You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
José Joaquín Salazar Franco<br />
La<br />
Tacarigua<br />
de<br />
Margarita<br />
Estado Nueva Esparta
EL EJECUTIVO DEL ESTADO NUEVA ESPARTA,<br />
se siente complacido en presentar al pueblo<br />
venezolano, la presente edición, para su distribución<br />
gratuita. Al hacerlo cumplimos con<br />
el honroso deber de divulgar las obras que por<br />
su valor literario., artístico, científico e<br />
histórico contribuyan al fortalecimiento de la<br />
cultura popular
ESTA PEQUEÑA DESCRIPCIÓN DE<br />
"LA TACARIGUA DE MARGARITA"<br />
d e d í c o l a<br />
A mis viejas, a mi mujer y a mis hijos;<br />
exponentes de tres generaciones<br />
ligadas al lugar descrito.<br />
José Joaquín Salazar Franco.<br />
Tacarigua, Isla de Margarita
PEQUEÑA DESCRIPCION DE<br />
"LA TACARIGUA DE MARGARITA"<br />
Advertencia:<br />
No es este un estudio completo ni<br />
perfecto acerca de mi pueblo, sino<br />
sencillamente, algo similar a la<br />
simiente echada a germinar, con la<br />
mayor buena fe, dentro su surco<br />
pródigo, con la esperanza, de que las<br />
futuras y más preparadas generaciones,<br />
la sabrán cultivar debidamente...<br />
EL AUTOR.
Dedicatoria<br />
Advertencia<br />
La Tacarigua de Margarita - Su ubicación<br />
Orígen<br />
Independencia<br />
Post-independencia<br />
Horas menguadas<br />
Benefactores<br />
Militares<br />
Instrucción<br />
Poesía y Periodismo<br />
Hombres y Organizaciones<br />
Cruzamientos Humanos<br />
Avanzada intelectual<br />
Deportes<br />
Folklore<br />
Mitos y Creencias<br />
Expansionismo y Mercadeo<br />
Cooperativismo<br />
Mutuo Auxilio en lo Laboral<br />
Mutuo Auxilio en lo Social<br />
Actividades Femeniles<br />
Sucesos y costumbres antiguas<br />
Leyendas Arcaicas<br />
Supersticiones<br />
Partos Antiguos<br />
Fonética<br />
Zozobras<br />
Peregrinaje<br />
Transformaciones Políticas<br />
Funcionarios Públicos<br />
Conformación Topográfica<br />
Culto Católico<br />
Festividades Patronales<br />
Alborozos<br />
Remembranzas<br />
Epílogo<br />
C O N T E N I D O :
LA TACARIGUA DE MARGARITA<br />
SU UBICACIÓN<br />
Con la denominación de Tacarigua, conócese en la Isla de Margarita a la región y poblado<br />
campesino que se halla situado al Este de Santa Ana, si se hace la entrada por la rada de<br />
Juangriego, y al Oeste de La Asunción si se viene desde Porlamar. Encuéntrase la región<br />
formada por un semivalle casi plano en su mayor extensión, de clima benigno y acogedor, y<br />
terreno exuberante y pródigo en agricultura a los primeros toques de las benditas lluvias que de<br />
tiempo en tiempo logran posarse sobre él, como el regalo de la naturaleza. Existiendo aquí un<br />
poblado en trilogía, que la tradición popular ha distinguido con las denominaciones de:<br />
"Tacarigua Afuera", "Tacarigua Adentro" Y "Tacarigüita" el primero equidistante de los demás,<br />
en trechos que oscilan entre los 200 y 600 metros escasamente, habiéndose remontado el último<br />
de los nombrados y de menor tamaño, algo hacia la cuesta del llamado "Portachuelo", desde<br />
donde da la impresión al viajero, de ser el perenne vigía de sus hermanos más desarrollados. Así<br />
aparecen los trillizos "Tacarigua" enclavados al pie de la parte oriental del legendario<br />
"Güaitoroco" y entre los brazos maternales de su "Palma Real", empinada, desafiante de siglos<br />
y oteadora de lejanías, sus empobrecidos: "Muere Sol", "La Matica" y "El Tamoco", y su<br />
embreñoso "Mureche"; cerros que unidos entre si, en sinfín hermandad, en frescor, simbolízanle<br />
la sublime aureola con que el destino ha premiado sus afanes constantes al poner a germinar el<br />
vientre fecundo de la tierra madre vistiéndola de floreadas galas con bellezas completas;<br />
mientras que en las sequías, cuando entre dolor y tristezas se llora la invasión de la<br />
miseria a sus predios, y hasta su diminuto riachuelo del mismo nombre, agota<br />
totalmente sus purísimas y cristalinas lágrimas, mostrando sus cuencas<br />
horriblemente vacías, patentízanle la muralla inexpugnable, enmohecida y<br />
milenaria, que tórnase en natural guardiana, que sólo deja abierto un escape<br />
occidental en dirección al anchuroso mar, por donde muchas de sus buenas cosas<br />
tienden al fin a salir en ordenada retirada, yendo a detenerse en lejanías, a<br />
reorganizar sus maltrechos cuadros, que luego habrán de retornar en su defensa y<br />
salvación.<br />
Como se ha dicho, es ubérrimo el pedazo de tierra aquí descrito; jamás<br />
desperdicia el más leve rocío para cobijar sus laderas de verdorosa fronda, haciendo<br />
rebosar como el Hada del misterio, sus cornucopias con abundantes y sazonados<br />
frutos, que inundan los mercados de la Isla y hasta los de fuera, con la inmemorial<br />
fama de ser los mejores y más sabrosos, moviendo al canto de trovadores y poetas:<br />
sus maizales y cañas dulces, mangos, nísperos y auyamas, patillas, piñas y melones,
pepinos, frijoles y quimbomboes, lechosas, yucas y batatas, anones, mamones y<br />
cotoprices, paujíes, guayabas y guanábanas, naranjas, limas y limones, cambures y<br />
plátanos de diversas veriedades, cocos, mameyes y mereyes, tamarindos, cerezas y<br />
ciruelas, castañas y pandelaños, ajíes y tomates, jobos y berenjenas, y otro sin fin de<br />
productos vegetales que son el mejor diploma de sus constancias campesinas .sin<br />
dejar de mencionar las arepas y "cachapas", que hasta en lugares bastantes remotos,<br />
han dado renombre a sus laboriosas hijas y colmado de fama a la región que las<br />
produce.<br />
ORÍGEN<br />
Desconócese a ciencia cierta la fecha de fundación del poblado de Tacarigua ;<br />
pero es casi seguro, que como comunidad cristianizada, fue una de las dejadas a su<br />
paso por las huestes del encomendero Villalobos cuando con la misión de fundar<br />
ciudades, villas y pueblos, hicieron su incursión por esta isla codiciada. (La<br />
encomienda de Villalobos, fue llevada a cabo por sus herederos, debido a que él<br />
murió antes de pisar tierra de "La Margarita")<br />
Su toponimia es de pura raigambre indígena; y su vejez por ninguno es ignorada,<br />
ya que se ha historiado, que 50 indios nativos de Tacarigua, acompañaron, entre<br />
otros, al Capitán Poblador Margariteño, Francisco Fajardo, en sus aventuras al<br />
Valle de los temibles Caracas, lográndose establecer algunos de ellos, en la región<br />
hoy ocupada por la población de Antímano; y no es de dudar, que otros tantos,<br />
hayan viajado con el también margariteño Juan de Salas, entre los 100 nativos que<br />
éste aportó a la <strong>Fundación</strong> Oficial de la capital venezolana. Además es bien sabido<br />
que su nombre está consubstancializado con los mismos albores de la conquista<br />
isleña, al ser mencionado como parte integrante del extenso "Valle del Arimacoa",<br />
que se extendía desde las vertientes de "La Palma Real" hasta las riberas del Mar<br />
Caribe, y de donde según Juan de Castellanos, en sus "Elegías de Cubagua y<br />
Margarita", "emanaban los vapores frígidos de la parte Norte de la Isla". Así mismo<br />
se encuentra ya asentado este nombre aborigen de Tacarigua, en los antiguos<br />
documentos, cuando Don Miguel Maza de Lízana, quien fue Gobernador de "La
Margarita", por primera vez, entre los años de 1570 al 1572, en una de sus<br />
declaraciones presentadas a la Audiencia de Santo Domingo expone entre otras<br />
cosas: ..."que para que los dichos indios sean bien dotrinados e instruidos en<br />
