receptáculo ubicado<br />

en sitio visible.<br />

Así mismo, las personas que estaban fuera de la ciudad, una vez enteradas de la<br />

muerte de algún allegado, acostumbraban enviar cartas o telegramas de pésame a los<br />

familiares, misivas éstas que han sido sustituidas, en la actualidad, por la llamada<br />

telefónica, el mensaje de texto telefónico o el correo electrónico, medios que junto a<br />

otros a<strong>del</strong>antos científicos han ido relegando al recuerdo, aquellas costumbres llenas <strong>del</strong><br />

más sentido humanismo.


Ruinas de la entrada principal <strong>del</strong> desaparecido “Cementerio viejo”<br />

FERIAS DE LA CANDELARIA<br />

Han pasado varias décadas desde que Valle de la Pascua empezó a realizar sus<br />

ferias. Sucedió en diciembre de 1939 y se extendió hasta los primeros días <strong>del</strong> mes de<br />

enero de 1940, cuando la ciudad apenas contaba con 15 mil habitantes. Un grupo de<br />

vallepascuenses, con visión de futuro y respondiendo al dicho que reza “El llanero es<br />

<strong>del</strong> tamaño <strong>del</strong> compromiso que se le presente”, se impuso la meta de darle a la<br />

comunidad unas ferias como las celebradas en otras ciudades <strong>del</strong> país que, al tiempo que<br />

proporcionaran al pueblo un ambiente de sana euforia festiva, diesen oportunidad para<br />

mostrar los productos de la región a los comerciantes y turistas que llegasen de visita,<br />

iniciando así su proyección económica.<br />

Después de un período de preparación, el trabajo rindió sus frutos y todos los<br />

habitantes <strong>del</strong> pueblo celebraron con orgullo, entusiasmo y optimismo su primera feria,<br />

la cual estuvo adornada por su majestad: Luisa Margoth Hernández Núñez. Fue una<br />

feria ganadera, organizada por los señores: Rafael Zamora Pérez, su presidente; Ángel<br />

Rafael Arzola, Cecilio Moreno y el Dr. Ernesto Díaz Vargas, entre otros, y contó con la<br />

presencia <strong>del</strong> General Eleazar López Contreras, a la sazón Presidente de la República,<br />

su gabinete y el Dr. Rafael Zamora Arévalo, Presidente <strong>del</strong> estado <strong>Guárico</strong>, para esa<br />

fecha, y padre <strong>del</strong> presidente de la feria, Zamora Pérez.<br />

El lugar escogido para realizar la exposición ganadera fue el terreno contiguo a<br />

la <strong>La</strong>guna <strong>del</strong> Pueblo, ya que esta fuente de agua se tenía como un atractivo especial. En<br />

ella los señores Filiberto Armas y José Ángel Ledezma hicieron construir un bar<br />

flotante a donde llegaban “los enferiados” a refrescarse, bien en curiaras hechas por


indios Panares traídos desde Guayana para tal labor, o usando el muelle fabricado para<br />

ese fin.<br />

En esta primera feria, a la par de la actividad ganadera se organizaron eventos<br />

populares entre los que se vivió con acentuada preferencia las coleaderas, afición<br />

legendaria <strong>del</strong> llanero, las cuales se realizaron en la llamada calle de <strong>La</strong>s Coleaderas o<br />

calle Abajo, luego Av. Táchira y hoy día Av. Rómulo Gallegos. También se disfrutaron<br />

con mucha profusión, los infaltables bailes que se realizaban en la plaza Bolívar.<br />

Transcurrido más de medio siglo, aún se escucha en el decir de la conseja las<br />

expresiones de sorpresa e incredulidad de la gente <strong>del</strong> pueblo cuando se enteraron <strong>del</strong><br />

comportamiento de Don José María Rubín Zamora, para ese entonces, Jefe Civil <strong>del</strong><br />

Distrito Infante, ante el ciudadano Presidente de la República a quien, al serle<br />

presentado por el Dr. Zamora Arévalo, presidente <strong>del</strong> estado <strong>Guárico</strong>, le informó<br />

haberle impuesto una multa así como a su comitiva, por el hecho de no respetar el<br />

flechado que los encargados <strong>del</strong> tránsito en la ciudad, habían demarcado con<br />

anterioridad. <strong>La</strong> multa fue cancelada por el Ministro de Obras Públicas con materiales<br />

de construcción de acuerdo a lo fijado por Rubín Zamora, los cuales se destinaron al<br />

arreglo de algunas calles de la ciudad.<br />

Esta primera experiencia ferial se repitió en 1948, <strong>del</strong> 4 al 9 de noviembre,<br />

cuando se celebró una feria organizada por la Asociación de Criadores <strong>del</strong> Distrito<br />

Infante y patrocinada por el Ministerio de Agricultura y Cría, la cual fue prestigiada por<br />

la presencia <strong>del</strong> ciudadano Presidente de la República, Don Rómulo Gallegos, quien,<br />

junto a su comitiva, escuchó los oficios religiosos que se habían pautado para esa<br />

ocasión en el sagrado recinto de la Iglesia Nuestra Señora de la Can<strong>del</strong>aria.<br />

A la <strong>La</strong>guna <strong>del</strong> Pueblo llevaron los criadores los mejores especimenes de sus<br />

rebaños para que fuesen juzgados y premiados por un jurado nombrado por el<br />

Ministerio de Agricultura y Cría, el cual estableció varias categorías para los animales<br />

expuestos. Para el ganado vacuno se organizaron dos grupos: criollos y mestizos, y<br />

dentro de cada grupo se evaluó: toros, novillos, vacas y novillas; así como el ganado<br />

lechero. Los equinos también se clasificaron en dos grupos: criollos y media sangre, los<br />

que a su vez se apreciaron atendiendo las categorías: enteros, castrados y yeguas;<br />

mientras que para los porcinos se establecieron tres grupos: criollos, media sangre y<br />

pura sangre de la raza Duroc Jersey y Hampshire; y las categorías macho y hembra,<br />

siguiendo igual criterio para las aves.


Es importante destacar que dentro de cada categoría se otorgaron once premios,<br />

a saber: Gran campeón, campeón, reservado <strong>del</strong> campeón; primer premio, segundo<br />

premio, tercer premio y cinco menciones honoríficas, siendo algunos de estos premios,<br />

sementales finos importados por el Ministerio de Agricultura y Cría.<br />

<strong>La</strong> municipalidad, por su parte, también se sumó a la celebración ferial. Para<br />

estimular a los expositores fijó un premio de Bs. 1.000 para el ganadero que presentase<br />

la vaca más lechera, y entre otras medidas, aprobó la exposición y venta libres de todo<br />

impuesto, de los artículos producidos en el medio rural, actividad que se realizó en una<br />

casa con techo de moriche, construida especialmente para tal fin. Igualmente, la<br />

municipalidad se reservó el derecho de remate en todos los juegos que se efectuaron, los<br />

cuales fueron controlados de la siguiente manera: Remates de juegos privados, bajo la<br />

supervisión <strong>del</strong> Concejal Jesús (Chucho) María Cachutt; Remate de juegos públicos, a<br />

cargo <strong>del</strong> Prefecto <strong>del</strong> Distrito, y las cantinas que se ubicaron en los terrenos <strong>del</strong><br />

hipódromo o Caño de <strong>La</strong> Vigía, a cargo de la Junta Organizadora de la Feria.<br />

Sin encontrar una explicación aún, después de esta segunda fiesta el letargo<br />

sopló muy fuerte por el municipio y, por espacio de 21 años, lo envolvió. Solo se<br />

rompió en 1969, cuando un grupo de hombres de espíritu emprendedor y creativo<br />

retomó la idea de realizar de nuevo las ferias <strong>del</strong> pueblo, ahora en homenaje a la<br />

patrona, la Virgen de la Can<strong>del</strong>aria. Dichas ferias comenzaron a celebrarse desde ese<br />

mismo año bajo la presidencia de Manuel Oropeza Fraile como ferias agropecuarias e<br />

iniciaron una marcha indetenible ofreciendo, durante cuatro días, mucha animación,<br />

colorido y alegría. Es la oportunidad para el esfuerzo colectivo. Es tiempo de desfiles,<br />

de carrozas y reinas; arreglos de calles de la ciudad; presentación de eventos culturales y<br />

folklóricos; competencias deportivas; exposiciones ganaderas, agrícolas, industriales y<br />

artesanales, así como visitas de personalidades, gobernantes y turistas. Es época<br />

también <strong>del</strong> anhelado reencuentro de los hijos de <strong>este</strong> terruño que han emigrado a otras<br />

latitudes, buscando mejoras en cualquiera de los órdenes de la vida. Momento de toros<br />

coleados y de las corridas de toros, alma y vida de toda feria.<br />

Ya la Feria de la Can<strong>del</strong>aria dejó atrás los días en que se celebraba en las calles<br />

<strong>del</strong> pueblo, pasado que algunos moradores rememoran con nostalgia, pues consideran<br />

que aquellas eran mejores, más populares. Ahora se realizan en el parque de exposición<br />

General Emilio Arévalo Cedeño, nombre dado en homenaje al hombre audaz que se<br />

alzó contra la dictadura Gomecista y que, durante su corto desempeño como Presidente<br />

<strong>del</strong> estado <strong>Guárico</strong>, hizo instalar molinos de viento en las diferentes sabanas<br />

guariqueñas, tratando de paliar así la terrible sequía que vivía nuestra bendita tierra. A la


entrada <strong>del</strong> parque está su busto vaciado en bronce, con la mirada profunda, como<br />

esperando oír las tropas enemigas. Cara menuda que nos mira cuando entramos a su<br />

feudo y aunque parece indiferente, sabemos que se contenta con nuestra presencia y en<br />

su rostro creemos adivinar una invitación a participar de las actividades fériales, para<br />

promocionar el trabajo, como valor primordial <strong>del</strong> venezolano.<br />

Adentrándonos en el parque, al final <strong>del</strong> mismo, encontramos la plaza de toros<br />

Enrique Finelli, epónimo <strong>del</strong> motor de la fiesta brava en Valle de la Pascua y primer<br />

empresario de toros en la ciudad, quien organizó, en 1975, en una plaza portátil, la<br />

primera novillada en el marco de la feria, con un cartel integrado por: Carlos Reynaga,<br />

Jesús Salermi y Luis de Aragua, quienes lidiaron ganado de Tarapío, espectáculo que<br />

los aficionados pudieron disfrutar pagando entradas de Bs. 50 en tendido de sombra y<br />

Bs. 30 en sol. El papel se agotó a pocas horas de haberse puesto a la venta, hecho con el<br />

cual el pueblo manifestaba ese carácter taurófilo heredado de los andinos.<br />

Esa afición taurina, que siempre llenaba la plaza portátil, fue obligante para la<br />

construcción <strong>del</strong> actual coso taurino, labor realizada por trabajadores <strong>del</strong> Concejo<br />

Municipal y por un pelotón de soldados <strong>del</strong> Batallón de Ingeniería Militar Avendaño,<br />

bajo la dirección y supervisión <strong>del</strong> Ingeniero Gonzalo Melo. Se construyó en tiempo<br />

record, aproximadamente en dos meses. El Ingeniero Gonzalo Melo Morales, en Enero<br />

de 1976, antes de entregar la obra, hizo correr sobre las gradas a 200 soldados traídos<br />

<strong>del</strong> Fuerte Arichuna, con sede en Roblecito, para demostrar la seguridad de la misma y<br />

poner fin a ciertos rumores que se corrían en el pueblo, sobre su poca resistencia.<br />

A los hermanos Girón: Curro y Efraín, junto al Español Juan Martínez, les<br />

correspondió el honor de estrenar la plaza, en la cual han mostrado su arte, además; Luis<br />

de Aragua, José Manzanares, Gabriel de las Casas, El Niño de la Capea, Los Girón, con<br />

la excepción de César, Bernardo Valencia, Rafael Pirela, José Antonio Galán, El<br />

Porteño, Morenito de Maracay, Celestino Correa, Gitanillo de América, Manuel Medina<br />

“El Rubi”, Juan Contreras, Mary Paz Vega, José Antonio Valencia, Erick Cortez, El<br />

“Gitanillo de América” y otros más. Aunado a estas figuras de la tauromaquia mundial<br />

también hemos disfrutado, en nuestra plaza de toros, <strong>del</strong> espectacular arte <strong>del</strong><br />

rejoneador José Luis Rodríguez y de su hijo Javier, quien en el 2003 y con tan solo 14<br />

años nos trajo su incipiente arte, que demostró ante un becerro y recibió un nutrido<br />

aplauso, que de los tendidos, caía como un aguacero al redon<strong>del</strong> donde arte, hombre y<br />

bestia debatían en duelo.


<strong>La</strong> primera Comisión Taurina que actuó en la Plaza de Toros Enrique Finelli,<br />

estuvo integrada por Josafat González, su Presidente; Rómulo González, Emilio Carpio,<br />

Pedro Armas y Alberto Ojeda; el Médico de Plaza: Dr. Rafael Ledezma Martínez. Con<br />

el tiempo y tomando aquel sabio proverbio que dice: “Nada es Eterno en la Vida”, la<br />

Comisión Taurina sufre modificaciones: los señores Rómulo González, Josafat<br />

González y Pedro Armas, son sustituidos por: Kanor Fariñas, Gonzalo Chávez y José<br />

López Itriago, quedando Alberto Ojeda como su presidente. Después de un largo<br />

mandato, Ojeda renuncia y da paso a Josafat González. Ante el inesperado fallecimiento<br />

de éste, toma las riendas de la Comisión el Dr. Rafael Seijas González. Para un nuevo<br />

período la jefatura es asumida por el Sr. Antonio García, a quien siguió el Dr. José<br />

Antonio Acosta, que también dimite al mando. El 2006 la comisión queda integrada<br />

por: Presidente: T.S.U. Remigio Utrera; Vocales: Médico Veterinario, Kanor Fariñas;<br />

T.S.U, Alirio Flores; T.S.U. Luis Andrés Carrillo; Médico de Plaza, Dr. Napoleón<br />

Cedeño y Asesora Técnica Sra. Blanca de Utrera.<br />

Del lado Sur <strong>del</strong> parque ferial se encuentra la manga de coleo “Campeones<br />

Guariqueños”, bautizada con ese nombre como un reconocimiento a los hombres<br />

osados, que haciendo gala de fuerza e inteligencia, y compenetrados completamente,<br />

con sus monturas, tumban los toros para anotarse coleadas efectivas y ser premiados<br />

con cintas, aplausos y besos de las muchachas que se dan cita cada vez que se anuncia<br />

esta actividad. Esta manga, “Campeones Guariqueños”, es, conceptuada hoy por hoy,<br />

por la gente que se mueve en estos men<strong>este</strong>res <strong>del</strong> deporte nacional, como una de las<br />

mejores que tiene nuestro país, calificación que nos enorgullece.<br />

En estos recuerdos fériales no podemos dejar de mencionar a los hombres que,<br />

con dedicación y tesón han tomado la responsabilidad de presidir las fiestas, así como a<br />

las jóvenes que, como reinas, las han engalanado con su belleza.<br />

AÑO PRESIDENTE REINAS<br />

1.969 Sr. Manuel Oropeza Fraile Perla Veitía (Agricultura)<br />

Isabel Bolívar (Industria)<br />

Piedad Campagna (Ganadería)<br />

1.970 Dr. José Antonio Ron Troconis Marisol Alayón Camero<br />

1.971 Dr. Rafael Seijas González Dalila Monserratt


1.972 Sr. Omar Salomón Maritza Corona<br />

1.973 Sr. Manuel Oropeza Fraile<br />

Sr. Alfredo Milano<br />

Sr. Miguel Vilera <strong>del</strong> Corral Dorys Ortiz Armas<br />

1.974 Sr. Manuel Oropeza Fraile<br />

Sr. Alfredo Milano<br />

Sr. Miguel Vilera <strong>del</strong> Corral Elsa Rosalía Ruiz Díaz<br />

1.975 Sr. Manuel Oropeza Fraile<br />

Sr. José López Itriago<br />

Sr. Enrique Finelli Nancy de Jesús Guarán<br />

1.976 Sr. José López Itriago<br />

Sr. Juan Zamora Ron<br />

Sr. Enrique Finelli Marja Camero<br />

1.977 Sr. José López Itriago<br />

Sr. Alejandro Rodríguez<br />

Sr. Juan Zamora Ron Iris Ruiz<br />

1.978 Sr. Bruno Ballerini<br />

Sr. José López Itriago<br />

Sr. Juan Zamora Ron María Bohórquez Zambrano<br />

1.979 Dr. Enrique Ramírez<br />

Sr. Arturo Socorro<br />

Sr. Juan Zamora Ron Maribel Briceño<br />

1.980 Sr. Ángelo de Benedictis Ángela Jaramillo P.<br />

1.981 Sr. Jesús Anchietta Nélida Maita<br />

1.982 Sr. Juan Moisés Padra Zaida Mújica<br />

1.983 Sr. Agapito Gómez Elivict Itriago


1.984 Sr. Alejandro Rodríguez Méndez. Yanet Meza Loreto<br />

1.985 Sr. Arturo Socorro Susana Polo<br />

1.986 Sr. Rafael Núñez Lucía Salomón<br />

1.987 Ing. Rafael Benito Andrade Lolimar Pérez<br />

1.988 Sr. José Miguel García María Alejandra Belisario<br />

1.989 Sr. Misael Flores Elsa Parra<br />

1.990 Dr. Donato Santaella Tibisay Helena Jauvek J.<br />

1.991 Sr. Mario Casamassima Dubraska Montilla<br />

1.992 Sr. Manuel Oropeza Fraile Mónica Abraham Méndez<br />

1.993 Dr. Manuel Fernández Damelys Guerra<br />

1.994 Ing. Jesús “Pelón” Miranda Yauri Rodríguez<br />

1.995 Sr. Carlos Montilla Merimar Sifontes<br />

1.996 Dr. Kanor Fariñas Milagros Camero<br />

1.997 Sr. Eduardo Peraza Jaidys Gómez<br />

1998. Sr. Mauro Spagnoletti María Verónica Ciaccera<br />

1999. Sr. Juan Quintero Sandra Natibel Rondón<br />

2000 Sr. Richard Mercado Darieli Rodríguez<br />

2001 Sr. Rafael Loreto Carolina Ramírez<br />

2002 Dr. Manuel Pérez López Yuneidi González


2003. Ing. Freddy Quintero Shandra Rodríguez<br />

2004. Sr. Gustavo Barreto Raquel López<br />

2005. Sr. Rafael Loreto Samaria Machuca<br />

2006. Ing. Rafael Zamora Ron María Fernanda Rodríguez<br />

2007. Sr. Gino D’ Benedictus Solangel Sánchez<br />

2008 Sr. David Moisés Magaly Pinto González<br />

Y así, año tras año, la <strong>Princesa</strong> <strong>del</strong> <strong>Guárico</strong> se embellece para celebrar sus<br />

Ferias de la Can<strong>del</strong>aria, una ventana que, anualmente y durante cuatro días, se abre de<br />

par en par a toda Venezuela, para que se asome a través de ella y pueda apreciar el hacer<br />

<strong>del</strong> hombre de nuestras pampas, ya sea surcando los fértiles suelos con los dientes <strong>del</strong><br />

arado o bien con la antigua chícura labrada de puro corazón de acapro, herramienta<br />

utilizada en las pequeñas “rosas”, o en los tradicionales conucos y majadas. Aquí se<br />

muestra también otra actividad desarrollada con mucho fervor por estos lares, la<br />

pecuaria. En ella bestia, sabana, mugir, sudor, canto y hombre se confunden en la brega<br />

que comienza antes que despunte, detrás de la mata, el día. <strong>La</strong>bor que, diariamente y de<br />

sol a sol, entrega al país resultados que se traducen en carnes, cueros, leche y sus<br />

derivados, los cuales aportan un alto porcentaje de divisas para el movimiento<br />

económico de la zona.<br />

De allí que, las Ferias de <strong>La</strong> Can<strong>del</strong>aria constituyan una gran oportunidad para<br />

mostrar el trabajo de los expositores agropecuarios que, de cualquier latitud de <strong>este</strong> país,<br />

acuden a las Ferias de palma y sol, presencia que aprovechamos para demostrarle a<br />

nuestros visitantes una enfermedad endémica <strong>del</strong> llanero: el trabajo.<br />

Sr. Manuel Oropeza Fraile, primer Presidente de “Ferias de<br />

<strong>La</strong> Can<strong>del</strong>aria” la que presidió en cuatro oportunidades.


Luis Pérez Guevara, en plena animación con artistas de la televisión venezolana


Reyna de siempre de nuestras Ferias: Lolymar Pérez<br />

GOBIERNO MUNICIPAL<br />

Escribió, el poeta y escritor, Manuel Rodríguez Cárdenas: “Entonces el pueblo<br />

era Pequeño”. Esta frase, cargada de meditación y de los más disímiles recuerdos, viene<br />

a mi mente, hoy, cuando pienso en la evolución de la organización municipal de Valle<br />

de la Pascua, pueblo que, por su juventud y formación aluvional, no vivió la primera<br />

etapa de vida de aquellos cabildos o ayuntamientos de los siglos XVI, XVII y XVIII<br />

donde los funcionarios eran elegidos mediante el voto de los vasallos o ciudadanos<br />

propiamente dichos. <strong>La</strong> historia local se enmarca en la segunda época a partir <strong>del</strong> siglo<br />

XVIII cuando los cabildos perdieron su autonomía y la capacidad de representar al<br />

pueblo: los Alcaldes y Ediles pasan a ser seleccionados por la gente importante de cada<br />

ciudad, por lo que siempre serían aquellas personas que sobresalían en el campo<br />

económico, social y político. Tal situación se mantuvo hasta 1989 cuando, por medio de<br />

la Ley de Régimen Municipal y basándose en el mandato expreso de la Constitución<br />

Nacional de 1961, la historia se reempató. Aquellos cabildos con Alcaldes y Regidores<br />

de siglos pasados, que llegaban a esas posiciones mediante votación, volvieron a la<br />

escena ciudadana como instancia soberana <strong>del</strong> poder municipal.<br />

En Valle de la Pascua, la historia conocida arranca en 1882, durante el<br />

Quinquenio <strong>del</strong> General Antonio Guzmán Blanco, cuando se dispuso de un Concejo<br />

Municipal presidido por el General Pedro Arévalo Oropeza, quien, a pesar de su escasa<br />

ilustración, se esmeró, durante los dos años de sus funciones, en buscar progreso para el<br />

pueblo. Así se inicia el arreglo de las calles <strong>del</strong> casco central de la ciudad, se arboriza y<br />

se cerca la plaza Bolívar, se construye, por pedimento de los moradores <strong>del</strong> norte de la<br />

ciudad, la <strong>La</strong>guna <strong>del</strong> Rosario y con ella se acometen otras obras de gran beneficio y<br />

utilidad para la población. Igualmente le correspondió al General Pedro Arévalo<br />

Oropeza el honor de iniciar el control administrativo <strong>del</strong> municipio.<br />

Desde entonces, la corporación municipal ha sido presidida por:<br />

1882-1883 General Pedro Arévalo Oropeza<br />

1884-1885 General Jesús María Isturiz<br />

1885-1886 Rafael Ledezma<br />

1887 Pedro María Ascanio, Ángel María Moreno,<br />

Temístocles Pereira y Pedro Tomás <strong>La</strong>nder,<br />

1888 Juan Bautista Zamora Gil


1888 – 1889 Juan Manuel Crespo<br />

1889 Manuel Carías, Prudencio Herrera.<br />

1889-1890 José María Cobeña<br />

1890-1892 Eladio Díaz Ramírez<br />

1893-1894 General José Santos Hernández<br />

1894-1897 Rafael Zamora Gil<br />

1898 Prudencio Herrera<br />

1899 Valeriano López Belisario<br />

1900-1902 Juan Zamora Arévalo<br />

1903 Hilario Pedrique<br />

1904-1907 Salvador Montalfi<br />

1908 Miguel Lorenzo Ron Pedrique<br />

1909 Rafael Zamora Gil<br />

1910-1911 General Jesús María Isturiz<br />

1912 Luis López Arzola, Dr. Presbítero Julián Esparta y Garay<br />

1913 Vicente González Oropeza<br />

1914 Rafael Zamora Gil<br />

1915-1918 Nicanor López Borges<br />

1918-1921 Rafael Zamora Gil<br />

1921 Dr. Alberto Aranguren<br />

1921-1922 José Ángel Ledezma Cabrera<br />

1922-1923 Juan Zamora Arévalo<br />

1923-1924 Rafael Belisario<br />

1924-1925 Francisco Moreno Díaz<br />

1926 José Dimas López Arzola<br />

1927 Rafael Zamora Gil<br />

1928–1929 Pedro Manuel Escobar Ramírez<br />

1930 Dr. J.E. Bastardo Flores<br />

1931-1932 Jesús María Moreno<br />

1933 Dr. Alberto Aranguren<br />

1934 Juan Hitcher Pérez, Dr. Ángel Vicente Ochoa<br />

1934-1935 José Ramírez Camero<br />

1936 Antonio Ron Padilla, Antonio C. Belisario,<br />

Luis Adolfo Melo.<br />

1937 Rafael Simoza, Rigoberto Santaella<br />

1937-1938 José Ángel Ledezma<br />

1939 Juan Manuel Barrios<br />

1940 Arturo Tovar


1941 Ramón Santaella Ledezma<br />

1942 Rafael Ortuño Suárez<br />

1943 Alejandro Campagna<br />

1944 José María Rubín<br />

1945 Dr. Ángel Vicente Ochoa, Dr. Antonio Malavé<br />

1946-1947 Juan Manuel Barrios<br />

1948 Dr. Juan Vicente Seijas<br />

1949-1951 Dr. Antonio Malavé<br />

1952 Dr. Rafael Ángel Morean<br />

1953 Dr. Manuel Díaz Moronta<br />

1954 Gaspar Franquiz Escobar<br />

1955-1956 Eleazar González<br />

1957 José Celestino González ( Morocho )<br />

1958 Ernesto Alayón<br />

1959 Dr. Rafael Ledezma Martínez<br />

1960–1961 Oscar Cobeña<br />

1962 Manuel Esteban González<br />

1963 Ernesto Alayón<br />

1964–1968 Rafael Veitía<br />

1969 César Díaz Zamora<br />

1970–1972 Miguel Vilera <strong>del</strong> Corral<br />

1973 Emilio <strong>La</strong>ya, Rafael López, Manuel Oropeza Fraile<br />

1974–1978 José López Itriago<br />

1979 Manuel Oropeza Fraile<br />

1980–1981 Dr. Enrique Ramírez<br />

1982-1983 Pedro Arévalo González<br />

1983-1984 Dr. Luis López Toro<br />

1984-1985 Prof. Heriberto Bustamante<br />

1985-1986 Lic. Haydee Ruiz<br />

1986-1987 Prof. Héctor Ortega<br />

1987-1989 Prof. Heriberto Bustamante<br />

1989 Lic. Haydee Ruiz<br />

ALCALDIAS<br />

1990-1992 Arq. Manuel Matos Charmelo


1993-1995 Ing. Edgar Martínez Ferrer<br />

1996-1998 Ing. Edgar Martínez Ferrer<br />

1999-2004 Lic. Tomás Valmore García<br />

2004-2008 Lic. Tomás Valmore García<br />

Cada uno de ellos, en su momento, demostró empeño en transformar a Valle de<br />

la Pascua, superando su pasado de pueblo de callejones oscuros para convertirla en un<br />

manantial de viva llama de esperanza de la civilización universal.<br />

Sedes <strong>del</strong> gobierno municipal<br />

HIPODROMO DE LOS LLANOS<br />

Ahora, cuando vivimos la efervescencia que ha despertado las carreras de<br />

caballos no puedo dejar de evocar agradables pasajes lejanos donde, con soberbia y<br />

fanfarronería, corceles y jinetes competían por ser los ganadores de aquellas tardes<br />

dominicales en el desaparecido Hipódromo de los Llanos.


Según narra el ingeniero Ángel Graterol Tellerías en su <strong>libro</strong>: Camino Andado,<br />

en 1943, él y su colega José Manuel Ruiz, quienes vivieron varios años en Valle de la<br />

Pascua, después de observar el espectáculo de carreras de sólo dos caballos, que les<br />

pareció de mucho atraso para aquel poblado que luchaba por un crecimiento rápido y sin<br />

pausa, idearon construir una especie de pequeño hipódromo donde pudieran correr<br />

varios caballos a la vez. Con tal idea, convocaron una reunión con un grupo de personas<br />

representativas de la comunidad entre los que se contaron: Alejandro, Silvio y Reinaldo<br />

Campagna; Víctor Camero; Pancho Foata; Alfredo Zamora Pérez; José Mercedes<br />

Belisario; Julián Carreño España, los hermanos Moreno; Oscar Cobeña y Pablo<br />

Aurrecoechea, a quienes expusieron la idea. <strong>La</strong> propuesta fue aceptada con entusiasmo<br />

y, de inmediato, se procedió a nombrar una Junta Pro Construcción <strong>del</strong> Hipódromo, la<br />

cual quedó integrada, entre otros, por: el Ingeniero Graterol Tellerías, Alejandro<br />

Campagna y Julián Carreño. Igualmente se acordó colaborar con mil bolívares per<br />

cápita para cubrir los costos de construcción de la cerca, la pista y la tribuna. Dichos<br />

fondos serían administrados por la recién nombrada Junta.<br />

Los ingenieros Graterol y Ruiz se encargaron de buscar el terreno adecuado y de<br />

hacer el estudio correspondiente para luego, a través de la Junta Pro Construcción,<br />

solicitarlo al Concejo Municipal. También se responsabilizaron <strong>del</strong> trazado de la pista y<br />

de conseguir con la Empresa VICA, para la cual trabajaban, las maquinarias necesarias<br />

(buldózer y patrol) para limpiar, conformar y nivelar la pista.<br />

El trabajo se efectuó de acuerdo con lo planificado. El sitio seleccionado fue el<br />

Caño de la Vigía, el cual fue segado por el Concejo Municipal. Alrededor de la laguna<br />

se trazó la pista, la cual disponía de 1.000 Mts de longitud, y se cercó con estantes de<br />

madera dura y cuatro pelos de alambre liso, siendo perfectamente divisada desde la<br />

pequeña tribuna de madera que se construyó.<br />

Ese mismo año, 1943, se iniciaron, con gran entusiasmo, las carreras en el<br />

nuevo hipódromo y se convirtieron en la actividad más importante de los domingos, a la<br />

que asistía la familia en pleno tras pagar entradas de 0,25 Bs, los niños y de 0,50 Bs, los<br />

adultos para disfrutar de aquel espectáculo en donde, además de la emoción de las<br />

competencias en si, se apostaba y se podía admirar, en toda su plenitud, aquellos ligeros<br />

y hermosos ejemplares criollos: bayos, castaños, zainos, roanos, negros, rucios,<br />

amarillos, tordillos, etc.


Estos ejemplares eran seleccionados en los hatos cercanos y conducidos por<br />

veteranos jinetes que medían fuerza y desempeño en la pista, donde el nombre <strong>del</strong> hato<br />

o el <strong>del</strong> criador también estaban en juego, como una cuestión meramente de honor, de<br />

orgullo por poseer el mejor equino de la zona.<br />

Muy famoso fue, en ese tiempo, el caballo <strong>La</strong> Culebra, propiedad de Alejandro<br />

Campagna, conducido habitualmente por Celestino Fernández. Otros nombres de<br />

nobles equinos que, domingo tras domingo, iban a la pista <strong>del</strong> Hipódromo de los Llanos<br />

a defender el nombre <strong>del</strong> hato <strong>del</strong> cual provenían son: El Sapo, Pinocho, Peligro Negro,<br />

Payaso, Diablo Suelto, Careador, Trago e’ Ron, Águila Negra, Todo Amor, Niñote,<br />

<strong>Princesa</strong>, Cadete, Apendicitis, Matas Altas y Rey de Copas.<br />

Recordamos también a los jinetes que, en muchos casos, eran los mismos<br />

propietarios: José Ramón Blanca, <strong>del</strong> Stud Maniral; Baldemar Díaz, <strong>del</strong> Stud <strong>La</strong> Vica;<br />

Julio Ramírez, <strong>del</strong> Stud de Victor Camero; Juan Valiente, padre de Douglas Valiente y<br />

Alejandro Campagna que corría su caballo “Águila Negra”.<br />

<strong>La</strong>s carreras tuvieron mucho auge, llegando a organizarse el juego con papeletas<br />

de colores: blanco y verde ( Bs. 2); rosado y azul (Bs. 3) y amarillo ( Bs. 5) por<br />

ganador.<br />

El día 2 de diciembre de 1945, se realizó un emocionante programa que<br />

transcribimos a continuación:<br />

PRIMERA CARRERA 300 MTS. PAPELETA BLANCA BS. 2<br />

CABALLO 1 DIABLO SUELTO DE RAFAEL DAVID DÍAZ<br />

“ 2 JALISCO DE ALFREDO ZAMORA<br />

“ 3 ATEBRINA DE GRATEROL<br />

TELLERÍAS<br />

“ 4 GUAJIRO DE LORENZO<br />

HERNÁNDEZ<br />

SEGUNDA CARRERA: 400 METROS. PAPELETA VERDE BS. 2<br />

CABALLO 1 PAYASO DE ALFREDO ZAMORA<br />

“ 2 AEROPLANO DE JUAN TOVAR


“ 3 REFREGON DE VICENTICO FRAILE<br />

“ 4 LIGERITO DE LORENZO CAMERO<br />

TERCERA CARRERA: 300 METROS. PAPELETA ROSADA Bs. 3<br />

CABALLO 1 MUÑECO DE JOSE ZAMORA<br />

“ 2 CORALITO DE MANUEL GONZALEZ<br />

“ 3 TORDO REAL DE CARLOS ALVAREZ<br />

“ 4 PELIGRO NEGRO DE GRATEROL<br />

TELLERIAS<br />

CUARTA CARRERA: 400 METROS. PAPELETA AZUL BS. 3<br />

CABALLO 1 CUANDO VUELVAS DE MANUEL GONZALEZ<br />

“ 2 MARAQUERO DE BALDEMAR DIAZ<br />

“ 3 COMO QUIERAS DE LORENZO<br />

HERNANDEZ<br />

“ 4 CAMPESINO DE JESÚS LORETO<br />

QUINTA CARRERA: 600 METROS. PAPELETA AMARILLA BS.5<br />

CABALLO 1 PENICILINA DE MANUEL GONZALEZ<br />

“ 2 PINOCHO DE JOSE MANUEL RUIZ<br />

“ 3 EL SAPO DE NESTOR CAMERO<br />

“ 4 LA PISCUA DE LORENZO<br />

HERNANDEZ<br />

JUEZ DE SALIDA : SR. MANUEL MARIA DIAZ<br />

JUEZ DE LLEGADA :SR. HECTOR LUIS RODRÍGUEZ<br />

VALOR DE LA ENTRADA BS. 0,50....... NIÑOS: BS. 0,25<br />

Sin embargo, de manera lenta e inexorable, que aún nadie explica con certeza, el<br />

Hipódromo de Los Llanos empezó a perder su atractivo, de tal forma que en 1948 la<br />

municipalidad ofició a la junta directiva para que informara si las actividades habían<br />

cesado puesto que, personas <strong>del</strong> pueblo, estaban solicitando solares para construir<br />

viviendas en ese lugar.