sus pueblos, conviene que guarden la orden de los cinco pueblos que este<br />
testigo dejó fundado, el uno de ellos en la Cavada Pampatare y el otro en<br />
Cocheima y el otro en la cañaveta del Portezuelo de la vanda del norte a donde<br />
hagan asiento y pueblo los Indios de Tacariba"... Siguiendo su, mención en las<br />
antiguas crónicas, cuando Fray Antonio Vásquez de Espinoza, en una descripción<br />
que hace de "La Margarita", lo cita como uno de los Valles en donde el Gobernador<br />
Don Bernardo de Vargas Machuca, -que se desempeñó como tal Autoridad, del año<br />
de 1608 al 1614- "redujo (en pequeñas comunidades) a los indios naturales de<br />
la Isla, que se llamaban Guaiqueríes”... de lo que se deduce que estos habían<br />
vuelto a dispersarse por las cumbres de las serranías. Apareciendo más tarde dicha<br />
comunidad de Tacarigua, puesta bajo la advocación de San Sebastián, a pedimento<br />
de unos españoles, oriundos de Guipúzcoa, y devotos del Santo Mártir, que habían<br />
colaborado en la empresa de su nuevo adoctrinamiento. El mismo Fray Antonio<br />
Vásquez de Espinoza cita a Tacarigua como Villa, en otra parte de su descripción,<br />
realizada entre los años de 1612 al 1621, cuando dice:... "802. Relación de las<br />
ciudades, y villas de españoles que ay en las indias por los distritos de las<br />
audiencias, y Obispados, que las ciudades irán señaladas en el margen con vna<br />
C. y las villas con vna V. Las minas con vna M. 805. En la isla de Margarita<br />
que por tiempo limitado está encomendada al dicho Obispado (de Puertorico).<br />
C. La Margarita. V. el Valle de la Margarita. V. el Valle de Paraguachí. V. el<br />
Valle de Tacarigua"...<br />
Por lo que se deja ver, a la Tacarigua de Margarita no es una aventura<br />
considerarla cuatrícentenaria.<br />
INDEPENDENCIA<br />
La audacia, tenacidad y constancia de los hijos de Tacarigua, menos es<br />
desconocida. Al sumarse Margarita a la Gesta Emancipadora, Tacarigua estuvo<br />
presente y dio fieles soldados y destacados Oficiales para esa Magna Empresa. La
tradición ha mantenido como hijos de esta tierra a José Rafael Guevara, el joven<br />
Teniente, que el 15 de junio de 1813, (para esa época se hallaba preso en "Las<br />
Bóvedas de La Guayra" el Coronel Rafael de Guevara, uno de los paladines del 4 de<br />
mayo de 1810) encabezando el levantamiento de la Isla contra el coloniaje español<br />
y luego de dominar a los realistas en ella enseñoreados y poner el Gobierno en<br />
manos del liberado Coronel Juan Bautista Arismendi, -en reconocimiento a su<br />
jerarquía militar-, quien se encontraba preso en el castillo de Pampatar, acompañado<br />
por José Bianchi, invadió con una pequeña flota a Cumaná, para colaborar con su<br />
compatriota Mariño; que al mismo tiempo la atacaba y tomaba por tierra; también al<br />
Capitán José Guzmán, héroe de "Los Varales", "La Libertad" y "Portachuelo del<br />
Norte" (hoy Portachuelo de Tacarigua), donde dejó inmortalizado su grito de: "Ni<br />
uno más pa'bajo cará...", existiendo todavía en el último de los sitios nombrados,<br />
vestigios de la batería que supo defender con valentía sin par, y en el pueblo, como<br />
recuerdo de su existencia, varios descendientes; y al Teniente Victorino Guzmán,<br />
ingresado al Ejército Patriota en 1815, ascendido por el Libertador en 1.816 y<br />
reconocido su grado por el Gobierno Nacional en 1836; y a José Juan de Moya,<br />
bravo entre los bravos de la "Laguna de los Mártires"; y al Sargento Juan Tomás<br />
Gil, muerto heroicamente a la salida de su lar nativo, en el año de 1815, cuando a<br />
las órdenes del Coronel José Joaquín Maneiro, trataban de cortar la comunicación<br />
con el Norte y evitar cualquier auxilio que Urreiztieta mandase a los realistas de esa<br />
plaza; y a José Jesús Guevara, legislador y diplomático, (como lo asevera el<br />
historiador Neo-Espartano Napoleón Narváez) y quien representó la Provincia de<br />
Margarita en varios Parlamentos, entre ellos el congreso de Angostura en el año de<br />
1819; y muchos más oficiales y soldados de la Magna Epoca, que permanecieron en<br />
el anonimato, pero que contribuyeron notablemente, cuando su Patria los necesitó.<br />
También, siéntese honrada Tacarigua, por haber sido escogidos sus prados, en el<br />
lapso comprendido del año 1815 a1 1818, debido a la excelencia y abundancia de<br />
sus pastos, para alimentar a la caballería patriótica, y en el mismo período,<br />
convertido todo el pueblo en hospital de tropa por caudillos de la causa republicana,<br />
y puesto bajo la dirección de los doctores Juan Martínez y José España, caraqueños,<br />
radicados en El Norte, -este último casó en Tacarigua con Narcisa González,<br />
formando descendencia- y al cuidado de los curiosos Juan Marcano, Ramón Carrión<br />
y Domingo y Ramón Rojas, entre otros, secundados por todo el conglomerado de<br />
nativos, en especial de sus valientes y heroicas mujeres, que debido a su empeño,<br />
decisión y conocimientos, hacían sanar heridas, paliar dolores y aliviar todo género<br />
de enfermedades, con sus acertados y bien prepara dos bálsamos caseros, los más de
sus invenciones, muy corrientes y útiles en esas lejanas y calamitosas épocas (F.<br />
J.Y.) ; llegando a escalar aquellas valientes féminas de sin par patriotismo, la<br />
inmortalidad de la letra impresa, cuando el célebre historiador Eduardo Blanco, en<br />
su "Venezuela Heroica", las representa en la fulgurosa Batalla de Matasiete, que<br />
marco el ocaso del coloniaje español en nuestra amada tierra, brazo a brazo con<br />
otras isleñas dando ánimo a sus hijos caídos en la feroz refriega, rasgando sus<br />
enaguas para aplicar un vendaje de emergencia a un luchador herido, reclamando un<br />
arma para el marido que ha logrado reincorporarse a raíz de su oportuno auxilio,<br />
llevando parque al hermano combatiente, o cargando alimentos en sus enormes y<br />
repletos "manires" (cesto de mimbre) (*) atados a la espalda sin muestras de<br />
cansancio ni temor reflejados en sus resueltos cuerpos, sino con la gallardía<br />
caracterizada en su rostros, para implorar a su inseparable Virgencita del Valle, el<br />
triunfo de los suyos, "costare lo que costare"; de igual manera habla Gaspar<br />
Marcano, el patriota de la pluma y la espada, recordando el momento cuando<br />
cumplía la misión de reponer tropas caídas en las continuas refriegas, con nuevas<br />
recogidas del "Portachuelo" hacia abajo, al ver como voluntariamente, niños<br />
imberbes todavía, mozalbetes, ancianos y mujeres de todas las edades, corrían a<br />
formar filas, portando como únicas armas, sus arados y utensilios domésticos.<br />
Además de, muchas otras muestras de desprendimiento y heroicidad, también se<br />
ha venido transmitiendo de generación en generación, como timbre de orgullo, el<br />
gesto patriótico de las "tacarígüeras", que en el aciago año del 1814, aportaron un<br />
número considerable de gallinas, para con otras obtenidas en diferentes partes de la<br />
Isla, reunir 500, que mandaron como colaboración para los heridos de las batallas<br />
de "La Victoria" y "San Mateo" (J. V. G.) ; igualmente la buena acogida que<br />
supieron dispensarle a los emigrados del centro de la República, en la desastrosa<br />
retirada de ese infausto año; y llégase hasta asegurar, que fue en este humilde<br />
pueblo, y de una honorable familia caraqueña, para esa época radicada por corto<br />
"Manire", variedad de mapire con dos asas para meter los brazos hasta los hombros y sostenerlo a la espalda.
tiempo en él, donde viera por primera vez la luz del día, aquel destacado Prof. de<br />
Matemáticas, de la Ilustre Universidad Central de Venezuela, que atendió al nombre<br />
de Manuel María Urbaneja (1814-97), así como también su hermano Diego Bautista<br />
Urbaneja ( 1817-92), jurisconsulto y político destacado, quien llegó a ser varias<br />
veces Ministro del Despacho Ejecutivo y Encargado de la Presidencia de la<br />
República, ambos descendientes directos del célebre patricio venezolano Diego<br />
Bautista Urbaneja, eminente hombre público, que tuvo el honor de representar a la<br />
Provincia de Margarita, en varios Congresos, siendo uno de ellos, el de Cúcuta en el<br />
año de 1821 y de quien ha venido comentando la tradición popular, que a partir de<br />
aquel año de 1814, y hasta algún tiempo después de finalizada la emancipación, fijó<br />
su residencia en este pueblo campesino y acogedor, habitando una casa propiedad<br />
del patriota José Victorino Guzmán, que se hallaba ubicada en la calle "El<br />
Conchal".<br />
Y así como se han mantenido frescos en el recuerdo, esos hechos que la han<br />
engalanado, no se han borrado ni un momento los que le han ocasionado dolor y<br />
tragedia, como lo fueron, las épocas, cuando azotada: primero por la peste del<br />
cólera que invadió a la Isla para el año de 1854 y luego por la viruela brava de<br />
1863, diezmando su población, sus moradores, fueron a refugiarse a los cerros<br />
vecinos, donde siempre les castigaba implacablemente el terrible flagelo, quedando<br />
corno luctuoso testimonio de tales desastres, varios cadáveres ligeramente<br />
enterrados en todo su contorno, por no haber sido posible darle la sepultura<br />
requerida, en el Cementerio de la "Villa del Norte" (Santa Ana) que era a donde<br />
correspondía, por su cercanía y jurisdicción eclesiástica y debido a que Tacarigua.<br />
carecía de Camposanto para las citadas fechas.<br />
POST -INDEPENDENCIA<br />
Y si en la Magna Gesta, fue el lugar de Tacarigua, teatro frecuentado de los<br />
independentistas, en las disensiones civiles, que arruinaron y emponzoñaron la<br />
naciente nacionalidad, no escapó de ser escenario de las luchas fraticidas; oyéndose<br />
los primeros fogonazos de las acciones intestinas, el 18 de marzo de 1863, en "El<br />
Portachuelo", cuando los revolucionarios federalistas, después de encarnizada
atalla, derrotaban al Comandante Juan Saagún Rodríguez. representante de la larga<br />
y oligárquica dictadura del General José Antonio Páez, y transformaban el<br />
panorama regional a su favor. Volviendo a verse en los años de 1868 y 18 de abril<br />
del 1869 siguiente, el pueblo todo envuelto en tétrico nubarrón de pólvora quemada<br />
y enrojecido de sangre mal vertida, al trabarse, sobre sus propios predios, en lucha<br />
contumaz y destructora, los "Liberales" acaudillados por el General Bartolomé<br />
Ferrer y los "Azules" o “Fucionistas” comandados por el Coronel Eusebio López y<br />
el General Juan Gualberto Hernández, respectivamente. Retornando la zozobra y el<br />
enguerrillamiento a sus contornos, el 6 de marzo de 1870, cuando los "Liberales”:<br />
Bartolomé Ferrer, Donato Villalba y Críspulo Ortega, acompañados de gentes<br />
voluntarias, atacaron y obtuvieron un ligero y efímero triunfo sobre el Gobierno<br />
"Azul" presidido por Dionisio Silva Peña, que por no perseguirlo se convirtió luego<br />
en derrota. Repitiéndose la lucha armada, y por ende el dolor y la angustia, el 18 de<br />
octubre del mismo año, al detener en el "Portachuelo", tras ruda y enconada batalla,<br />
los dirigidos por Bartolomé Ferrer y Críspulo Ortega, al General Pedro Ducharne,<br />
quien con buen número de aguerridos, había desembarcado por el sitio de "Los<br />
Portillos" o "Chacachacare", impidiéndole así que tomara a La Asunción, y<br />
figurando entre los primeros, defendiendo resueltamente sus posiciones de "La<br />
Matica" y ''Rompe Jocico", los valientes Capitanes tacarigüeros: José María Guerra<br />
y José Gregorio Velásquez, este último, conocido también popularmente, con el<br />
remoquete de "Ño Monagas". Partiendo de ese día un período de calma, que duró<br />
hasta el 3 de febrero de 1901, época en que se oyó nuevamente, en el citado<br />
"Portachuelo", el ruido ensordecedor de la metralla, al pelear bravamente los<br />
seguidores del General Carlos Azugaray (La Rolandera), que tuvieron como<br />
abanderado al tacarigüero José Guerra, contra las fuerzas gubernamentales,<br />
acantonadas en la Isla. Y de allí al 22 de marzo de 1902, cuando por última vez se<br />
oyeron retumbar los fogonazos de la fusilería escarnecedora de la Patria, por los<br />
sitios conocidos tradicionalmente como "Maturín", “Mueresol”, “Portachuelo", "La<br />
Matica" y "El Peñón", batiéndose reciamente, desde el amanecer hasta la puesta del<br />
Astro Rey, los revolucionarios de "La Libertadora", que remontaban desde<br />
Juangriego con las al fin vencedoras fuerzas del gobierno denominado<br />
"Restaurador", comandadas por el General Asunción Rodríguez. De esta acción de<br />
armas y de sus estragos, sobre todo el material humano, hablaba detenidamente, en<br />
los momentos de calma, arrancados a su avanzada ancianidad, el pueblerino Camilo<br />
Romero, quien se mantuvo con los revolucionarios hasta las últimas descargas, en<br />
el segundo de los nombrados sitios de batalla, como ayudando a colocar la lápida
funeraria de las guerrillas localistas, en el histórico "Mueresol", de la empobrecida,<br />
y en más de una ocasión, desvastada, "Tacarigua de Margarita".<br />
HORAS MENGUADAS<br />
Del archivo humano de la historia de "Tacarigua", tampoco ha desaparecido ni<br />
un solo momento, como hecho por demás doloroso, la hora menguada del año de<br />
1901, cuando una disposición autoritaria y ruin de los Munícipes de entonces,<br />
desconocía la concesión que por Decreto del Soberano Congreso Nacional, de fecha<br />
23 de marzo de 1853, ejecutoriada por el Presidente de la República, General José<br />
Gregorio Monagas, el 25 del mismo mes y año, "concedió a la Parroquia de<br />
Tacarigua, del 2° Cantón de la Provincia de Margarita, cuatro leguas de terreno en<br />
el sitio de la "Palma Real", para egidos Municipales"; moviendo tan desacertado<br />
desconocimiento, a honorables ciudadanos como: Hermenegildo Moya, Salomón<br />
Romero y José Manuel Quijada, Presidente, Vocal y Vocal-Secretario,<br />
respectivamente, de la Junta Comunal del para entonces Municipio Tacarigua. a<br />
encabezar una representación popular ante las Autoridades solicitando la plena<br />
posesión y dominio de la dicha concesión; representación que no tuvo el éxito<br />
deseado, pero dejó ver bien claro, la resolución de los pueblerinos, en el reclamo de<br />
sus intereses injustamente conculcados (E. R. P.) Y mucho menos olvidada, los<br />
ratos de angustiosa conturbación; como aquel, cuando en arranque de ira<br />
desbordada hasta el máximo y luego de sus representantes haber agotado los<br />
recursos pacíficos, viéronse en la necesidad --dolorosa por cierto-, de romper en<br />
plena toma, los tubos del acueducto, para proporcionarse un poco del preciado<br />
líquido, indispensable para la subsistencia humana (año 1941 ), y menos aún, los<br />
acaecidos allá por los años de 1912 y 1943, al enfrentárseles decididamente a los<br />
mandatarios de turno, pidiéndoles --no suplicándoles-, el desistimiento, de gravarles<br />
con sumas por demás onerosas para la ínfima economía hogareña de aquellos<br />
distantes años, el derecho al enterramiento de sus muertos, en los cementerios que<br />
habían sido construidos y sostenidos a base de dádivas individuales o de colectas<br />
populares, entre ellas, las donaciones iniciales de sendas parcelas de terrenos,<br />
hechas a comienzo de la última década del siglo pasado por los lugareño ---a<br />
quienes el pueblo, de generación en generación, ni un momento ha dejado de
ecordar-, Juan Narciso Gil, para el de "Tacarígua Afuera", y Carlos Lista, para el<br />
de "Tacarigua Adentro". Dejando así grabados sus nombres, con cinceladas de<br />