El Hipódromo desapareció y se llevó el andar altanero de los caballos que en<br />

las postrimerías <strong>del</strong> óvalo, no eran solamente criollos. Partieron también los relinchos<br />

que se confundían con el galope tendido de un viento que no encontraba barrera que le<br />

detuviera. Se fueron para no regresar jamás al encuentro hípico dominical, los gritos de<br />

los apostadores y de la fanaticada infantil que no sabía de apuestas, pero si de emoción.<br />

En resguardo <strong>del</strong> recuerdo <strong>del</strong> Hipódromo de Los Llanos, en labios de la<br />

conseja popular quedaron muchas anécdotas, generalmente acerca de los<br />

enfrentamientos surgidos entre los dueños de los animales. Se cuenta que el ejemplar<br />

Matas Altas, de Víctor Camero, derrotó, en dos oportunidades, a Rey de Copas que<br />

pertenecía a Víctor Felizola, hecho que disgustó al perdedor que, ofuscado, ofendió a<br />

Camero y, pistola en mano, le retó a duelo. Ambos se apartaron <strong>del</strong> grupo y siguieron el<br />

camino de <strong>La</strong> Vigía para arreglar el asunto de “hombre a hombre”. Era una costumbre<br />

muy propia de la época y de las películas que, desde México, se proyectaban en nuestra<br />

ciudad. Hubo expectativa y ansiedad, así como los consabidos ruegos para que<br />

depusieran actitudes, pero los decididos ciudadanos no escucharon ruego alguno y se<br />

alejaron por el camino que conduce a Corozal. Pasaba el tiempo y no se escuchaban<br />

disparos, lo que hacía mas pesada la espera por el resultado.<br />

De pronto, <strong>del</strong> grupo surgieron vítores y gritos alegres matizados por la sorpresa.<br />

Camero y Felizola regresaron sanos, salvos y como buenos amigos. Nada pasó. Hoy, a<br />

varios años de aquel hecho que pudo haber enlutado a distintos hogares de la zona,<br />

nadie ha podido decirnos que privó sobre estos decididos y valientes hombres para que<br />

aquel reto no tuviera un final lamentable.<br />

“Rey de Copas” de Víctor Felizola<br />

NOMBRES CUBIERTOS DE PUEBLO<br />

Desde siempre, la historia de mi pueblo se ha desarrollado bajo una óptica<br />

humorística relacionada con hechos y personajes pintorescos y otros que, por algunas<br />

características particulares, como: formas peculiares al hablar, vestirse, caminar o


comportarse, han sido motivo de chistes, tomaderas de pelo, chanzas, bromas, chuflas y<br />

hasta de rebautizo con sobrenombres o apodos de gran comicidad, muchos de ellos<br />

surgidos durante las correrías gozosas en las escuelas.<br />

Recordarlos, por ser producto de la humorística propia <strong>del</strong> llanero, llena de<br />

satisfacción porque la mayoría de los personajes aquí mencionados son más conocidos<br />

por el mote que por el nombre de pila. Así han vivido, viven y trascurrirán sus<br />

existencias, recostados <strong>del</strong> verdadero nombre. Aquí tenemos, por ejemplo; una<br />

pequeña lista de ellos:<br />

MOTE NOMBRE DE PILA<br />

Alipuche Vicente Campos<br />

Bachaco Emilio Delgado<br />

Bambi Ramón Valera<br />

Bereco Eulogio Bandres<br />

Bicicleta Freddy Tovar<br />

Birra Freddy Silveira<br />

Boca e’ Vieja Salvador López<br />

Bolita Angel García<br />

Cachirulo Ediberto Rivero<br />

Caduco Antonio Sosa<br />

Camuco Humberto Álvarez<br />

Cara e’ Piña Silvestre Medina<br />

Carioco Maximiliano Seijas<br />

Cayeya Julio García<br />

Chabelo José Javier Díaz G.<br />

Chaflán Rafael Bonilla<br />

Cheché José Pérez<br />

Chela Argelia Muñoz<br />

Chema Juan V. Bustamante<br />

Chichí Juana de Hernández<br />

Chichito Pedro Celstino Díaz<br />

Chicote Israel González<br />

Chimbo Alberto Alonso<br />

Chino Criollo Rómulo González<br />

Chío Pedro A. García Leal<br />

Chipo Manuel Matos Charmelo


Chiriguare Oswaldo Ponce<br />

Chispita Luis Guzmán<br />

Chivo Moreno Eusebio Moreno<br />

Chivo Luis Vásquez<br />

Chucha María Benavente<br />

Chucho Jesús Pérez<br />

Cigarrón Domingo Pérez<br />

Coco Humberto Campos<br />

Cuchuchá Modesto Pulido<br />

Cunaguaro Gregorio Hernández<br />

Cutín Carlos Figuera<br />

El Capitán Cecilio Moreno<br />

El Chivú Miguel <strong>La</strong>moglia<br />

El Flaco José Gregorio Camero<br />

El Gato Gilberto Hernández<br />

El Mono José Valera<br />

El Negro José J. Rodriguez<br />

El Negro Machete Ramón Alvarez<br />

El Ñato Silfrido Olivo<br />

El Ñero Elias Gómez<br />

El Policía Josue Márquez<br />

El Pollo Arturo Coronil<br />

El Tarugo de la Caimana Encarnación Rivero<br />

El Tigre Roosevelt Franquiz<br />

Frijol Alejandro González<br />

Gallineta Antonio Celis<br />

Gato Martínez Deogracio Martínez<br />

Gora Alfredo José Tademo<br />

Jalisco José R. Seijas<br />

Jopo Rodolfo Bolívar<br />

Joyopa Manuel Lugo<br />

Juan Cuchara Alfedo Yelamo<br />

Juan Ñema Juan Álvarez<br />

<strong>La</strong> Chata Isaura Ledezma<br />

<strong>La</strong> Chicha Leonor Ruiz<br />

<strong>La</strong> Chinga Josefa de Camero<br />

<strong>La</strong> Muñeca Gladis Barreto<br />

<strong>La</strong> Ñata María de Leucci


<strong>La</strong> Rubia Arelys H.de Figueroa<br />

<strong>La</strong> Ruta José Luis Herrera<br />

Lito Rafael Eney Silveira<br />

Macúa Ramón Piñero<br />

Manga Romelia Ramos<br />

Mariquita María M. Palacios<br />

Marusa José Mejías<br />

Mata de Coco José Forte<br />

Mata <strong>La</strong> Gata Juan Miguel Higuera<br />

Merecure Jesús Martínez<br />

Michicunda José M. Alvarez<br />

Miningo Manuel Fernández<br />

Minucho Franco Leucci<br />

Mirandita Jesús Miranda<br />

Monito Luis Alfredo Contreras<br />

Mono Alumbrao Domingo Gómez<br />

Mono José Mercedes Alvarez<br />

Moruno Juan R. Díaz<br />

Nipio Angel Camacho<br />

Ñaqui Ñaqui Luis Euclides Díaz Infante<br />

Ñato Manuel M. Marrero<br />

Ñegin Boanerge Ramírez<br />

Ñema Frita José Gregorio Loreto<br />

Pachá Kenor Salomón<br />

Paché Pablo Aurrecoechea<br />

Pal José Rafael Delgado<br />

Palo de Hombre Manuel Oropeza F.<br />

Pata e’ Loro Eleazar Higuera<br />

Pataruco Emilio García<br />

Pato Negro Rómulo Navarro<br />

Pelón Jesús Miranda<br />

Pelusa César Del Nogal<br />

Picure Alberto Moronta<br />

Pionito José Manuel Martínez<br />

Piquito Andrés Eloy Salazar<br />

Pitiminí Bonifacio Valera<br />

Platanote José Ramón Ramos<br />

Pocho Maritza Chávez


Puño de Oro Juan Díaz<br />

Qué Qué Filiberto Armas<br />

Querido Amigo Angel <strong>La</strong>ndaeta Lovera<br />

Ramón Paleta Ramón Sánchez Lugo<br />

Ranita Emilio Infante<br />

Renco Tuy Antonio Campos<br />

Rómulo Héctor Luna<br />

Sabio Salomón Figueroa<br />

Santa María Freddy Camero<br />

Tapa Rafael Bolívar<br />

Titino Martín C. Alvarez<br />

Tocorito Eustoquio Suárez<br />

Tortilla Giovanni Diberardino<br />

Vaquero Israel González<br />

cultural<br />

Esta multiplicidad de motes son una muestra de la dinámica<br />

<strong>del</strong> pueblo, un mosaico de sensibilidades, experiencias y configuraciones sociales,<br />

donde el vallepascuense funde su picardía con la tradición.<br />

POPULARES PER SE<br />

A medida que transcurría el tiempo, Valle de la Pascua fue mo<strong>del</strong>ando su<br />

fisonomía y sus moradores fueron afinando sus costumbres, sus recuerdos, sus<br />

tradiciones. Formaron una sociedad en la cual participaban, entre otros, criadores,<br />

agricultores, comerciantes, vendedores de granjerías, párrocos, dulceras, loceras,<br />

pregoneros y los infaltables personajes populares envueltos, unos, en atmósfera de<br />

leyenda y otros, en broma, en poesía y hasta en la enajenación mental, cuyos nombres<br />

quedaron grabados en una pincelada de recuerdos como personajes típicos pascuenses.<br />

Entre esas personas que encarnan parte <strong>del</strong> espíritu <strong>del</strong> pueblo tenemos:


MARCIAL CHAVEZ, hombre humilde nacido a finales <strong>del</strong> siglo XIX y fallecido en<br />

1980. Habitaba en el populoso sector <strong>La</strong> Vigía, donde logró reconocimiento por su<br />

habilidad y destreza para fabricar los trompos de madera, con que los jóvenes de la<br />

época amenizaban los días de la Semana Santa. Durante aquellos días era habitual ver,<br />

en cualquiera de las calles polvorientas <strong>del</strong> pueblo o en el patio de las casas, a la<br />

muchachada “picar una troya”, y a los jóvenes demostrar su puntería ante las “serenitas”<br />

o “taratateras” zarandas. Esos trompos, pintados con “túa túa”, pasaron a la posteridad<br />

con el nombre de “Marcialeros”, y su sola mención era garantía de calidad. A muchos,<br />

con orgullo, se les escuchaba manifestar: ¡esos los fabrican en mi pueblo! ¡Esos son los<br />

marcialeros!<br />

CORITA FRAILE DE DEL CORRAL, era una mujer voluminosa, de grandes senos<br />

y extraordinario sentido <strong>del</strong> humor. Por muchos años, esta dama, trabajadora y de una<br />

notable calidad humana, mantuvo, en la calle Real de la ciudad, un hotel donde también<br />

vendía comida criolla, sitio muy concurrido por el gusto exquisito de los platos y por los<br />

precios que eran realmente económicos.<br />

BIBIANO AGUIRRE, ciudadano muy conocido, en la Valle de la Pascua de ayer, por<br />

ser lo que se dice un “toero”, expresión ésta que se aplica a la persona que realiza<br />

diferentes oficios o, al decir de la gente, hace de todo. Entre sus actividades se contaba<br />

la de carpintero, oficio que le permitió demostrar su gran altruismo pues, se cuenta que<br />

en varias oportunidades, al ver el paso de cortejos fúnebres en hamacas o chinchorros,<br />

resolvía fabricar urnas de madera que donaba a los familiares <strong>del</strong> difunto. Era un artista<br />

sin parangón en la fabricación y manejo <strong>del</strong> furruco, como en la elaboración de trabucos<br />

y fuegos artificiales que utilizaba para amenizar las fiestas. También era diestro en la<br />

producción de arreglos y adornos para las cruces de las festividades de mayo. Y en<br />

todas las celebraciones de bailorios de cruz de mayo, allí estaba Bibiano, desde<br />

tempranas horas, vistiendo la cruz, adornando el altar y coordinando todo lo<br />

concerniente a la entonación de los cantos y la realización de los juegos, según fuera el<br />

caso.<br />

PEDRO JOSE HERRERA, era natural de Espino. El Dr. Rafael Caldera lo apadrinó<br />

con el nombre de “El rey <strong>del</strong> col<strong>este</strong>rol”. Hombre incansable para el trabajo,<br />

conversador y afable. En la calle Atarraya sur estableció su Restaurante “Primero de<br />

mayo”, donde se servía todo tipo de comida criolla incluidas las morcillas, tere tere,<br />

mondongo, cochino frito, queso de mano, suero, palo a pique y otros platos de la<br />

gastronomía vernácula. El Primero de mayo se convirtió en el sitio obligado de nativos


y visitantes que deseaban disfrutar de la comida autóctona. El mismo Pedro José atendía<br />

a la clientela y lo hacía de manera muy peculiar: se sentaba a la mesa con el cliente,<br />

probaba la comida de éste y le preguntaba: ¿Verdad que está sabrosa?, o partía una<br />

arepa, la rellenaba con queso o natilla y se la comía, no sin antes elogiar el relleno, al<br />

tiempo que conversaba de cualquier cosa, especialmente de Rafael Caldera y Luis<br />

Herrera Campins de quienes se vanagloriaba ser amigo personal y, por si acaso alguna<br />

duda, mostraba unas fotos colgadas en la pared donde aparecía con los mencionados<br />

personajes. Y cuando de cobrar se trataba, él, ante la pregunta: ¿Cuánto debo, Don<br />

Pedro?. Respondía: “Qué te puedo cobrar yo por esa pendejada, dame mil”. Así era él.<br />

Pedro José Herrera falleció el 08-09-95 y con él se fue también el atractivo <strong>del</strong><br />

“Primero de mayo”. Hoy el local cambió de ramo.<br />

En el otrora restaurante “Primero<br />

de Mayo” se observa al Sr. Pedro<br />

José herrera en plena actividad. Al<br />

otro extremo su esposa Ofelia<br />

JUANCITO VALIENTE, hombre muy dinámico. Se desenvolvió como preparador de<br />

cadáveres, enfermero, comerciante de cochinos y jinete. De esas ocupaciones la que<br />

más disfrutaba era la de montar caballos, lo que hacía en el desaparecido Hipódromo de<br />

los Llanos, que funcionó en el Caño de la Vigía, en el lugar donde posteriormente se<br />

construyó el terminal de pasajeros, Juan Arroyo. Uno de sus hijos, Douglas Valiente,<br />

siguió sus pasos y fue conceptuado entre los mejores jinetes <strong>del</strong> país, fama que llevó


allende nuestras fronteras, porque también en la tierra <strong>del</strong> Tío Sam dejó escrito su<br />

nombre en el <strong>libro</strong> donde sólo aparecen los grandes de la fusta mundial.<br />

JUAN DE LAS FLORES, ciudadano que el pueblo bautizó con <strong>este</strong> mote por su<br />

original manera de ataviarse para cumplir con su ocupación de cantar coplas a los<br />

transeúntes, acompañado de su destartalado cuatro, por lo cual cobraba medio real.<br />

Juan de las Flores se tiznaba la cara con carbón y usaba un sombrero decorado con una<br />

flor de cayena.<br />

MARCIAL NIEVES<br />

Fue uno de los albañiles más confiables <strong>del</strong> poblado, cuya fama disfrutó; sin<br />

embargo, cuenta la tradición que trabajaba mejor cuando se “echaba unos palitos”.<br />

Habitaba en la Esquina de Cantarrana (Deleite c/c Paraíso). Murió en la ciudad de<br />

Maracay, estado Aragua<br />

ENCARNACION RIVERO: EL TARUGO DE LA CAIMANA.<br />

Nació en el barrio <strong>La</strong> Atascosa el 25 de Marzo de 1911, de la unión de Dominga<br />

Rivero y Pedro Regalado, un arriero que comerciaba con víveres. Desde niño se inició<br />

como ayudante de su padre en el trabajo de arriar bestias, el cual cambió más tarde por<br />

el ejercicio de la barbería y el comercio de santos y espejos, pero siempre reservaba un<br />

tiempito para otra de sus pasiones, las parrandas. Fue cantante de música criolla,<br />

integrante de las parrandas de aguinalderos y bailador de negros, fiesta que se celebraba<br />

el día de los Santos Inocentes. El año 1958, cuando frisaba los cincuenta años de edad,<br />

fabrica una burriquita con el fin de presentarle a Valle de la Pascua, durante las fiestas<br />

populares, esta hermosa diversión oriental. Esta burriquita, con cabeza fabricada por<br />

“El Gallito Vanezca”, miriñaque hecho por el propio “Tarugo de la Caimana” y vestido<br />

confeccionado por la esposa de <strong>este</strong>, la Sra. Cruz de Rivero, comenzó a recorrer las<br />

calles y barriadas de Valle de la Pascua, así como pueblos y caseríos vecinos. Por más<br />

de 30 años, la burriquita, el viejo pero sonoro cuatro, el hombre y sus versos,<br />

generalmente improvisados, se hicieron sentir y legaron a las generaciones futuras, esta<br />

hermosa tradición.<br />

Cuando lo visité, aquella tarde marcera, me improvisó esta copla que, a decir de<br />

su esposa, fue su última cosecha:<br />

Al doctor Pérez Guevara<br />

le quedan bien sus bigotes,<br />

y las muchachas lo quieren<br />

Pa` tenerlo de padrote.


Sus versos han quedado grabados en la memoria <strong>del</strong> pueblo<br />

Oi só, oi só<br />

oi só, mi burrita, oi só<br />

Mi mujer es chiquitica<br />

porque la pasmó el verano<br />

pero tiene un quitasueño<br />

que no le cabe en la mano<br />

oi só, oi só<br />

oi só, mi burrita oi só<br />

Oi só, oi só<br />

oi só, mi burrita, oi só<br />

<strong>La</strong>s solteras son de oro<br />

y las viudas son de plata<br />

las casadas son de cobre<br />

y las viejas de hoja e’ lata<br />

oi só, oi só<br />

oi só, mi burrita oi só<br />

Oi só, oi só<br />

oi só, mi burrita, oi só<br />

No se que tiene la burra<br />

Pa’ sabé las mañas de ella<br />

El agua que a ella le gusta<br />

Tiene que ser de botella<br />

Oi só, oi só<br />

oi só, mi burrita, oi só<br />

Oi só, oi só<br />

oi só, mi burrita, oi só<br />

Esta burra que yo tengo<br />

<strong>La</strong> traje de <strong>La</strong> Atascosa<br />

Porque los hombres de allá<br />

Me la pusieron mañosa<br />

Oi só, oi só<br />

oi só, mi burrita, oi só


El Tarugo de la Caimana, murió en Abril de 1997 en la Urbanización <strong>La</strong>s<br />

Garcitas, donde residía, pero dejó una bonita herencia, patrimonio cultural que otro<br />

coterráneo suyo, Claro Vilera, se ha dado a la tarea de perpetuar con el mismo ahínco,<br />

tesón, querencia y cariño con que lo hizo su creador en Valle de la Pascua, Encarnación<br />

Rivero.<br />

A raíz de su muerte y como un tributo al amigo que enalteció la cultura popular,<br />

compuse estas décimas:<br />

SE NOS MARCHO ENCARNACION<br />

Se nos murió Encarnación<br />

Rivero, el de <strong>La</strong> Caimana,<br />

nos legó pa’ divulgarla<br />

una oriental tradición.<br />

<strong>La</strong> que, con mucha pasión,<br />

difundió por Venezuela,<br />

donde dejaba una <strong>este</strong>la<br />

de cultura popular,<br />

y que hoy va a continuar<br />

el señor Claro Vilera.<br />

Un buen día en <strong>La</strong> Atascosa<br />

dio rienda libre a su ingenio,<br />

se buscó a un compañero<br />

y convenció a su esposa,<br />

y esas manos milagrosas<br />

comienzan su cometido:<br />

Doña Cruz, hace el vestido<br />

el miriñaque, Rivero,<br />

Vanezca, cual latonero<br />

le dió cabeza y sentido.<br />

Entre los tres construyeron<br />

la famosa burriquita.<br />

Estando ésta ya lista<br />

dejaron libre el tranquero,<br />

y sin pensarlo le dieron


por camino la nación.<br />

Y ese día Encarnación<br />

la montó por vez primera,<br />

perdiéndose por Venezuela<br />

hombre, cuatro y versación.<br />

El Tarugo e’ <strong>La</strong> Caimana<br />

ayer temprano se alzó,<br />

y con él se fue el oi só<br />

aquel oi só que gustaba.<br />

Si la burra corcoveaba<br />

el oi só la hacía mansita,<br />

ese grito en <strong>La</strong>s Garcitas<br />

se enmudeció mi compay,<br />

cerril y que anda poray<br />

buscándolo la burriquita.<br />

TOMAS ALBERTO AREVALO MARQUEZ: CABILLA.<br />

Vallepascuense nacido en 1936 y residenciado en la Calle 19 de Abril, cuya<br />

manía consistía en amenazar a la gente mostrando el bíceps derecho al tomar el brazo<br />

por el codo, al tiempo que exclamaba: “Pura cabilla, ñero, pura cabilla”. Murió en 1993<br />

en Calabozo, víctima de cirrosis hepática.<br />

MANUEL SALVADOR MARTINEZ: GALAVIS (RANCHO)<br />

Nativo de El Socorro. Se desempeñaba como limpiador de tumbas en el<br />

cementerio viejo de Valle de la Pascua. Tenía una úlcera incurable en una pierna, a la<br />

cual le aplicaba fósforos encendidos. Era amigo inseparable de un garrote con el que<br />

amenazaba a los muchachos que le gritaban: Rancho, Rancho, pero nunca llegó a


agredir a alguien. Murió el año 1972 en el viejo cementerio donde pasaba buena parte<br />

<strong>del</strong> día.<br />

MARIA LA PREA: MARIA LA DEL M.O.P.<br />

Enajenada mental que andaba desnuda o casi desnuda por las calles <strong>del</strong> pueblo.<br />

Prácticamente vivía en las instalaciones <strong>del</strong> M.O.P., de allí su mote. Si encontraba las<br />

puertas de las casas abiertas, entraba y se adueñaba de ropas que luego ofrecía en venta,<br />

imitando a los comerciantes árabes. Para sacarla de las casas bastaba amenazarla con un<br />

baño de agua.<br />

CARMELO GARCIA: UNCIO<br />

Personaje muy popular que recorría las calles <strong>del</strong> pueblo vendiendo panes que<br />

cargaba en un saco colocado a su espalda. Su principal característica es la de ser muy<br />

salamero y al hablar reforzaba las palabras agregándoles el sufijo UNCIO, tales como:<br />

Buenuncio, borrachuncio, amiguncio. Cuentan en el pueblo que, un día, Uncio adquirió<br />

una bicicleta de reparto donde cargaba los panes y con la que auxiliaba a cuanto<br />

borrachito encontraba sentado o acostado en cualesquiera de las calles de la ciudad: a<br />

quienes preguntaba: ¿Qué pasa uncio? ¿Está borrachuncio?, y diciendo esto procedía a<br />

montarlo en el cajón de la bicicleta y se perdía, según dicen, para el cementerio viejo.<br />

<strong>La</strong> gente tomó esto en serio y cuando veían a alguien que estaba medio tono, le decían: -<br />

Lo va a agarrar Uncio. - Seguruncio que va a parar al cementeruncio, y después no se<br />

haga el locuncio-.<br />

BELEN ALVAREZ: “EL NEGRO BELEN”<br />

Persona de gran jocosidad que dejó un amplio anecdotario. Tenía una bodega en<br />

la llamada esquina <strong>La</strong>s Tres Rosas, antes, El Crimen, en la intersección de la Av.<br />

Rómulo Gallegos con Deleite. En esa bodega, Belén vendía gran variedad de mercancía<br />

incluyendo licor que despachaba, cuando era por trago, en unas totumitas.<br />

LUIS ALFREDO CONTRERAS: MONITO<br />

Nació en Julio de 1.916 en el Caserío El Juajual, municipio Ribas. Desde<br />

temprana edad se radicó en Valle de la Pascua, donde dedicó su vida a la noble tarea de<br />

enseñar la ejecución de los instrumentos musicales: Cuatro, Mandolina y Violín.


<strong>La</strong>s clases las daba a domicilio o en su hogar en la Urbanización <strong>La</strong>s Garcitas,<br />

hasta que, ya en avanzada edad, se estableció en la Casa de la Cultura Lorenzo Rubín<br />

Zamora donde organizó una estudiantina que dirigió hasta el momento de su muerte.<br />

Fueron muchos los Vallepascuenses que se iniciaron en el campo musical de la<br />

mano prodigiosa de <strong>este</strong> humilde maestro.<br />

JOSE MARIA MEJIAS: MARUSA<br />

Vallepascuense, <strong>del</strong> barrio El Zamuro donde nació el 28 de<br />

agosto de 1928. Es un “Toero” de la vida: pintor de brocha gorda,<br />

albañil, plomero, tapador de goteras, músico (toca arpa, cuatro,<br />

guitarra y maracas) y además, es destacado deportista en las disciplinas<br />

de béisbol y softbol, deporte <strong>este</strong> último que estuvo practicando hasta<br />

que sus condiciones físicas se lo permitieron. En referencia a él, se<br />

popularizó en el pueblo la expresión: ¡Qué maruzada! para referirse a una salida fuera<br />

de lugar como las que, cotidianamente, acostumbra José Mejías.<br />

Entre los instrumentos musicales que ejecuta muestra preferencia por el arpa,<br />

con la cual amenizó muchas fiestas familiares y populares. <strong>La</strong> de él se caracteriza<br />

porque tiene escrito, en un costado, el siguiente mensaje: SE COGEN GOTERAS A<br />

DOMICILIO, y en el otro lado, su dirección de habitación. Hoy ya no juega, casi no<br />

toca y está jubilado como entrenador deportivo en el Stadium Rosendo Segura. Vive en<br />

el barrio El Rosario en compañía de su numerosa familia.<br />

MAURICIO HERRERA: MAURICIOTE<br />

Natural <strong>del</strong> Caserío Jácome. Payador llanero de inicios de siglo, cuyo recuerdo<br />

vaga entre nosotros. Trabajó como peón en el fundo agropecuario Fajardo, propiedad de<br />

la familia Zamora y pasó a la historia regional por sus versos libres o blancos y coplas<br />

sin rima que parecen disparates, como las que exponemos a continuación, las cuales<br />

fueron recogidas por Raúl Campos en 1920.<br />

India por qué no eres blanca Ayer pasé por tu casa<br />

como la flor <strong>del</strong> caujaro, con una iguana en el hombro,<br />

si sabes que por ti suspira y no pudiste decirme<br />

el negro Mauricio Herrera. que carne tan güena llevas.<br />

Ayer pasé por tu casa Si jueres a la sabana<br />

y me azuzaste los perros, y jallas un güeso rullío,


mañana güelvo a pasá no lo mires con desprecio<br />

pa’ ve si me muerden. que en un tiempo tuvo carne.<br />

Arriba de aquella loma Ayer pasé por tu casa<br />

puse mi sombrero e’ palma con un piazo e’ papelón<br />

y relincha que relincha y no pudiste decirme<br />

y las bestias no aparecen. ven pa’ jacete un guarapo.<br />

MARIA OROPEZA: LA GUERRILLERA<br />

Mujer diminuta, de andar rápido y vestimenta característica: jean, camisa a<br />

cuadros, correa de cuero y botines; cuyo tema era entrar a los distintos bancos de la<br />

localidad a reclamar altas sumas de dinero que decía tener allí depositadas.<br />

JUAN HERNANDEZ: CARICARE<br />

Compañero de parranda de Encarnación Rivero, el hombre de la burriquita. Solía<br />

disfrazarse de toro en las fiestas populares. Su mugir, en medio de las calles, era motivo<br />

de sustos y carreras para los más pequeños.<br />

JOSE RAMON RUIZ<br />

Nació en Santa María de Ipire en 1921. Se radicó en Valle<br />

de la Pascua, donde se ha desenvuelto como operador de<br />

maquinarias pesadas, fotógrafo y publicista, especialmente<br />

en el ramo <strong>del</strong> perifoneo, dejando escuchar su voz por<br />

todas las calles de la ciudad a través de varias unidades<br />

rodantes acondicionadas para tal fin. Hablar de publicidad<br />

ambulante anunciando, por ejemplo: turnos farmacéuticos,<br />

alguna defunción, misas, así como otros eventos de interés<br />

para el colectivo, es hablar de José Ramón Ruiz<br />

LAS GONZALITO<br />

Eran cuatro hermanas: Rosalía, Ernestina, Carmen Constanza y Josefa <strong>del</strong><br />

Carmen González Zapata. Hijas de Don José Rafael González Mayz, quien se<br />

desempeñó como Jefe Civil <strong>del</strong> Municipio. Ninguna de ellas contrajo matrimonio y<br />

dedicaron su vida a la catequización, la educación y obras sociales, lo que les mereció<br />

el cariño y respeto de la gente <strong>del</strong> pueblo y caseríos circunvecinos. <strong>La</strong>s dos<br />

hermanas menores: Carmen Constanza, llamada cariñosamente “Tatá” y Josefa <strong>del</strong>


Carmen, “Chichí”, sobrevivieron hasta los años de los sesenta y setenta,<br />

respectivamente, y estuvieron al frente de una escuelita en su casa de habitación, en la<br />

calle Retumbo donde enseñaban a leer y escribir con el famoso <strong>libro</strong> MANTILLA.<br />

RAMON ANTONIO ALVAREZ: “EL NEGRO MACHETE”<br />

Personaje muy popular en Valle de la Pascua, donde nació<br />

un día lluvioso y frío de agosto de 1926, en el sector <strong>La</strong>guna<br />

Nueva. Llamaba la atención por lo estrafalario de su vestimenta, las<br />

medallas con cinta tricolor que colgaban de su cuello y los<br />

comerciales grabados en su chaqueta, además de uno que otro<br />

carnet de medios de comunicación social de la zona.<br />

Se desenvolvió en diversos campos, pero los más conocidos fueron la fotografía<br />

y el entrenamiento de la disciplina <strong>del</strong> boxeo, actividad deportiva que le dio grandes<br />

satisfacciones, al coronarse campeones, muchos de los boxeadores entrenados por él.<br />

Con gran rapidez recitaba los países visitados por Agustín Zamora, uno de sus pupilos,<br />

así como el round inicial de la pelea de <strong>este</strong> con José Aguilar en Cuba. Se desempeñó<br />

como entrenador ad honorem <strong>del</strong> Instituto Regional de Deportes (IRDEG). Murió en<br />

Valle de la Pascua el 15 de Julio de 2003.<br />

RODOLFO BOLIVAR. JOPO<br />

Este coterráneo estará siempre presente en el recuerdo de quienes lo conocimos<br />

por su peculiares características, tales como la manera de vestir: pantalón ancho a media<br />

pierna con tirantes y camisa por fuera, la cual masticaba constantemente, y por la<br />

costumbre de llamar “ñero” a todos sus semejantes. Su manía era pasear en carro, de<br />

ahí que pasaba el día pidiendo cola y yendo de un lugar a otro. Por cierto, que cuando<br />

inició operaciones el primer autobús que recorría la ruta urbana de la ciudad, el único<br />

pasajero que tenía fijo era, precisamente, Jopo, razón por la cual la empresa fracasó.<br />

Habitó en la calle El Descanso donde, con su media lengua, informaba a los<br />

vecinos los acontecimientos <strong>del</strong> día. A su muerte el poeta Vallepascuense, Víctor Vera<br />

Morales, le dedicó unos versos que publicó en su poemario: Parate pa’ que pelees, los<br />

que dejamos leer como un recuerdo para <strong>este</strong> personaje muy querido en la colectividad.<br />

Ayer se murió Jopo<br />

de mi pueblo se fue la tradición<br />

y como siempre acongojado y triste<br />

siento latir mi corazón


Ayer se murió jopo<br />

de mi pueblo se fue la tradición<br />

y en el Camarín, mi madre<br />

cierra su portón<br />

y Magdalena de Rodríguez<br />

le da lágrimas a la flor<br />

y Mercedes de Montilla<br />

está haciendo como el tejedor<br />

Ayer...<br />

EMILIO GARCIA: PATARUCO. EL MANGORE CRIOLLO<br />

Individuo muy simpático cuya ocupación era la talabartería, labor que<br />

compartía con la guitarra, instrumento que ejecutaba muy bien, y con la que se<br />

acompañaba en las serenatas que, con frecuencia, ofrecía a las muchachas <strong>del</strong> pueblo.<br />

Era uno de los cantantes de la Publicidad <strong>Guárico</strong>. Murió ahogado en el Orinoco, en el<br />

Puerto de Cabruta.<br />

RAFAEL CORREA CASTRO: “EL LLANERO INQUIETO”<br />

Nativo <strong>del</strong> caserío Santo Domingo Requenero, porción de tierra perteneciente,<br />

para la época de su nacimiento, al Municipio Espino. Hombre formado en la dura brega<br />

<strong>del</strong> campo, acostumbrado a esas tareas desde el alba de sus primeros días donde, tal vez,<br />

la propia sabana inspiró su vena para cantarle a la llanura.<br />

Correa Castro es muy querido en su pueblo. Tiene una especial manera de<br />

cantar, que acompaña con peculiares movimientos que, inquietamente, hace cuando<br />

está en uso <strong>del</strong> micrófono, tal como subirse el pantalón con ambos antebrazos y algunos<br />

gestos de la cara que muchas veces arrancan sonrisas al público. Su manera de actuar<br />

me motivó a bautizarlo con el nombre artístico de “El Inquieto Guariqueño”. Así<br />

mismo, tiene Correa Castro un singular modo de saludar. Al preguntársele: -¿Cómo<br />

estás, Correa?, responde: Gracias, muchas gracias; y si la pregunta tiene que ver con su<br />

itinerario, dice: Por aquí, llanura mía. Es un seguidor de la canción y <strong>del</strong> estilo de Ángel<br />

Custodio Loyola, destacado exponente de la música criolla, forma de cantar que adoptó<br />

y plasmó en un CD que tituló: El engreído de la rompía.