eternidad, en el mármol indestructible del tiempo.<br />
BENEFACTORES<br />
Siguiendo la tradición, ya heredada, de humildes, pero sinceros, puros,<br />
desinteresados, y valientes, jamás Tacarigua se ha quedado rezagada ni un<br />
momento; y así, ha logrado tener entre su seno a Coroneles de temple como<br />
Antonio José Rivero Hernández, quien fue Jefe Civil del Municipio de su domicilio<br />
y del Distrito Gómez. Diputado (Suplente en funciones por impedimento del<br />
principal, -1898) a la Legislatura reunida en Villa de Cura, cuando Margarita formó<br />
parte del Gran Estado Miranda (1889-1898) y además desempeñó, con lujo de<br />
aciertos, otros cargos de importancia en el Estado, siendo, el mismo, que sin<br />
desmedros a su condición de militar, apartaba la espada de insigne luchador en el<br />
combate, --la misma que en más de una ocasión hizo brillar a la clara luz de la<br />
honradez y de la perseverancia, como destacado Jefe de operaciones, en la mayoría<br />
de las campañas insulares del pundonoroso General Bartolomé Ferrer-, para<br />
aplicarle al cuerpo del desconsolado por el dolor que lo afligía, sus amplios<br />
conocimientos acerca de la medicina casera, aliviando males a diestra y siniestra,<br />
sin percibir por ello emolumento alguno, sino solo la gratificación verbal, brotado<br />
con sin igual candidez de los propios labios de los beneficiados, cuando<br />
cortésmente, dejaban de nombrarle Coronel, para decirle con cariño y admiración,<br />
simple y llanamente, "Señor Antoñico" (reliquias militares de este noble varón,<br />
permanecen como fieles testimonios en el Museo de Armas, del Castillo "Santa<br />
Rosa", en La Asunción, donde fueron enviadas gustosamente por sus sucesores) ;<br />
apostolado que desempeñó el nombrado, simultaneamente con otro benefactor de la<br />
humanidad, no menos meritorio, de nombre Ladislao Romero, el Samaritano de<br />
"Tacarigua Adentro", caminante infatigable, que hacía día hasta la noche lúgubre,<br />
para llegar a tiempo donde el dolor lo llamara y llevar consuelo al necesitado, las<br />
más de las veces a costa de su propio peculio, recibiendo como el anterior,<br />
únicamente en recompensa a sus servicios, la expresión de gratitud del<br />
conglomerado, al distinguirlo cariñosamente, como "Señor Lao", palabra brotada a<br />
flor de labios, voluntariamente, por niños, adolescentes y ancianos, de ambos sexos
y condiciones sociales; de estos dos hombres podría decirse sin temor a<br />
equivocaciones, que sólo disputábanse el don de "quién serles más útil a la<br />
comunidad aquejada"; a ambos el pueblo agradecido, los recuerda con amor y<br />
veneración, y guarda para ellos culto de gratitud, en el respeto y consideración a sus<br />
descendientes.<br />
Esa noble y engrandecedora misión caritativa, de hacer el bien sin acatar a quién,<br />
también ha sido llevada a cabo en Tacarigua, sin desmedros ni ambages, dentro de<br />
las medidas de sus posibilidades y conocimientos, en época, y circunstancias<br />
distintas, por pueblerinos, que sin exageraciones podrían tildarse de filántropos,<br />
como: Rufina Marval (la popular Ña Rufina), Ramona Núñez, más conocida como<br />
Ña Ramona", y la nunca olvidada Ángela Acosta, habilísimas e infatigables<br />
curanderas de los tiempos remotos; el viejo Doroteo Romero y Julián Marcano,<br />
tildados dentro y fuera de las fronteras de sus domicilios, como expertos extractores<br />
de "fístulas", en medio de una colectividad que agonizaba de mengua por la escasez<br />
de facultativos , Quiterio y José Nemesio Brito, -padre e hijo-, paliadores de la<br />
anemia, gracias a sus píldoras "milagrosas" fabricadas a merced de un viejo libro de<br />
fórmulas terapéuticas que poseían, heredado quizás de algún antepasado experto en<br />
la materia; Evarista, María Salomé Millán y Antonia Marcano, las serviciales<br />
comadronas de "'Tacarigua Adentro"; y Secundina Núñez, la humilde partera de<br />
“Tacarigua Afuera", que jamás se sintió impedida por lejos que tuviese que ir, para<br />
recibir entre sus entrañables manos, de madre pueblerina, los primeros sollozos de<br />
varias generaciones. que luego, y en cualquier recodo del camino, desde el infante<br />
hasta el profesional, pobre o acaudalado, varón o hembra, complacíanse con<br />
cruzarle los brazos, para recibir su cristiana bendición y distinguirla afectuosamente<br />
y con el mayor de los respetos, como "mamá Cunda"; de igual manera, Eufemia<br />
Franco, la enfermera de los tiempos pasados y muy digna y merecedora de<br />
recuerdos en los presentes, por su caridad y desprendimiento puesto a prueba a todo<br />
momento; Francisca Romero de Morao, la bondadosa y servicial "Señora Chica”,<br />
de la jovialidad para grandes y chicos a través de los años de su noble apostolado, y<br />
Esteban Rivera Torres, el "sobador" o masajista de los desamparados de la fortuna,<br />
en una región donde escasean los traumatólogos; y el nunca olvidado Manuel<br />
Montserrat Moretti, el "médico" de los infelices y el hombre de la bondad a todo<br />
evento, quien sin ser nativo, hizo del pueblo su segundo lar y regó sobre él, la<br />
simiente de la caridad, sin distingos ni componendas, por todas las casas y ranchos<br />
del vecindario, mucha veces a costa de su propia tranquilidad personal y de sus<br />
exiguos recursos económicos, y para quien el pueblo, en demostraciones de
agradecimientos, debe reclamar como homenaje póstumo, que sea distinguido con<br />
su nombre el Dispensario Médico de la localidad.<br />
En el aspecto médico - asistencial no se tiene conocimiento exacto, si después<br />
del caraqueño José España, quien formó familia en este pueblo, hubo en los tiempos<br />
remotos, algun otro médico que se estableciera en el valle de Tacarigua, lo que si se<br />
sabe, es que el lugar sólo era visitado esporádicamente y a solicitud de quienes<br />
podían y requerían particularmente de sus servicios, por los "galenos" que se<br />
encontraban radicados en las poblaciones circunvecinas, como Ortega desde<br />
Porlamar, Albornoz, desde La Asunción, Alfonso Córdoba e Irazábal, desde<br />
Juangriego y Santa Ana, etc., etc., y que no fue sino hasta el año de 1944, cuando a<br />
insistentes solicitudes suplicantes del Centro Cultural Guevara, que cedió<br />
gratuitamente su local y corrió con los gastos menores, se creó un Puesto<br />
Asistencial de 2da. clase para Tacarigua, visitado una vez a la semana por un doctor<br />
de apellido Kupper, de origen polaco, residente en Santa Ana, donde ejercía las<br />
funciones de Médico de Sanidad, nombrándosele como "Enfermero y Auxiliar de<br />
Farmacia” para el nuevo "Puesto" al recordado Manuel Montserrat Moretti; luego<br />
vino en el año de 1946 la Dra. Maruja Rodulfo, en iguales condiciones que el<br />
anterior, hasta el 1947, cuando apareció como médico residente el Dr. Luis Leplana,<br />
español, quien en diciembre de 1949 fue sustituido por la Doctora Alexandra<br />
Dobroswolka, polaca, quien regentó la Medicatura Rural hasta noviembre de 1960,<br />
--en ese lapso se nacionalizó venezolana-; siguiéndole en orden cronológico, el Dr.<br />
Luis Pérez Agüero, de abril de 1961 hasta finales del mismo año; el Dr. Álvarez<br />
Sotillo, de noviembre de 1961 hasta abril de 1963; el Dr. Tomás José Vásquez<br />
Ordaz, de enero de 1964 hasta julio de 1965 ; el Dr. Juan José Márquez Subero, de<br />
septiembre de 1965 hasta abril de 1967 ; la Dra. Petra Tovar de Guerra, que llegó en<br />
mayo de 1967 y el Doctor Luis de Frutos Herguedas español, que lo sirve en la<br />
actualidad.<br />
Haciéndoles compañía a estos profesionales de la medicina, en calidad de<br />
Enfermeros o Auxiliares de Farmacia, después del nombrado Montserrat Moreti,<br />
han intervenido y desempeñado con eficiencia y responsabilidad, entre otras<br />
personas Carmen Chollet, Francisca de Morao, Evelio Caraballo, Carlos Albornoz,<br />
Hugo Reyes, Luis González Sánchez, Estílito Lárez González, Adalberto Suárez<br />
Bellorín, Jesús Gil Millán, Luisa de Millán, Idays Marcano de Landaeta y algunos<br />
más de corta duración o que escapan involuntariamente del recuento.