JOSE RAFAEL NAVAS: “EL NEGRO NAVAS”<br />

Este venezolano es muy popular en nuestra zona. Nativo de Ciudad Bolívar<br />

donde nació en el barrio “Perro Seco”. Hizo de Valle de la Pascua su patria chica,<br />

donde alternó su oficio de albañil con el canto recio y el contrapunteo. Fue premiado,<br />

después de varias participaciones, como el cantante más popular en el Festival “Panoja<br />

de Oro”. Grabó un CD, con letras de su autoría, cuyo titulo es Soy el propio Negro<br />

Navas.<br />

BENIGNO ARAY GONZALEZ<br />

Nació en Zaraza en 1916. Muy pequeño se trasladó a vivir a Valle de la Pascua<br />

y, en la calle 19 de Abril cruce con Leonardo Infante, estableció un negocio de venta de<br />

víveres donde vendía, también, chicharrones y tere tere, producto de los cochinos que él<br />

mataba.<br />

Era un hombre muy chistoso. Se cuenta que en una oportunidad, viajó a los<br />

EE.UU junto con Elio Velásquez y Donato Santaella. Al llegar al aeropuerto, donde se<br />

bajó con un paño en el cuello, se le acercó un joven y le dijo: Do you speak spanish?, a<br />

lo que Benigno respondió rápidamente: -si me pica el paño, le pico el mondongo. Murió<br />

el 23 de Abril de 1979.<br />

Estos son algunos de los personajes que le han dado calor y color a mi pueblo.<br />

Otros surgirán en el transcurrir de los días y habrá, por supuesto, otra crónica que recoja<br />

su andar, hacer y vivir.


VALOR, ORACION Y LUZ<br />

CAPITULO III


CAPITAN BARTOLO GONZALEZ<br />

Este valiente vallepascuense fue llamado “El Perreño” y nadie ha podido<br />

explicar, hasta ahora, el por qué de ese mote, pero en nuestra pequeña aldea de aquellos<br />

días gozó <strong>del</strong> cariño, respeto y admiración de sus habitantes por su valor, entusiasmo y<br />

temeridad, cualidades que demostraba cada vez que tenía oportunidad. Esto, aunado al<br />

amor por su patria, lo llevó a unirse al General Pedro Zaraza cuando escuchó la primera<br />

clarinada de libertad, lucha en la que se mantuvo hasta después de sellada la<br />

independencia de Venezuela.<br />

Muestra de su dimensión como guardián de la libertad, la dio <strong>este</strong> hombre de<br />

pueblo y humilde soldado, después de la sorpresa <strong>del</strong> Bajo Butaque, la que tuvo lugar<br />

la madrugada <strong>del</strong> 21 de Marzo de 1816, cuando el realista García Luna sorprendió al<br />

General Pedro Zaraza y su ejército, que estaban acampando en el paso El Butaque,<br />

cerca de Santa Rita de Manapire, a la espera de Julián Infante, de quien se había<br />

separado para despistar a sus perseguidores.<br />

García Luna derrotó a los patriotas, exterminó gran número de ellos e hizo<br />

prisioneros a unos pocos, a quienes condujo hasta la población de Espino. Entre estos<br />

se encontraba el Capitán Bartolo González a quien, según las narraciones recogidas por<br />

Don Miguel Méndez y publicadas por el Teniente Coronel Pedro Amaral Rodríguez en<br />

su <strong>libro</strong> “Rondón no ha Peleado”, mandó a matar. Al siguiente día, González fue<br />

llevado a la plaza <strong>del</strong> pueblo donde se le amarró y se hirió a machetazos, dejándolo allí<br />

tendido, en un charco de sangre, al darlo por muerto. Al cabo de unas horas, el Capitán<br />

González que sólo estaba inconsciente, volvió en sí y gateando, con gran esfuerzo, se<br />

dirigió a la iglesia ubicada, como era la costumbre de la época, al frente de la plaza.<br />

Como la puerta estaba abierta, González entró a la ermita, pero fue descubierto por los<br />

realistas que no se atrevieron a entrar al sagrado lugar. En ese recinto permaneció<br />

González hasta el día siguiente cuando, contando con la autorización de García Luna,<br />

fue trasladado, para su recuperación, a casa de una familia de aquel entorno y,<br />

posteriormente, fue llevado a Valle de la Pascua para su total restablecimiento.<br />

Recuperado plenamente de las profusas heridas que le produjeron los seguidores de<br />

García Luna, se reincorporó al ejército republicano.<br />

Cupo al Capitán Bartolo González el honor de mandar el escuadrón auxiliar que<br />

recibió, en el banco de Macanillal, camino hacia Iguana, al Coronel Juan José Rondón<br />

cuando, en Octubre de 1817, <strong>este</strong> tomó la decisión de abandonar las banderas <strong>del</strong> Rey y<br />

sumarse a la causa republicana. Este hecho fue rechazado por algunos soldados de la


tropa de Rondón que molestos desertaron el mismo día <strong>del</strong> cambio, cuando se<br />

encontraban en el hato “<strong>La</strong> Barrosa”. Entre los desertores estaban: los <strong>La</strong>muño, Julián<br />

Rivero y el negro Enrique, llamado Enricote por su elevada estatura y fortaleza. Por<br />

cierto que <strong>este</strong> siniestro personaje, después de desertar, organizó una partida de<br />

asesinos y se dedicó a perseguir y matar salvajemente a los patriotas, pero el destino que<br />

siempre cobra el mal actuar, lo puso en el camino <strong>del</strong> Capitán González, quien lo<br />

encontró en el sitio denominado Juan Hilario, en jurisdicción <strong>del</strong> Municipio José Félix<br />

Ribas, donde vengó con la horca la sangre de sus connacionales y la renuncia al cambio<br />

de causa.<br />

El Capitán Bartolo González era un hombre sencillo, resuelto y, como un<br />

verdadero patriota, siempre llevaba prendida en su ser la llama de la tierra que lo vió<br />

nacer. En él, los vallepascuenses tuvimos, en la heroica cita, a un digno representante de<br />

nuestro gentilicio. Vivió y luchó por lo que quería: la libertad.<br />

CAPITAN JUAN ANTONIO MORONTA<br />

Da la impresión que una ráfaga de viento se llevó su nombre, porque para los<br />

jóvenes de hoy, Juan Antonio Moronta es simplemente un apelativo, uno más de los


tantos que hay por aquí. <strong>La</strong> vida permitió que <strong>este</strong> humilde y campechano<br />

vallepascuense actuara en la gesta libertadora, recibiendo la oportunidad de entrar en la<br />

historia por la puerta grande pero, una vez que entró allí parece que su nombre se<br />

“congeló”; el injusto olvido lo cubrió. En el ayer quedaron aquellos días de gloria, de<br />

lucha por la ansiada libertad. Atrás existió una vida llena de sacrificios, de amor por la<br />

patria, de pleno desprendimiento, tanto que hasta la misma existencia involucró en su<br />

encomiable empeño.<br />

El Capitán de Caballería Juan Antonio Moronta fue uno de los muchos llaneros<br />

que, con el ímpetu y fuerza que da la juventud aunado a una elevada dosis de audacia y<br />

valentía, se sumó al movimiento independentista bajo las órdenes <strong>del</strong> General Pedro<br />

Zaraza, a quien acompañó en el Sitio y Batalla de <strong>La</strong> Pascua. <strong>La</strong> historia también<br />

recoge su participación en las batallas de: Aragua de Barcelona, Úrica, El Cucharo,<br />

Medrano, Fruta de Burro, El Butaque, <strong>La</strong> Hogaza, Chaguaramal de Perales, Quebrada<br />

Honda y Los Alacranes, entre otras.<br />

Don Lorenzo Zaraza lo describe como “Oficial de raza cruzada, zambo,<br />

musculoso, turbulento, amigo de pendencias, valiente y dado a entrometerse donde<br />

quiera”. Y Manuel Soto Arvelaiz dice que era “posiblemente liberto nacido de vientre<br />

esclavo”. Lo cierto es, que quizás sea Juan Antonio Moronta el soldado que más<br />

anécdotas protagonizó durante las guerras <strong>del</strong> alto llano, muchas de las cuales fueron<br />

narradas por Zaraza en su <strong>libro</strong> “<strong>La</strong> Independencia en el llano”.<br />

En 1815, habiendo llegado a Valle de la Pascua el Dr. Miguel Peña, quien<br />

andaba en la búsqueda <strong>del</strong> General Pedro Zaraza, se encontró, en la vía hacia Jácome,<br />

con Juan Antonio Moronta y su compañero Faustino Sánchez que estaban espiando la<br />

plaza, la cual había sido tomada por el realista García Luna. Peña los identificó como<br />

soldados patriotas y les pidió lo llevaran con ellos, solicitud a la que accedieron con<br />

cierto recelo. Al llegar a Iguana, donde Zaraza tenía su campamento, Moronta le dijo:<br />

“Mi General, aquí le traimos <strong>este</strong> fraire capuchino que dice que es dotol; él y que viene<br />

de muy lejo buscándolo, ¡pelelojo, que zamuro come bailando!<br />

Así de sencillo era Juan Antonio Moronta, un analfabeta pero de mucha<br />

sabiduría en el arte de la guerra y fi<strong>del</strong>idad para con sus amigos, sus jefes y la causa de<br />

emancipación, tal como lo demostró en la batalla de <strong>La</strong> Hogaza en 1817, donde salvó la<br />

vida <strong>del</strong> comandante José María Zamora, al llegar en el preciso momento que éste iba a<br />

ser ultimado. En ese instante, con la rapidez que ameritaba la ocasión, con fuerte voz le<br />

ordenó al soldado español: “¡Párate! para que veas como se lancea un pícaro”, orden


que logró lo que necesitaba Moronta, un instante de vacilación por parte <strong>del</strong> efectivo<br />

realista quien vivió en carne propia y aprendió, aunque tarde para él, como se lanceaba<br />

a un contrario.<br />

El Capitán Moronta fue un gran admirador <strong>del</strong> Libertador a quien conoció de la<br />

manera más insospechada. En 1816, después de la batalla de Quebrada Honda, Moronta<br />

que estaba con su jefe Zaraza acampando en El Punche, se enteró que el Libertador<br />

había llegado a El Chaparro, lo que, dada la cercanía, despertó su deseo de conocer al<br />

jefe de los ejércitos patriotas. Bolívar, por su parte, al enterarse de la ubicación de<br />

Zaraza decidió acercarse a conversar con él, encontrándose en el camino con Moronta, a<br />

quien pidió lo llevara a donde estaba Zaraza. Moronta cumplió la misión sin saber que<br />

estaba guiando al padre de la patria, a quien, por su raída vestimenta y por cabalgar en<br />

una mula, no reconoció. A la llegada al campamento, Zaraza, al reconocer a Bolívar,<br />

ordenó de inmediato a su tropa adoptar la posición firme para rendirle honores al<br />

Libertador, y fue en ese momento cuando Moronta se enteró de la identidad <strong>del</strong><br />

visitante. Dice la tradición, que <strong>este</strong> hecho fue narrado, en varias oportunidades, por el<br />

mismo Moronta.<br />

Se cuenta que, en 1818, el General Manuel Cedeño, Jefe <strong>del</strong> Ejército de Oriente,<br />

acampó en San Fernando de Cachicamo junto a Pedro Zaraza a quien pidió le facilitase<br />

un piquete de caballería y un oficial para que recolectara ganado y lo condujera hasta<br />

Angostura, misión que le fue asignada al capitán Moronta. Pedro Zaraza, a quien la<br />

tropa llamaba “el abuelo” según algunos por su edad, y otros por ser muy querendón y<br />

protector de su tropa, llamó a Moronta y le recomendó que no se dejara “chaparrear”<br />

por el General Cedeño, pues tenía fama de poseer mal carácter, de gustarle poner<br />

sobrenombres y castigar con su chaparro a los soldados. Al caer la tarde, después de un<br />

día de intensa faena, Moronta no quiso arriesgar su caballo, que se veía cansado, ante un<br />

toro que se había escapado de la madrina y estaba muy bravo y bien plantado, hecho<br />

que molestó a Cedeño por lo que se le encimó con amenazas y chaparro en mano<br />

dispuesto a “sobarlo”, ante lo cual el Capitán Moronta, recordando los consejos <strong>del</strong><br />

“taita”, sacó su sable y se le enfrentó diciendo: “No deje caer el chaparro General<br />

porque hago con usted lo que no ha hecho ni Jesucristo: dos generales de un solo<br />

machetazo”. Cedeño al ver la resolución <strong>del</strong> negro, volteó grupas y se marchó a quejarse<br />

<strong>del</strong> comportamiento <strong>del</strong> subalterno, pero Zaraza, haciendo honor al sobrenombre que<br />

cariñosamente le había puesto la tropa, justificó la actitud de Moronta y lo protegió,<br />

aduciendo que era un hombre de decisiones arriesgadas y una gran disposición para la<br />

lucha.


Otro incidente que muestra el carácter de Moronta fue protagonizado en Junio de<br />

1831, cuando se realizaba en Valle de la Pascua la convención entre los Generales José<br />

Antonio Páez, por el gobierno, y José Tadeo Monagas, por la revolución, para negociar<br />

la paz. Allí se escenificó una trifulca entre Moronta y Gil Abad Palma, oficial de las<br />

tropas de Monagas, a quien aquel quería cobrarle unos comentarios negativos hechos<br />

acerca <strong>del</strong> General Zaraza y su tropa. Los soldados se enfrentaron en una pulpería<br />

ubicada en la esquina <strong>La</strong> Canastilla, en la calle Paraíso c/c González Padrón, donde los<br />

rebeldes estaban “echándose palos”. Moronta, en plena calle, le dio unos planazos al<br />

Capitán Gil Abad, lo que generó un conato de enfrentamiento entre los dos bandos que<br />

muy a tiempo fue controlado por la intervención <strong>del</strong> comandante Gabriel Álvarez, quien<br />

mandaba un escuadrón de caballería a las ordenes <strong>del</strong> General Julián Infante.<br />

Así era el Capitán Juan Antonio Moronta, un hombre nacido de las entrañas <strong>del</strong><br />

pueblo, escenario donde moldeó, con firmeza, su comportamiento y donde desarrolló su<br />

patriotismo.<br />

GENERAL EMILIO AREVALO CEDEÑO<br />

¡Viva la libertad! ¡Muera la tiranía!<br />

Con <strong>este</strong> grito emitido a todo pulmón, a las 8 de la noche <strong>del</strong> 19 de mayo de<br />

1914, en la plaza de Cazorla, pequeña población al sur <strong>del</strong> estado <strong>Guárico</strong>, el General


Emilio Arévalo Cedeño inició sus luchas por la libertad y en contra de la vergonzosa<br />

tiranía impuesta en Venezuela por Juan Vicente Gómez.<br />

Emilio Arévalo Cedeño, llanero de gran fama por la tenaz resistencia opuesta a<br />

la dictadura gomecista, nació el 2 de diciembre de 1882 en Valle de la Pascua. Se dice<br />

que fue en la calle Real de la ciudad, donde también vivió varios años de su existencia.<br />

Era hijo <strong>del</strong> General Pedro Arévalo Oropeza, soldado liberal de la guerra federal y de<br />

Doña Dionisia Cedeño, bisnieta <strong>del</strong> General Manuel Cedeño, el Bravo de los bravos de<br />

Colombia. Estos ascendientes le transmitieron al inquieto Emilio el valor suficiente y el<br />

espíritu revolucionario y patriótico indispensable para mantenerse, por más de 20 años,<br />

en pie de lucha contra un gobierno dictatorial, cuyo dominio se hacía sentir en todos los<br />

órdenes de la vida nacional. Un régimen despótico signado por hechos de muerte,<br />

torturas, sangre, cárceles, miedo, atraso y privación de derechos ciudadanos, cuyas<br />

garras sintió Arévalo Cedeño en carne propia, en 1913, cuando intentaba vender, en el<br />

estado Apure, una madrina de caballos, la cual, irremediablemente, debió entregar al<br />

jefe <strong>del</strong> monopolio gomero que cerraba el cerco impidiendo el libre comercio.<br />

Lo sucedido en Apure, en San Juan de Payara, despertó la innata rebeldía de<br />

Arévalo quien, después de jurar hacer la guerra al bárbaro sistema, se enfrentó al<br />

entorno tejiendo una red de hazañas, casi novelescas, a todo lo largo y ancho de nuestras<br />

pampas, así como de la inescrutable selva guayanesa, peregrinaje en el que recibió<br />

muestras de aprecio y apoyo popular que le permitieron burlar el acoso <strong>del</strong> gobierno, al<br />

no darle la oportunidad de hacerlo prisionero, a pesar de la continua persecución de que<br />

era objeto.<br />

Después <strong>del</strong> pronunciamiento de 1914, el sagaz guerrero encabezó, desde la<br />

vecina República de Colombia, 6 invasiones a Venezuela en los años: 1915, 1920, 1921,<br />

1924,1929 y 1931. En la llamada Campaña de Río Negro, iniciada el 31 de diciembre<br />

de 1920, se mantuvo 27 días navegando en las aguas de los ríos: Casanare, Meta y<br />

Orinoco y logró capturar al terrible Tomás Funes, quien tenía su cuartel en San<br />

Fernando de Atabapo, la antigua MARACOA, y para la fecha capital <strong>del</strong> Territorio<br />

Federal Amazonas, desde donde controlaba el tráfico de caucho de la región.<br />

Tomás Funes fue apresado, juzgado y condenado a muerte. Fue fusilado en la<br />

plaza pública <strong>del</strong> pueblo, el 30 de enero de 1921, pagando con su vida los 480<br />

asesinatos que la conseja le atribuye, así como el haber hecho de Río Negro su feudo<br />

particular.


El éxito de Río Negro, aplaudido por el Orinoco, el Guaviare y el negro<br />

Atabapo, que forman dorada estrella de agua en el corazón de la selva, impulsó al<br />

General Arévalo Cedeño a continuar sus arduas luchas, en las cuales contó,<br />

básicamente, con dos elementos adversos: primeramente, el hecho de realizar una lucha<br />

aislada contra un gobierno compacto, pues no hubo unión ni apoyo de otros grupos<br />

alzados, aunado al temor que las comunidades sentían por Gómez; y por otra parte, las<br />

leyendas que sobre <strong>este</strong> personaje circulaban de boca en boca. Así, lo que pudo ser una<br />

revolución de impacto nacional que acabara con la dictadura, sólo se quedó en guerrillas<br />

aisladas.<br />

En 1936, acaecida la muerte de Gómez y exaltado al poder el General Eleazar<br />

López Contreras; Arévalo Cedeño, que se encontraba en Nueva York, regresó a<br />

Venezuela y aceptó la presidencia <strong>del</strong> estado <strong>Guárico</strong>, donde demostró su honestidad y<br />

preocupación por las comunidades. Promovió la creación de hospitales y escuelas, entre<br />

las que se cuenta el Liceo Juan Germán Roscio, de San Juan de los Morros; impulsó el<br />

transporte de ganado en camiones, sustituyendo el arreo; sembró molinos de viento en<br />

las sabanas guariqueñas; construyó vías de penetración y estimuló el establecimiento de<br />

centros culturales, entre otras obras.<br />

A su salida <strong>del</strong> gobierno regional, totalmente pobre, regresó a su lar nativo<br />

donde deambuló por sus calles, hasta el día de su muerte, acaecida en el Hospital Juan<br />

Santiago Guasco el 20 de mayo de 1965, cuando contaba 84 años de edad. <strong>La</strong>s causas<br />

de su deceso fueron: bronconeumonía e insuficiencia respiratoria.<br />

<strong>La</strong> imagen <strong>del</strong> General Emilio Arévalo Cedeño, un hombre pequeño de estatura,<br />

pero grande en tenacidad y en la lucha por sus ideales, mora en el recuerdo de todos los<br />

vallepascuenses que saben apreciar cualquier gesto que involucre libertad de acción y<br />

pensamiento. Por ello acogieron con beneplácito el reconocimiento póstumo que se le<br />

hizo al bautizar con su nombre el parque ferial de la ciudad.<br />

En su autobiografía: “El Libro de mis luchas”, relata todos los padecimientos,<br />

angustias y privaciones que hubo de encarar en la búsqueda de un sistema democrático<br />

para su país.


GENERAL JOSE MARIA ZAMORA<br />

En mi lar nativo, Valle de la Pascua, donde viví parte de mi niñez, y en la<br />

esquina Alto de la <strong>La</strong>guna, en la calle Real c/c Avenida Libertador, hay un parque<br />

infantil llamado Parque Zamora donde las familias, siguiendo la moda, generalmente<br />

celebran los cumpleaños de sus pequeños, que corren y retozan sin advertir en el busto<br />

que, sobre un pedestal y sin ninguna escritura que lo identifique, se encuentra en el


lugar. Y quizás si lo mirasen no les diría nada, o tal vez se preguntarían: ¿Quién será ese<br />

señor?<br />

Ese busto es la imagen <strong>del</strong> General José María Zamora, prócer independentista<br />

que testimonia nuestra presencia en la gesta emancipadora, en la guerra federal, en la<br />

historia grande.<br />

Zamora era nativo de Valle de la Pascua, donde nació el 20 de octubre de 1794,<br />

descendiente de los primeros pobladores de la Villa, pero se hizo orituqueño por<br />

adopción, fijando su residencia, desde 1821, en San Rafael de Orituco donde se casó<br />

con la señora Josefa Antonia Pedrique dama caritativa y de gran religiosidad, virtudes<br />

que puso de manifiesto en muchas oportunidades, tal como lo testimonia Adolfo A.<br />

Machado en su obra “Apuntaciones para la Historia” donde narra que Doña Josefa<br />

mandó a fabricar una llave para el sagrario de la Iglesia de San Rafael, con unos<br />

cochanos (oro) que le regaló el Sargento Moreno, quien se dedicó, después de lograda la<br />

independencia, al contrabando de oro con pueblos <strong>del</strong> estado Miranda, especialmente<br />

Barlovento.<br />

El General Zamora fue un hombre de comprobado coraje, valor y decisión que al<br />

lado <strong>del</strong> General Pedro Zaraza, jefe nato de la llanura central, contribuyó, igual que<br />

tantos patriotas llaneros, a lograr uno de los dones más preciados <strong>del</strong> hombre: la<br />

libertad. Con el batallón “Rompe líneas” sembraron, con fuerza indomable, el terror en<br />

los enemigos.<br />

El año 1814 estuvo presente en el sitio de Valle de la Pascua impuesto a los<br />

patriotas, durante cuatro días, por el realista Bartolomé Martínez a fin de rendirles por<br />

el hambre y la sed; y en la posterior batalla librada, el 25 de Mayo de ese año, en el<br />

alto de la laguna de <strong>La</strong> Vigía, de la cual salieron victoriosos gracias a la oportuna<br />

intervención <strong>del</strong> General Manuel Piar. Posteriormente, lucha en Aragua de Barcelona,<br />

Maturín y en la desastrosa batalla de Úrica, a finales de ese año, batalla donde se<br />

canceló el segundo período republicano y murió el Asturiano José Tomás Boves.<br />

Una vez perdida la segunda república, Zaraza con un puñado de hombres entre<br />

los que se contaban Zamora, Julián y Leonardo Infante, los Belisario, Cándido Salas,<br />

Cayetano Gabante, Mauricio Zamora y otros, sostuvo junto con José Tadeo Monagas, la<br />

resistencia republicana en el alto llano, involucrándose en guerrillas y escaramuzas en<br />

franca rebeldía contra los reveses de la fortuna.


Así, con firmeza y voluntad de independencia, los patriotas <strong>del</strong> alto llano y entre<br />

ellos José María Zamora, apoyaron al General Mac-Gregor en la llamada retirada de los<br />

600, marcha que los llevó a San Diego de Cabrutica donde, siguiendo instrucciones <strong>del</strong><br />

Libertador y respetando su lealtad, eligieron como jefe <strong>del</strong> ejército a José Tadeo<br />

Monagas y segundo, a Pedro Zaraza, hecho que les dio cohesión y les permitió triunfar,<br />

el 6 de septiembre de 1816, en la batalla de “Los Alacranes”, un poco al sur de Santa<br />

Cruz de Unare, librada contra el Coronel realista Rafael López. En esta contienda<br />

Zamora saboreó el éxito en el ala izquierda, mientras Zaraza lo hacía en la derecha,<br />

logrando abrir el camino hacia Barcelona, la heroica Margarita, y de hecho la toma de<br />

Guayana. Su actuación en <strong>este</strong> combate le ganó elogios por parte <strong>del</strong> General Gregor<br />

Mac Gregor.<br />

Fueron muchos los combates en los que participó activamente José María<br />

Zamora, durmiendo a la intemperie, comiendo poco e imponiendo respeto y temor a<br />

punta de lanza, como en la batalla de <strong>La</strong> Hogaza, 2 de diciembre de 1817, hato<br />

contiguo al caserío <strong>La</strong> Unión, donde estuvo a punto de perder la vida cuando, después<br />

<strong>del</strong> desastre y ya en retirada, le fue confiada, junto al Coronel Juan José Rondón que por<br />

primera vez peleaba bajo las banderas patriotas, la protección de un grupo de infantería,<br />

cometido que lograron con éxito; pero durante la marcha el caballo de Zamora, debido a<br />

la gran actividad de ese día, se cansó y en uno de los frentes dado a los realistas que los<br />

perseguían quedó rezagado, circunstancia que aprovechó un soldado <strong>del</strong> Rey para<br />

atacarlo a mansalva, hiriéndolo en la espalda de un lanzazo. Fue su paisano, el oficial de<br />

caballería, Juan Antonio Moronta, llamado “El negro Moronta”, quien lo salvó de morir<br />

en esa oportunidad.<br />

Sin embargo, a pesar de ser <strong>La</strong> Hogaza aciaga para los republicanos, el Mariscal<br />

Miguel de la Torre no dejó de espantarse de sus cargas. Por su actuación en esta batalla,<br />

el Libertador Bolívar reconoció al General José María Zamora: “Intrepidez,<br />

patriotismo e infatigable constancia”.<br />

El valor de nuestro prócer se puso de manifiesto además en Manapire, <strong>La</strong><br />

Cabrera y Maracay. Llegó a compartir campos de lucha con Simón Bolívar, como lo<br />

hizo en la batalla de Semen, el 16 de marzo de 1818, donde recibió el grado de Coronel<br />

efectivo por parte <strong>del</strong> Libertador, quien al imponerle el ascenso lo llamó “esforzado y<br />

valiente oficial” y lo premió con su confianza, demostrada al hacerlo portador de un<br />

gran lote de material de guerra para el General Pedro Zaraza y al autorizarlo para que<br />

vendiera mulas, libres de derecho, con el fin de obtener recursos para la adquisición de<br />

ropas, algunos enseres y uniformes.


En 1819, Zamora fue invitado a participar en el célebre Congreso de Angostura<br />

como Diputado por la Provincia de Caracas, honor que rechazó por considerarse<br />

hombre de poca ilustración y por ende incapaz de asumir como legislador los destinos<br />

<strong>del</strong> país.<br />

En julio de 1821, después de la batalla de Carabobo, el entonces Coronel José<br />

María Zamora investido con el carácter de Comandante militar y pacificador <strong>del</strong> Alto<br />

Llano, ocupó la región de Orituco en nombre <strong>del</strong> gobierno republicano inaugurado en<br />

Caracas, y le dio a la región la primera organización civil, al tiempo que nombró Juez<br />

Político al Comandante Julián Infante. Su actuación le mereció una espada de oro que<br />

fue ordenada por el Congreso de la republica. En 1830 acompaña al Libertador a Santa<br />

Marta, Colombia.<br />

El General Zamora dirigió, en 1833, la Campaña de Pacificación <strong>del</strong> Alto Llano<br />

que culminó con la captura <strong>del</strong> Coronel Cayetano Gabante. Tres años después es<br />

ascendido a General de Brigada, grado con el que estuvo al frente de la Comandancia<br />

de Armas de Carabobo (1837) y, por espacio de siete años (1840-1847) de la de<br />

Caracas, lapso en que debió enfrentar, defendiendo al gobierno y acompañado <strong>del</strong><br />

también Vallepascuense José María Rubín, al primer movimiento revolucionario liberal<br />

acaudillado por los guerrilleros: Juan Celestino Centeno y Doroteo Herrera, a quienes<br />

venció, definitivamente, en el sitio de Oruz, en Lezama de Orituco, el 8 de noviembre<br />

de 1844.<br />

En 1858, secundó la revolución comandada por Julián Castro y participó en la<br />

guerra federal <strong>del</strong> lado de los centralistas, siendo triunfador junto con Rubín, Rito<br />

Belisario y Juan de Dios Castillo en la batalla de Chaguaramas, librada el 3 de Abril de<br />

1862, contra las tropas de Miguel Sotillo. Participó, también, en la Batalla de Coplé (17<br />

de febrero de 1860) y en <strong>La</strong> Cureña (11 de abril de 1861) entre otras.<br />

Ya próximo a cumplir setenta años, y después de haber prestado grandes<br />

servicios a la patria y ostentando el grado militar de General en Jefe dejó de existir en la<br />

ciudad de Caracas, el 11 de febrero de 1864. Este benemérito patriota, dejó a sus hijos<br />

el hato Apamate, colindante con el caserío Mamonal de Orituco, el cual había<br />

pertenecido a Don Vicente Espejo y en donde trabajó, como encargado y mayordomo<br />

antes de abrazar las armas de la patria, el General Pedro Zaraza


El General José María Zamora, militar y político vallepascuense, quien puso su<br />

vida al servicio de la patria, es ese que, en el parque bautizado con su nombre, nos<br />

sigue mirando al pasar, quizás esperando de nosotros, sus coterráneos, que abonemos<br />

las semillas de buenos ejemplos que él y otros libertadores dejaron plantadas para que,<br />

una vez recogidos los frutos, poblemos con esas simientes el fértil suelo que un día nos<br />

vió nacer.<br />

Busto <strong>del</strong> General José María Zamora<br />

GENERAL MAURICIO ZAMORA<br />

Muy joven sintió el llamado de la patria y le respondió con toda la profundidad<br />

de sus sentimientos, con todo su ardor para la lucha y amor por su tierra. El General<br />

Mauricio Zamora fue un hijo de Valle de la Pascua que dejó huellas en todo el alto


llano, al abrazar con ímpetu y valentía la causa independentista. En 1813 forma parte<br />

<strong>del</strong> célebre batallón ROMPE LINEAS, ejército que comandaba un coterráneo suyo, el<br />

General Pedro Zaraza. Con él participa en el combate de Espino contra el realista<br />

Nogales; en el sitio y batalla de <strong>La</strong> Pascua, contra el comandante Bartolomé Martínez;<br />

en Tucupido, contra el comandante Lorenzo Figueroa (Barrajola); al lado <strong>del</strong><br />

Libertador, en Aragua de Barcelona, contra el Coronel Francisco Tomás Morales; en<br />

Maturín, contra el mismo Morales y en la célebre batalla de Úrica, donde por su arrojo<br />

salvó la vida al General Pedro Zaraza.<br />

Se cuenta que en la cruenta batalla de Úrica, Pedro Zaraza, cercado junto con sus<br />

oficiales, asumió la retaguardia de su caballería para salvarla de una derrota total, pero<br />

al paso de un morichal, cuando su caballo mortalmente herido le cayó encima, estuvo a<br />

punto de perecer en manos de los realistas, final que evitó Zamora al ofrecerle, en el<br />

justo momento, un caballo ensillado que minutos antes había arrebatado al enemigo.<br />

Zaraza supo agradecerle la acción y lo ascendió a Alférez de Caballería, grado con el<br />

cual comandó, a partir de 1815 una de las guerrillas que tenía como mandato expreso<br />

conseguir armas y otros implementos de guerra para las fuerzas patriotas. Su teatro de<br />

operaciones era las riberas <strong>del</strong> río Cucharo desde el paso de Chaparralito y abarcaba el<br />

camino de Chaguaramal de Perales, para El Socorro, Espino, Santa Rita y Cabruta hasta<br />

el paso de Limoncito.<br />

Fue protagonista en la batalla de <strong>La</strong> Hogaza (1817) y en la Campaña <strong>del</strong> Centro<br />

(1818), para luego comandar un contingente de la fuerza de la Plaza de Angostura,<br />

misión de la que desistió por no encontrarse a gusto en esas funciones, pues era hombre<br />

formado en las guerrillas a campo abierto. No sabía de reposo, por ello agradeció<br />

cuando el General Pedro Zaraza, su antiguo jefe, lo recibió, protegió y le asignó la<br />

misión de perseguir a los bandidos al sur de Valle de <strong>La</strong> Pascua y Chaguaramas, que<br />

constantemente estaban atropellando a las familias patriotas.<br />

Posteriormente, en 1822, con el grado de Capitán Efectivo participó<br />

comandando uno de los escuadrones de caballería en la campaña de Los Güires contra<br />

los realistas Doroteo Herrera, Centeno, Ramirote, Machillanda y los indios Guaiparos y,<br />

en esas funciones militares estuvo hasta 1830, cuando pasó a retiro. Sin embargo,<br />

después de cinco años, la nostalgia y el amor a la patria lo hacen regresar al servicio de<br />

las armas, reiniciándose en Barinas, para luego volver a su antiguo territorio y dejar<br />

huella en Bejuquero, Gingibral de Unare, Onoto, El Chaparral, Corocito y junto con el<br />

también vallepascuense General José María Zamora, en la Cureña y Chaguaramas.


El General en Jefe, José Antonio Páez, lo ascendió a General de División como<br />

reconocimiento a los servicios prestados a Venezuela, grado que ofrendó a la tierra que<br />

lo vió nacer y posteriormente morir, un 27 de enero <strong>del</strong> año 1869.<br />

El nombre <strong>del</strong> General Mauricio Zamora; quien se casó en Titirijí, caserío <strong>del</strong><br />

municipio José Félix Ribas, con la señorita Juana Rodríguez, ya no se escucha en estos<br />

predios. Sus pisadas se borraron y no hay ni una calle, ni un parque ni nada que<br />

muestre la inmensa gratitud que se debe tener por <strong>este</strong> hombre valiente que consumió<br />

su existencia en pro de la libertad, llegando a convertirse en héroe de la independencia.<br />

Aunque su nombre no alumbre las primeras posiciones de la epopeya libertadora,<br />

siempre estuvo entre los héroes de la resistencia al dominio español.<br />

LUIS ADOLFO MELO<br />

Cuando el Concejo <strong>del</strong> municipio Leonardo Infante acordó darle el nombre de<br />

Luis Adolfo Melo a la Zona Industrial de Valle de la Pascua, construida por el gobierno<br />

regional y ubicada al suro<strong>este</strong> de la ciudad, estaba, justamente, reconociendo la obra y<br />

enalteciendo el nombre de un guariqueño, “vallemetido”, que, con talento indiscutible,


abrió el campo empresarial de un pueblo que, en ese momento, carecía de los más<br />

elementales servicios.<br />

<strong>La</strong> vida de Don Luis Adolfo Melo fue un duro batallar por el progreso de su<br />

segunda patria chica. Llegó a Valle de la Pascua en 1919, proveniente de Altagracia de<br />

Orituco donde había nacido en los albores <strong>del</strong> siglo XX, en 1905, año centenario <strong>del</strong><br />

célebre juramento en el Monte Sacro, donde el joven Bolívar y su maestro Simón<br />

Rodríguez prometieron no descansar hasta liberar a su patria. Melo también parece<br />

haberse jurado trabajar arduamente por el desarrollo económico <strong>del</strong> lar que un día le<br />

abrió los brazos y le dio cobijo. Se inició como barrendero y lavador de botellas en la<br />

Farmacia Marcano, la cual con el tiempo llegó a ser de su propiedad. Esta actividad<br />

comercial la compartía con el quehacer periodístico, siendo uno de sus pioneros en<br />

Valle de la Pascua. Fundó varios periódicos de circulación ocasional, tales como Santos<br />

Luzardo, <strong>La</strong> Idea, <strong>La</strong> Balanza y Deportes, en los que emitía opiniones acerca <strong>del</strong><br />

quehacer regional, las que lo llevarían a sufrir encarcelamiento, durante la dictadura de<br />

Juan Vicente Gómez.<br />

Analizando la obra de Luis Adolfo Melo y el entorno social donde le tocó<br />

desenvolverse, llegamos a la conclusión de que él fue un hombre - símbolo, una figura<br />

progresista, un pionero <strong>del</strong> desarrollo, un visionario admirable o como expresara el Dr.<br />

Rafael Ledezma Martínez en un discurso pronunciado ante la Cámara de Comercio<br />

(1989): “Baquiano <strong>del</strong> rumbo y cabestrero <strong>del</strong> esfuerzo y <strong>del</strong> desarrollo colectivo”.<br />

<strong>La</strong> obra <strong>del</strong> viejo Melo, como cariñosamente se le llamaba, alcanzó alta<br />

jerarquía. Junto con otras personalidades gestionó la instalación, en Valle de la Pascua,<br />

de la primera entidad bancaria comercial, como fue el Banco de Fomento Regional de<br />

Oriente, de la cual fue gerente; fundó, junto con Simón Zamora Hernández, la<br />

Compañía de Teléfonos <strong>del</strong> Oriente <strong>del</strong> <strong>Guárico</strong>, que por la cantidad de veinte bolívares<br />

y usando los teléfonos “de manillita” permitía la comunicación entre los habitantes <strong>del</strong><br />

pueblo y, más tarde, con las vecinas poblaciones de Tucupido y <strong>La</strong>s Mercedes <strong>del</strong><br />

Llano; estableció la Compañía Anónima de Electricidad <strong>La</strong> Pascua (CAELP) con<br />

capital público y privado, la que vino a dar un toque de modernismo a aquella aldea que<br />

se alumbraba con velas o lámparas de carburo, kerosén o gas-oil; fue pionero de la<br />

radiodifusión al crear la Publicidad <strong>Guárico</strong>, especie de estación radioeléctrica que al<br />

declinar el sol, iniciaba sus actividades llevando música en vivo o grabada, además de<br />

los comerciales publicitarios, a las familias que acostumbraban sentarse a las puertas de<br />

sus hogares, donde se formaban entretenidas tertulias hasta bien entrada la noche; y


estableció, también, la “Tipografía Guariqueña”, ubicada en la calle González Padrón de<br />

la ciudad.<br />

Melo fue un autodidacta, polifacético, a quien las dificultades no le inhibían,<br />

sino que, por el contrario, le motivaban e impelían hacia la búsqueda de mejoras para su<br />

colectivo, fuerza ésta que lo llevó a aceptar una concejalía en la municipalidad de<br />

Infante, así como un curul en la Asamblea Legislativa <strong>del</strong> estado <strong>Guárico</strong>.<br />

En todas las actividades que significaban avance para el pueblo, allí estaba la<br />

figura amigable <strong>del</strong> viejo Melo prestando su concurso, viajando, estableciendo<br />

relaciones o buscando soluciones. Así lo encontramos integrando las comisiones para<br />

gestionar la construcción de la represa El Corozo, <strong>del</strong> Aeropuerto <strong>La</strong>s Garcitas y para el<br />

establecimiento de la Embotelladora <strong>Guárico</strong>, empresa que representó una fuente de<br />

trabajo para los moradores. El 28 de mayo de 1954 se anotó otro éxito al fundar la<br />

Cámara de Comercio <strong>del</strong> Distrito Infante y fue el primer presidente de la institución que<br />

capitaneó el logro de importantes mejoras para la comunidad. Dicha Cámara fue<br />

reorganizada en 1964 por iniciativa <strong>del</strong> mismo Melo, después de un silencio impuesto<br />

por el gobierno dictatorial de Marcos Pérez Jiménez e inició una marcha indetenible que<br />

la ha llevado a convertirse en motor <strong>del</strong> desarrollo regional.<br />

El 4 de Junio de 1979, Luis Adolfo Melo, árbol erguido en un tiempo<br />

polvoriento y difícil, dejó de darle sombra a su familia, a la villa que tanto quiso y por la<br />

que tanto hizo. Ese oscuro día se fue y dejó, con su esposa Ana Isabel Jiménez, una<br />

herencia de tres hijos: Luis Fernando Melo, doctor en Farmacia y actual cronista de la<br />

ciudad, Gonzalo y León, Ingeniero Civil y Arquitecto, respectivamente.<br />

En 1989, con motivo de la celebración de los 35 años de la Cámara de Comercio<br />

<strong>del</strong> Municipio Infante, se impuso por primera vez la Orden Luis Adolfo Melo como<br />

homenaje al quijote <strong>del</strong> progreso vallepascuense, al padre de la organización que ha<br />

contribuido, decidida y eficientemente, a la consolidación de la región como una de las<br />

más pujantes.<br />

Valle de la Pascua, convertida hoy en polo de desarrollo agropecuario, guarda en<br />

su memoria la imagen de Luis Adolfo Melo, hombre de pueblo, campechano, humilde<br />

y trabajador afanoso a tiempo completo. Por ello a pesar <strong>del</strong> cambio de denominación<br />

de la zona industrial bautizada con su nombre, a Parque Industrial Libertador, los<br />

habitantes de <strong>La</strong> <strong>Princesa</strong> <strong>del</strong> <strong>Guárico</strong> continúan llamándola con su primigenia<br />

designación.


Luis Adolfo Melo<br />

LUISA JULIETA HERNANDEZ<br />

Hace tiempo conversé con la maestra Luisa Julieta Hernández Barrios, una<br />

agradable, fina y educada dama, a quien me pareció conocer de toda la vida. <strong>La</strong><br />

comunidad pascuense la consideraba como de su propiedad, pieza de su patrimonio,


parte <strong>del</strong> pueblo, el cual se sentía orgulloso de su fructífera vida y de su prestigio de<br />

mujer honesta y educadora a tiempo completo, que supo canalizar las ideas y<br />

pensamientos de la juventud vallepascuense en una época donde apenas comenzaban a<br />

establecerse las primeras escuelas oficiales para los estudios sistematizados.<br />

<strong>La</strong> visité en su casa, ubicada en la calle González Padrón cruce con Descanso;<br />

una vivienda de amplios corredores y antigua puerta de grandes aldabones que, por ser<br />

de madera fina, se mantenía incólume ante el largo tiempo que le tocó vivir. En esa<br />

misma casona, donde los recuerdos se mecían pasivamente en una docena de<br />

chinchorros que colgaban resignados a la espera de algún visitante para sentir su<br />

contacto, y cuyos laterales estaban adornados con hermosos helechos, que tejían una<br />

especie de verde cortina que nos hizo sentir la frescura y bondad de la madre<br />

naturaleza, allí nació Luisa Julieta. Nació con el siglo XX, el 15 de marzo de 1900, y en<br />

ese mismo espacio, como árbol vencedor de mil tormentas. Enseñaba a través de su<br />

ejemplo y su palabra fluida, en la que pude apreciar cierta nota de melancolía,<br />

especialmente cuando se refería al pasado local, a la vida grata y sencilla <strong>del</strong> terruño, a<br />

los días aquellos cuando el maestro era un verdadero líder, querido y respetado en su<br />

comunidad, al ocaso taciturno cuando los faroleros daban iluminación a la placita<br />

Bolívar, época romanticona y bien distante a la que se vive hoy.<br />

<strong>La</strong> señorita Luisa Julieta, como la llamaban en el pueblo, era una mujer menuda,<br />

de finos rasgos, bien conservados, de cabello grisáceo y mirada atenta e inquisidora.<br />

Desde niña dio muestras de su vocación docente al desempeñarse como auxiliar de<br />

Doña Julita Barrios de Hernández, su madre, en la escuela para niños que ésta atendía<br />

en su propio hogar, labor que supo de la dedicación de la jovencita al tiempo que se<br />

preparaba para la misión que más tarde desempeñaría con mucha prestancia y mística.<br />

Inició su apostolado en 1928 al asumir el cargo de Maestra Nro.1 en la Escuela Federal<br />

Graduada <strong>La</strong>zo Martí, continuando, luego, en la escuela unitaria de Jácome así como en<br />

las escuelas: Leonardo Infante, Francisco Salias, Rafael González Udis y en el liceo<br />

José Gil Fortoul, al igual que en los centros educativos nocturnos: Leoncio Martínez y<br />

Carlos José Bello donde, con innata disposición para la enseñanza, abrió una nueva<br />

dimensión al conocimiento y creó una sólida conciencia patria.<br />

En 1955, al cumplir 27 años al servicio de la educación, le fue concedida la<br />

jubilación después de recibir muestras de cariño, respeto y aprecio por parte de ex<br />

alumnos, representantes, instituciones y fuerzas vivas que hacían vida activa en la<br />

ciudad, las mismas que habían participado en la celebración de las bodas de plata


profesionales de la noble y generosa educadora que supo ser bálsamo para los afligidos<br />

y torrente de luz para los que acudían a esa fuente a nutrirse <strong>del</strong> más caro conocimiento.<br />

Fue una visita corta, pero por demás agradable y encantadora. Aquella dama,<br />

muestra de la pura esencia <strong>del</strong> pueblo, me retrató con sencilla devoción, a través de su<br />

amena plática, retazos <strong>del</strong> pasado <strong>del</strong> poblado, viejos recuerdos, espléndido tesoro de la<br />

geografía espiritual de mi <strong>Princesa</strong>.<br />

Al despedirme, también lo hice de su hija putativa, Gladis Hernández, la eterna<br />

reina de los vallepascuenses, poseedora <strong>del</strong> mismo espíritu de jovialidad y coquetería<br />

que la hizo muy popular en sus días juveniles y de mocedad. A su lado, Celso Belisario<br />

el “<strong>La</strong>me lanza de Chaguaramas”, el hombre de la casa; y de la taciturna, pero atenta,<br />

María Anare.<br />

Estaba avanzada la tarde cuando salí. Les dije ¡hasta pronto! con la satisfacción<br />

de haber conocido a una familia sencilla y apacible, y disfrutado de su cálida<br />

conversación en un ambiente donde parecía que el tiempo se había detenido en los<br />

multicolores chinchorros, en el verdor <strong>del</strong> materío, en la enramada <strong>del</strong> patio central y en<br />

el inmenso retrato <strong>del</strong> Dr. Rafael Caldera que dominaba una de las paredes <strong>del</strong> caserón.<br />

Me prometí volver.<br />

Cumplí con mi promesa de volver; pero ahora lo hice para darle el último adiós a<br />

quien consideré un ejemplo de dignidad. Luisa Julieta Hernández Barrios falleció el 28<br />

de marzo de 1998.<br />

MONSEÑOR RAFAEL ANGEL<br />

CHACIN SOTO<br />

Aún retumban en mis oídos aquellas cinco palabras que me sobresaltaron y le<br />

llevaron tristeza a mi corazón: “EL PADRE CHACIN HA MUERTO”. <strong>La</strong>s emisoras<br />

locales difundieron, rápidamente, la noticia. Los periódicos, por su parte, reseñaron la<br />

crónica y publicaron acuerdos, entre ellos uno <strong>del</strong> Congreso de la República. Me dolía


pensar que un roble de tanta firmeza y con tan profundas raíces desapareciera de la faz<br />

de la tierra. Hasta en sus últimos momentos mostró su fuerte personalidad y su develado<br />

amor por la libertad, de lo que dejó constancia al enfrentarse con valentía a la dictadura<br />

de Pérez Jiménez, sin importarle las sanciones impuestas. Pudiera ser coincidente, pero<br />

escogió como día para emprender su viaje a la eternidad, el 19 de abril, fecha de<br />

profunda significación en la independencia venezolana.<br />

Monseñor Doctor Rafael Ángel Chacín Soto, llamado cariñosamente Padre<br />

Chacín, era un hombre alto, de contextura robusta y fuerte, de mucha energía y voz<br />

clara que se imponía sobre las demás; destacaba en su rostro la mirada penetrante y<br />

cejas pobladas. Había nacido en Sabana de Mendoza, pueblo apacible de profundas y<br />

arraigadas costumbres católicas <strong>del</strong> estado Trujillo, el 10 de febrero de 1910, año<br />

centenario de aquel primer paso en la gesta emancipadora, en el hogar formado por Don<br />

Reinaldo Chacín y Doña Mercedes Soto.<br />

Después de realizar estudios en Valera, Maracaibo y Mérida, inició los<br />

eclesiásticos en el Seminario de Caracas y luego en Pamplona (Colombia), para coronar<br />

con éxito en las Universidades de Lovaina (Bélgica), Pontificia Gregoriana y<br />

Pontificium Instituto Angelicum (Roma); y la <strong>del</strong> Sacro-Cuore, (Milán).<br />

Su misión religiosa la cumplió en Pampán, estado Trujillo; Barinas, estado<br />

Barinas; Altagracia de Orituco, estado <strong>Guárico</strong>, donde llegó en 1942 y, finalmente, en<br />

1958, en Valle de la Pascua, la <strong>Princesa</strong> Guariqueña donde una vez dijo: “DE AQUI<br />

ME SACARAN MUERTO”. Si tomamos esta expresión en sentido Strictu Sensu<br />

llegamos a la conclusión de que no se cumplió su deseo, porque ni muerto salió de<br />

Valle de la Pascua, ya que sus restos reposan en la Catedral Nuestra Señora de la<br />

Can<strong>del</strong>aria, en el lugar donde nos dejó escuchar su palabra llena fe y de sinceridad,<br />

donde recibimos, muchas veces, el consejo necesario, el aliento hecho palabra y la<br />

infaltable llamada de atención, si era el caso. Valle de la Pascua fue su patria chica<br />

adoptiva. El era un “Vallemetido” según sus propias palabras, expresión que hoy día se<br />

aplica a todas las personas venidas de otros lugares y que se arraigan en esta tierra.<br />

Nuestra ciudad se ganó a <strong>este</strong> andino, que se convirtió en piedra angular para su<br />

desarrollo, sobre todo, de la vida cultural.<br />

El Padre Chacín dejó a los vallepascuenses un hermoso legado, que le avala vida<br />

eterna. El jamás morirá: ¡aunque lo olviden, vive en sus obras!. Fue un verdadero<br />

maestro: desarrolló actividades pastorales, docentes, sociales, deportivas, musicales, de<br />

investigación histórica, y una amplia gama en otras ramas <strong>del</strong> saber humano.


Como pastor hizo acrecentar la fe e impuso disciplina entre los fieles, llegando,<br />

en varias oportunidades, a ordenar a determinadas personas retirarse de la iglesia por no<br />

asumir comportamientos cónsonos con la santidad <strong>del</strong> lugar. Adaptó su misión de<br />

sacerdote al momento y a las necesidades <strong>del</strong> medio donde le tocó vivir, lo que le ganó<br />

gran respeto en la comunidad, así como fama de cura moderno.<br />

Como trabajador social, su obra fructifica al norte de Valle de la Pascua, en el<br />

sector <strong>La</strong> Concordia. Allí están las llamadas “Casitas <strong>del</strong> cura”, una urbanización que<br />

hizo edificar y en la que, incluso, prestó sus manos para el duro trabajo de la<br />

construcción, a fin de proporcionar hogares decentes a familias desposeídas, a quienes<br />

también suministró comida, medicinas y consuelo. Estos inmuebles, construidos a<br />

comienzos de la década de los sesenta, iniciaron el poblamiento <strong>del</strong> sector. Era un grupo<br />

de 20 casas distribuidas en apenas tres calles horizontales y una vertical, que fueron<br />

habitadas, entre otros, por: Pedro Ortega, Juan Guarirapa, Sebastián Gómez, Saulón<br />

Blanco, Pedro Belisario, Juan Rodríguez, Manuel Ruiz, Juan González, Luis Pérez, Juan<br />

Álvarez y Alfredo Ramón Tademo.<br />

En el campo educativo, Monseñor Rafael Chacín Soto pervive en el recuerdo de<br />

todos cuantos fueron sus alumnos en las escuelas de educación normal: Monseñor<br />

Álvarez, Simón Bolívar y Nuestra Señora <strong>del</strong> Valle; en el liceo José Gil Fortoul, donde<br />

enseñaba: Filosofía, Psicología y Literatura; en el Instituto Universitario de Tecnología<br />

de los Llanos, donde regentó las cátedras de: Lenguaje y Comunicación, y Lógica y<br />

Matemáticas; y en su sueño hecho realidad, el colegio militarizado Juan Germán<br />

Roscio. En todos ellos sembró y contagió a sus alumnos el deseo de saber y de enseñar.<br />

Aplicó una pedagogía muy propia que hacía la clase amena y vivaz: gestos,<br />

comentarios, preguntas, repreguntas, acciones y su diálogo encendido y apasionado,<br />

que no permitía la dispersión de atención.<br />

En una ocasión, estaba el Padre Chacín dando clase en el liceo José Gil Fortoul y<br />

un alumno entró retardado al aula. El Padre, muy circunspecto, después de permitirle<br />

el paso, le dijo: “OIGA, EL QUE VA A TRABAJAR CAGA TEMPRANO”. El<br />

muchacho sorprendido pregunta: ¿Cómo?, y el padre repitió: “El que va a trabajar caga<br />

temprano”. Como es lógico, todos rieron la ocurrencia <strong>del</strong> padre, y el alumno no volvió<br />

a llegar tarde, por lo menos a la clase de Monseñor.<br />

Otras veces, al hacer una pregunta sorpresiva y no recibir repuesta o no ser ésta<br />

satisfactoria, el padre se levantaba la sotana, tomaba en su mano una parte doblada de


ella, y simulando una estatuilla, hacía como que se la entregaba al interrogado,<br />

diciendo: TE LA GANASTE, lo que generaba risas en el alumnado y vergüenza en el<br />

aludido. Nadie quería ganarse tal premio, por lo que todos estudiaban diariamente las<br />

materias que él dictaba.<br />

Así lo recuerdan quienes lo conocieron en sus años de mocedad, un hombre<br />

dinámico, de gran vitalidad y calidad humana, admirable erudición, profundos<br />

conocimientos de las materias humanísticas y científicas, orador de primer orden, que<br />

entusiasmaba a los más diversos públicos, ganándole prestigio.<br />

Amaba la música y el deporte, campos donde su temperamento fogoso lo<br />

impulsó a organizar, crear y promover. Fundó la estudiantina <strong>del</strong> colegio Juan Germán<br />

Roscio a la cual, saliéndose <strong>del</strong> concepto tradicional, incorporó liras y a través de ella<br />

canalizó las inquietudes musicales de sus alumnos. Fue uno de los fundadores <strong>del</strong><br />

Festival Nacional Panoja de Oro, de cuyo jurado formó parte en diversas oportunidades.<br />

Igualmente, compuso y cantó canciones y escribió varios poemas.<br />

En él tuvimos, además, a un extraordinario deportista. Lo vimos como fanático,<br />

jugador, entrenador, promotor y dirigente. Con intensa emoción participaba en cualquier<br />

“caimanera”, especialmente de mini básquet. ¡Como aplaudía y aupaba! a sus pupilos,<br />

los Diablos Rojos y Caribes, cuando anotaban carreras o convertían alguna cesta.<br />

LA HORA CHACINERA, hora exacta, puntual, que hizo madrugar y correr a<br />

vallepascuenses y “vallemetidos”, fue una de las tantas estrategias que implementó para<br />

llamar la atención hacia el cumplimiento <strong>del</strong> deber, labor moralizante que hizo pensar a<br />

muchos, que de no haber sido sacerdote, él hubiese sido militar.<br />

Fue un hombre polifacético, de gran agilidad mental y facilidad de palabra,<br />

cualidades estas que enriquecieron su repertorio de anécdotas. Se cuenta que en una<br />

oportunidad, estando parado en el atrio de la iglesia, se le acercaron unas jovencitas para<br />

protegerse de un sujeto que tenía la intención de mojarlas. Viendo esto, el Padre Chacín<br />

le dijo al individuo: ¡no me moje a las mujeres! El joven como que escuchó la orden al<br />

revés e inmediatamente vació todo el contenido <strong>del</strong> recipiente sobre las damas; pero,<br />

con esa misma velocidad el padre Chacín le propinó tremendo puñetazo al irreverente<br />

jugador de carnaval y lo hizo rodar por tierra. Al otro día, el afectado se acercó a la casa<br />

parroquial a presentar disculpas y le dijo: Padre, pero yo no recuerdo haberle faltado el<br />

respeto. A lo que el Padre respondió, rápidamente: yo tampoco recuerdo haberle pegado<br />

a usted.


<strong>La</strong> huella <strong>del</strong> Padre Chacín está impresa en todos los rincones <strong>del</strong> pueblo. Como<br />

cronista de la Ciudad nos legó un tesoro bibliográfico de un valor incalculable para los<br />

vallepascuenses: su <strong>libro</strong> Orígenes de Valle de la Pascua, cuyas páginas guardan el<br />

proceso, con sus protagonistas, sus luchas, afanes y litigios, <strong>del</strong> nacimiento <strong>del</strong> pueblo<br />

que lo acogió como hijo. Sembró su semilla entre nosotros y sus ideas y pensamientos<br />

lo elevan más allá <strong>del</strong> tránsito por esta región llanera. Por eso: EL NO HA MUERTO.<br />

Como homenaje póstumo, le escribí unos modestos versos a quien me dio<br />

palabras de aliento para que incursionara de manera definitiva en la poesía. El poema se<br />

titula: SE HA IDO PRINCESA, EL PRINCIPE, y está inserto en la página 64 <strong>del</strong><br />

Poemario, de mi autoría, ENTREVERAO:<br />

Rasgó el silencio, <strong>del</strong> bello azul infinito<br />

un lamento.<br />

Triste, temerosa y dolida, está la <strong>Princesa</strong> en su aposento.<br />

Gélido rumor que abruma el corazón,<br />

de sufrimiento.<br />

Triste día, mustia la brisa, noche triste,<br />

se fue de ti, como llegó, tu abecedario,<br />

apagando de tu iglesia, su voz, el campanario.<br />

Se fue de ti, la lira de dulce tono<br />

que salpicó de entrega sin dobleces.<br />

De tus campos se fueron aquellas manos,<br />

que hicieron conocer tu núbil y campirano encanto.<br />

Lágrima que emerge preñada de una angustiosa<br />

soledad.<br />

aunque nunca la lleguemos a ver, por no quererlo,<br />

es lágrima.<br />

Y el adiós, cuando no tiene retorno,<br />

nos pierde en el negro profundo de la nada.<br />

<strong>Princesa</strong>, que triste,<br />

tanto que te quiso<br />

y tan poco que le diste.<br />

Se ha ido, <strong>Princesa</strong>, faltando a la promesa<br />

<strong>del</strong> eterno connubio, tu Príncipe.


PADRE JUAN SANTIAGO GUASCO<br />

Al mirar, retrospectivamente, el pasado de mi <strong>Princesa</strong> nos encontramos con el<br />

rostro venerable, de frente espaciosa y sonrisa bondadosa <strong>del</strong> presbítero Juan Santiago<br />

Guasco, un trabajador incansable por el bienestar de los fieles y, especialmente, por la<br />

preparación de la gente de pocos recursos económicos a quienes, con trato afable y<br />

conversaciones amenas en donde dejaba correr algún chiste ingenioso, protegía. Los<br />

guió en el aprendizaje de oficios como: carpintería, albañilería, talabartería y sastrería,<br />

lo que permitió a los desocupados, obtener una mejor calidad de vida. También fue el<br />

padre Guasco, un excelente maestro en las áreas de música y pintura, conocimientos<br />

que impartía a los interesados parroquianos, buscando con ello un mejor cultivo y<br />

elevación <strong>del</strong> espíritu.


Este “Cura de almas”, como se le decía a los sacerdotes de parroquia, había<br />

nacido en Ajaccio, Capital de Córcega (Francia) el 16 de mayo de 1816, y llegó a<br />

Valle de la Pascua el año de 1872 como Coadjutor <strong>del</strong> Presbítero Isidro Bello, quien<br />

muere ese mismo año. Ante la muerte de Bello, el padre Guasco fue nombrado Titular<br />

Propietario <strong>del</strong> Beneficio Curado de Valle de la Pascua. Antes había servido en la<br />

Parroquia El Valle, en Caracas; en Tucupido y en Chaguaramas, pueblo éste último<br />

donde, según la tradición oral, tuvo la oportunidad de demostrar su rectitud, energía y<br />

firmes convicciones. Se cuenta que un grupo de caudillos de la población intentaron<br />

sabotear una procesión de San Lorenzo Mártir, patrono <strong>del</strong> pueblo, encontrándose con<br />

el padre Guasco, que los enfrentó diciendo más o menos lo siguiente: “Sepan ustedes<br />

que muchos grandes, sólo son grandes cuando nosotros estamos de rodillas. Pueblo de<br />

Chaguaramas levántate”. El pueblo lo premió con su cariño y su respeto, sentimientos<br />

que aún se mantienen y se le testimonian cada domingo cuando los pobladores asisten a<br />

escuchar la santa palabra en la iglesia de esa población.<br />

Acá en Valle de la Pascua, el Presbítero Juan Santiago Guasco, se residenció<br />

junto a su hermana, Ana Guasco a quien el pueblo llamó <strong>La</strong> Niña Anita, en la calle San<br />

Rafael, hoy González Padrón, frente a la Plaza Bolívar, entre las esquinas El tesoro<br />

(calle Guasco c/c González Padrón) y Mata palo (calle real c/c González Padrón), en<br />

una casa ubicada en el sitio donde funciona actualmente la tienda “Nuevo fantástico”.<br />

Este inmueble tuvo varios dueños: el padre Guasco se lo regaló a su hermana Ana,<br />

quien lo dio en venta simbólica, por Bs. 1,oo, a Teresa Gutiérrez de Belisario, que a su<br />

vez lo traspasó a José Mercedes Belisario. Allí habitó también el maestro talabartero<br />

Rafael Gutiérrez y sus hijas. Después de tanto andar la población vallepascuense se<br />

considera privilegiada al poder contar entre sus habitantes, durante 14 años, a <strong>este</strong><br />

humilde sacerdote, de alma grande y corazón sincero.<br />

El precepto bíblico: “Amaos los unos a los otros como hijos que sois de un<br />

mismo padre” estuvo presente no sólo en sus prédicas, sino, especialmente, en su forma<br />

de vida abnegada y de trabajo tesonero por el bienestar de la gente y progreso de la<br />

ciudad. En muchas ocasiones, cuenta la conseja, se le vio dirigirse, montado en una<br />

mula rucia, hacia el caserío <strong>La</strong>s Campechanas, donde organizaba procesiones y visitas a<br />

la imagen de la Virgen de <strong>La</strong> Saleta que se encuentra en el caserío Pele el Ojo.<br />

Poseía, el padre Guasco, una preparación consolidada, dominaba cuatro idiomas:<br />

francés, inglés, latín y español, y algunos viejos habitantes sostenían que dominaba<br />

también los dialectos quechua y caribe. Se a<strong>del</strong>antó al Concilio Vaticano II pues solía


dar la misa en español y de frente a los feligreses, quienes aprendieron a quererlo como<br />

alguien suyo, como un excelente ciudadano que tenía la palabra indicada, clara y<br />

familiar en el momento que se requería. Prestó sus manos para la edificación de obras<br />

de bienestar colectivo, como fueron: la capilla-hospital san José de los Pobres, donde<br />

tenía una especie de asilo - hospital para enfermos mentales y leprosos, en el llamado<br />

Alto de los Pocitos, lugar donde estuvo el desaparecido hospital Guasco y ahora<br />

ocupado por el edificio de la CANTV; el cementerio viejo de la ciudad el cual<br />

construyó con su propio peculio, al final de la calle El Sol (Guasco), así como la<br />

carpintería de la Iglesia Nuestra Señora de la Can<strong>del</strong>aria, que fue obra exclusivamente<br />

suya.<br />

Como homenaje póstumo se dio el nombre <strong>del</strong> padre Guasco al viejo hospital, el<br />

cual funcionó hasta el año 1973. También se dio el nombre de Guasco a la antigua calle<br />

El Sol, a una plazoleta construida frente a la entrada <strong>del</strong> cementerio, en la cual, en<br />

1908, por iniciativa de la sociedad infantina se colocó un busto suyo el cual<br />

lamentablemente desapareció; y a una escuela básica, ubicada en el sector <strong>La</strong><br />

Concordia de esta ciudad.<br />

Valle de la Pascua fue su segunda patria, razón por la que no atendió el llamado<br />

de un hermano suyo que era Obispo de Ajaccio (Francia), para que regresase a su<br />

pueblo natal. Permaneció en nuestro pueblo hasta el momento de su muerte ocurrida el<br />

31 de Julio de 1886.<br />

Hoy, a más de una centuria de la feliz entrada a aquella aldea, <strong>del</strong> abnegado y<br />

desprendido hombre que vino a traernos su talento, su cultura y su hacer, demostrados<br />

con creces, le rendimos <strong>este</strong> sencillo reconocimiento porque el padre Guasco, como se<br />

le conoció, no fue como los clásicos cenobitas o anacoretas que sólo cumplen con la<br />

celebración de la misa y después se aíslan. No, él fue algo más que eso, fue alguien<br />

especial, a quien se podía encontrar, bien con un cepillo de albañilería en la mano<br />

puliendo la rustiquez <strong>del</strong> burdo cemento, o con el de carpintería, tratando de darle forma<br />

a la inacabada madera que serviría, posteriormente, de marco a una de las puertas <strong>del</strong><br />

templo <strong>del</strong> villorrio. Igual se le podía ver jineteando su mula rucia para llevar la palabra<br />

de aliento al moribundo que, imposibilitado de acercarse al templo, pedía, como<br />

postrera asistencia, la presencia <strong>del</strong> enviado de Dios para recibir los sacramentos y<br />

morir en paz. Con satisfacción vemos, que a pesar de la distancia que va sembrando el<br />

tiempo a <strong>este</strong> sacerdote se le recuerda con mucho cariño. El aró, sembró y cosechó en<br />

los campos etéreos <strong>del</strong> espíritu, como en duros terronales.