Tanto a los profesionales como a sus abnegados ayudantes, el pueblo les<br />
reconoce también como sus BENEFACTORES, y tiene para con ellos contraída una<br />
deuda de gratitud que algún día tendrá que cancelar debidamente.<br />
MILITARES<br />
También ha contado Tacarigua entre sus hijos, a pundonorosos representantes,<br />
que en diferentes épocas, supieron hacer honra del traje militar que vistieron, bien<br />
con el distintivo de los revolucionarios o luciendo las insignias de las Fuerzas<br />
Armadas Regulares del País, o de "linea", como te eran llamadas popularmente,<br />
pudiendo destacarse entre los muchos componentes de esa constelación de brillo<br />
imponderable, figuras refulgentes, dignas de ocupar puestos prominentes en las<br />
páginas de la historia insular, como lo fueron, -además del Coronel A. J. Rivero y<br />
los correspondientes a la era independentista-, los Capitanes: Epifanio Millán,<br />
honesto servidor público y siempre defensor empedernido de la constitucionalidad,<br />
hasta en los últimos años de su avanzada ancianidad; y José María Guerra, el<br />
destacado guerrillero de las luchas federales; y el Teniente Abanderado Tomás<br />
Cabrera, Oficial de confianza del General Asunción Rodríguez, y uno de los que<br />
junto con él, entrara a sangre y fuego al Castillo de Cumaná, con el "Tricolor<br />
Nacional" hecho jirones por la metralla enemiga, pero siempre erguido en su<br />
incansable diestra, en aquel día 13 de noviembre de 1902, cuando la heroica hazaña<br />
de ese aguerrido General margariteño. Además al hablar de los hijos de este pueblo,<br />
destacados en esas actividades, es imposible dejar pasar por desapercibido, los<br />
nombres: del Coronel Juan Bautista Malaver (ascendido a Coronel de los Ejércitos<br />
de la República, el 17 de marzo de 1864, por el Presidente Provisional de la Nación,<br />
General en Jefe Crisóstomo Falcón), ferrerista ciento por ciento, Diputado Principal<br />
por el Cantón Gómez a la Asamblea Constituyente del Estado Nueva Esparta,<br />
reunida en su Capital en el año de 1863, y miembro de la comitiva especial, que en<br />
el Templo Matriz de La Asunción, acompañara la urna que contenía los restos del<br />
General Donato Villalba, cuando se le rendían las honras fúnebres, el día 1° de<br />
septiembre de 1871, apareciendo a uno de los lados llevando los blasones, y el<br />
mismo, que en el año de 1874, figura en su pueblo natal, como agente del periódico
"El Neo-Espartano", único órgano semioficial, que circulaba en la Isla, con una<br />
subscripción mensual de "tres reales"; tampoco el de Pablo Millán, muerto con<br />
derroche de coraje, defendiendo la causa revolucionaria, en la ruda batalla de "La<br />
Ermita" de Pedregales, el día 1° de febrero de 1901, dejando en la orfandad, como<br />
saldo de su tenacidad, su tierno y floreciente hogar, nutrido de inocente y numerosa<br />
prole; ni al del Capitán Severiano Ibarra Franco, quién hasta hace pocos años,<br />
bastante anciano, pero siempre dejando destacar su porte militar que le caracterizó e<br />
hizo gala en sus años de juventud, y aunque luciendo su blanca cabellera y<br />
envejecido rostro, hablaba con orgullo del grado militar, obtenido a fuerza de<br />
disciplina y constancia, en los Cuarteles del País, donde logró dejar una estela de<br />
destacada brillantez y bien sentado el nombre del pueblo que le vió nacer; como<br />
tampoco, a los de: José González (José el de Justa, como se le decía en el pueblo) ni<br />
a Dámaso González (Macho el de la verea, como popularmente se le conoció),<br />
quienes estuvieron por espacio de 10 y 12 años, respectivamente, sentando plaza<br />
como personal de tropa, en el llamado "Cuartel del Hoyo", de la Caracas de antaño<br />
ni mucho menos a Telésforo Millán, detective de intuición natural y Militar de<br />
vocación, y menos aún, a Julián Romero Brito, quien después de varios y penosos<br />
años en las filas Castrenses, donde dejó lo mejor de su juventud, hoy se encuentra<br />
formando parte de las actividades civiles, dedicado de lleno con destacada<br />
honestidad, al levantamiento de su numerosa familia, que son timbre y orgullo de<br />
sus afanes cotidianos.<br />
INSTRUCCIÓN<br />
No fue el noble pueblo de Tacarigua afortunado en lo que a instrucción respecta,<br />
el analfabetismo, mal heredado del coloniaje, sentó bien hondas sus malignas<br />
garras, durante mucho tiempo, en toda su estructura; el pan educativo tenían que<br />
recibirlo los que mejor podían, en los pueblos vecinos, y éstos en número por demás<br />
reducido, debido a su pobreza, motivo que lo hizo durante muchas décadas,<br />
mantenerlo acomplejado entre los demás pueblos de la Isla; hasta que un buen día,<br />
pudo llegar hasta él, un poco de luz, traído de la mano y en la mente de un buen<br />
hijo, IGNACIO JIMENEZ se llamó el feliz afortunado, quien había logrado<br />
traspasar las fronteras de su pueblo natal y adquirir una mediana instrucción en<br />
otros lares, que a fuerza de entusiasmo y abnegación y sacrificios pecuniarios, logró<br />
propagar entre algunos de sus conterráneos, costeando y dirigiendo durante muchos
años, una "escuela gratuita", que luego fue oficializada, (*) figurando entre los años<br />
de 1875 al 1-10-83, (falleció en ejercicio), regentada por él, como Federal No. 521,<br />
y como examinador el señor Pedro F. Romero, nombrado por la Junta de<br />
Instrucción de aquel entonces, y donde sin distingos, miramientos egoístas, ni<br />
discriminaciones, puso el bálsamo del saber en muchas mentes que yacían<br />
semiatrofiadas por la ignorancia. No aró en vano, su nombre se recuerda, y venera,<br />
como el primer maestro o "Mesías de la Instrucción" de Tacarigua, y solo falta que<br />
algún día, -que no debe estar muy lejano-, otro educador de proyecciones futuristas,<br />
lo tome aunque sea para designar simbólicamente alguna promoción de egresados<br />
de las escuelas existentes en el lugar que afanosamente empezó a culturizar sin<br />
mezquindades. Su ejemplo fue seguido por: Baltazar Quijada, el MAESTRO,<br />
-empleando todo el sentido amplio de la palabra-, de Tacarigua Adentro, y para<br />
quién sería cosa lógica pedir lo mismo que se aspira para con el anterior; Benita<br />
Guzmán, maestra de hembras en los finales del pasado siglo, lo mismo que<br />
Anastasia Rivero de Guzman (Catoña), primera maestra de escuela Oficial Mixta,<br />
del conglomerado, y a la que sería el mayor de los pecados, dejar de mencionar<br />
cuando se efectúan estos recuentos; Rafael Gil Sánchez, quién además de educador,<br />
en ésta, en San Juan Bautista y en Santa Ana, por su dominio en el saber acerca de<br />
temas o materias diferentes, donde llegó a obtener triunfos rotundos, reconocidos<br />
públicamente, logró convertirse sin dificultad, en el obligado consultor de la<br />
localidad y de otras latitudes; Nicolás Rodríguez, ---el de la larga ancianidad-,<br />
sostenedor durante algún tiempo de una escuela nocturna, con la escasa<br />
colaboración económica que le brindaran los que fueron sus alumnos; Pedro<br />
Verona Quijada, el alfabetizador del Caserío Carantoña; Amador Lista y Leoncio<br />
Romero, educadores del barrio 'Tos Listas" don. de habitaban; el Bachiller Pablo<br />
Romero González, a la vez el primero que ostentó un título de esa índole en la<br />
población, e ido para siempre en mala hora, cuando la colectividad más necesitaba y<br />
esperaba de su saber, que cual fruto del bien, ya había empezado a repartir<br />
generosamente; Felipe Mercedes Morao, de quien sin exagerar, puede decirse, que<br />
perfilábase como la más fiel semejanza o quizás el émulo mismo del maestro<br />
Jiménez, cuando en plena juventud el destino lo arrebató para siempre; Apolonio<br />
Guzmán, María Jesús Guerra, Antonio Velásquez G., Roque Núñez, Elvecia<br />
(*) Por Decreto del 12 de julio de 1875, fue creada escuela: "En el Departamento Norte: una de varones en el Distrito Tacarigua"... Se<br />
le asignó por el mismo Decreto "24 venezolanos, incluyendo en esta asignación el alquiler de casa y gastos de escritorio"... "Estas<br />
escuelas serán diurnas y concurrirán a cada una de ellas hasta (40) alumnos". Memoria de Fomento de ese año.