Padre Juan Santiago Guasco<br />

SITIO Y BATALLA DE VALLE DE LA PASCUA<br />

Se vivía el mes de febrero <strong>del</strong> año 1814 aciago, por demás, para los patriotas. El<br />

Libertador Simón Bolívar, que hacía grandes esfuerzos en el centro <strong>del</strong> país para salvar<br />

la República, llama en su auxilio al General Santiago Mariño que se encontraba en<br />

Aragua de Barcelona. Este, inmediatamente, se pone en contacto con los Generales<br />

Manuel Piar y Pedro Zaraza, y deciden prestar la ayuda requerida. Mariño y Pedro<br />

Zaraza parten a cumplir su objetivo, mientras que Piar lo haría posteriormente. En<br />

Valle de la Pascua, Mariño comisiona a Zaraza para comandar el Cantón de<br />

Chaguaramas con la misión de conseguir caballos y reses, que Piar pasaría buscando<br />

para abastecer al ejército <strong>del</strong> centro, mandato de fácil cumplimiento para el “taita”, no<br />

solo por ser Chaguaramas una región rica en ganado vacuno y caballar, sino también<br />

porque Zaraza gozaba de mucho aprecio e influencia en la zona.<br />

El 20 de marzo de 1814, Zaraza se encontraba en los montes de Manapire, en<br />

cumplimiento de la orden recibida, cuando Juan José Rondón, guariqueño y para esa<br />

fecha ganado a la causa realista, lo atacó. Zaraza ripostó el ataque y pudo vencerlo,<br />

pero Rondón no se dio por vencido y 21 días después, o sea el 11 de abril, ataca de<br />

nuevo a Zaraza que ahora se encontraba en Valle de la Pascua, pero esta vez lo hace


acompañado de Lorenzo Figueroa (Barrajola). Una vez más, Zaraza les enseña como se<br />

pelea en el llano y nuevamente conquista la victoria.<br />

Estas dos derrotas, en menos de un mes, propician lo que sucedería<br />

posteriormente: la Batalla de <strong>La</strong> Pascua. Una vez conocidas las noticias de los dos<br />

triunfos de Zaraza, los realistas planifican un ataque conjunto, para lo cual se unen tres<br />

cuerpos enemigos: de Orituco, Don Bartolomé Martínez; Juan José Rondón, de<br />

Espino, y Lorenzo Figueroa (Barrajola), de Tucupido.<br />

Es así como el 20 de mayo de 1814, encontrándose Pedro Zaraza en Valle de la<br />

Pascua a la espera de Piar, es informado que Bartolomé Martínez viene sobre el<br />

pueblo. Ante tan <strong>del</strong>icada e inesperada situación, Zaraza, con la esperanza de la pronta<br />

llegada de Piar y no teniendo otra alternativa, ante un enemigo superior en número, se<br />

atrinchera y se fortifica con fosos y estacadas de madera. <strong>La</strong> población vallepascuense<br />

también lo hace con la tropa de Zaraza participando en la guerra, sin desearlo. Por su<br />

parte el ejército enemigo, que estaba al acecho, se limitó a rondar y espiar cada<br />

movimiento de los patriotas. Estos, dentro <strong>del</strong> pueblo, esperaban el ataque con<br />

resignación, mientras que los realistas, el momento oportuno para, como aves de rapiña,<br />

caer sobre su pequeña presa.<br />

Cuenta Lorenzo Zaraza, en su <strong>libro</strong> <strong>La</strong> Independencia en el Llano, que al día<br />

siguiente, 21 de mayo, a las 8 de la mañana aproximadamente, se presentó en Valle de<br />

la Pascua, por el camino de Mamonal, entrada suro<strong>este</strong> de la población, el ejército <strong>del</strong><br />

General José Tomás Boves, constante de 2000 hombres al mando de Bartolomé<br />

Martínez, al que se había sumado, en el mencionado caserío, la tropa de Juan José<br />

Rondón. Este ejército se enfrentaría a 300 patriotas, según datos aportados por el Parte<br />

de Guerra emanado <strong>del</strong> Cuartel General de Valle de la Pascua, el 26 de mayo de 1814,<br />

firmado por el Secretario Eusebio Afanador, y publicado en la Gaceta de Caracas <strong>del</strong><br />

jueves 9 de junio de 1814. Es de hacer notar que aunque en <strong>este</strong> Boletín <strong>del</strong> Ejército<br />

2do. de Oriente no se señala a Bartolomé Martínez como comandante de la tropa, fue<br />

él quien se enfrentó a los valientes republicanos que con su sangre regaron la tierra,<br />

abonando la simiente de la libertad y de la gloria.<br />

El comandante Martínez, que conocía la pequeñez numérica de la guerrilla y la<br />

consideraba empresa fácil, lanzó sus tropas a tomar la plaza; sin embargo, encontró unas<br />

trincheras bien defendidas que le causaron muchas pérdidas, pero los patriotas también<br />

tuvieron bajas lamentables. En las primeras horas <strong>del</strong> asalto murió el segundo jefe de las<br />

fuerzas, Lorenzo Zaraza y sus dos hijos, Eugenio y José Antonio, quienes al ver una de<br />

las trincheras comprometida y amenazada por la presión de los asaltantes, pusieron sus<br />

pechos de balaustre para su defensa y murieron en ella. Martínez, ante <strong>este</strong> rechazo,<br />

inesperado, de los patriotas, decide cambiar la estrategia y opta por sitiar al pueblo, de<br />

manera que nadie entrara ni saliera de él, y así rendirlos, irremediablemente, por el<br />

hambre y la sed al impedirles el acceso al Caño de la Vigía que era la única fuente de<br />

agua disponible para esa época.<br />

El alto al fuego alertó a Zaraza porque intuía que los realistas estaban tramando<br />

una nueva ofensiva, lo que le preocupó sobremanera pues, aún estaban a la espera de<br />

Piar. De alli que, sin perdida de tiempo y como buen estratega militar, redobla la<br />

vigilancia y se prepara, de nuevo, detrás de las trincheras a la espera, de un momento a<br />

otro, <strong>del</strong> ataque de los soldados <strong>del</strong> Rey. Ese día 21 de mayo, no hubo paz en Valle de la


Pascua ni en sus habitantes y menos en sus defensores. El temor estaba reflejado en<br />

cada uno de los rostros. Se esperaba un nuevo ataque, y hasta la misma muerte.<br />

Pleno de angustias, amaneció día 22. En el sitio reinaba, como es natural, el<br />

nerviosismo y comenzaba a sentirse la ausencia de la comida y <strong>del</strong> agua. El jefe<br />

patriota, que había resuelto enfrentar al enemigo dentro de sus trincheras contando con<br />

la ayuda de Piar, se equivocó. Piar tardaba más <strong>del</strong> tiempo previsto. Por su parte los<br />

realistas, encabezados por Bartolomé Martínez, asechaban. El Caño de la Vigía estaba<br />

fuertemente custodiado por un nutrido número de artilleros a la espera que los patriotas,<br />

doblegados por la sed, salieran a buscar el preciado liquido para cazarlos como<br />

animales. Por si esto fuera poco, incendiaban los alrededores <strong>del</strong> sitio, por periodos de<br />

tiempo, para que el calor, el fuego, la sed y el desespero los obligara a abandonar sus<br />

trincheras.<br />

Pero, una vez más, los realistas se equivocaban. El valiente pueblo<br />

vallepascuense se mantenía dentro de sus trincheras, valor aupado por, entre otros, los<br />

tenaces patriotas:<br />

Capitanes: Antonio Manzano, José Antonio Ron, Pablo Ruiz, José Félix Hernández,<br />

Juan López, Miguel Saldivia, José Ignacio García, y Salomón Calderín. Estos dos<br />

últimos desempeñaron un papel verdaderamente significativo para el posterior<br />

desenlace de aquella <strong>del</strong>icada situación.<br />

Tenientes: Juan Alcalá, Antonio Alemán, Francisco Guevara, Francisco Barroso, Pedro<br />

Figuera, Lorenzo Remigio, Felipe Hernández, Agustín Leal y Gerónimo Urquiola.<br />

Sub Tenientes: Lorenzo Machado, Bautista López, Pedro María <strong>La</strong>mas, Ignacio<br />

Alfonso, José Siso, Domingo Perdomo y Fulgencio Fagundez.<br />

Además, contaban con el heroísmo de Julián y Leonardo Infante, José María<br />

Zamora, Cipriano Celis, Belisario, Ledezma, Camejo, Calderón, Machuca, Alfonzo,<br />

Cuárez, Machado, todos militares <strong>del</strong> llano; los hermanos Santiago, José María y Luis<br />

Suárez, caraqueños; los turmereños: José Antonio, Andrés y Feliciano Pérez. Todos<br />

oficiales distinguidos, cuyos nombres nunca podrán ser borrados de las páginas<br />

memorables de la historia grande.<br />

El día 23 de mayo, después de tres días de combate, incendios, hambre, sed y de<br />

fustigamiento por parte <strong>del</strong> enemigo, la situación de los sitiados era, verdaderamente,<br />

desesperada; pero el Todopoderoso, que no abandona a sus hijos, envió una ligera<br />

llovizna suficiente para llenar las zanjas de las trincheras, donde pudieron mitigar la sed<br />

y sosegar los ánimos. El General Pedro Zaraza empezaba a sentirse impotente para<br />

tranquilizar a su gente, por lo que, entrada la noche, el comandante se reunió con sus<br />

oficiales, en consulta de guerra, exponiéndoles la necesidad de comunicarse con Piar y<br />

notificarle la situación en que se encontraban. Esta era una misión <strong>del</strong>icada y riesgosa<br />

por el implacable asedio a que estaban sometidos; sin embargo, a sabiendas de los<br />

peligros que implicaba el cometido, los capitanes José Ignacio García y Salomón<br />

Calderín se ofrecieron para llevarla a cabo. Así, los valientes oficiales, después de ser<br />

provistos de los mejores caballos, pusieron en práctica la estrategia planeada: simular la<br />

deserción de las filas patriotas y el paso a las realistas. Aproximadamente a las diez de<br />

la noche, los oficiales saltan las trincheras y, entre un seguido fuego de artillería al aire<br />

por parte de sus compañeros, se dirigen, vitoreando al Rey, en veloz carrera hasta llegar<br />

al campo enemigo. El propio Bartolomé Martínez sale al encuentro de los supuestos<br />

fugados, pues quería informarse sobre la situación de los patriotas. Los capitanes


manifiestan su disposición a hablar, pero piden les dejen tomar agua primero porque se<br />

estaban muriendo de sed. Los realistas los dejan ir hacia el Caño de la Vigía de donde,<br />

una vez traspuestas las últimas filas realistas, emprenden una veloz carrera por el<br />

camino que conduce hacia Chaguaramal de Perales (Zaraza). A la distancia, seguros que<br />

los disparos no tendrían efectividad y sumergidos en la noche, dejan escuchar un ¡Viva<br />

la Patria! y el disparo de un trabuco que era la señal convenida para informar el éxito de<br />

la operación. En la plaza, los sitiados que estaban pendientes de la señal, gritan de<br />

contento porque, por lo menos, la encomienda iba al encuentro de Piar.<br />

Al día siguiente, 24 de mayo, los capitanes José Ignacio García y Salomón<br />

Calderín después de recorrer, sin descanso, 22 leguas llegan a Chaguaramal de Perales.<br />

A su arribo, se informan que Piar ya se había movido hacia Valle de la Pascua, pero por<br />

otro camino por lo que, inmediatamente, emprenden el regreso. Redoblan la marcha con<br />

titánico esfuerzo, pues no habían dormido, descansado ni comido, pero para aquellos<br />

hombres todos los sacrificios eran pocos cuando de la patria se trataba. Por fin, después<br />

de haber andado, a galope tendido, todo el día logran, por la tarde, darle alcance a unas<br />

seis leguas de Chaguaramal de Perales, en el sitio conocido como Camoruco o<br />

Higuerote donde acampaba y, con la premura <strong>del</strong> caso, le comunican el encargo de<br />

Zaraza.<br />

Enterado Piar de la situación en que se encontraba Zaraza y su tropa, ordenó a<br />

sus subalternos levantar el campamento y se dirigió a Valle de la Pascua en marcha<br />

forzada durante toda la noche. Al amanecer, ante el cansancio que se apoderó de la<br />

infantería, Piar optó por apartar, en el sitio de Los Morrocoyes, 200 hombres con la<br />

mejor caballería y 200 infantes que montó en las grupas de aquellos, y siguió al<br />

pasitrote dejando el resto de la tropa a la retaguardia, pero en marcha para reunírsele en<br />

Valle de la Pascua.<br />

De esa manera, el 25 de mayo, llegó Piar, con sus 400 soldados, al sitio conocido<br />

como Fogoncito, lugar que ubicamos hoy en la salida hacia Tucupido, cerca <strong>del</strong> peaje.<br />

Ahí se detuvo y envió soldados de su espionaje a buscar información acerca de los<br />

sitiados, así como a alertarlos de su llegada. Los espías se acercaron a las trincheras y<br />

dejaron escuchar el clarín de guerra, el cual sonó, para los sitiados, como una diana<br />

victoriosa y un mensaje de lucha y muerte para los realistas. Un grito entusiasta de los<br />

patriotas salió de las trincheras en reto de venganza contra sus enemigos, quienes no<br />

esperaban a Piar por aquella vía y creyeron que la gente de inteligencia era la<br />

vanguardia por lo que se compactan, aceleradamente, formándose en batalla al sur<strong>este</strong><br />

de la población, mientras que los sitiados se preparan para salir de sus improvisados<br />

parapetos.<br />

Aproximadamente a las 3 de la tarde, se presenta la División de Orientales en el<br />

alto de la <strong>La</strong>guna de <strong>La</strong> Vigía donde Piar, levantando la mano y dirigiéndola hacia<br />

donde estaban los realistas, grita: “Viva la América libre”, y con un ademán de su brazo<br />

derecho indica que hay que irse al ataque. Cumpliendo la orden, los soldados se<br />

abalanzan al enemigo por el frente, mientras Zaraza y los desesperados sitiados lo hacen<br />

por el flanco izquierdo y fue una embestida tan ardorosa y encarnizada que sólo<br />

bastaron pocos minutos para que los patriotas, inferiores en número pero grandes en<br />

corazón, destrozaran a los realistas y los pusieran en huida, la que hicieron vía Jácome.<br />

Los patriotas los persiguen a unas cuatro leguas, hasta el sitio conocido como “<strong>La</strong><br />

Parada de Durán”, donde los encontró la noche, y temiendo exponerse a una emboscada,


desisten <strong>del</strong> empeño persecutorio y retroceden a reencontrarse con los que habían<br />

quedado en el sitio de batalla.<br />

Piar con su División acampó en el caserío <strong>La</strong> Vigía, hoy convertido en un<br />

populoso sector de la ciudad, donde permaneció hasta el día 27 cuando, una vez<br />

enterado de los reveses sufridos por el ejército patriota en el centro <strong>del</strong> país, decidió<br />

retirarse al oriente y reagruparse con otros compañeros.<br />

Después de más de un siglo de distancia, en 1983, para recordar la gesta heroica<br />

de los patriotas en suelo vallepascuense, en el lugar donde existió el llamado Caño de la<br />

Vigía, espacio hoy ocupado por el Terminal de Pasajeros Juan Arroyo, el Ejecutivo <strong>del</strong><br />

estado <strong>Guárico</strong>, bajo al gestión gubernamental <strong>del</strong> doctor Rafael Ledezma Martínez,<br />

atendiendo sugerencias <strong>del</strong> conglomerado, construyó la llamada Plaza Piar. Allí se<br />

encuentra el busto de quien se considera el Libertador de Guayana y el salvador, en<br />

estos predios, de Pedro Zaraza.<br />

Ese espacio, reservorio de historia local, es visitado diariamente por gente que<br />

entra y sale presurosa. Unos inician el viaje, otros hacen escala o llegan a esta tierra<br />

generosa, sin imaginar que en ese escenario muchos compatriotas, con sus propias<br />

vidas, contribuyeron a <strong>del</strong>inear el futuro de la patria.


Busto <strong>del</strong> General Manuel Piar, en el lugar donde se desarrolló el Sitio y posterior<br />

Batalla de <strong>La</strong> Pascua<br />

DE POR AQUÍ LA ESPERANZA<br />

CAPITULO IV


CAMINOS DE LA ENSEÑANZA<br />

Han pasado muchos años y muchas cosas han cambiado desde que Valle de la<br />

Pascua, con el espíritu de progreso clavado cual lacerante daga en su alma, estableció,<br />

por autogestión, un liceo que vino a sembrar luz en la penumbra que envolvía a aquellos<br />

jóvenes <strong>del</strong> pueblo, quienes sólo tenían posibilidad de realizar estudios primarios y, en<br />

la mayoría de los casos, en colegios privados, por lo que tenían que emigrar a otras<br />

ciudades en busca de oportunidad para cursar el bachillerato.<br />

Hace más de un siglo, en 1890, el 10 de enero exactamente, según lo expuesto<br />

por Manuel Soto Arvelaiz, inició sus actividades en Valle de la Pascua el colegio<br />

Zamora con la misión de canalizar las acciones y pensamientos de aquella juventud<br />

ávida de conocimientos. Se constituyó así, el colegio Zamora, en el primer liceo que se<br />

fundó en el pueblo y nació por iniciativa privada. Fueron los promotores los señores:<br />

Miguel Lorenzo Ron, Antonio José Pedrique, Pedro Manuel Escobar, J.R. Peraza y<br />

Manuel María Vargas, los mismos que contrataron, en la ciudad de Caracas, al abogado<br />

y educador, Manuel Segura Mijares para que se encargara de la dirección <strong>del</strong> Instituto,<br />

cargo que desempeñó hasta 1894 cuando ocurrió su muerte y fue sustituido por el<br />

bachiller José Ramón Camejo Sabino.


El colegio Zamora, bautizado así en homenaje al prócer vallepascuense General<br />

José María Zamora, tuvo corta vida, seis años apenas. Cerró sus puertas en 1896 por<br />

problemas económicos y por la negativa <strong>del</strong> gobierno nacional de elevarlo a la categoría<br />

de Instituto Federal; sin embargo, dio sus frutos. De él egresó una promoción de ocho<br />

bachilleres, jóvenes que, orgullosos, recibieron su titulo de BACHILLER EN<br />

FILOSOFIA, en un colegio federal para varones de segunda categoría de Aragua de<br />

Barcelona, en el estado Anzoátegui, después de presentar, ante una junta académica,<br />

rigurosos exámenes de <strong>La</strong>tín, Griego, Gramática y Retórica, y Geografía e Historia<br />

Universal, correspondientes al primer trienio; y Álgebra, Aritmética Razonada,<br />

Topografía y Trigonometría, Geometría y Caligrafía Elemental, que abarcaban el<br />

segundo trienio. Esos primeros bachilleres se convirtieron en orgullo de la ciudad<br />

auroral:<br />

PEDRO MANUEL ESCOBAR RAMIREZ: Literato, educador, orador y gran<br />

conocedor de la ciencia <strong>del</strong> derecho. Es epónimo de la biblioteca pública de Valle de la<br />

Pascua.<br />

MIGUEL LORENZO RON PEDRIQUE: Médico cirujano, periodista, escritor y<br />

político, rama esta última donde ostentó, en 1912, el cargo de Secretario general de<br />

gobierno <strong>del</strong> estado <strong>Guárico</strong>.<br />

ERNESTO DIAZ VARGAS: Médico cirujano, filántropo y poeta.<br />

JUAN ANTONIO PADILLA: insigne educador que llevó su enseñanza más allá de<br />

nuestras fronteras, específicamente a los EE.UU. donde se desempeñó como tal.<br />

JESUS MARIA ISTURIZ LOPEZ: Médico de renombre. Según lo expuesto por<br />

Lorenzo Rubín Zamora, en su <strong>libro</strong> Tres Etapas de Valle de la Pascua, a Isturiz le cabe<br />

el honor de haber practicado la primera operación quirúrgica en la <strong>Princesa</strong> guariqueña.<br />

LUIS DIAZ VARGAS: Médico que ejerció su profesión con mucha mística y con gran<br />

dedicación. Como la mayoría de sus colegas de la época, incursionó en la escritura y la<br />

poesía.<br />

MIGUEL IGNACIO MENDEZ: Dedicó su existencia a la agrimensura y al comercio.<br />

JUAN ANTEPORTAN PEDRIQUE: Respetado ciudadano que se dedicó a orientar y<br />

trabajar en todas las gestiones <strong>del</strong> Registro Público. Se desempeñó también como<br />

secretario de la Prefectura <strong>del</strong> municipio Leonardo Infante.


Todos ellos realizaron gran labor civilizadora en su pueblo por lo que aún, a<br />

tantos años de distancia, sus nombres inspiran respeto.<br />

El cierre <strong>del</strong> colegio Zamora, Instituto que desafió la oscuridad de la ignorancia,<br />

coincidió con el de la Escuela Federal para Varones Nro. 807, lo que causó profunda<br />

preocupación en las familias vallepascuenses que no dieron cabida al desaliento sino<br />

que, por el contrario, con renovados bríos y fundados alicientes, lucharon por vestir a la<br />

ciudad con traje de cultura.<br />

En 1908, el bachiller Juan Antonio Padilla, integrante <strong>del</strong> grupo de bachilleres<br />

egresados de Aragua de Barcelona, fundó, junto con Pedro Manuel Escobar Ramírez, el<br />

Profesor Acevedo, Miguel Ignacio Méndez y el Presbítero Esparta y Garay, el colegio<br />

de secundaria Segura Mijares. Este centro educativo funcionó en la Calle Atarraya,<br />

entre Descanso y <strong>La</strong>s Flores, al frente de donde laboró por mucho tiempo la Farmacia<br />

<strong>Guárico</strong>, y el nombre se le dio en homenaje al distinguido educador y precursor de los<br />

estudios secundarios en Valle de la Pascua. Pero, a pesar de estar Padilla ganado a la<br />

idea de proseguir la labor civilizadora, el colegio, a los cinco meses, fue arropado por el<br />

fracaso, situación que se reinvirtió a finales <strong>del</strong> mismo año cuando un grupo de padres<br />

de familia retomaron el proyecto y, consecuentes con la labor educativa, contrataron al<br />

profesor J.J. González Narváez para que se encargase <strong>del</strong> ahora colegio <strong>Guárico</strong>. Dicho<br />

colegio, también, tuvo una existencia fugaz debido a que su director se marchó <strong>del</strong><br />

pueblo empujado por un enfrentamiento con periodistas y escritores de la ciudad. Con<br />

él, en forma intempestiva, partieron las nuevas esperanzas puestas en ese tercer intento.<br />

Cuatro años después, nueva estrella brilló en el firmamento. Corría el año 1912<br />

cuando los vallepascuenses recibieron, con alborozo y manifiesto regocijo, la noticia de<br />

la creación <strong>del</strong> colegio Roscio por el General zaraceño David Gimón Pérez, Presidente<br />

<strong>del</strong> estado <strong>Guárico</strong>. Dicho colegio, bajo la dirección <strong>del</strong> Dr. Rafael Acevedo, abrió,<br />

generosamente, sus brazos en procura <strong>del</strong> mejoramiento intelectual y social que merecía<br />

el poblado. Pero, así como un día llegó la buena nueva, con la borrasca de la injusticia,<br />

llegó la mala: finalizado el mandato <strong>del</strong> General Gimón Pérez el colegio Roscio fue<br />

clausurado, sin que se diera explicación alguna, cortando de manera violenta cualquier<br />

vestigio de esperanza que pudiera estar, cual simiente, brotando en el alma de un<br />

guariqueño preocupado por su cultura, por entrar a cualesquiera de las ramas <strong>del</strong> saber<br />

humano. Era la época <strong>del</strong> oprobio, de la negación al saber. Eran los nublados días <strong>del</strong><br />

gomecismo.


En la misma dirección, en 1915, el bachiller Rafael González Udis, de acuerdo<br />

con lo citado por su hijo, el profesor Miguel González Contreras en su <strong>libro</strong> inédito “Br.<br />

Rafael González Udis”, fundó en Valle de la Pascua el colegio privado Eduardo Blanco,<br />

el cual era dirigido por él mismo y por el bachiller Pedro Manuel Escobar Ramírez,<br />

como Subdirector. Dicho colegio inició sus labores en la calle Atarraya, frente a la plaza<br />

Bolívar, en la casa de Don Juan Zamora Arévalo, al lado de la casa parroquial, para<br />

atender alumnos de primaria y secundaria. Señala el mismo autor, que dicho colegio fue<br />

cerrado en 1917 y reinaugurado dos años después, en 1919, en la llamada casa de la<br />

acera alta (calle Retumbo c/c <strong>La</strong>s Flores), propiedad de Don Juan de Jesús Díaz<br />

Requena. En <strong>este</strong> plantel se atendía a niños, niñas y jóvenes, quienes recibían las clases<br />

separados por sexo, uniéndose sólo en las de gramática y aritmética, pero respetando la<br />

distancia al sentarse en bancos distintos. Hasta allá llegaban tempranito, con una carga<br />

impetuosa de ilusión juvenil, muchachas y muchachos para aprender de sus maestros,<br />

quienes los esperaban con la misma ilusión de aquellos, para dejarles escuchar la<br />

palabra orientadora y llena de sabiduría. Entre los alumnos de bachillerato <strong>del</strong> colegio<br />

Eduardo Blanco se contaron: Luisa Julieta Hernández, Juana Josefa Vargas, Parminio<br />

González Arzola, Víctor Manuel Camero Pulido, Rumeno Isaac Díaz, Humberto<br />

Moreno, Régulo Méndez, Baudilio y José Ortiz Marrero.<br />

El colegio Eduardo Blanco funcionó hasta 1926, cuando el bachiller González<br />

Udis fue llamado por la Dirección de Instrucción Primaria, Secundaria y Normalista<br />

para que se encargara de la dirección de la primera escuela federal graduada para<br />

varones que se establecía en Valle de la Pascua: la escuela Francisco <strong>La</strong>zo Martí, la cual<br />

abrió sus puertas el 1º de enero de 1927 con el siguiente personal: Marco Antonio<br />

Mendoza, maestro de primero y segundo grado; Horacio González Manuitt, maestro de<br />

tercero y cuarto grado y el Br. Rafael González Udis, director y maestro de quinto y<br />

sexto grado. Posteriormente se sumaron, Luis Guglietta Ramos y Antonio Miguel<br />

Martínez, en sustitución de los dos primeros.<br />

Por carecer de edificación propia, la escuela Francisco <strong>La</strong>zo Martí laboró en<br />

diversos locales: se inició en la calle Descanso <strong>este</strong>, en la casa que fuera propiedad de<br />

Don Rafael Oropeza, donde funcionó hasta 1928, cuando con el nuevo nombre de<br />

Escuela Federal Graduada Leonardo Infante, producto <strong>del</strong> cambio realizado con la<br />

recién creada escuela federal graduada para hembras, fue mudado a la calle Retumbo<br />

cruce con <strong>La</strong>s Flores, en la casa de la acera alta, y así, sucesivamente, a la calle Real,<br />

cerca de la plaza Bolívar, en casa de Simón Zamora; a la calle Guasco, entre Atarraya y<br />

González Padrón, en casa <strong>del</strong> Dr. Alberto Aranguren, donde funciona actualmente la<br />

Librería llanera; a la calle Atarraya, entre Guasco y Real, en casa de la familia Ron,


donde hoy encontramos la Librería Central; luego en la calle Descanso, casa de la<br />

familia Bastidas y a la calle Atarraya cruce con Descanso, casa <strong>del</strong> señor Juan Pío<br />

Oropeza. Este largo itinerario la encontró por última vez en la calle Guasco entre<br />

Atarraya y Retumbo, donde actualmente funciona la escuela de Artes y Oficios San<br />

José. Desapareció en 1949, por fusionarse con la escuela Rafael González Udis.<br />

Por su parte, la Escuela Federal Graduada para hembras, bautizada con el<br />

nombre <strong>del</strong> bardo calaboceño Francisco <strong>La</strong>zo Martí, epónimo que antes ostentaba la de<br />

varones, fue puesta en servicio en 1928 bajo la dirección de la maestra Juana Josefa<br />

Vargas que junto a Luisa Julieta Hernández, Antonia de Belisario, Lourdes Camero<br />

Ramírez y América de Ramírez, surcaron el abecedario <strong>del</strong> conocimiento en las<br />

muchachas <strong>del</strong> poblado, ganándose el derecho a permanecer en el recuerdo de los<br />

vallepascuenses.<br />

<strong>La</strong> escuela para hembras Francisco Salias se aperturó en 1946 y cerrada en 1955,<br />

fecha en que fue trasladada a la ciudad de Zaraza, también fue surco generoso donde<br />

brotaron espontáneamente, como la hierba cuando aparecen las primeras lluvias,<br />

lecciones llenas de amor y generosidad que nutrieron el intelecto y los corazones de<br />

aquellas infantes.<br />

Antes, y a la par de la creación de estas escuelas federales graduadas, la<br />

educación vallepascuense estuvo apoyada por la gestión privada así como por la<br />

municipalidad que, con verdadera vocación de servicio, dio el soplo vital a las escuelas<br />

municipales: Eugenio Celis (1928) cuyos preceptores fueron: Vicente Sánchez Chacín y<br />

Doña Chucha de Sánchez Chacín, la nocturna Miranda (1937) atendida por Rosario<br />

Torrealba, la Arévalo González (1938) donde impartían clases los maestros: Dimas<br />

Castillo y Carmen Susana de Pedrique, la Enrique Charmer (1938) con las maestras<br />

<strong>La</strong>saballett: Dilia y Carmen; y la Escuela Agropecuaria Hogar Llanero (1941) dirigida<br />

por Juan Ruiz; así como la Escuela de Comercio, Artes y Oficios (1948) regida por<br />

María Zamora. Igualmente funcionaban otras de régimen nocturno tuteladas por<br />

Críspulo Ortiz, Enrique <strong>La</strong>ya, Francisco Romero Barroso, Olegaria Sánchez de Escobar,<br />

José María Ramírez, Antonio G. Marruz, González Narváez, Héctor Medina, Joaquín<br />

Chacín, Emiliano R. Chacín y Vicente Sánchez Chacín.<br />

En <strong>este</strong> sentido, el Concejo Municipal fungía de ente rector, de allí que era el<br />

Sindico Municipal la persona encargada de fijar las fechas de los exámenes, nombrar el<br />

jurado calificador y recibir los resultados de la evaluación de los alumnos; y para un<br />

mejor control, en 1940, la Corporación municipal creó el cargo de Policía Escolar, el


cual fue desempeñado, entre otros, por Carlos Rubio Santos y Eusebio Moreno, quienes<br />

tenían como función principal fiscalizar, cada sábado, las boletas de asistencia de los<br />

alumnos inscritos en los planteles.<br />

En lo que respecta a la educación privada se recuerdan: <strong>La</strong> escuela de Juana<br />

Josefa Vargas (1924); la de la Sociedad Socorro Mutuo (1924); <strong>La</strong> Libertador (1939),<br />

de Carmen Riobueno; la Rafael González Udis (1942), de Corere de Chacín; la<br />

Bartolomé de las Casas (1942), de Vicente Sánchez Chacín; la Páez (1942), de Dilia<br />

<strong>La</strong>saballett; el Instituto Venezolano (1943), de Alberto Ipadra; la González Padrón<br />

(1945), de Carlos Navarro y la Leoncio Martínez (1948), de Magdalena Blanco.<br />

Otros destacados maestros como Mercedes Barrios de González, Rafael<br />

Leonidas Prieto, Rafael Pellicer Viana, Alcibíades Escobar Núñez, Yudith Zamora,<br />

Rosita Pellicer y Cecilia Díaz de Vargas, también sembraron su magisterio en esta tierra<br />

bendita.<br />

Sin embargo, había un vacío en la educación de la muchachada, pues no se había<br />

abierto el necesario liceo y los muchachos que, económicamente, no podían trasladarse<br />

a otra ciudad debían conformarse con aprobar sólo la primaria. Tal situación se solventó<br />

con la creación <strong>del</strong> Liceo José Gil Fortoul, el 19 de Septiembre de 1945, por Decreto <strong>del</strong><br />

ejecutivo <strong>del</strong> estado <strong>Guárico</strong> y gracias a las gestiones llevadas a cabo por una junta<br />

promotora, integrada por respetados y preocupados ciudadanos de la localidad.<br />

Aquel 19 de Septiembre, como preludio de lo que sucedería en la ciudad, con el<br />

alba llegó un viento saturado de colorido y alegría, que con ímpetu chocaba contra los<br />

árboles a los que casi hacia perder su verticalidad y, desde el ramaje de los mismos un<br />

nutrido trinar se dejaba escuchar por todos los rincones <strong>del</strong> hacer cultural, como<br />

interludio a la lectura <strong>del</strong> Decreto <strong>del</strong> Presidente <strong>del</strong> estado <strong>Guárico</strong>, Manuel Gimón<br />

Itriago, mediante el cual se le daba vida oficial al Liceo José Gil Fortoul, cuyo primer<br />

director fue el médico Medardo Medina.<br />

Así, Valle de la Pascua tomó la antorcha <strong>del</strong> saber e inició una ruta de progreso<br />

cultural en la que anotaron sus nombres otras escuelas que, con cara devoción,<br />

intensificaron la obra educativa: Carlos José Bello (fundado en Calabozo en 1939 y<br />

trasladado a Valle de la Pascua en 1946); Rafael González Udis (1950), Nohemí<br />

Higuera de Guzmán (1951), Instituto Carlos Barrios Padilla (1958), hoy desaparecido;<br />

Mariano Montilla (1960), María Belisario de Sánchez (1960) , Escuela Técnica<br />

Agropecuaria Luis González (1960), Juana Josefa Vargas (1962), Lourdes Camero


Ramírez (1965), Juan Santiago Guasco (1968), José Manuel Fuentes Acevedo (1969),<br />

Celestino Peraza (1970), Juan José Rondón (1972), José Gregorio González (1974),<br />

Arturo Álvarez Alayón (1985), Clara Matos Arzola (1987), 12 de Octubre (1991).<br />

Asimismo, otras de dependencia privada que, con el mismo entusiasmo de sus<br />

antecesoras, salieron a la vida pública para colaborar en el engrandecimiento cultural de<br />

la población infantina, contándose entre ellas: Monseñor Álvarez (desaparecida),<br />

Instituto Simón Bolívar (desaparecido), Nuestra Señora <strong>del</strong> Valle (1954), Colegio Juan<br />

Germán Roscio (fundado en 1961 y convertido, el 2005, en Liceo Bolivariano<br />

Monseñor Rafael Chacín Soto, U.E. Gran Colombia, U.E. República de Venezuela,<br />

U.E. Andrés Bello, U.E. Francisco de Miranda, U.E., Luisa Julieta Hernández, U.E.<br />

Salvador González, U.E. San Ramón, U.E. Luis Beltrán Prieto Figueroa, U.E. Nuestra<br />

Señora de la Can<strong>del</strong>aria y los liceos José Félix Ribas y Juan Antonio Pérez Alfonso.<br />

Actualmente, Valle de la Pascua cuenta con centros educativos que atienden<br />

todos los niveles, desde la educación inicial hasta la universitaria, y su suelo sigue<br />

siendo abonado por docentes cuyo apostolado inspira gratitud y estimula a los más<br />

jóvenes a continuar la obra emprendida por los pioneros en esta rama.<br />

Promoción<br />

1954-1955<br />

Liceo: José<br />

Gil Fortoul


Rafael González Contreras<br />

Rafael Vidal Guía<br />

Grupo Escolar Rafael González Udis<br />

COLEADORES DE MI TIERRA<br />

¡Hoy habrá toros coleados! <strong>La</strong> voz se escucha en cada rincón <strong>del</strong> pueblo. <strong>La</strong><br />

publicidad, entusiasta y convincente, llega a cada seguidor de <strong>este</strong> viril deporte. Allá<br />

vamos bien apertrechados y dispuestos a disfrutar <strong>del</strong> recio espectáculo. Una vez<br />

situados en la manga percibimos el ambiente de alegría que reina en la tarde cubierta de<br />

polvo: las talanqueras lucen repletas de personas donde destacan hermosas mujeres,<br />

trajeadas con jean, camisa a cuadros, botas y el infaltable pelo e´ guama, mujeres que<br />

con sus sonrisas enamoran hasta el sol que, extasiado, no quiere dejar aquel escenario.<br />

De repente el vocerío grita: ¡Cacho en la manga! A <strong>este</strong> grito de alerta lo preceden los<br />

verdaderos actores, la trilogía: caballo, jinete y toro, tres fuerzas claramente definidas<br />

por la madre naturaleza: la <strong>del</strong> toro, que siente su libertad acorralada, su pujanza<br />

mancillada y trata, con natural reacción, de escaparse de aquel bullicio y de la mano que<br />

le detiene por la cola; la <strong>del</strong> noble corcel que, altivo, entrenado y adiestrado<br />

pacientemente para la faena, procura sacarle al primero una mejor locomoción que<br />

permita a su montura lucir su destreza; y la <strong>del</strong> hombre que, como buen jinete, quiere en<br />

cada lance demostrar la superioridad de la condición humana, derribando al animal.<br />

Después de la ejecución de la coleada, donde el hombre le demuestra al animal<br />

su superioridad, la calma vuelve al escenario. El toro, doblegado su ímpetu y<br />

quebrantado su orgullo, deja la carrera y dobla la cerviz. Esta emoción la vivimos aquí,<br />

en la manga Campeones Guariqueños de nuestra ciudad, una de las mejores <strong>del</strong> país.<br />

Dicha manga fue bautizada así en honor a los hijos de esta tierra llanera que, con valor,<br />

inteligencia, fuerza y audacia, han contribuido para que el coleo sea hoy, el deporte<br />

nacional.<br />

El coleo es una competencia que identifica al llanero y cuyo ejercicio se remonta<br />

a dos siglos atrás. <strong>La</strong> tradición oral nos lleva, como una ráfaga de viento, al llano


adentro, verdadero escenario donde nació la práctica de <strong>este</strong> rudo deporte por<br />

cuestiones netamente laborales. El hombre, ante la imposibilidad de enlazar o amarrar al<br />

animal por no saberse todavía <strong>del</strong> mecate y la soga, tuvo que recurrir, imperiosamente,<br />

al coleo para así, asiendo al animal por la cola, tratar de detenerlo, conducirlo o<br />

encerrarlo. Así nació esta disciplina deportiva.<br />

Esa misma tradición nos devuelve a la epopeya libertadora, pues se cuenta que el<br />

General y Jefe de los Ejércitos <strong>del</strong> llano venezolano, José Antonio Páez, fue uno de sus<br />

más entusiastas atletas, que ejecutaba coleadas a las reses que la tropa cargaba para su<br />

alimentación, cuando estas se encontraban a campo abierto y en los campamentos que,<br />

por circunstancias de la guerra, tenían que improvisar. Y fue tanta su pasión por el coleo<br />

que, en 1830, siendo Presidente de la República, ordenó organizar una tarde de toros<br />

coleados en la celebración de las fiestas patronales de Valencia, en las que participó<br />

luciéndose con coleadas efectivas.<br />

En Valle de la Pascua, tierra de campeones, el coleo siempre ha tenido lugar<br />

preferencial. En nuestra primera feria agropecuaria, en 1939, a falta de manga tuvo<br />

como escenario la hoy avenida Rómulo Gallegos, entre la calle Atarraya y Av.<br />

Libertador; mientras que en la segunda feria, en 1948, se trasladó al Caño de la Vigía,<br />

en la antigua sede <strong>del</strong> Hipódromo de los Llanos, donde los coleadores debieron<br />

adaptarse a la forma de la pista, aprovechando la recta para, una vez frente a la tribuna<br />

presidencial, ejecutar su coleada.<br />

Cuatro años después (1952), las coleaderas tomaron un nuevo rumbo. Ahora el<br />

escenario era la calle Leonardo Infante, donde se repitieron exitosamente en 1957, por<br />

lo que surgió la idea de construir una manga, objetivo logrado al año siguiente, en 1958.<br />

Esta primera manga se construyó en el lugar que ocupa actualmente. Era de<br />

madera y su edificación fue posible, gracias a la colaboración de ganaderos,<br />

comerciantes y profesionales de nuestro pueblo, entre los que se cuentan: Mónico<br />

Matos, los Hermanos Naón, Omar y Pachá Salomón, Guillermo y Enrique Armas,<br />

Guillermo y Víctor Felizola, Rafael Oropeza Álvarez, Máximo Salazar y Alejandro<br />

Campagna.<br />

En 1962, el apego a los toros coleados y la gestión y aporte económico de los<br />

anteriormente mencionados, así como de: Efrén, Rafael, José Antonio y Manuel<br />

Oropeza Fraile; Juan Moisés, Ramón Aguilar, Luis Campagna Oropeza, Tito Camero,<br />

Luis Campagna Méndez, Armando y Esteban Guzmán; Perico de Armas, Domingo


Vargas y Mario Padilla (soldador) permitieron realizar mejoras a la manga al cambiar<br />

la madera por tubos metálicos, ampliar las talanqueras y darle las medidas<br />

reglamentarias, tomando como mo<strong>del</strong>o la manga de Maracay - Aragua, que para la<br />

época era la mejor <strong>del</strong> país. <strong>La</strong> reconstrucción de la manga permitió que los toros<br />

coleados, pasión tradicional llanera, llenara de alegría, colorido y emoción, las tardes<br />

de coleaderas ofrecidas en ocasión de invitacionales, zonales o campeonatos nacionales.<br />

En 1969, con el inicio de las festividades feriales de la Can<strong>del</strong>aria, comenzó la<br />

programación de cuatro tardes de espectáculos de toros coleados, días cuando los<br />

amantes de <strong>este</strong> deporte concurren, masivamente, especialmente las mujeres que<br />

premian con besos, cintas, lazos y flores, las coleadas efectivas.<br />

En 1995, con motivo de la realización <strong>del</strong> trigésimo cuarto campeonato “A” y<br />

gracias al aporte de la Alcaldía <strong>del</strong> Municipio Leonardo Infante y de la Federación<br />

Venezolana de Coleo, la manga fue objeto de nuevas remo<strong>del</strong>aciones tales como:<br />

ampliación <strong>del</strong> área perimetral, cercado nuevo, ampliación de las tribunas, construcción<br />

de baños y <strong>del</strong> palco para directivos, narradores, jueces y medios de comunicación, lo<br />

que le dio una perspectiva acorde con los nuevos tiempos y con el desarrollo de esta<br />

disciplina.<br />

En esta manga se han escrito varios capítulos de la historia <strong>del</strong> coleo<br />

vallepascuense, por ello al redactar esta crónica no puedo dejar de recordar a los<br />

hombres que han dedicado parte importante de su tiempo a esta tradición y que han<br />

desfilado por esta ella mostrando su orgullo de jinetes, su habilidad y sobre todo su<br />

pasión por una actividad auténticamente venezolana. Contamos entre ellos a: Omar y<br />

Pachá Salomón; Guillermo y Enrique Armas; Armando y Esteban Guzmán; Domingo<br />

Vargas, Efrén, José Antonio y Manuel Oropeza Fraile; César García; Luis Campagna<br />

Méndez, Luis Campagna Oropeza, Fabián Zerpa, Elías y Wilfredo Camero, a los que se<br />

suman nuevos nombres, pero con la misma esencia, pundonor, valentía y coraje. Ahora<br />

vemos y aupamos a: Manuel Oropeza Zamora; Rafael Tomás Oropeza; Wolfang<br />

Camero; Víctor Felizola; Omar, Alí y Rubén Gamarra; Eufrasio Hernández; El Negro<br />

Castro y muchos más, tanto <strong>del</strong> patio como de otros lugares, que nos han deparado<br />

emociones a granel y le han dado, dan y darán colorido, movimiento y entusiasmo para<br />

el disfrute de quienes asistimos a las inolvidables jornadas de <strong>este</strong> genuino deporte.<br />

<strong>La</strong> manga Campeones Guariqueños es asiento <strong>del</strong> alma popular y en ella se han<br />

escenificado campeonatos, de las diferentes categorías, contemplados en la<br />

programación que, anualmente, fija la Federación Venezolana de Coleo. En ella también


se realizó en marzo de 2003 el Cuarto Campeonato Mundial de Coleo con la<br />

participación de atletas de nueve países: Estados Unidos, Costarrica, Uruguay,<br />

Colombia, Brasil, México, Argentina. Panamá y Cuba.<br />

Esta instalación, orgullo de los vallepascuenses, es sinónimo de deporte<br />

autóctono, recio y viril; de faena heroica, de alegría y sabor. Por ella han desfilado los<br />

mejores coleadores <strong>del</strong> país y <strong>del</strong> mundo, vertiendo su pujanza así como la casta de sus<br />

monturas. <strong>La</strong> trilogía: caballo, toro y jinete ha dejado, desde el coso hasta el tapón, una<br />

historia singular. Y es que <strong>Guárico</strong>, y especialmente Valle de la Pascua, tiene pasta de<br />

campeón.<br />

Víctor Felizola, recibe trofeo como campeón de la “Copa Federación” (1997),<br />

entregan: Alcalde Edgar Martínez y la reina <strong>del</strong> campeonato Norka Miranda


Omar Gamarra, el Supermán <strong>del</strong> coleo<br />

IMPRESOS POR AQUI<br />

El quehacer periodístico en Valle de la Pascua significó la apertura de un nuevo<br />

escenario: una tribuna para la información y para la difusión cultural bajo la égida de<br />

personeros que, con ingenio y afán y a pesar de los escasos recursos técnicos, tomaron<br />

el periodismo como una misión para responder a las demandas informativas y culturales<br />

de una ciudad que desde siempre ha empujado para expandirse.<br />

Entre los periódicos, revistas, órganos informativos y propagandísticos que han<br />

circularon en la ciudad, tenemos:<br />

1894<br />

El Ensayo Literario. Se imprimía en Caracas y era dirigido por Juan Antonio Padilla<br />

García. Su vida fue muy efímera, desapareció en su segunda edición.<br />

El Llanero. Se editó en la imprenta de Manuel María Vargas, redactado por Nicasio<br />

Camero. Desapareció al cuarto número.<br />

1895<br />

Chilindrinas. Periódico de circulación ocasional. Se editó, durante un año, en la<br />

imprenta El Llanero. Lo dirigió Gerónimo Escobar Ramírez.<br />

1897<br />

El Tábano: Dirigido por Gerónimo Escobar Ramírez. Circuló ocasionalmente. Se<br />

editaron 12 números en la imprenta El Llanero.<br />

Menudencias. Su director fue Víctor Manuel Ovalles. <strong>La</strong>s ediciones eran ocasionales<br />

El Guaro. Tuvo efímera vida; ya que solamente se publicó un número. Su redacción<br />

fue de carácter anónima y la tipografía que se utilizó para su tiraje fue la <strong>del</strong> Dr. Víctor<br />

Manuel Ovalles.<br />

1899


El Distrito Infante. Órgano de la Junta Reinvindicadora de los Fueros Municipales.<br />

Circularon seis números. Su administrador fue Luis Jaramillo.<br />

Gaceta Municipal <strong>del</strong> Distrito Infante. Solo se editaron dos números en la tipografía<br />

<strong>del</strong> Dr. Víctor Manuel Ovalles.<br />

1904<br />

<strong>La</strong> Ilustración Liberal. Se editó un solo número, hecho que materializó Medardo<br />

Ojeda<br />

1905<br />

<strong>La</strong> Pampa. Tuvo larga duración y lo editaban, en ocasiones, Pedro Manuel Escobar<br />

Ramírez. y Juan Antonio Padilla.<br />

1906<br />

Unión y Progreso. Órgano que sirvió de difusión al Club Unión y Progreso. Circuló<br />

hasta 1909. Se inició bajo la dirección <strong>del</strong> Dr. Rafael Zamora Arévalo y P.R. Buznego<br />

Martínez. Posteriormente, lo dirige el Dr. Miguel Lorenzo Ron Pedrique, mientras el<br />

bachiller Juan Antonio Padilla y Nicasio Camero se desempeñaban como redactores.<br />

1907<br />

Eco Libre. Quincenario que divulgaba temas de interés colectivo. Emiliano R. Chacín y<br />

Benito Arias Torres eran los responsables de la recolección y publicación de los asuntos<br />

allí plasmados.<br />

El Candil. Sus redactores fueron Lorenzo Ron Pedrique y Alberto Aranguren, quienes<br />

utilizaban los seudónimos de: “Armando Ruido” y “Justo Franco”, respectivamente.<br />

<strong>La</strong> Noticia. Periódico que se editaba en la imprenta municipal<br />

1908<br />

Germinal. Quincenario. Fue dirigido por Pedro Rafael Busnego Martínez<br />

Eco Regional. Quincenario que se publicó durante cuatro años bajo la égida de José<br />

María Álvarez Jaramillo.<br />

1909<br />

<strong>La</strong> Pluma. Redacción que dirigía Alberto Aranguren, sin regularidad en la circulación.


El Duende. Circuló de manera irregular bajo la responsabilidad de M. Perozo y<br />

Armando Del Valle.<br />

1910<br />

Letras de Molde. Circulaba, ocasionalmente, bajo la égida de Alberto Aranguren.<br />

1911<br />

El Aviador. Quincenario. Responsable: V.M. Lozada<br />

1912<br />

Véspero. Semanario redactado por José G. Celis Arzola, José Manuel Castillo,<br />

Valdemar Ovalles G. y Ángel González.<br />

El Pensamiento. Revista literaria de edición mensual. Producida por: Valdemar<br />

Ovalles G. y José Manuel Castillo.<br />

1913<br />

<strong>La</strong> Luz <strong>del</strong> Santuario. Semanario (Sabatino). Responsable: Pbro. Manuel Ernesto<br />

Liendo<br />

1914<br />

Juan Sabroso. Periódico que circuló sin regularidad temporal, editado por Eladio Díaz<br />

Vargas y Miguel Lorenzo Ron Pedrique<br />

El Alto Llano. Sólo salió en una oportunidad. Editor: Dr. Miguel Ron Pedrique<br />

El Llano Médico. Editado, ocasionalmente, por el Dr. Miguel Ron Pedrique<br />

Alba llanera. Periódico Ocasional de larga vida. Garante: Rafael Ángel Castillo<br />

1916<br />

<strong>La</strong> Pampa. II etapa. Circuló quincenalmente bajo la égida de Pedro Manuel Escobar<br />

Ramírez<br />

1918<br />

El Anunciador. De larga duración. Circuló hasta el año 1.925 y el Nro. 303 Director:<br />

Francisco Romero Barroso


Deporte. Gaceta <strong>del</strong> Infante Base Ball Club. Responsable: Directiva <strong>del</strong> club,<br />

Presidida por Alberto Aranguren.<br />

1919<br />

Alquimia. Revista de Arte y Ciencia que editaba, mensualmente, Alberto Aranguren.<br />

1921<br />

<strong>La</strong> idea. Periódico ocasional, redactado por: Juan Rafael Martínez, Luis Adolfo Melo y<br />

Manuel Peraza<br />

1922<br />

Eco Regional. Reaparición. Redactor: José María Álvarez Jaramillo<br />

1923<br />

<strong>La</strong> Pluma. Reaparición. Encargados de su redacción: Alberto Aranguren y Rafael<br />

Pellicer Viana.<br />

1924<br />

<strong>La</strong> Idea. Segunda época. Tutelada por: Juan Rafael Martínez, Luis Adolfo Melo,<br />

Próspero Infante y Manuel Peraza.<br />

El Centro Bolívar. Medio comunicacional que editaba Lorenzo Rubín Zamora de<br />

manera ocasional.<br />

Mañana. Órgano <strong>del</strong> Colegio Guariqueño, editado ocasionalmente por Próspero<br />

Infante.<br />

<strong>La</strong>bor. Órgano de la sociedad Socorro Mutuo, cuya redacción estaba a cargo de la<br />

directiva de la institución e impreso en la Tipografía Municipal.<br />

Lámparas. Publicación de la sociedad Amantes <strong>del</strong> Progreso, redactado por las<br />

rectoras de la escuela diurna para niñas que mantenía la sociedad.<br />

Letras de Molde. Reaparición. Quincenario que se convirtió en el periódico de mayor<br />

formato publicado en <strong>Guárico</strong>. Responsable: Alberto Aranguren.<br />

1926


Icaro. Ocasional. Redactor: Rafael Pellicer Viana.<br />

<strong>La</strong> Voz de la Fe. Publicación <strong>del</strong> Centro de la fe cristiana, cuya autoría era de las damas<br />

católicas de Valle de la Pascua.<br />

1929<br />

Vida Católica. Boletín de la fe cristiana, editado por la directiva de la Sociedad <strong>La</strong><br />

familia cristiana.<br />

Ahora. Medio propagandístico de la farmacia Marcano, que circuló bajo la<br />

responsabilidad <strong>del</strong> Sr. Ángel R. González.<br />

1932<br />

Piedad y <strong>La</strong>bor. Periódico de la fe cristiana. Circuló irregularmente bajo la dirección<br />

<strong>del</strong> Pbro. Pedro Celestino Perdomo<br />

Pimienta. Información deportiva y de interés general. Lo producían Rafael Vargas<br />

Belisario y Ángel González. Se imprimía en la imprenta municipal, actividad que fue<br />

prohibida por la Cámara, en virtud de la publicación de un artículo titulado “Nuestro<br />

pueblo y la ley” y referido al impuesto <strong>del</strong> agua que el Concejo Municipal cobraba. El<br />

referido artículo fue catalogado de irrespetuoso.<br />

1933<br />

Libertador. Órgano de la Logia Libertador 89. Redactado por Integrantes de la Logia<br />

Ideas. Circuló de manera ocasional bajo la regencia de Juan Suárez<br />

Voluntad. Lo editaba esporádicamente el poeta Ernesto Luis Rodríguez<br />

Diez y Nueve. Salía eventualmente bajo la redacción de Antonio Miguel Martínez<br />

El Cóndor. Ocasional. Dirigido por Carlos Felipe Castillo y redactado por Arnoldo<br />

Baptista.<br />

Santos Luzardo. Tuvo larga duración. Circuló hasta 1935 cuando fue clausurado por


hacer críticas al gobierno de Juan Vicente Gómez. Se imprimía en Tipografía <strong>La</strong><br />

guariqueña. Antonio Miguel Martínez, Rafael Pellicer Viana, Luis Adolfo Melo, y<br />

Efrén Ponce, eran responsables de su circulación.<br />

1934<br />

<strong>La</strong> Idea: Reaparición. Fue clausurado <strong>este</strong> mismo año por idénticos motivos que el<br />

Santos Luzardo pero con el agravante que sus redactores: Próspero Infante, Horacio<br />

González, Juan Rafael Martínez, Manuel Peraza y Luis Adolfo Melo, fueron<br />

encarcelados.<br />

Leonardo Infante. Publicación de la Escuela Federal graduada Leonardo Infante,<br />

redactada por: Armando Bolívar Díaz y Pedro Díaz Seijas,<br />

1936<br />

Pobre Negro. Periódico ocasional. Responsable: Rafael Silva Díaz<br />

1.938:<br />

Guarura. Periódico esporádico, redactado por Pedro Díaz Seijas y Armando Bolívar.<br />

1939<br />

El Cóndor. Reaparición. Dirigido por Pedro Seijas y Arnoldo Baptista.<br />

Trópico. Circulaba, irregularmente, bajo el patrocinio de Dimas Ortiz<br />

El Esfuerzo. Informativo de la escuela-comedor Nro. 3 <strong>del</strong> estado <strong>Guárico</strong>, con sede en<br />

el caserío Rabanito. Al frente <strong>del</strong> mismo estaba Carlos R. Navarro.<br />

1940<br />

Hoy. Semanario, al inicio; Quincenario, después. De larga duración. Promotores:<br />

Parminio González Arzola y Juan Rafael Martínez.<br />

1943<br />

AD. Publicación informativa <strong>del</strong> partido Acción Democrática. Redactado por Ángel R.<br />

González y Juan Rafael Martínez.<br />

1944


<strong>La</strong> Balanza. Periódico anunciador de la farmacia Marcano, editado por la empresa. <strong>La</strong><br />

Balanza.<br />

1945<br />

El Ganadero. Órgano de la Asociación de ganaderos <strong>del</strong> Distrito Infante, dirigido por<br />

Alfredo Zamora Pérez.<br />

1946<br />

Cultura Juvenil. Circuló eventualmente tutelado por Víctor Vera Morales y<br />

Mario Díaz Seijas.<br />

1947<br />

El Provinciano. Víctor Vera Morales y Chicho López lo editaban irregularmente.<br />

1949<br />

Pulgarcito. Ocasional. Órgano de la Escuela Federal graduada Leonardo Infante,<br />

editado por Luis María Osío<br />

1950<br />

Lea. Impreso ocasional, publicado por el Pbro. Ángel Polachini.<br />

1951<br />

Gil Fortoul. Informativo de esta institución. Redactado por Frank Arreaza<br />

Superación. Vocero quincenal <strong>del</strong> Grupo Escolar Rafael González Udis que tenía a<br />

Luis María Osío como responsable.<br />

1953<br />

El Guariqueño. Quincenario. Redactores: Manuel S. Guerrero, Luis Klissan, Elías<br />

Medina Ríos y Juan José Succar.<br />

1956<br />

Farol. Revista divulgativa de la unidad sanitaria de Valle de la Pascua redactada por el<br />

Dr. Manuel Montañéz.<br />

1958<br />

El Liceísta. Informativo <strong>del</strong> Liceo José Gil Fortoul.


Antena. De circulación ocasional. Editor: Manuel Manrique Siso<br />

Can<strong>del</strong>a. Quincenario. Redactado por Dimas Castillo Belisario<br />

El Revolucionario. Circuló irregularmente. Redactores: Manuel Fernández y José<br />

Rafael Hernández.<br />

1959<br />

<strong>La</strong> Puyita. Medio de circulación intermitente, redactado por Rafael Davonish Romero<br />

y José María Zaa.<br />

El Furruco. Medio Humorístico de la Escuela Normal Monseñor Álvarez. Redactores:<br />

Luis Fernando Melo y estudiantes de 4to. año de la Institución.<br />

1960<br />

<strong>La</strong> hoja. Circuló hasta 1.966 bajo la responsabilidad de Diben Gómez <strong>La</strong>ya, Juan<br />

Rafael Martínez, Juan Martínez, hijo y Alfredo Belisario.<br />

Región. Circulación mensual a cargo de Lorenzo Rubín Zamora, José Sánchez<br />

Torrealba, Witremundo Pérez Salomón y Mercedes de Zamora.<br />

1962<br />

El Guariqueño. Semanario, dirigido por Misael Flores<br />

El Liceista. Reaparición. Órgano informativo <strong>del</strong> Liceo José Gil Fortoul. Redactores:<br />

Enrique Ramírez, Guillermo Loreto Mata y Gonzalo Chávez.<br />

1963<br />

Frente Llanero. De circulación ocasional a cargo de Alfonso Camacho<br />

1965<br />

El Pascuensito. Sólo circuló una sola edición. Responsable: Misael Flores<br />

1967<br />

Remanso. Revista informativa <strong>del</strong> Liceo José Gil Fortoul, redactada por Directivos y<br />

Alumnos de la institución.<br />

1968


El Observador. Periódico ocasional, publicado por Julio Del Nogal<br />

1971<br />

El Sabanero. Salía ocasionalmente dirigido por Pedro Antonio Gómez<br />

1972<br />

El Llanero. Quincenario. Redactor: Diben Gómez <strong>La</strong>ya<br />

Palestra Popular. Ocasional. Editor: Pedro Díaz<br />

1973<br />

El Mensajero. Semanario. Se publicó por más de un año. De excelente formato y<br />

variado contenido. Propulsores: Gonzalo Chávez, Luis Fernando Melo, Miguel Ruiz<br />

Camero, Josafat González y Luis F. Jaramillo.<br />

El Observador Guariqueño. Quincenario. Editado por: Julio Del Nogal<br />

1976<br />

Orientación. Informativo <strong>del</strong> Instituto Universitario de Tecnología de los Llanos (IUT).<br />

Impreso en sus propios Talleres, bajo la tutela de Juan Manuel Ruiz y José Ron Rojas<br />

1978<br />

El Orientador. No tenía fecha fija de circulación. Director: Arturo Nadales<br />

1980<br />

Expresión. Ocasional. Su primer Director fue el Dr. Gonzalo Chávez quien junto a<br />

Misael Flores lo redactaba.<br />

Boletín Informativo. Órgano <strong>del</strong> Centro coordinador <strong>del</strong> desarrollo agropecuario de<br />

Valle de la Pascua. Impreso en los Talleres de Reproducción <strong>del</strong> Instituto de Tecnología<br />

de los Llanos. (IUT) y redactado por: Pablo J. Aurrecochea, Francisco José Torres, Igor<br />

Arias y Cipriano Lugo.<br />

1987. Guía Comercial e Industrial <strong>Guárico</strong>-Apure. Revista anual. Circuló hasta<br />

1990. Director: Luis Pérez Guevara<br />

1988<br />

El Reportero. Quincenario. Director: Misael Flores


1990. Guía Comercial, Industrial, Profesional y Telefónica de Valle de la Pascua.<br />

Revista de circulación anual. Director: Luis Pérez Guevara<br />

1991<br />

Hora Cero. Diario. Director: Luis Salas<br />

1994<br />

El Guariqueño. Semanario en su segunda Etapa. Director: Misael Flores<br />

1995<br />

En Síntesis. Revista mensual editada por Héctor Luna y Francisco Finol Matos.<br />

1997<br />

El Negocio de Todos. Semanario propagandístico, promovido por Ernesto Guerra y<br />

Luis Martínez.<br />

<strong>La</strong> Fans. Revista mensual, cuya responsabilidad recaía en: Leonardo Ojeda, José Luis<br />

García y Víctor Figueroa.<br />

El Pascuense. Quincenario. Responsables: Emilio Rojas, Enrique Bolívar y Adán<br />

Arévalo.<br />

1998<br />

El Vallepascuense. Periódico quincenal. Responsables: Enrique Bolívar y Liliana de<br />

Bolívar.<br />

El Soberano. Semanario. Gerenciado por Patricia Poleo, como propietaria y directora, y<br />

Gonzalo Chávez, como subdirector.<br />

1999<br />

Salud y Actualidad. Revista mensual <strong>del</strong> Colegio Médico, Seccional Valle de la<br />

Pascua. Presidido por el Dr. Isaac Álvarez. Sólo circularon dos ediciones.<br />

2000<br />

Jornada. Diario. Impreso en los talleres <strong>del</strong> diario El Periodiquito en Maracay-Aragua.<br />

Editor: José María Arias. Director general, Manuel Arias.<br />

2004


Estalla. Estampas Llaneras. Semanario Cultural, publicitario y de opinión impreso por<br />

Loly Asdrúbal Puerta.<br />

2005.<br />

Los Llanos. Diario. Su primer director fue José Gregorio García. Tuvo corta vida.<br />

2007.<br />

El Reportero. Reaparición. Editor: Misael Flores. Director Junior Martínez<br />

Saber Vivir. Revista. Guía médica coordinada por Nancy y Rebeca Beterzelián.<br />

Estos son, a grandes rasgos, los medios de comunicación impresos que han<br />

nacido, hasta hoy, en nuestra ciudad. Estamos seguros que muchos más germinarán y<br />

crecerán porque Valle de la Pascua es tierra abonada de pujanza, revestida de<br />

dinamismo en todos los campos <strong>del</strong> quehacer diario, de donde, evidentemente, se genera<br />

la noticia, materia prima que nutre y da vida a los medios de comunicación.


LA CASA DEL LLANERO<br />

En la ciudad todos hablan de ella, de la Casa <strong>del</strong> Llanero: que si la<br />

municipalidad debe recuperarla, que si es patrimonio comunal, que si la vendieron, y<br />

hasta que si un “avispao” se adueñó de ella, mediante registro de un titulo supletorio; y<br />

tantas cosas que, como el viento, deambulan de oído en oído.<br />

Esa vivienda, bonita en sus primeros tiempos, de altas paredes llenas de<br />

ventanales, de amplios patios propicios para la tertulia y la reunión familiar, guarda en<br />

el alto de la calle Real, salida hacia Tucupido, trazos <strong>del</strong> pasado local que se resisten a<br />

ser borrados por el deterioro que hoy la envuelve.<br />

<strong>La</strong> Casa <strong>del</strong> Llanero, como se ha llamado siempre, fue construida por el<br />

Ministerio de Obras Públicas (MOP) en 1939, con motivo de la celebración de las<br />

primeras ferias agropecuarias de Valle de la Pascua, festividades durante las cuales se<br />

inauguró y se presentó como mo<strong>del</strong>o de vivienda rural para los futuros planes<br />

habitacionales a desarrollarse en la región.


Culminada la feria, en 1940, la casa fue entregada a la Municipalidad por la<br />

Dirección de Edificios <strong>del</strong> MOP de acuerdo a Oficio Nro. 41 de fecha 19-02-1940,<br />

firmado por Enrique Aguerrevere, Ministro de Obras Públicas, quien comisionó al<br />

Ingeniero Andrés Frágenas, encargado de los trabajos <strong>del</strong> acueducto que para esa fecha<br />

se instalaba en el pueblo, para que cumpliese con lo establecido. <strong>La</strong> casa fue recibida<br />

por una comisión de concejales integrada por Arturo Tovar, Presidente; Alejandro<br />

Campagna, Juan Manuel Barrios y Jesús Bolívar, quienes recibieron y dieron derecho<br />

de palabra, en el seno de la Corporación Municipal, al Dr. Rafael Zamora Pérez,<br />

presidente de la recién finalizada feria que reclamó el inmueble para la sede de la<br />

directiva ferial, aduciendo que el Ministro se lo había prometido así.<br />

El reclamo no prosperó, ya que el oficio remitido por el Ministerio de Obras<br />

Públicas, no establecía nada al respecto, y el enviado por Zamora Pérez al Ministro, no<br />

tuvo respuesta.<br />

Ese mismo año, el Concejo Municipal aprobó arrendar la casa y destinar esos<br />

ingresos para fines educativos. Fue habitada, entre otros, por Próspero Aponte, el<br />

Instituto Nacional de Obras Sanitarias (INOS). Doña Clara de Puzzolini, que, regentaba<br />

una escuelita; y también se estableció en ella, aunque por poco tiempo, una escuela<br />

estatal.<br />

Hoy, aquella útil, espaciosa y bonita casa que albergó, en sus sombreados patios<br />

y espaciosos pasillos, al Presidente de la República, para la época, General Eleazar<br />

López Contreras, quien la inauguró, a su comitiva y demás personeros de la política<br />

nacional, regional y local, por efecto de la conjugación de factores exógenos, perdió el<br />

encanto.<br />

Donde estuvieron aquéllas hermosas ventanas, ahora vemos simples barrotes o<br />

huellas de la arquitectura que, orgullosa, lució en sus primeros días. Sus pasillos, se<br />

fueron con las pisadas que le hirieron en aquel pasado lleno de esplendor. Sus árboles,<br />

que dieron frutos y sombra a los habitantes de la otrora famosa casona, cumplieron su<br />

ciclo vital.<br />

Cuando pasamos por allí, por la intersección de la Av. Libertador con calle Real,<br />

la vemos, en sus últimos <strong>este</strong>rtores. ¿Será por desidia?, ¿O por desconocer su<br />

significado en la vida de aquellos habitantes? No sabemos realmente cual es la causa,<br />

pero agoniza ante nuestra mirada indiferente.


LA RADIODIFUSION EN VALLE DE LA PASCUA<br />

<strong>La</strong> Radio, ese importante medio que nos sirve, entre otras cosas, de despertador<br />

y que llevó a las abuelas a llorar con radionovelas como El Derecho de Nacer; y a los<br />

jóvenes, a vivir las emociones de Los Tres Villalobos o Martín Valiente, hoy nos ayuda<br />

a soportar el stress de una cola ocasionada por el pesado tráfico y nos tranquiliza<br />

cuando el sofocante calor nos embarga. Ese medio comunicacional también escribió su<br />

historia en Valle de la Pascua.<br />

En 1942, siguiendo los surcos marcados por A.Y.R.E. y por la Broadcasting<br />

Caracas, se dieron los primeros pasos en la <strong>Princesa</strong> Guariqueña para lograr el<br />

establecimiento de una emisora radial. Los pioneros de la idea fueron los señores Luis<br />

Adolfo Melo Infante y Francisco Moreno Díaz. Ellos solicitaron el correspondiente<br />

permiso ante el Director de Radiocomunicaciones <strong>del</strong> Ministerio <strong>del</strong> Trabajo y<br />

Comunicaciones que, para ese entonces, era J.B. García Medina, quien les respondió, el<br />

28 de agosto de 1942, remitiéndoles copia de una Gaceta Oficial <strong>del</strong> año anterior<br />

contentiva <strong>del</strong> Reglamento de Radiocomunicaciones, con el cual podían informarse<br />

acerca de los requisitos que debían llenar para obtener la correspondiente habilitación.<br />

<strong>La</strong>s múltiples condiciones y detalles exigidos, así como la elevada inversión requerida


impidió la realización <strong>del</strong> proyecto; sin embargo, Luis Adolfo Melo, hombre progresista<br />

y creativo, consecuente con la idea, había establecido, ese mismo año, en la calle<br />

González Padrón <strong>del</strong> pueblo, una especie de emisora local que bautizó con el nombre de<br />

PUBLICIDAD GUARICO, la que, equipada con un tocadiscos, dos micrófonos, cables<br />

y cinco cornetas, en el horario de seis a once de la noche, impregnaba de alegría el<br />

corazón de la princesa.<br />

En esa especie de emisora, se dejaban escuchar las voces de Facundo Camero,<br />

José de la Cruz Benavente, Alfredo Camero Velásquez y Arturo Villarroel,<br />

promocionando la música venezolana, especialmente interpretada por Magdalena<br />

Sánchez, Ángel Custodio Loyola, Mario Suárez, Rafael Montaño y Marisela, que<br />

entrelazaban música mexicana. Se escuchaba, también, a Juan Nicolás Hitcher<br />

animando un programa de concursos, diseñado para aficionados y/o artistas noveles, en<br />

el cual debutaron: Olga Bolívar, Amalia Hitcher, Emilio García, Armando Prado, las<br />

hermanas <strong>La</strong>zaballet y los Núñez: Damaris y Pedro, entre otros y lógicamente no<br />

podría faltar el espacio de los comerciales que compensaban parte <strong>del</strong> esfuerzo y<br />

empeño de ese grupo de jóvenes que, desempeñando el rol de locutores y/o animadores<br />

proporcionaban entretenimiento a una ansiosa audiencia que se acercaba hasta la plaza<br />

para disfrutar de la programación. Como no se contaba con asientos, los espectadores<br />

permanecían de pie.<br />

De la misma manera, las familias vecinas, a las seis de la tarde, sacaban sus<br />

sillas para las puertas de las casas y se reunían a disfrutar de la pauta diaria que les<br />

llegaba a través de cornetas ubicadas en las esquinas de la plaza Bolívar y mas allá en:<br />

<strong>La</strong>s Tres Rosas, El Polvorín, El Retumbo y en la esquina de la Música.<br />

Pero, igual que una ráfaga de viento, el vespertino entretenimiento tuvo una<br />

existencia efímera pues, ese mismo agosto, la municipalidad aprobó retirar las cornetas<br />

que estaban colocadas en las esquinas antes mencionadas. Después de tan drástica<br />

medida, se impuso un silencio de diez años, que se rompió el 28 de noviembre de 1952,<br />

seis días después de haberse fundado en Caracas la Televisora Nacional, Canal 5,<br />

cuando se inaugura RADIODIFUSORA LA PASCUA. Esta empresa fue instalada por<br />

el joven profesional Carlos Poleo para servir a los 12.600 habitantes que había en el<br />

pueblo. Contaba con un transmisor de 1 kilovatio de potencia e inició sus labores en el<br />

barrio <strong>La</strong> Aurora, frente al cementerio viejo, de donde se mudó, sucesivamente, a la<br />

calle Real (entre Atarraya y Retumbo), calle Atarraya (entre Guasco y Descanso),<br />

calle Paraíso (entre Camaleones y Retumbo) y finalmente a la calle 5 de Julio (entre<br />

Deleite y Camaleones), donde funcionó, como Radio <strong>La</strong> Pascua, con el dial, 1370.