Marcano y Jerónimo Gil (Jeronimito), de cortísima pero meritoria actuación, en tan<br />
ennoblecedora misión; Antonia Gil de Guzman y Cándido Sánchez González, la<br />
primera, retirada a su hogar, escoltada por la gratitud y consideración de los que<br />
obligatoriamente recuerdan su destacadísima actuación educativa, y el otro, a quien<br />
ni el trabajo ni los años pudieron doblegar ni envilecer en su noble apostolado, para<br />
recibir el saludo cariñoso de las generaciones, y quien alternó la repartición del pan<br />
educativo, con la composición de la folklórica décima de humorístico acento, para<br />
cantar el dolor y la angustia de su lugar de nacimiento. Junto a estos valores de la<br />
enseñanza, han figurado otros nombres de no menos recordación y elogios, como<br />
los de: "La Maestra Anastasia" (como simplemente le llamaron), y Manuel Salvador<br />
Navarro, caraqueño; Br. Quijada, venido de Altagracia (Los Hatos) ; "Marícha"<br />
Lárez, Heraclio Narváez Fermín; las hermanas Magdalena y Filomena Piñerúa,<br />
(éstas complementaban la educación de sus alumnas, con la enseñanza de labores<br />
manuales y de confiterías, por los que se les considera el mérito de haberse<br />
adelantado en mucho a la actual escuela rural) ; Rubén Albornoz Marcano, -el<br />
iniciador del 4° grado de Primaria en este Municipio-, Aníbal Lárez, -el de las<br />
rumbosas festividades escolares y el alma de la "Sociedad de Padres, Maestros y<br />
Amigos de la Escuela" en esta localidad, allá por la década del 40 al 50 de este<br />
siglo;- Cruz Millán García, -hijo de padre tacarigüero-, e Hilda Serra, asuntinos; y<br />
el inolvidable José Jesús Salazar, Primer Director de la Escuela Nacional "Napoleón<br />
Narváez" de Tacarigua Afuera, procedente de Santa Ana del Norte, al igual que<br />
Charo Romero y Blanca Daniela Gamboa, fallecida ésta 18-9-27, en ejercicio de su<br />
cargo; Tomás Rodríguez, León Marcano y algunos más de escasa trayectoria, que<br />
junto a los que han actuado en la última década o lo hacen todavía, son muy dignos<br />
de merecer página especial, cuando se escriba la Historia completa de la Educación<br />
en la región que hoy forma el Municipio Guevara del Distrito Gómez.<br />
POESÍA Y PERIODISMO<br />
Han brotado del terruño tacarigüero, además del maestro Cándido Sánchez, otros<br />
poetas de sabor nativista, fieles ejecutores de la décima de buen tono y temple, que<br />
han logrado hasta dejarla impresa en la letra de molde o en el cantar popular, como
Antonio Leocadeo Millán Malaver, Hernán González, Jesús Núñez Romero,<br />
Evaristo Lárez, Severo Morao Cabrera y Emeterio Salazar Velásquez, y el nunca<br />
olvidado Jesús Romero Guilarte, el de la fe católica inquebrantable, de la que hizo<br />
pública manifestación hasta en versos henchidos de religiosidad, y con sobrada<br />
razón laureado en certámenes de esa especialidad, lamentablemente extinguida su<br />
existencia terrena en plena madurez ; fue también dicho señor Romero Guilarte, en<br />
ocasiones, destacado servidor público, habiendo llegado a actuar como : Presidente<br />
del Concejo Municipal del Distrito Gómez, en el año de 1939 ; Legislador por el<br />
mismo Distrito, en el año de 1944; Jefe Civil del Municipio de su nacimiento,<br />
durante parte de los años de 1937 y 1938, y Presidente de la Junta Comunal del<br />
mismo Municipio, en el lapso de 1944-1945, éstos entre otros cargos de menor<br />
importancia; fue además, ductor de juventudes y periodista de refinado gusto,<br />
dejando varios artículos diseminados en la prensa oriental, llevándolo la vocación,<br />
hasta fundar y dirigir en el año de 1942 (2 de agosto), a "La Espiga", aunque de<br />
corta duración, -sólo dos apariciones pero digno de mencionarse, por haber sido,<br />
-que sepamos-, el primer órgano periodístico, fechado en el Municipio Guevara,<br />
que había utilizado el sistema de impresión inventado por Gutemberg, ya que otros<br />
órganos, como "Llovizna", dirigido por Aníbal Rodríguez M., padre, (quien<br />
también ha cultivado la poesía), secundado por Pablo Romero Millán y José<br />
Sánchez Rojas, en su única aparición, efectuada el 30-3-34, utilizó la simple<br />
mecanografía, y "El Jotacevista", de los jóvenes católicos de Tacarigua, presididos<br />
por Agustín Landaeta, y aparecido el 9-5-65 como homenaje a las madres, al igual<br />
que el semanario "Cívico" en su primera etapa que correspondió hasta su<br />
presentación número 15, bajo la "Batuta" de Euro Omar Gil, Eligio González y José<br />
Agustín Mata, acompañados entre otros, por Denis Rodríguez Malaver y Emil<br />
Salazar Romero, y el órgano cultural-literario C. D. C., del Comité de Desarrollo<br />
Cultural de Tacarigua, dirigido por la Secretaría Juvenil y Sección anexa desde<br />
Octubre de 1969, liderizada por Julián Salazar Velásquez, y el cual fígura como el<br />
primer periódico litografiado en una empresa instalada en Margarita, lo hicieron<br />
aprovechándose de los medios que ha proporcionado el multígrafo; siendo a partir<br />
del No. 16, de fecha 11-6-66 y hasta su presentación No. 32, cuando "Cívico"<br />
utilizó la imprenta, y C. D. C. desde su aparición No. 12 (aniversario) en adelante.<br />
También dio Tacarigua su romancero folklórico en el siempre recordado Pascual<br />
Malaver; y ha tenido galeronistas de improvisación rápida, perfecta y cadenciosa,<br />
como José Julián González, a quien mucho le restó nombradía su analfabetismo,<br />
pero que con todo y eso, dejó abundante material que todavía, para orgullo y honra,<br />
vocalizan las presentes y preparadas generaciones, y a los hermanos Carlitos y
Amador Lista, Leoncio y Venancio Romero (Amador y Leoncio, fueron también,<br />
maestros de escuelas gratuitas), Antonio y Francisco Lárez, Gonzalo Guerra<br />
Cabrera, Pedro Guzmán Alfonso, Esteban Guzmán González, Pedro Lárez Lista,<br />
Pablo Millán Farías, Pedro Romero Morao, Vicente y Manuel Romero, Hernán<br />
Malaver y Casimiro García, que infinidad de veces, hicieron unos y siguen<br />
haciendo otros, conocer el nombre del lar nativo, adornando con su timbrada voz o<br />
su finura de ingeniosa verbosidad, los tradicionales "Velorios" o veladas dedicadas<br />
en el mes de mayo a la Santísima Cruz, y a San Antonio, a la Candelaria o al Gran<br />
Poder de Dios, en cualquier época del año. Igualmente han nacido en el pueblo<br />
reseñado, poetas, líricos y románticos, a lo Ambrosio Cabrera Marcano (Ninito), de<br />
hecho consagrado, y de destacada figuración en la Zona Oriental; Aníbal<br />
Rodríguez, Alfredo Romero Millán y los Jerónimo Antonio Gil González, más<br />
conocidos como “Jeronimito” y el "Viejo Rongo", y los noveles valores de:<br />
Benigno Guilarte, Domingo Carrasquero, Jesús Gil Millán, Francisco Romero<br />
Millán (Chendo), Arsenio González, Euro Omar Gil, Nelson González, los<br />
hermanos Franco Guzmán (Asisclo y Rubén), Teodoro Núñez, el destacado Alexis<br />
Rodríguez Gómez y la poetisa María Esperanza González, quienes han llevado sus<br />
producciones hasta periódicos y revistas de dentro y fuera de la Isla de perlas y de<br />
playas hermosas.<br />
HOMBRES Y ORGANIZACIONES<br />
También han nacido en Tacarigua, personas que han tenido el don natural, de<br />
llevar siempre a flor de labios, la más sana manifestación pueblerina, expresada en<br />
el improntu y la chispa humorística de sabor nativista, que transformada en<br />
anécdotas, chistes y pasatiempos, han hecho recorrer el gentilicio por todos los<br />
caminos de la ancha geografía, y obligadamente recordados, cuando la "Diosa<br />
Alegría" hace su entrada triunfal o cuando es necesario disipar una pena que tienda<br />
a convertirse en ruda melancolía, y allí siguen viviendo sus más destacadas<br />
representaciones, cobijadas bajo los nombres de Andrés Franco, Rafael Gil Guzmán<br />
(Chaleco), Loreto González y Matías Díaz. Y en otras especialidades del saber o del<br />
actuar, han figurado hombres, cuyos nombres han sido grabados por la acción del<br />
tiempo, con signos resaltantes, dentro del archivo indestructible del recuerdo, como<br />
los de: Apolonio Guzmán Franco, Fernando Gil Malaver y Luis Gil González,
quienes desempeñaron la judicatura durante muchísimos años, en su propio pueblo,<br />
donde el segundo de los nombrados, fue sorprendido por la muerte en ejercicio de<br />
sus funciones de Juez Municipal, el 24-1-40, y yendo el último a terminar sus<br />