En esta emisora fueron pioneros de la locución los señores: José María Zaa,<br />

Marco Antonio López, Roque Luis Martínez, José Aníbal Manzo y Pompeyo Rafael<br />

Higuera Sutil quienes, junto con Jesús Farías y Argenis Negrón, operadores de estudio;<br />

y José Mejías, operador de la planta transmisora ubicada en El Corozo, trazaron la ruta<br />

comunicacional.<br />

Más tarde, se sumaron otros profesionales <strong>del</strong> micrófono, así como operadores,<br />

quienes ocuparon lugares preferenciales en los hogares vallepascuense donde se<br />

escuchaban por unos pesados cajones de madera, marca Telefunken que tenían una<br />

especie de tornillos que permitían encender, cambiar el dial, dar volumen y apagar el<br />

artefacto. A esta segunda generación pertenecen: Edgar y Pedro Sánchez, Juan<br />

Francisco Champion, Carlos Ramón Fuenmayor, Jhonny Ponte, Reinaldo José Guedez,<br />

Juan Manuitt, Julio González, Francisco Sifontes y José Antonio Páez. Con el correr de<br />

los días, se sumaron, entre otros: Rafael González., Luis Suárez, Manuel Esteban Díaz,<br />

José Manuel Martínez (Joe Martín), Carlos Rodríguez, Omega de Sifontes, Arturo<br />

Villarroel, Antonio <strong>del</strong> Nogal, Josafat González, Israel y Héctor Sotillo, Arturo<br />

Hernández Marín, Luis Pérez Guevara, José Luis García, José Luis Andrade, Leonardo<br />

Ojeda, Ramón Correa, Juan de Mata Rengifo, Gonzalo Chávez, Rosini Pariaco, José<br />

Gregorio Camero, Frank Holder y otros de nueva data.<br />

En la sincronización de los sonidos lo hicieron: Luis “Chichí” Hernández, Jesús<br />

“Chucho” Carrasquel, Juan José Lozano, Rosa Negrón, Antonio Araujo, Tomás<br />

Hernández, Faustino Rondón, Miguel Pérez, Adriano Cathano, José Luis (Bolita) y<br />

Sergio (Cachomba) Martínez, Héctor Aguirre Muñoz y otros jóvenes talentos como<br />

José Luis Coa, José Rodríguez, Silvio Rivero, quienes contando con la dirección<br />

técnica y administrativa de Ángel <strong>La</strong>ndaeta Lovera, “Querido Amigo”, y<br />

posteriormente de Pedro Arévalo González, Mario Casamassima y Tomas Montilla<br />

Rivero, profundizaron un canal que permitió conocer diariamente el acontecer regional,<br />

nacional e internacional, así como viajar a través de la fantasía a remotos lugares y<br />

alejadas épocas.<br />

Atrás quedaron los días de una estación radial única. Valle de la Pascua se ha<br />

convertido en un verdadero potencial de la radiocomunicación. El 22 de junio de 1990<br />

nace Radio Enlace 860 AM, instalada por la familia Camero, con 25 kilovatios de<br />

potencia. Esta emisora, cuyos estudios están ubicados en la Avenida Rómulo Gallegos y<br />

su planta trasmisora en el sector El Corozo, ha sido dirigida por: Ramiro Seijas,<br />

Alexander Barrios, Héctor Ortega y Jane Zamora. Allí escuchamos las voces, además de


los directores, de Armando Bolívar Leal, Valmore García, Eliana Díaz, Ernesto<br />

Albornoz, José Ger<strong>del</strong> Morales, Pedro Ríos Prado, Teodoso Hernández, Dayanara<br />

García, Julio Herrera, Juan de Mata Rengifo, Daniel Chacón, Rafael Humberto<br />

González, Freddy Quintero, y otros que dieron realce a los sagrados postulados de la<br />

radiodifusión: informar, entretener y educar.<br />

Otra emisora que echó sus raíces en nuestro suelo es Ambiente 96.1 FM,<br />

inaugurada el 25 de septiembre de 1995 por los señores Juan Francisco Champion,<br />

Manuel Matos Charmelo y Ramón Santiago Martínez en la calle Retumbo c/c las<br />

Flores. Hoy es propiedad <strong>del</strong> Sr. Reinaldo Armas. Junto a ella están en el aire también:<br />

Vida 94.1 FM, en la Av. circunvalación de Guamachal, Autentica 90.5 FM en la calle<br />

Shettino, Alternativa 100.7 en la calle Real, Edificio Pascua Real, Rumba 106.1 en la<br />

Av. Rómulo Gallegos y en mayo <strong>del</strong> 2006 inicia sus trasmisiones, Deportiva 98.3 en la<br />

calle Páez <strong>del</strong> Sector <strong>La</strong> Represa, las cuales transformaron la radiodifusión en un<br />

instrumento de trabajo muy valioso para nuestros pueblos.<br />

Este auge de la radio, es una muestra <strong>del</strong> crecimiento de la <strong>Princesa</strong> Guariqueña.<br />

PROGRAMA ENTREVERAO, conducido por Luis Pérez Guevara y<br />

trasmitido durante 18 años a través de Radio la Pascua. Se observa: Sentados: Teo<br />

Galíndez, Pérez Guevara e Iris Gaviria. Detrás, de pie: Alexis Smith, Héctor Luna,<br />

Guillermo Gámez, Abel Rodríguez, Otto Rodríguez, Oswaldo Correa, etc.


Radiodifusora <strong>La</strong> Pascua (<strong>La</strong> pionera) trasmite en vivo homenaje a Ernesto Luis Rodríguez.<br />

Locutor: José Rafael Negrón.<br />

LAS CUEVAS DE CIRILO<br />

Aquí en nuestra ciudad, se vieron y todavía se ven, aunque con menos profusión,<br />

casos donde la fantasía, la ignorancia, la creencia en lo sobrenatural y la tradición<br />

ancestral se funden para construir realidades sociales y dar paso a los hechos que van<br />

nutriendo lo que se conoce como acervo cultural.<br />

Con esta premisa, relato un singular suceso que aconteció, en predios<br />

pascuenses, hace cierto tiempo. En la calle Atarraya norte habitaba CIRILO<br />

HERRERA, hombre que entró en las páginas alusivas a personajes populares por una<br />

ocurrencia muy peculiar de la cual fue protagonista. Se cuenta que cierto día, bien<br />

entrada la noche, de esas que se ven mucho en el llano: oscuras y tenebrosas, donde ni<br />

los caminos se miran porque son noches sin luna, sin luceros, propias <strong>del</strong> invierno;<br />

Cirilo se levantó y, oteando el horizonte hacia el o<strong>este</strong> de la ciudad, vio una luz. De<br />

inmediato, sin decirle nada a su compañera, se vistió, se puso sus alpargatas, tomó su<br />

machete y una vieja chícura, a los que sacó filo en una piedra de amolar que tenía en el<br />

patio de la casa, se acomodó el sombrero y salió a “sacar de pena” a aquella alma que le<br />

estaba avisando donde tenía enterrada su fortuna. El haz de luz visualizado estaba muy<br />

distante de su hogar, pero eso no fue obstáculo. Se dirigió hacia allá, silencioso pero


esuelto. Llegado al sitio donde había visto la luz se propuso, chícura en mano,<br />

cumplir con su cometido.<br />

A partir de esa noche Cirilo sólo vivió para buscar el tesoro, misión que él<br />

mismo se impuso. Así pasaron varios días en los que sólo iba a su casa a buscar<br />

bastimento, el cual consistía en: cazabe, queso, papelón y su taparita de agua. Esta<br />

conducta, por demás atípica, llamó la atención a su sobrina Natividad Herrera que se<br />

dio a la tarea de averiguar en qué andaba su tío, labor que le facilitaron los transeúntes<br />

que se movían, a través de un potrero propiedad de Don Dámaso Prado, hacia El<br />

Corozo, y especialmente los muchachos que, con sus bolsillos llenos de piedras y sus<br />

“chinas” listas para disparar al blanco, se entretenían cazando pájaros. Ellos sin<br />

proponérselo descubrieron la primera de las “Cuevas de Cirilo” que estaba<br />

prácticamente dentro <strong>del</strong> poblado y fue abandonada motivado a las visitas de curiosos.<br />

Cirilo se internó en el monte para cavar su segunda cueva.<br />

<strong>La</strong> segunda cueva de <strong>este</strong> personaje se hizo famosa, rápidamente, y el caso fue<br />

recogido, en gráficas, por reporteros de la prensa nacional y regional. Según el vulgo,<br />

medía más de 40 metros de profundidad con la particularidad que no era totalmente<br />

vertical sino más bien horizontal y tenía una circunferencia de un metro<br />

aproximadamente, por lo que se supone utilizaba pico y chícura de mangos cortos. <strong>La</strong><br />

construcción de esta cueva fue un acontecimiento que movió y entretuvo al pueblo por<br />

varios días, sacándolo de la rutina y dándole tema de conversación a los vecinos.<br />

Igualmente, generó, por pocos días, empleo para muchos, tales como chóferes, que<br />

transportaban a los curiosos moradores; vendedores de comida rápida y de bebidas<br />

espirituosas y hasta fotógrafos, ya que muchos de los que asistieron al lugar se tomaron<br />

fotografías a la entrada de la caverna. El acontecimiento llegó a tener tanta resonancia,<br />

bullicio y seguidores como las ferias que se hacían por esos días.<br />

Sin embargo, como el tiempo todo lo borra, de aquellas cuevas de Cirilo no<br />

queda ni rastro. Fueron cavadas en el lugar que hoy ocupa una torre de Elecentro, en el<br />

límite de la Urbanización <strong>La</strong> Púa y la Florida I.<br />

De lo narrado por los familiares de Cirilo, se deduce que él nunca abandonó su<br />

compromiso, su quijotesca intención de “sacar de pena” a una ánima que no podía<br />

descansar en paz y, hasta un año antes de su muerte, a escondidas y en horas nocturnas,<br />

continuaba en su empeño.<br />

<strong>La</strong> chispa y vena poética <strong>del</strong> tuerto Matías Betancourt recogió y popularizó el<br />

hecho en versos:


“Una gran maravilla<br />

sucedió a orillas <strong>del</strong> pueblo,<br />

mujeres, hombres y niños<br />

hasta de Caracas vinieron,<br />

a ver el gueco e’ Cirilo<br />

vinieron mil reporteros;<br />

dicen que Cirilo es loco<br />

más locos son los que fueron.<br />

Como que nunca habían visto<br />

a un hombre cachicamero ”<br />

MEDIOS DE TRANSPORTE<br />

El eco de una bocina rasgó el silencio y sembró en los corazones pueblerinos<br />

una mezcla de alegría, curiosidad y admiración, pues nunca antes se había escuchado<br />

sonido tan peculiar y hasta esos días, extraño.<br />

Once años después de haber llegado a Caracas un automóvil traído de Europa,<br />

en 1904, por la señora Zoila Rosa Martínez de Castro, esposa <strong>del</strong> Presidente de la<br />

República para esa fecha, General Cipriano Castro, se vivió igual suceso en Valle de la<br />

Pascua. Aquel fue un hecho trascendente en la historia <strong>del</strong> automovilismo en Venezuela,<br />

cuyo camino abrió, en 1907, la firma Enrique Arvelo y Pheelps la cual inició la<br />

importación de automóviles europeos como Renault y Peugeot a los que se sumaron,<br />

luego, marcas norteamericanas como Dodge, Overland y Ford imponiéndose esta última<br />

por su resistencia, fortaleza, sistema de amortiguación y mejor desempeño en los<br />

caminos de tierra de aquellos días, generalmente atravesados por quebradas y ríos; así<br />

como por el precio, que era el más económico de todos los existentes en el mercado.<br />

En Valle de la Pascua, como ya se afirmó, marcó época la llegada <strong>del</strong> automóvil.<br />

El vehículo que pisó suelo pascuense por primera vez llegó proveniente de Altagracia<br />

de Orituco, hecho ocurrido el 5 de Mayo de 1915. Según las crónicas de la época era un<br />

vehículo marca Ford, Mo<strong>del</strong>o T que bautizaron, no se sabe si sus fabricantes o el sabio


pueblo, de “Tablita”, adquirido en el Almacén Americano de Caracas, firma de Don<br />

Williams Pheelps, por un precio aproximado de 3.600 bolívares.<br />

El auto en cuestión era propiedad <strong>del</strong> General J. Emiliano Del Corral, Jefe Civil<br />

<strong>del</strong> Distrito Monagas y de los señores Hipólito de la Cueva y Luis Camero Arocha,<br />

hermano <strong>del</strong> poeta y combativo periodista, Nicasio Camero.<br />

A su llegada, el automóvil se detuvo en la Plaza Bolívar frente a la Jefatura Civil<br />

y causó un verdadero revuelo en la población acostumbrada a ver transitar sólo caballos,<br />

carretas, burros o personas. Los vecinos que pudieron escuchar aquel ruido tan extraño<br />

salieron, en masa, a ver el objeto que lo producía. Lo contemplaban a cierta distancia sin<br />

explicarse, totalmente, como hacía aquel hombre, el caraqueño Francisco Berroterán,<br />

que era el chofer, para poner en funcionamiento tal máquina.<br />

Dicho vehículo vino a Valle de la Pascua transportando a los hermanos Nicasio<br />

y Luis Camero, así como al médico Benito Gutiérrez López que prestaría atención<br />

médica a la señora Carolina Camero de Vargas, hermana de Luis y Nicasio. Con<br />

respecto al desempeño <strong>del</strong> auto, la tradición popular cuenta que los hermanos Camero<br />

realizaron cortos paseos con sus amigos llegando hasta Jácome, recorrido en el que se<br />

invertía un tiempo considerable debido al mal estado de la vialidad y a la poca<br />

velocidad desarrollada por el vehículo.<br />

De igual manera, en diciembre <strong>del</strong> mismo año, los moradores de Valle de la<br />

Pascua revivieron la emoción de tener en sus calles otro vehículo. Este iba de paso y se<br />

trataba, según lo narrado por José Francisco Martínez en su <strong>libro</strong> “Reminiscencias.<br />

Notas Periodísticas. Zaraza 1881 – 1936”, de un ford conducido por Don Ernesto<br />

González Gorrondona que acompañado por el doctor Carlos Morales, ex canciller de la<br />

República, se dirigían a la ciudad de Zaraza. El viaje lo iniciaron en la ciudad de<br />

Caracas y pasaron por <strong>La</strong> Victoria, El Sombrero, Valle de la Pascua, El Socorro, y,<br />

finalmente, Zaraza a donde llegaron el 31 de diciembre a las 6 de la tarde, después de<br />

casi una semana de viaje. Este vehículo, que fue el primero en llegar a Zaraza, llamaba<br />

la atención en todos los lugares por donde pasaba, especialmente en Valle de la Pascua,<br />

cuyos habitantes ya conocían el importante medio de transporte y lo habían detallado<br />

tanto que, espontáneamente, se atrevían a hacer comparaciones mientras gustosos<br />

indicaban al avezado conductor, la vía a seguir hacia la población de El Socorro.<br />

Al paso <strong>del</strong> tiempo, los vallepascuenses se sumaron al modernismo que<br />

tímidamente tocaba al pueblo. Otros automóviles surcaron sus calles y se quedaron: el


de Don Manuel María Aurrecochea, el <strong>del</strong> famoso médico cirujano Rafael Zamora<br />

Arévalo, quien contrató como chofer a Domingo Shettino, y los de Ricardo Sutil,<br />

Cecilio Moreno, Manuel Vargas y otros que le imprimieron cierto dinamismo a la<br />

todavía campestre villa.<br />

El tráfico automotor facilitó el establecimiento de dos estaciones de gasolina,<br />

que eran operadas manualmente y pertenecían a Don Cecilio Moreno, una, y a Don<br />

Rafael Silva, la otra. En ellas se expendía gasolina marca “Wicco” o “Benzoleo”, que<br />

los clientes, además de llenar el tanque, podían llevar en latas de 17 litros. Así,<br />

lentamente, fue aumentando el número de vehículos que circulaban en la ciudad por lo<br />

que, en agosto de 1918, la municipalidad aprobó un reglamento para automóviles y<br />

otros carros, en el cual se fijaba un impuesto de cuatro bolívares (Bs. 4,oo) que debían<br />

pagar, mensualmente, los propietarios de vehículos automotores. A esta medida le<br />

siguió la creación de la Inspectoría de Vehículos <strong>del</strong> Distrito, donde desempeñaron<br />

importante labor Guillermo Ubieda Matos y Antonio <strong>La</strong>brador, entre otros.<br />

Este incremento en el número de vehículos, motivó a la colectividad a buscar, de<br />

manera definitiva, una nueva y moderna alternativa de transporte. Domingo Shettino,<br />

mecánico automotriz y quien, como ya anotamos, se desempeñaba como chofer <strong>del</strong> Dr.<br />

Rafael Zamora Arévalo, le compró el vehículo a su patrón para usarlo en el transporte<br />

de pasajeros, convirtiéndose en el precursor de las líneas de vehículos por puesto en<br />

Valle de la Pascua. Su itinerario era Valle de la Pascua - Caracas, travesía que hacía<br />

en dos días y solamente en época de sequía pues, en época lluviosa era imposible viajar<br />

por aquellas carreteras de tierra ya que el mal estado de las mismas solo permitía<br />

traficar en caballo, carretas, burros o a pie. A la postre se asfaltó la carretera hasta San<br />

Juan de los Morros lo que redujo el tiempo <strong>del</strong> viaje, pudiéndose realizar en ocho horas,<br />

pero la salida debía ser en la madrugada para no verse en la necesidad de pernoctar en la<br />

travesía.<br />

<strong>La</strong> única vía conocida hacia la capital de la república, en los primeros años <strong>del</strong><br />

siglo XX era por Mamonal, cruzando el Río Manapire en una chalana <strong>del</strong> General Félix<br />

Galavis, propietario <strong>del</strong> hato Palenque, de donde se seguía rumbo a El Sombrero y San<br />

Juan de los Morros, para luego dirigirse a través de los Valles de Aragua a Los Teques y<br />

finalmente a Caracas.<br />

<strong>La</strong> experiencia de Shettino fue seguida por la empresa autobusera de Julio<br />

Azpurua y Avelino Rodriguez, la ARC, surgida de la fusión de las líneas Aragua, Roja<br />

y Carabobo, por una supuesta orden <strong>del</strong> General Juan Vicente Gómez, como estrategia


para evitar la competencia entre ellas. <strong>La</strong> ARC fue vendida a Julio García quien la<br />

denomina ABC, nombre con el cual estuvo operando en una oficina ubicada en la calle<br />

Guasco entre calles Shettino y González Padrón. Se cuenta que prestó un buen servicio<br />

pues disponía de dos autobuses que se alternaban: mientras uno iba hacia Caracas, el<br />

otro venía hacia Valle de la Pascua. Estas unidades sirvieron de medio para la<br />

información y el entretenimiento <strong>del</strong> pueblo, ya que en ellas se traían los periódicos que<br />

se editaban en esa época, El Heraldo y <strong>La</strong> Esfera, así como las películas que se<br />

proyectaban en los cines de la localidad, responsabilidad asumida después por el<br />

Transporte Fílmico, exclusivo para tal fin. En lo que respecta a la cobertura de la vía<br />

hacia Oriente, se instaló en Valle de la Pascua la llamada línea LOCA (Línea Oriente<br />

Compañía Anónima) que llegaba hasta El Tigre - Anzoátegui.<br />

Posteriormente, Don Thermo Briceño, un sempiterno viajero mirandino, se sumó<br />

a la iniciativa <strong>del</strong> transporte urbano. En 1940 fijó su residencia en Valle de la Pascua e<br />

inició la cobertura de la ruta Valle de la Pascua – Zaraza. Luego funda la empresa<br />

Autobuses <strong>La</strong> Pascua, y amplía la cobertura al incorporar la ruta Caracas - Valle de la<br />

Pascua comprada a Blas Martínez, con dos unidades, mientras una venía, la otra iba<br />

hacia esa capital; y la ruta Caracas - Zaraza - Aragua de Barcelona, de la empresa C.A.<br />

Miranda, Aragua, <strong>Guárico</strong> (CAMAG). Estas rutas permitieron a la nueva sociedad<br />

diversificar el itinerario. Actualmente la empresa cuenta con una flota de unidades que<br />

supera las dos decenas, con las que cubre: Cantaura - Valencia, Valle de la Pascua -<br />

San Juan de los Morros y Cantaura - Caracas - Puerto Ayacucho.<br />

A esta compañía de autobuses se sumaron las empresas de carros por puesto,<br />

entre las que se cuentan: Línea <strong>La</strong> Pascua, Mensajeros Llanos <strong>del</strong> Sur, Unión de<br />

Conductores 87.007 y Gran Orinoco. Estas líneas externas sirvieron de estímulo para el<br />

establecimiento de las internas de las cuales fueron pioneros los señores Juan Manuel<br />

Barrios y Abraham Isaac. Cada uno de ellos puso en circulación un autobús que recorría<br />

las calles <strong>del</strong> pueblo desde tempranas horas. Sin embargo, ambas empresas fracasaron,<br />

quizás por la utilización de otros medios de movilización (burros, caballos, carretas) o<br />

debido a la falta de costumbre <strong>del</strong> colectivo a utilizar ese moderno medio de transporte.<br />

En 1958, Don Thermo Briceño pone en circulación cuatro autobuses que cubrían el<br />

perímetro de la ciudad y cobraban 0,25 céntimos por el recorrido. Esos viejos<br />

autobuses azules, donde tantas veces nos montamos, solo estuvieron en circulación<br />

cinco años. Posteriormente fueron sustituidos por las camionetas de las líneas<br />

Araguaney, <strong>La</strong> Can<strong>del</strong>aria y Gran Cacique. Hoy, el envión <strong>del</strong> tiempo nos ha llevado los<br />

autobuses y las camionetitas. <strong>La</strong> gente prefiere el servicio de taxis.


Pero, en Valle de la Pascua no sólo se establecieron las líneas terrestres sino,<br />

también, las aéreas, las cuales corrieron con menos suerte al no contar con la estabilidad<br />

económica necesaria para lograr su permanencia.<br />

<strong>La</strong> iniciativa <strong>del</strong> transporte aéreo la tomó el Concejo Municipal en 1930 cuando<br />

gestiona con la Compañía Aeropostal Venezolana la escala en esta ciudad. Esta idea se<br />

materializó 18 años después cuando una comisión integrada, entre otros, por: Luis<br />

Adolfo Melo, Manuel Esteban González, Nicolás Soto Martínez y Antonio Arias<br />

Moreno, asesorados por el Coronel Ramón Armas Pérez, realizaron gestiones ante el<br />

Ministerio de Transporte y Comunicaciones y lograron que el entonces Presidente de la<br />

República, Don Rómulo Gallegos, dictara, el 14 de abril de 1948, un decreto ordenando<br />

la construcción <strong>del</strong> terminal aéreo. <strong>La</strong> obra se realizó en terrenos cedidos por el Concejo<br />

Municipal en el barrio <strong>La</strong>s Garcitas, cuyos trabajos se culminaron dos años después,<br />

correspondiéndole a la Junta Militar presidida por el Coronel Carlos Delgado Chalbaud<br />

autorizar su apertura al tráfico nacional, lo cual hizo mediante Decreto publicado en<br />

Gaceta Oficial Nro. 23.437 de fecha 15 de febrero de 1951.<br />

Así pues, la primera empresa aérea que se estableció en Valle de la Pascua fue la<br />

LINEA AEROPOSTAL VENEZOLANA que se inició bajo la dirección de Luis Adolfo<br />

Melo y luego de José Antonio Guevara. Poco tiempo después comenzó a operar<br />

AEROVIAS VENEZOLANAS, S.A. (AVENSA), cuya dirección estaba en manos de<br />

Humberto Moreno y Francisco Mikuski; además las líneas de carga: Transporte Aéreo<br />

Compañía Anónima (TACA), gerenciada por Ignacio Villafañe; y RANSA, que<br />

transportaba carne entre San Fernando de Apure y Caracas y, eventualmente, hacía<br />

escala en nuestro aeropuerto.<br />

El primer avión que aterrizó en el Aeropuerto <strong>La</strong>s Garcitas, estuvo tripulado por<br />

el Capitán Ramón Díaz Borges y desde entonces Valle de la Pascua contó con el<br />

servicio de tres vuelos diarios que, posteriormente, al fusionarse TACA con<br />

AEROPOSTAL, se reducen a dos, uno en la mañana y otro en la tarde. El costo <strong>del</strong><br />

pasaje Valle de la Pascua - Caracas era de Bs. 40, más el diez por ciento (Bs. 4,oo) y el<br />

de ida y vuelta costaba Bs. 72,oo.<br />

Estas líneas aéreas, además de facilitar los traslados permitieron a la gente de<br />

esta tierra hacer un poco de turismo. AVENSA implementó los llamados “Charter”,<br />

paseos de fin de semana a Caicara de Orinoco para conocer ese importante puerto<br />

fluvial y disfrutar <strong>del</strong> majestuoso Orinoco; y la TACA organizaba, ocasionalmente,<br />

excursiones a la Gran Sabana, Santa Elena de Uairen y Urimán.


Pero, lamentablemente, la poca rentabilidad de las empresas por la escasez de<br />

viajeros, determinó su retiro de la ciudad. Otras líneas intentaron conquistar el mercado<br />

pero tampoco tuvieron éxito: ACER-CA, que en los primeros años <strong>del</strong> 80 estableció<br />

ruta hacia Maiquetía y Margarita y, posteriormente, AVIOR (1997). Ellas corrieron con<br />

el mismo destino de sus antecesoras.<br />

Para alegría de los vallepascuences, en el 2005, el Batallón de Aviones General<br />

de Brigada Tomás Montilla retomó la transportación aérea haciendo énfasis en el<br />

aspecto social. <strong>La</strong> ruta está limitada a San Fernando de Apure, Caicara <strong>del</strong> Orinoco y<br />

Ciudad Bolívar los vecinos <strong>del</strong> aeropuerto, cada amanecer, sienten emoción al<br />

encenderse los motores de las naves que apenas asoma el sol comienzan a surcar nuestro<br />

espacio aéreo.


Avión de la Línea TACA (1953). Figuran en esta foto, entre otros:<br />

José C. González, Pedro J. Carreño, Rosa de Plessman, Gladis Hernández, Teresa Díaz<br />

Moronta, Ana Isabel de Melo, Mercedes García M., Diana Rengifo, Ana de Rengifo,<br />

José Miguel García, Juan Díaz y Lourdes Camero<br />

PASION BEISBOLERA<br />

Nadie puede negar que el béisbol es la disciplina deportiva que con mayor<br />

emoción sigue el venezolano.<br />

<strong>La</strong> génesis de esta disciplina deportiva tiene su asiento en 1750 cuando los<br />

ingleses lo trajeron a América. Ellos introdujeron en sus colonias americanas dos<br />

juegos: TOWN BALL, uno; y ROUNDERS, el otro. Ambos se hicieron populares entre<br />

aquellos incipientes jugadores. El Town Ball se jugaba en Boston y el Rounders, en<br />

New York. De estos juegos se derivó el béisbol, aunque la historia contemporánea<br />

toma como punto de partida de dicha actividad el año 1839, y como cuna a<br />

Cooperstown, ciudad donde funciona el HALL DE LA FAMA. <strong>La</strong> disciplina, tal y<br />

como se conoce hoy, fue inventada por el Coronel norteamericano Abner Doubleday y<br />

alcanzó su consolidación en 1845 cuando el joven agrimensor Alexander Cartwright<br />

diseñó el primer terreno de juego y organizó el primer equipo, el New York<br />

Knickerbockers. Cartwright estableció, también, las normas bajo las cuales se jugaría el


éisbol; y lo hizo con tanto acierto que dichas reglas aún siguen vigentes, claro está, con<br />

ciertas modificaciones.<br />

En <strong>este</strong> devenir transcurrió un poco más de medio siglo, exactamente 55 años,<br />

antes que el béisbol llegara a nuestro país. Eso sucedió en 1894, cuando unos<br />

exploradores e ingenieros ingleses venidos a Venezuela para trabajar en las minas de<br />

cobre de Aroa, en el estado Yaracuy, lo practicaron. Un año después, en 1895, el<br />

béisbol llegó a Caracas de la mano de unos jóvenes venezolanos que cursaban estudios<br />

en Estados Unidos y Europa, quienes, antes de retornar al extranjero, instruyeron en los<br />

secretos beisbolísticos a un grupo de compatriotas que, a su vez, abrieron la senda para<br />

fundar el primer equipo de béisbol en el país, el Caracas B.B.C.<br />

Según Lorenzo Rubín Zamora, en su obra: Tres Etapas de Valle de la Pascua,<br />

<strong>este</strong> apasionante pasatiempo llegó a nuestros predios en el año 1917 por iniciativa de<br />

Salvador Camero y <strong>del</strong> periodista José María Álvarez Jaramillo, quienes formaron el<br />

primer Club de béisbol <strong>del</strong> Municipio, el Infante B.B.C, en el cual ellos fungían como<br />

manager y coach, respectivamente. Como presidente <strong>del</strong> club se designó al Dr. Alberto<br />

Aranguren y los jugadores que integraron ese primer equipo fueron: Ramón Vicente<br />

Loreto, Feliciano Hernández, Juan León (el negro), Juan Manuel Bolívar, Julián<br />

Morales, Jesús Infante, Estanislao Orozco, Luis Martínez, Jesús Ruiz, Gumersindo<br />

Mosqueda, José López Rondón, José Leonardo Rivero, Pastor Fernández, Juan<br />

Francisco Bolívar y Alejandro <strong>La</strong>zaballet.<br />

Como es lógico suponer, al Infante le salió contendor y fue el<br />

“Independencia”, novena que tuvo efímera existencia, ya que, al poco tiempo, se<br />

fusionó con el primero para dar paso al Alianza Sport Club.<br />

Listo el equipo, sólo se requería de rivales. Según la tradición oral, el primer<br />

encuentro que realizó el Alianza fuera de su terruño fue, en la ciudad de Zaraza el 18 de<br />

Mayo de 1923, auspiciado por los Coroneles Julián Carreño España y Rafael Arturo<br />

Carreño, jefes civiles <strong>del</strong> distrito Infante, el primero, y de Zaraza, el segundo. En aquel<br />

encuentro el anfitrión Oriental perdió, 10 carreras por 7, con el visitante. <strong>La</strong><br />

representación pascuense estuvo a cargo de: Antonio Vilera, Ramón Vicente Loreto,<br />

Manuel Peraza, Nicomedes Salazar hijo, Francisco Peraza, Puro Azuaje, Antonio<br />

Peraza, Jesús Ruiz, Antonio César Belisario y Luis Adolfo Melo.<br />

José Francisco Martínez, en su obra: Historia <strong>del</strong> Béisbol en Altagracia de<br />

Orituco, Primera parte 1907-1936, hace referencia al primer encuentro <strong>del</strong> Alianza con


el equipo gracitano, Altagracia, novena que salió de su lar nativo la mañana <strong>del</strong> día 21<br />

de Noviembre de 1931, transportados por el Sr. Oswaldo Pescador en su pesado<br />

camión, en el que viajaron no sólo los deportistas, sino también la banda Padre<br />

Sojo dirigida por el profesor José Calixto Morín, además de todos los fanáticos que<br />

cupieron en el improvisado ómnibus. Los viajeros llegaron a Chaguaramas<br />

aproximadamente a las siete de la noche, retardo debido, exclusivamente, al mal estado<br />

<strong>del</strong> camino. Allí fueron recibidos por, entre otros, Eusebio y Miguel Moreno, Luis<br />

Adolfo Melo, manager <strong>del</strong> Alianza, Don Cecilio Moreno, Coronel Antonio Rivero, jefe<br />

civil <strong>del</strong> distrito Infante y Miguel Ángel García, quienes los guiaron hasta Valle de la<br />

Pascua y específicamente al hotel Caracas, en la calle Atarraya, donde se hospedaron.<br />

Antes <strong>del</strong> merecido descanso, la banda Padre Sojo <strong>del</strong>eitó, con unas piezas musicales, a<br />

la concurrencia que los esperaba en la plaza Bolívar.<br />

Al día siguiente, domingo 22, después de un tremendo “palo de agua”, se<br />

realizó el juego en el stadium Bolívar. Se inició con el correspondiente protocolo que<br />

incluyó los tradicionales discursos: Por el Altagracia lo hizo la madrina, Srta. Raquel<br />

Vargas Belisario y el periodista Ramón Rodríguez Vargas, director <strong>del</strong> periódico El<br />

Lugareño; y por el Alianza, el Dr. Alberto Aranguren. El equipo anfitrión alineó de la<br />

siguiente manera: Picher: Ramón Vicente Loreto; Catcher: Juan Antonio <strong>La</strong>zaballet<br />

(Totón); Primera Base: Eusebio Moreno Arzola; Segunda base: Alfonso Melo Infante<br />

(Gato Negro); Campo Corto: Valerio Machado; Tercera Base: Rafael Vargas Belisario<br />

(Gato Amarillo); Jardín Izquierdo: Marcos Jiménez (Marquito) ; Jardín Central: Belén<br />

Machado; Jardín Derecho: Antonio Belisario (Toñito), quedando en el banco: Chicho<br />

Salazar, Miguel Moreno, Luis Adolfo Melo (manager) ; y la Madrina, Srta. Mercedes<br />

Aponte Núñez.<br />

El Altagracia alineó así: Picher: Víctor García; Catcher: Juan Hernández<br />

(Maraña); Primera base: Sebastián Barrealt (Casaña); Segunda base: José Francisco<br />

Martínez; Tercera base: Eudoro Adames; Campo Corto: Sixto Sierra; Jardín Izquierdo:<br />

José Antonio Rico; Jardín Central: Manuel Jaspe; Jardín Derecho: Pedro Natalio<br />

Arévalo. Manager, Humberto D’Gregorio; madrina, Srta. Raquel Vargas Belisario.<br />

Cuando el reloj marcaba las tres de la tarde se dio el grito de ¡Play Ball!, y el<br />

primer lanzamiento <strong>del</strong> juego lo hizo la madrina <strong>del</strong> Altagracia. El equipo de la casa,<br />

Alianza, dio cuenta, fácilmente, de los visitantes con una abultada diferencia que estuvo<br />

sobre las 19 carreras. <strong>La</strong> revancha fue planificada para el 10 de enero de 1932 en tierra<br />

orituqueña y así fue: El día 9,. A las 3 de la tarde y después <strong>del</strong> acostumbrado protocolo


pre-juego, se dio comienzo al encuentro, que fue ganado, nuevamente, por el equipo<br />

Infantino.<br />

A esta rivalidad siguieron otras que llevaron al Alianza a colocarse en la mira de<br />

los clubes de: Zaraza, Tucupido, <strong>La</strong>s Mercedes <strong>del</strong> Llano y El Socorro, equipo <strong>este</strong><br />

último de gran peligrosidad para el Alianza ya que, de los antes mencionados, fue el<br />

que cayó por menor diferencia (12 a 9), lo que ocurrió cuando chocaron por primera<br />

vez.<br />

<strong>La</strong> tradición, voceada por los amantes de <strong>este</strong> regio deporte, recuerda con tal<br />

vehemencia y pasión que raya en el fanatismo, muchos de aquellos encuentros, los que<br />

generalmente tenían como sede el terreno <strong>del</strong> Bolívar. Otras veces se jugaba en el<br />

terreno de la Placita de los Motores, llamado también estadio <strong>del</strong> Alianza. Se trae al<br />

presente la confrontación que, por aquellos días, se dio entre el equipo Andrés Bello de<br />

Caracas, dirigido por el famoso “Chivo Capote” y el equipo Atarraya, cuyo manager<br />

fue Obdulio Pedrique (tío <strong>del</strong> ex-pelotero profesional Alfredo Pedrique). El encuentro<br />

terminó en un empate al concluir en el noveno ining por la negativa de los estrategas a<br />

seguir el encuentro.<br />

El año 1941 fue de gran trascendencia para el devenir y definitivo desarrollo <strong>del</strong><br />

béisbol en la <strong>Princesa</strong> Guariqueña, motivado al triunfo que obtuvo Venezuela en la IV<br />

Serie Mundial de Béisbol Amateur, el 22 de Octubre de ese año. Este acontecimiento<br />

despertó en Valle de la Pascua, como en todo el país, una fantástica ola beisbolística<br />

que facilitó el surgimiento de nuevos equipos, tales como: Los Azules, Los Blancos,<br />

Royal Club, el Polar, equipo que contó con lo que, en el argot de la pelota, se conoce<br />

como “trabuco” conformado por: Carlos y Manuel Bolívar, Asdrúbal Vilera, Franco<br />

García, Humberto Carpio, Rudesindo Padrón, Itamar Gómez, Alejandro Palacios,<br />

Alfredo Mejías, Blas Álvarez, Ramón García y la estrella <strong>del</strong> equipo, epónimo <strong>del</strong><br />

stadium de la Concordia, Rosendo Segura.<br />

Al paso de aquellos días, entre ponches y batazos, aumentó la pasión<br />

beisbolera. Se organizan otros equipos. Se recuerdan: El Garauno, Deportivo Bolívar,<br />

Tipografía Victoria, Atarraya, Deportivo Mi Mesa, Los Profesionales, B.A.P., Zulia,<br />

Ron Don Simón y Deportivo <strong>La</strong> Pascua. Con ellos aparecieron nuevos rostros en el<br />

escenario: Eleazar Higuera (Pata e’ Loro), Ramón Elías Morante, Jesús González,<br />

Guillermo Bolívar, Luis Padilla, Rafael Díaz, Rafael Navarro, Eleuterio Navarro,<br />

Baudilio Bolívar, Miguel Armas, Rafael Ancheta, Pedro María Salazar, Rafael Salazar,


Eduardo Belisario, Roberto Bolívar, Narciso Díaz y el <strong>este</strong>lar Picher y cuarto bate:<br />

Gonzalo Chávez, entre otros. Mientras eso acontecía, también aumentaba la fanaticada.<br />

Los encuentros, ahora, eran más nutridos; sin embargo, las contiendas con<br />

equipos de otras latitudes, ayer como hoy, tenían más emoción, pues encendían<br />

pasiones y daban pie a las eternas comparaciones. Hoy, aún se recuerda la rivalidad,<br />

casi a muerte, entre el Alianza y el Saplan, equipo, <strong>este</strong> último, de las Mercedes <strong>del</strong><br />

Llano conformado por trabajadores de una empresa petrolera que realizaba labores en<br />

esa zona. Entre sus jugadores estaban: Miguel Jurado, Carlos Ochoa (Ochoíta), Goyo<br />

Colina, Pedro Jurado, Rafael Mieres, Felipe Mijares, Tobías Jaspe, Julio García.<br />

Fueron muy seguidos, también, los encuentros entre los equipos: Deportivo <strong>La</strong><br />

Pascua y Deportivo mi Mesa. El primero tenía como manager a Oswaldo Mejías y cuyo<br />

line up, generalmente era: Primera base, Manuel Farías, Oswaldo Mejías o Saúl<br />

Herrera; Segunda base, Rómulo Navarro (pato negro); Tercera base, Perú Alpón o<br />

Edgardo Leal; Campo corto, Manuel “mocho” Muñoz; Jardín Izquierdo, José Reyes<br />

Navas; Jardín Central: Eduardo “Chicho” Loreto, Ángel “Pelón” Muñoz o Raúl<br />

Salmerón; Jardín Derecho, Lorenzo Guzmán o Antonio Arvelaiz; Receptores, Freddy<br />

Cermeño y José Machado; Pichers, Juan Rondón, Pedro Gómez, Juan Ramírez,<br />

Iromedes Rosas y Rafael Palenzuela. Por su parte, el Deportivo Mi Mesa (fundado en<br />

1970) tuvo como estratega a Ramón (Sanidad) Pérez y, posteriormente, a José “Jocho”<br />

Rodríguez y como Delegado a Leoncio Arévalo. Este conjunto alineaba, regularmente,<br />

así: Primera Base, Juan García; Segunda Base, Basilio Díaz; Tercera Base, Freddy<br />

Tovar o Ramón Rojas; Campo Corto, José Gil; Jardín Izquierdo, Elías Figuera; Jardín<br />

Central, Ramón Martínez; Jardín Derecho, José “cuadrao” Martínez; Receptor, Freddy<br />

Cermeño; Pichers: Rafael Palenzuela y Luis Velásquez. <strong>La</strong> roster de jugadores de <strong>este</strong><br />

equipo estaba conformada por: Luis “Perringa” Velásquez, Pedro Salazar, Rafael<br />

Navarro, Miguel Díaz, Romer Ortiz, Jesús Gil, Douglas Barrios, Gino Barbagallo,<br />

Jóvito Díaz, Alberto Orozco, José “Marusa” Mejías, Ángel María Pedrique, Guillermo<br />

Martínez y Rafael “Chabuta” Arévalo. Mención especial para el Sr. Albino Rosso que<br />

brindó patrocinio, seguimiento y entusiasmo al Deportivo Mi Mesa.<br />

Otro equipo, muy seguido por los fanáticos <strong>del</strong> béisbol, fue el llamado “San<br />

Miguel”, cuyo nombre se podía leer en la parte <strong>del</strong>antera de la camiseta de los<br />

jugadores, mientras que en la posterior lucía “G.E. Rafael González Udis”. Allí<br />

militaban en sus comienzos: Dimas Ortiz, Lucas Castillo, Nelson Palacios (Chifle),<br />

Leopoldo “Pompa” Guevara, Vicente Herrera, el negro Sotillo, Joel y Efrén Guevara,<br />

David Gómez, Samuel Mejías, Rafael “Cariaco” Martínez, José “Cheché” Pérez, Pedro


Carrillo y Efraín Tavera “Escalopio”, picher <strong>del</strong> equipo que hizo costumbre estallar<br />

niples en cualquier sala de cine de la ciudad cada vez que le daban un jonrón.<br />

En <strong>este</strong> recorrido por la historia de la pelota en nuestro pueblo, es justo hablar de<br />

<strong>La</strong> Concordia, una de las barriadas con mayor tradición beisbolística en Valle de la<br />

Pascua, sede <strong>del</strong> Rosendo Segura, primer stadium construido en la ciudad, el cual, hoy,<br />

comparte la fanaticada con el Freddy Tovar, (Banco Obrero) y el Luis Torres (<strong>La</strong>s<br />

Garcitas).<br />

En <strong>La</strong> Concordia, apoyado por el comerciante Vicente Ciaccera, nació el<br />

Floristería <strong>La</strong> Pascua, equipo que dio paso al Librería Universal, cuyo manager era Luis<br />

Torres y el coach Nelson Gómez. Regularmente, dicho equipo alineaba así: Primera<br />

Base, José Herrera, Carlos “Taluma” Delgado o César Affani; Segunda Base, Luis<br />

Gómez o Manuel García; Tercera Base, Costo Arévalo; Campo Corto, Salvador “<strong>La</strong><br />

hormiga” Ortega, Jardín Izquierdo, Manuel “Canuto” Flores; Jardín Central, Oscar<br />

“Come mango” Guevara; Jardín Derecho, Carlos “Mosquito” Seijas, Pat Kelly o<br />

Jovanni Sánchez; Receptor, Francisco “Pancho” Díaz, Alcides “Pelotero” Valiente;<br />

Pichers, Nelson “Pan salao” Díaz, Edgar Mosqueda, Pedro Gómez y Gustavo<br />

“Topocho” Ledezma.<br />

Entre jugada y jugada, desaparece <strong>del</strong> escenario deportivo el nombre de Librería<br />

Universal y lo sustituye Yamaha rojo, plantel al que se agregan los pichers: José<br />

Hernández, Williams Flores y Williams Moreno, así como Emilio “Ranita” Infante;<br />

Receptor, Carlos Tademo; Primera Base, Alfredo Tademo, quien luego jugaría Segunda<br />

Base, al pasar su antiguo titular, Luis Gómez, a defender la antesala por el retiro,<br />

tempranero, de Costo Arévalo. Este equipo, con las dos franelas (roja y verde), estuvo<br />

activo hasta la década de los noventa cuando desaparece y da paso al Concordia, el cual<br />

tuvo una duración efímera, apenas unos pocos torneos. Luego surge el Centro<br />

Comercial <strong>La</strong> Pascua, integrado por algunos rostros nuevos, además de los ya<br />

conocidos. Su defensiva era: pichers, José “Chiricoca” Silva, Nelson “Pan salao” Díaz y<br />

José Seijas; Receptor, Emilio “Ranita” Infante; Primera Base, Enrique Cachutt;<br />

Segunda Base, Manuel García o Alfredo Tademo; Tercera Base, Ramón Moreno o<br />

Guillermo “<strong>La</strong> Mancha” Hernández; Campo Corto, Richard Pachano o José Seijas;<br />

Jardín Izquierdo, Manuel Canuto Flores u Oscar “come mango” Guevara; Jardín<br />

Central, Freddy Álvarez o Henry “El chino” Sotillo; Jardín Izquierdo, Nelson Díaz.<br />

<strong>La</strong> pasión por la pelota, en la princesa guariqueña, nunca se ha detenido, ha<br />

sufrido altibajos, pero siempre resurge con ímpetu, coraje y decisión. A tal afición se


sumaron los equipos: Frutería Gutiérrez, Taller Paramaconi, Banco Obrero, que mas<br />

tarde sería Taller Baloa, Los Bálsamos, Los Carlos, Rincón Argentino, Los Olivos,<br />

Auto Repuestos El Rancho, Los Leones y Don Toba.<br />

Al paso <strong>del</strong> tiempo, el empuje de la fanaticada posibilitó el resurgimiento <strong>del</strong><br />

equipo <strong>La</strong> Concordia el cual, huelga decir, sigue batallando. Ahora lo hace con nuevas<br />

caras, pues aquellos veteranos atletas fueron declinando por exigencias <strong>del</strong> calendario,<br />

el mismo que se llevó la época de esplendor en el béisbol y dio paso a otra más<br />

tranquila, quizás apática. Sin embargo, un grupo de jóvenes habitantes <strong>del</strong> sector:<br />

Bernardo “Tribi” Arévalo, Alfredo “Gora” Tademo, María Eugenia y José Seijas se<br />

dieron a la tarea de conformar una selección <strong>del</strong> municipio conocida como Academia de<br />

Béisbol <strong>La</strong> Concordia, la cual ha medido fuerzas contra equipos foráneos,<br />

especialmente contra las Academias de Béisbol que hacen vida activa en nuestro país.<br />

En <strong>este</strong> nuevo tiempo, se adentran en el béisbol y en el naciente equipo: Pichers,<br />

Javier Jaramillo, José Miguel Rodríguez, Bernardo Torres, Cristóbal Correa, José<br />

González y Nelson Díaz; Receptores, Emilio Infante, Jesús Belisario, Manuel Cachutt y<br />

Luis Fernando Martínez; Infilders, Oscar Vegas, Mario Prado, Celestino Aguilar, Frank<br />

Rengifo, Rosfranle Zamora, Octavio Rengifo, Wilibardo Bolívar y Jhonny Díaz;<br />

Outfilders, Julio Baute, Henry Sotillo, Jhonny Díaz, Manuel Melo, Juan “Macúa”<br />

Piñero, José Peñalver, Mario Prado y Darwin López; Manager, Simón Infante; Coach,<br />

José Seijas.<br />

A comienzos de 1994, la Academia de Béisbol <strong>La</strong> Concordia se enfrenta a la de<br />

las Fuerzas Aéreas, abriendo así su peregrinar beisbolístico; luego sería la de los<br />

Yanquis de New York; posteriormente, la de los Expos de Montreal y finalmente la de<br />

los Cardenales de San Luis.<br />

Tal como rige el precepto: “toda buena siembra da frutos”, aquí, en Valle de la<br />

Pascua, se obtuvo buena cosecha. <strong>La</strong> Academia norteamericana de béisbol Cardenales<br />

de San Luis llamó a varios peloteros integrantes de la Academia <strong>La</strong> Concordia y,<br />

después de varios días de observación, fueron firmados: Cristóbal Correa<br />

(Chaguaramas), Manuel Melo, Adrián Chávez, Celestino Aguilar, Martín Moreno,<br />

Trino Aguilar y Neomar Rengifo (Tucupido) quienes se unieron a los ya profesionales:.<br />

Juan “Macuita” Piñero, Luis Fernando Martínez, Jesús “Perolito” Belisario, Carlos<br />

Albornoz y Jhonny Díaz.


Como es sabido, son muchas las personas que han contribuido a crear la<br />

plataforma para el desarrollo <strong>del</strong> béisbol vallepascuense. Algunos se mencionan en esta<br />

crónica, otros, quizás, se escaparon de nuestros recuerdos y muchos, lamentablemente,<br />

se perdieron en el anonimato, pero no podemos dejar de mencionar a: Adolfo Baloa,<br />

José Benavente, Manuel Oropeza Fraile, José Monaza, Simón Armas y las figuras de<br />

Luis Díaz, manager y pelotero utility que gozó <strong>del</strong> aprecio de todos, y Olivia Hoegl,<br />

eterna madrina <strong>del</strong> Alianza.<br />

Como sabemos, el mundo <strong>del</strong> béisbol es muy amplio. A la par de los jugadores<br />

están los UMPIRES, encargados de sentenciar cada jugada, responsabilidad que han<br />

asumido, entre otros, Roberto González, el Negro Zamora, Salvador González, Eusebio<br />

Moreno, Antonio Vilera, Domingo Rojas Anato, Arturo Coronil, Rafael Palenzuela,<br />

Tarcisio Cabrera, Ramón García, José Mercedes “El mono” Valera, Melitón Catalán,<br />

Jocho Rodríguez, Luis Quintana, Demetrio Aguilar, Obdulio Bolívar, Rafael Rojas,<br />

Fernando “Papaya” Brizuela, Guaicaipuro Cachutt, Juan Alvarez, Jhonny Ceballos,<br />

Macario, Juan y José Catalán, Germán Vegas y “Cachito” Texeira.<br />

El atisbo <strong>del</strong> hacer beisbolístico nos lleva a recordar que sin anotación no<br />

existirían las estadísticas que muestran los records, posiciones y determinan los<br />

champions, ya individual o colectivamente. En esta <strong>del</strong>icada y nunca apreciada tarea,<br />

debemos reseñar a: Leopoldo y Bernardo “Tribi” Arévalo Torres, Luis Torres, Eney<br />

“Lito” Silveira; Rafael Palenzuela y sus vástagos: Williams, Wilson y Wilmer, Elías<br />

Rodríguez, los hermanos Catalán: Macario, José y Juan, así como a Emilio y Felipe<br />

Infante. A la par de ellos, los hombres que le ponen el sabor al juego detrás de un<br />

micrófono, profesionales o no, que a través de su narración, ya sea radial o interna, han<br />

sabido mantener el ánimo y la esperanza en determinado equipo: Israel Sotillo, Carlos<br />

Rodríguez, Alfredo Rojas, Luis, Hugo y Tiberio Pérez Guevara, Carlos Elías Espinoza,<br />

Leopoldo Arévalo Torres, Adriano Cathano, Ramón Correa, Luky Luciano, Antonio<br />

Moreno, Teo Hernández, Faustino Hernández “<strong>La</strong> mancha”, “Pambelé”, Luis Quintana,<br />

Lite y Wili Álvarez, Rito Díaz y Jovanny Espinoza..<br />

Han pasado muchas décadas desde que se escuchara por primera vez la voz de<br />

Play Ball en nuestros campos deportivos. Con nostalgia vemos que la pelota que se<br />

jugaba ayer con mística, con verdadero sacrificio, entrega total y sin aspirar nada, si<br />

acaso el reconocimiento de la fanaticada, se ha ido desvaneciendo. <strong>La</strong> actual se mueve<br />

en otro escenario, donde priva lo material. <strong>La</strong> de ayer era armoniosa, con vientos de<br />

hermandad entre los equipos y encendido amor hacia <strong>este</strong> deporte. Era una verdadera<br />

PASION BEISBOLERA.


El ALIANZA<br />

POR AQUÍ NACE LA CANTA<br />

¿Qué llanero no se alegra cuando escucha sonar un arpa? Creo que no existe<br />

quien no lo haga, porque todos cargamos, como parte de nuestro sentir, la afición por la<br />

música criolla. En toda celebración que se efectúa en nuestro pueblo siempre está<br />

presente la música llanera y popular, música que alegra nuestro espíritu y llena las<br />

soledades; música que es fiel compañera de las largas travesías, de las jornadas de<br />

ordeño y de otras faenas propias <strong>del</strong> llano.<br />

Este apego por nuestros sones y bailes ha convertido a Valle de la Pascua en una<br />

verdadera cantera musical. Ella es cuna de destacados músicos, intérpretes y<br />

compositores que han nacido con aptitudes para el arte musical; la mayoría, como nace<br />

una planta, espontáneamente, buscando luz y espacio para su crecimiento definitivo.<br />

Son muchos los ARPISTAS de mi pueblo, unos oriundos y otros venidos de lugares<br />

circunvecinos pero que han desarrollado su arte en <strong>La</strong> <strong>Princesa</strong>. Entre ellos se cuentan:<br />

Reinaldo Oropeza, Celestino Gómez, Patricio Machuca, José Mejías (Marusa),


Guillermo Hernández, Ramón y Yergen Loreto, Omar Marín, Antonio <strong>La</strong>ya, Juan,<br />

Eugenio (Pepo) y Eduardo (Cachicamo) Gómez, Gerardo Velásquez, Juan Carlos<br />

Machuca, Benjamín Díaz, Lesli Requena, Alejandro y Juan Charaima, Alexis Díaz,<br />

Rodrigo Riera, Danny Díaz, Reinaldo Roldán y Javier Chicho Hernández.<br />

También de su seno han surgido excelentes CUATRISTAS, tales como: José<br />

Ramón Ávila, Cecilio y Rafael (Rafucho) Pedrique, Justo Martínez, Ángel Melo, Juan<br />

Antonio Rodríguez, Perfecto Carmona, Ángel Pérez, Puro Campos, Valerio Bolívar,<br />

Héctor Luna, Claret Rodríguez, Guermi Jaramillo, Jorge Luis y Jesús (Chucho) Seijas,<br />

Félix Meza, Williams Ledezma, Rolando Díaz, Oscar (El Maute) y Carlos Herrera,<br />

Arquímedes Seijas, a los que se suman los BAJISTAS, José Belisario, Carlos Martínez,<br />

Joel Díaz, Alexis Pedrique, Eugenio Gómez, Ángel Velásquez, Frnaklin Rondón, Alvin<br />

Charaima, Evaristo Rodríguez y Yorgin Loreto, que con los MARAQUEROS, Marino<br />

González, Janni Díaz, Juan (Pilín) Díaz, Rubén (Correíta) Jaramillo, Antonio Meza,<br />

Carlos Seijas, Júnior Díaz, José Velásquez, Leonardo Requena, Wladimir Loreto y<br />

Jorge Álvarez, engranan la armonía musical que alimenta el alma.<br />

Además <strong>del</strong> arpa, cuatro, bajo y maracas, otros instrumentos de cuerda nos han<br />

brindado hermosas melodías en las manos de los VIOLISTAS, Amado y Rafael<br />

Fernández, Juan Elías Figueroa, José de la Cruz y Baudilio Martínez, José Pereira, Juan<br />

Rafael Palacios, Eleuterio Navarro, Rafael Flores, Ismael Pérez y Germán Delgado;<br />

aunados a los MANDOLINISTAS, Ramón Modesto Santoyo, Carlos Montilla, Luis<br />

Alfredo Contreras y Rafael Toro; a los GUITARRISTAS: Juan Soublette, Tomás<br />

Blanca, Pastor Hernández, José Ortuño, Freddy Figueroa, Pedro Maracay, y los<br />

virtuosos de la BANDOLA, Ángel Loreto y Jesús Hernández, llamado cariñosamente<br />

“<strong>La</strong> bandola de Guaribe”, residenciado en nuestro pueblo desde hace varios años.<br />

A la par, de <strong>este</strong> significativo numero de músicos, tarareando una canción,<br />

están los compositores, renglón en el que se destacan: Jesús (Chucho) Moreno, Salvador<br />

González, Guillermo Hernández, Luis Pérez Guevara, Homero González, Valerio<br />

Bolívar, Palminio Hernández, Claret Rodríguez, Anselmo Zerpa Zurita, José Mercedes<br />

Charmelo y Argenis Ruiz, cuyos versos y coplas, en férrea identidad con su pueblo,<br />

vibran en las voces <strong>del</strong> Quinteto Magistral, Salvador González, Armando Martínez, Pili<br />

Hernández, Lesbia y Teresita Vargas, Adrián Bosett, Carlos Rondón, Armando<br />

González, Yolimar y Betsi Núñez, Pedro Rondón, Justo Figueroa, Tomás Loreto, José<br />

Zamora “El sentimental <strong>del</strong> <strong>Guárico</strong>”, José Humberto Castillo, Facundo Perdomo,<br />

Sandra Martínez, Magdalena y Teresa Díaz, José Luis Díaz y otros de reciente<br />

figuración en nuestra canta.


Todos ellos han contribuido, en su momento, a hacer de Valle de la Pascua una<br />

ciudad - escuela de música -, donde también sembraron lecciones los hermanos Moreán<br />

Ruiz: Ramón, Rafael Ángel, <strong>La</strong>ura y Aníbal; José Antonio Torres, Juan Antonio Ruiz y<br />

Francisco Villegas.<br />

Un paso importante hacia la consolidación musical de la región fue dado por los<br />

docentes <strong>del</strong>, para aquel entonces, Grupo Escolar José Manuel Fuentes Acevedo,<br />

quienes, en 1974, proyectaron la realización <strong>del</strong> festival de música venezolana a nivel<br />

de educación primaria: Cantaclaro, con la finalidad de acrecentar el amor por nuestra<br />

música, estrechar lazos amistosos entre las diferentes escuelas de la localidad e<br />

interesarlas en la creación de grupos corales y estudiantinas. <strong>La</strong> idea se materializó y<br />

Cantaclaro nació y se hizo grande para, como el personaje gallegiano, recorrer caminos<br />

con el cocuyo de la música. Hoy es un programa organizado y coordinado por la Oficina<br />

Coordinadora de Programas de Formación y Difusión Cultural <strong>del</strong> Ministerio de<br />

Educación y se realiza en tres etapas: a nivel de planteles y Municipios Escolares<br />

(Paraulatita Llanera, en el Municipio Escolar Nro. 3); a nivel zonal (Festival<br />

Quitapesares, en la Zona Educativa <strong>Guárico</strong>) y a nivel nacional con la participación de<br />

los niños ganadores en los diferentes festivales zonales y en las distintas especialidades<br />

contempladas: voz solista, declamación, contrapunteo, joropo, ejecución de<br />

instrumentos, danzas folclóricas, teatro folclórico, afiches, investigación folclórica -<br />

renglón donde participan docentes - y artesanía, en el cual, además de los maestros,<br />

puede participar el personal administrativo, obrero y padres y/o representante. Su sede<br />

permanece es Valle de la Pascua, la tierra que lo vio nacer, en el ámbito educativo, bajo<br />

el abrigo de Zelideth Ortiz Aguilar, directora <strong>del</strong> plantel, y de los miembros de la<br />

comisión planificadora: Héctor Rodríguez Pereira, Gema de Brizuela, Marlene de<br />

García, Graciosa de Carpio, Irma <strong>La</strong>ya y Milagros Albert. Desde el 12 de marzo de<br />

2004, Cantaclaro es patrimonio cultural <strong>del</strong> estado <strong>Guárico</strong>, según decreto Nro. 39 <strong>del</strong><br />

ejecutivo regional, publicado en gaceta oficial Nro. 21 de la mencionada entidad.<br />

Cantaclaro fue, pues, el prólogo de un amplio movimiento musical. Al correr de<br />

los días, en 1980, otro festival de música venezolana comienza a brillar en nuevo<br />

escenario: <strong>La</strong> Panoja de oro, empresa en la que, movidos por su sólida conciencia<br />

regional y por el rechazo a la hibrides de los sentimientos observados en las nuevas<br />

generaciones, se comprometieron: el Dr. Enrique Ramírez, Monseñor Rafael Chacín<br />

Soto, Dr. Luis Fernando Melo, Dr. Gonzalo Chávez, Profesor José Oscar Guerra,<br />

Arturo Socorro, Claret Rodríguez, Misael Flores, Demetrio Aguilar y otros que,


posteriormente, se unieron a <strong>este</strong> primigenio grupo para sumar su aliento y hacer de <strong>La</strong><br />

Panoja el primer festival de música venezolana a nivel nacional.<br />

Este festival, cuyo nombre rinde tributo al agricultor venezolano, especialmente<br />

al guariqueño, se inició con dos renglones, recio y estilizado, en las categorías,<br />

profesionales y noveles pero, con el paso <strong>del</strong> tiempo se eliminó la participación de los<br />

cantantes que ya habían grabado un trabajo discográfico, quedando solo para noveles.<br />

Es una tribuna donde nuestra gente muestra sus cualidades y sentir musical, bajo el<br />

marco <strong>del</strong> cordaje <strong>del</strong> arpa, el cuatro, bajo y el repique de los capachos.<br />

<strong>La</strong>s <strong>del</strong>egaciones invitadas a <strong>La</strong> Panoja, además de competir en los renglones:<br />

solistas (recios, estilizados y pasaje sabanero), baile de joropo y contrapunteo, también<br />

lo hacen en el reinado <strong>del</strong> festival para lo cual las madrinas de las mismas presentan una<br />

ponencia alusiva a la historia, geografía y/o costumbres de su región y deben demostrar<br />

sus habilidades en la ejecución de instrumentos criollos, canto y baile. Se premia,<br />

además, al cantante más popular y a las letras de canciones inéditas, tanto recias como<br />

estilizadas.<br />

A <strong>La</strong> Panoja de oro la he seguido siempre, aún en la distancia, con la devoción<br />

que se siente por las expresiones artísticas de la gente de la tierra donde se ha nacido;<br />

con el orgullo de haber sido premiado en ella como compositor y, sobre todo, con la<br />

sensibilidad y emoción que encierra el alma guariqueña.<br />

QUINTETO MAGISTRAL


De izquierda a derecha: Prof. José Oscar Guerra, Dr. Luis Fernando Melo, Prof. Ricardo<br />

Hurtado, Prof. Salvador González y Prof. Rafael Zamora<br />

I.- PININOS<br />

El Nacer de la <strong>Princesa</strong><br />

Iglesia Nuestra Señora de la Can<strong>del</strong>aria<br />

<strong>La</strong>gunas, Jagüeyes y Molinos<br />

Los Aguadores<br />

Los Caminitos de Antier<br />

Plaza Bolívar<br />

II.- COSTUMBRES Y PUEBLERIA<br />

INDICE


Animas de los Caminos<br />

Banda Municipal Infante<br />

Costumbres Funerarias<br />

Ferias de la Can<strong>del</strong>aria<br />

Gobierno Municipal<br />

Hipódromo de los Llanos<br />

Nombres cubiertos de Pueblo<br />

Populares Per Se<br />

III.- VALOR, ORACION Y LUZ<br />

Capitán Bartolo González<br />

Capitán Juan Antonio Moronta<br />

Gral. Emilio Arévalo Cedeño<br />

Gral. José María Zamora<br />

Gral. Mauricio Zamora<br />

Luis Adolfo Melo<br />

Luisa Julieta Hernández<br />

Monseñor Rafael Chacín Soto<br />

Padre Juan Santiago Guasco<br />

Sitio y Batalla de Valle de la Pascua<br />

IV.- DE POR AQUÍ LA ESPERANZA<br />

Caminos de la Enseñanza<br />

Coleadores de mi Tierra<br />

Impresos por Aquí<br />

<strong>La</strong> Casa <strong>del</strong> Llanero<br />

<strong>La</strong> Radiodifusión Pascuense<br />

<strong>La</strong>s cuevas de Cirilo<br />

Medios de Transporte<br />

Pasión Beisbolera<br />

Por Aquí Nace la Canta<br />

BIBLIOGRAFIA<br />

Amaral Rodríguez, Pedro Alejandro: Rondón no ha Peleado.<br />

Caracas 1973<br />

Arévalo Cedeño, Emilio: El Libro de mis Luchas (Autobiografía).<br />

Caracas, Venezuela 1936.<br />

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Chacín Soto, Pbro. Rafael Ángel: Orígenes de Valle de la Pascua, Valle<br />

de la Pascua, Venezuela 1971.


De Armas Chitty, José Antonio: Historia <strong>del</strong> Estado <strong>Guárico</strong>. Ediciones<br />

de la Presidencia de la República, Caracas 1982.<br />

González Arzola, Parminio: El Periodismo en Venezuela (Versión Histórica)<br />

Publicaciones de la Corporación de Desarrollo de la Región de los Llanos<br />

(Corpollanos). Editorial Cultura. San Juan de los Morros, Venezuela 1988.<br />

González Contreras, Miguel: Br. Rafael González Udis, 1876 - 1937.<br />

Obra Inédita. 1978.<br />

Graterol Tellerías, Ángel: Camino Andando. Venezuela 1982<br />

John, Rosa Alma: Historia de una Familia: Leones <strong>del</strong> Caracas. Editorial<br />

Cejota. Caracas, Venezuela 1982.<br />

Loreto Loreto, Blas: Historia <strong>del</strong> Periodismo en el <strong>Guárico</strong>. Buenos<br />

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Machado, Adolfo A: Apuntaciones para la Historia. (Obra escrita entre<br />

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Martínez, José Francisco: Historia <strong>del</strong> Béisbol en Altagracia de Orituco.<br />

Primera parte: 1907 - 1936. Caracas, Venezuela 1972.<br />

- Reminiscencias. Notas Periodísticas. Zaraza 1881 - 1936. Caracas,<br />

Venezuela 1936.<br />

Morón, Guillermo: Los Presidentes de Venezuela.<br />

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Ovalles, Víctor Manuel: Llaneros Auténticos. Editorial Bolívar.<br />

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Páez, José Antonio: Autobiografía de José Antonio Páez. 4 Tomos.<br />

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El Nacionalista, 06 de Mayo de 1194.<br />

“El Negro Moronta, un soldado pascuense de la independencia se topa<br />

con Bolívar”. El Nacionalista, 01 de Julio de 19994.


“El primer liceo de la Pascua”. El Nacionalista, 30 de enero de 1996.<br />

“El Colegio Zamora de Valle de la Pascua, a cien años de su desaparición”.<br />

El Nacionalista, 31 de enero de 1996<br />

Turupial, Idilia R dice: “Juan Antonio Padilla, un educador desconocido”.<br />

Edición de la Asamblea Legislativa <strong>del</strong> Edo. <strong>Guárico</strong>. San Juan<br />

de los Morros, Venezuela 1970.<br />

Zaraza, Lorenzo: <strong>La</strong> Independencia en el llano. Editorial Elite. Caracas, Venezuela.<br />

OTRAS FUENTES<br />

- Archivo General <strong>del</strong> Concejo Municipal <strong>del</strong> Municipio Leonardo Infante: Actas<br />

de las Sesiones de esa Corporación que van de 1904 a 1949. Valle de la Pascua,<br />

<strong>Guárico</strong>.<br />

- Información Oral

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