actuaciones como tal, hace poco tiempo, en la apacible y heroica Santa Ana del<br />
Norte, capital del Distrito Gómez. Anteriormente habían actuado, Pedro Malaver,<br />
José Clemente España, Diego González, Carlos Millán, José Manuel Quijada y<br />
Carlos Lista, los cuatro primeros como Jefes Civiles del extinguido Distrito<br />
Tacarigua del Departamento Norte de la Isla, allá por los lejanos años de 1874 al<br />
1880, y los restantes, como Primera Autoridad Civil del Municipio Tacarigua (hoy<br />
Guevara), para el lapso de 1901 al 1904 ; y siguiendo la relación de los de<br />
figuración destacada, podrán enumerarse, entre otros, a Salomón Romero, Laureano<br />
Malaver, José Santos Gil, José Martín Romero, Juan Rivero Millán y Magín Lista,<br />
el que por su extremado culto a la Santísima Cruz, llegó a erigirle capilla a sus<br />
propias expensas, en el barrio "Los Listas" de Tacarigua Adentro, de donde era<br />
nativo. Además, ha contado el pueblo, entre los suyos, a hijos abnegados y<br />
civilizadores, que han sabido sostener siempre en alto, entre sus dignos, incansables<br />
y bien dispuestos brazos, el estandarte de la culturización general de las masas<br />
populares, enrumbando a la colectividad por la senda del bien y la esperanza de un<br />
mundo mejor, destacándose a manera de vanguardia, en esta impertérrita legión, los<br />
hermanos Pablo y Alfredo Romero Millán, Teodoro Guzmán Landaeta y Roque<br />
Núñez, -quienes en oportunidades también ejercieron labores magisteriales-, Aníbal<br />
Rodríguez Malaver, padre, y Juan Salazar Velásquez, todos de destacada figuración<br />
en las Organizaciones locales, que tuvieron vida activa durante los años de 1941 al<br />
1950, como lo fueron: "La Sociedad de Padres, Maestros y Amigos de la Escuela",<br />
la "Junta Pro-Fomento", la "Liga Campesina" y el "Centro Cultural Guevara",<br />
verdadero emporio de cultura, que haciendo honor a su lema de: "Por la Instrucción<br />
y unificación del Pueblo", creó una escuela nocturna, organizó festivales, y llevó su<br />
bandera y el nombre del conglomerado de su asiento, hasta una confederación<br />
mundial de juventudes, reunida en una ciudad europea; igualmente son dignos de<br />
mencionar en este recuento, a José Sánchez Rojas, bastante popularizada su<br />
locución, por las ondas sonoras de "La Voz de El Tigre"; Andrés Moya Romero,<br />
constituyentísta por el Estado Zulia en el año de 1946; Gonzalo Guzmán Lárez y<br />
Anacleto Moreno, quienes han ocupado curules como Miembros de las Asambleas<br />
Legislativas de los Estados Anzoátegui Monagas, respectivamente; Fermín<br />
González Moya, periodista en la región Zuliana y ganador del concurso que escogió<br />
el lema propagandístico-comercial, de: "Pintar con Pinco es Pintar", y Justo<br />
Jiménez, figura descollante dentro de los sectores de la Industria, el Comercio y la
Banca del Oriente patrio, e Hilario Franco y Alberto Guzmán dentro del Periodismo<br />
Anzoátiguense. Como también, entre los nativos han sobresalido hombres, que por<br />
sus relevantes dotes de honestidad, justicia y razonado criterio, han llegado al igual<br />
que el Coronel Rivero, a escalar el honroso cargo de Primera Autoridad Civil del<br />
Distrito Gómez de esta Entidad Política, y entre ellos recordamos a Ramón Ibarra<br />
Marcano, Domingo Guerra Cabrera, Luis Beltrán Rivero Millán y el joven poeta<br />
Vicente Romero Romero; y más allá de los linderos distritales, desempeñáronse<br />
como Alcalde y Secretario, respectivamente del Municipio Adrián del Distrito<br />
Marcano de este mismo Estado, Ezequiel González Millán y Severo Morao<br />
Cabrera; y mucho más allá, o sea en el lejano y petrolero San José de Guanipa, José<br />
Núñez Rodríguez, se ha desempeñado como Secretario de la Prefectura Municipal.<br />
No pudiéndose escapar en este recuento los actuales Directivos del Comité de<br />
Desarrollo Cultural, encabezados por el Ing Pedro Rivero Núñez, quien ya ha<br />
ocupado puesto prominente como Secretario de Obras Públicas del Estado, ni al<br />
coterráneo Rubén Franco Guzmán, quien ha sido honrado como Cónsul de<br />
Venezuela en Georgetown (Guyana).<br />
CRUZAMIENTOS HUMANOS<br />
Al intentar llevar a cabo la pequeña descripción de Tacarigua, con la mayor<br />
imparcialidad, sería una ingratitud injustificable o una descortesía a todas luces<br />
canallesca y sin sentido histórico, pasar por desapercibido el reconocimiento a la<br />
labor realizada por esos seres humanos, que en distintas épocas, se han dignado<br />
constituir hogares en este terruño o con mujeres nativas, y contribuir de una u otra<br />
manera, con sus nobles esfuerzos, a darle lustre y renombre al pueblo acogedor;<br />
siendo por demás digno y meritorio empezar la narración, con el médico<br />
independentista José Trinidad España, casado con la lugareña Narcisa González,<br />
con quien formó familia que heredaron su apellido; y continuar con el General<br />
Pablo Morales, destacado "Liberal", electo Primer Diputado Suplente a la Soberana<br />
Asamblea Nacional Constituyente instalada en la ciudad de Valencia a fines del año<br />
de 1863, y la cual, en el siguiente 1864, dio a la Provincia de Margarita su<br />
autonomía como Estado de la Unión, con reconocimiento al nombre de Nueva<br />
Esparta que se había granjeado desde la Independencia, y asistiendo a ella en<br />
sustitución del Principal, Eduardo A. Ortega, quien no concurrió a dicha Magna
Asamblea, como el mismo lo dejó confirmado en sus escritos inéditos, de los cuales<br />
ha logrado sacar a la luz pública, alguna parte, el Profesor Jesús Manuel Subero, en<br />
su reciente obra "Cien años de Historia Margariteña". Fue este General Morales<br />
casado con Vicenta Jiménez, fallecida en Tacarigua, el 7-3-1895, lo mismo que su<br />
hijo Juan Pablo Morales, muerto el 13 de febrero del mismo año, como lo<br />
comprueban sus respectivas actas de defunción, asentadas bajo los números 21 y 10<br />
del Registro correspondiente a dicho año. Y luego proseguir, con Jesús Salazar,<br />
procedente de la Sabana Grande y desposado aquí con Teodora Torres, padres de<br />
Pedro Salazar, honesto agricultor e instaurador de un apellido "Salazar" que ya<br />
bastante se ha ramificado en este conglomerado. También tomaron el fértil Valle de<br />
Tacarigua, para sus asentamientos, hombres como Miguel Romero Moreno,<br />
artesano e industrial progresista, que durante mucho tiempo mantuvo en este pueblo<br />
una empresa de "Alambique"; era oriundo de La Vecindad y casó aquí con<br />
Mercedes González, con quien procreó una culta y honorable familia, de donde<br />
sobresalieron, entre otros, el Br. Pablo Romero González, y el también artesano<br />
Julián Romero González. Igualmente Felipe Morao, dueño de otra "destilería de<br />
aguardiente", que funcionó simultáneamente con las que tuvieron: Pedro, Carlos y<br />
Blás Lista, en el barrio "Los Listas", de Tacarigua Adentro, (en otros puntos de la<br />
región, existen vestigios que dan la impresión de haber sido alambiques<br />
inmemoriales y entre los cuales es muy probable que se encuentre el que se atribuye<br />
a la pertenencia del General Arismendi). Otro que vino de Porlamar, en las<br />
postrimerías del siglo pasado, (1895) fue el carpintero Eduvigis Paublini Rivas y<br />
contrajo nupcias con María Dolores González Guerra, hija legítima de Tomás<br />
González, de quien presúmese, que fue el primer barquero que brotó Tacarigua, por<br />
lo que dice una copla popular, que comienza así: "Del campo salió una flor -hecha<br />
por Tomás González - y por reflejos mortales - la consumió el Redentor". Y a<br />
comienzos de este siglo, hicieron su entrada, venidos desde la cercana población de<br />
Altagracia, los Hermanos Ordaz González, comerciantes preocupados por el<br />
engrandecimiento popular, casados con nativas del pueblo, con quienes formaron<br />
numerosa sucesión, habiendo llegado uno de ellos, el "Señor Ernesto", como se le<br />
distinguió respetuosamente, a ser por varias veces, Primera Autoridad Civil del<br />
lugar de su domicilio, donde dejó bien sentado el precedente: que sí se puede<br />
gobernar con rectitud, sin caer en la arbitrariedad. Otros que han contraído<br />
matrimonio con las mujeres nativas, han sido: Andrés Hernández Vásquez, líder<br />
sindical y Diputado al Congreso Nacional por el Estado Falcón, donde llegó a<br />
ocupar, durante un año del período 1959-1963 la Vicepresidencia de la Cámara<br />
Baja; Agustín Carrasquero, natural del Territorio Federal Delta Amacuro, periodista
de larga trayectoria, que fundó y dirigió en la provincia varios órganos<br />
periodísticos, entre ellos y aquí en la Isla de Margarita, el Semanario "Marejada", de<br />
gratísima recordación en sus catorce apariciones, fechadas en Porlamar, del 10 de<br />
febrero al 23 de junio de 1.962, bajo el pie de imprenta de la Tipografía "Avance";<br />
Víctor Marín, también de Altagracia, y Jesús Morao Amaíz, del Caserío Francisco<br />
López (El Cercado), comerciantes establecidos en Tacarigua Adentro, Pedro<br />
Ruperto Mata, venido de Pedrogonzález y Felipe Mata, desde Los Millanes,<br />
industriales, radicados en Tacarigua Afuera; y distintos sitios del Distrito Díaz:<br />
Bonifacio Salazar, Manuel Rodríguez, Lorenzo y Pablo Gómez (hermanos), todos<br />
casados con mujeres tacarigüeras. y quienes sobremanera notoria, han contribuido<br />
decididamente al aumento social, material, cultural y económico del pueblo<br />
acogedor. Así mismo en la época nueva muchos más han seguido el ejemplo de los<br />
nombrados.<br />
AVANZADA INTELECTUAL<br />
(Esta reseña fue hecha con fecha 2-7-66, pero<br />
posteriormente se han operado algunos<br />
cambios).<br />
Al seguir cuidadosamente tratando de esclarecer, punto por punto, la historia<br />
inédita de "LA TACARIGUA DE MARGARITA", podremos darnos cuenta, a<br />
través de sus muchos detalles y pormenores, como es cierto que en los últimos años,<br />
es cuando ha venido a cambiar totalmente el aspecto intelectual de su comunidad,<br />
por muchas centurias exclusivamente labriega, -es decir, aferrada a la labranza de<br />
su tierra para extraerle el único medio de subsistencia-, contando afortunadamente<br />
en la actualidad, con profesionales universitarios y egresados de otras instituciones<br />
de educación especializada, que les han servido o contribuido sobremanera, para<br />
que el acomplejamiento de aquellas tristes y lejanas épocas, se haya esfumado para<br />
siempre, y sumándola, de una vez por todas, al conjunto de los pueblos civilizados<br />
de la Isla heroica. Enorgulleciéndose hoy, en grado sumo, de contar con los noveles<br />
doctores, en Farmacia: Fidel Guzmán Rodríguez, graduado en la Universidad de<br />
Los Andes (Mérida) en el año de 1955, siendo el primero que conquistó tan alto
galardón universitario, para el pueblo que le, vió nacer, y Argenis Sánchez Rojas;<br />
en Medicina: Vicenta Rojas Mata, Simón Morao Romero, Margot Herrera y Andrés<br />
González; en Abogacía: Elías Quijada Rodríguez y Tomás Romero Marcano; de<br />
igual manera, con los Ingenieros Civiles Pedro Rafael Rivero Núñez y Rafael Gil<br />
Cabrera, el Ingeniero Agrónomo Freddy Gil González; los Licenciados en<br />
Economía: Saturnino Guzmán Gil y José Rafael González Gil; el Economista en<br />
Petróleo, Cruz José Salazar Rivero, graduado en una Universidad Norteamericana y<br />
posteriormente especializado en varios países de Europa, quienes la enaltecen<br />
profusamente; al igual que los Profesores: Evaristo Alfonzo Guerra, actual<br />
Sub-Director del Colegio San Pablo de la Capital de la República, Dionisio Gil<br />
Franco, Benigno Guilarte Díaz, Francisco González, Ana Gómez Núñez y Ana<br />
Rojas Lárez; el Técnico en Petróleo Hernán Quijada y el Técnico Mercantil: Pedro<br />
Daniel Mata Velásquez; lo mismo que el conjunto bastante regular de Enfermeras<br />
Graduadas, que han sabido prestar su colaboración. cual modernas samaritanas, en<br />
diversos hospitales y clínicas del país; Peritos especializados en profesiones<br />
diversas, que han ido incorporándose en empresas y fábricas, a las legiones que ya<br />
empiezan a afianzar la industrialización de la "Venezuela Nueva"; y Normalistas,<br />
que no han escatimado esfuerzos para llevar el mensaje de la instrucción, no tan<br />
solo a los pueblos de la Isla, sino hasta el remoto y fronterizo "Icabarú", centro<br />
minero de la selvática Guayana: como la voluntariosa Esther Gil Gil, y a la Guajira<br />
soleada y empobrecida, donde ha ido a impartir enseñanza, el dinámico José<br />
Rosario Rojas, sin contar los que han quedado diseminados por las demás regiones<br />
de la Patria, en especial por los Estados: Sucre, Anzoáteguí, Monagas y Territorio<br />
Delta Amacuro, donde son muchos los maestros "tacarigüeros" que figuran en los<br />
archivos magisteriales. Contando además, para honra y prez del gentilicio, con<br />
nuevas y prometedoras cantidades de jóvenes estudiosos, que paulatinamente se<br />
encargarán de ir sumándose a las partidas que terminarán su engalanaje total, y<br />
contribuirán a extirparle para siempre el remoquete de "pueblo atrasado", que llevó<br />
por mucho tiempo remachado a su honrado apelativo. Y allí resuenan como<br />
clarinada de avanzada los nombres esperanzadores, que en Universidades e<br />
institutos técnicos del País, encuéntranse profesionalizándose, así: en Educación:<br />
Saturnino Franco Guzmán (hoy graduado), Emilia Salinas Ordaz, Alejandro Maza y<br />
Zoraida Núñez Rodríguez; Abogacía: Francisca Gil Gil, Basiliso Quijada Quijada y<br />
Teodoro Orta Ordaz; Farmacia: Ana Guzmán Gil; Ingeniería Química: Dalmiro<br />
Millán, Aníbal Rodríguez Malaver, hijo, Arsenio González. Ennio Núñez<br />
Rodríguez y Euclides Guzmán González; Ingeniería Mecánica: Jesús Guzmán Gil y<br />
José Marcano Guerra; Medicina: otro Jesús Guzmán Gil y Cruz Marín;
Odontología: Aníbal Rojas Lárez, Ciencias Sociales: Juan Lárez Lista, Lilia<br />
Romero, Quintina Moya Romero y Celis Landaeta; Ingeniería de Petróleo: Juan<br />
González Ruiz, Luis Rivero Núñez y Hugo Rodríguez Rivero (estos tres ya están<br />
graduados) ; Administración: Domingo Carrasquero Ordaz; Química Pura: Gilberto<br />
Jiménez (graduado ya) ; Ingeniería Agronómica: Ana Romero Millán; Ingeniería de<br />
Minas: Francisco Romero Millán; Pedagogía: Francisco Gil y Nelly Marín, y<br />
algunos más, incorporados últimamente o que ya lo estaban, pero que por los<br />
momentos, debido a la premura del recuento o a la imposibilidad para obtener datos<br />
fidedignos, es perdonable que se escapen de la mente humana, nunca exenta a fallas<br />
y errores, aunque involuntaria mente sean, pero que de todas maneras es imposible<br />
que el olvido total caiga sobre ellos, ya que tarde o temprano la historia los pondrá a<br />
ocupar el sitial que les corresponde, como hijos también de la "Tacarigua de<br />
Margarita".<br />
Tacarigua en los últimos tiempos ha venido mejorando su condición intelectual,<br />
hasta el punto de contar hoy con un destacado número de profesionales, entre los<br />
que figuran:<br />
ABOGADOS: Elías Quijada Rodríguez, Tomás Romero Marcano, Basiliso<br />
Quijada Q. y Francisco Gil Gil.<br />
MÉDICOS: Vicenta Rojas Mata, Simón Morao Romero, Andrés González T.,<br />
Cruz Marín y Margot Herrera G.<br />
ING. CIVILES: Pedro Rivero Núñez y Rafael Gil Cabrera.<br />
ING. AGRÓNOMOS: Freddy Gil González y Ana Romero Millán.<br />
ING. MECÁNICO: José Marcano Guerra.<br />
ING. DE PETRÓLEO: Juan González Ruiz, Luis Rivero Núñez y Hugo<br />
Rodríguez Rivero.<br />
ING. QUIMICO: Dalmiro Millán.<br />
LIC. EN ADMINISTRACIÓN: Domingo Carrasquero Ordaz.<br />
LIC. EN PERIODISMO: Arturo González Gil.<br />
LIC. EN QUÍMICA: Gilberto, Jiménez.<br />
ODONTÓLOGO: Aníbal Rojas Lárez.<br />
ECONOMISTA PETROLERO: Cruz José Salazar Rivero.<br />
ECONOMISTAS: Saturnino Guzmán Gil y José Rafael González G.<br />
FARMACEUTAS: Fidel Guzmán Rodríguez y Argenis Sánchez Rojas.<br />
PROFESORES: Evaristo Alfonzo Guerra, Dionisio Gil Franco, Ana Gómez<br />
Núñez, Ana Rojas Lárez, Benigno Guilarte, Francisco González, Víctor González*<br />
y Francisco Gil Bermúdez.
DEPORTES<br />
En lo que muy poco ha tenido figuración Tacarigua, según los datos<br />
escudriñados ha sido en lo relacionado con las actividades deportivas; a excepción<br />
de las "riñas de gallos", que desde épocas inmemoriales, han mostrado arraigo<br />
destacado en estos medios, siendo afamados los "ejemplares" producidos y<br />
preparados por los dueños de "cuerdas" del lugar, que contó con infinidad de<br />
galleras para albergar a la emperchada fanaticada dominguera, en cita con los<br />
venidos de otros lares; y de las partidas de "gallos de tusa", provocadas al final de<br />
cada cosecha, donde iban cuidadosamente seleccionando las mejores piezas, en<br />
colores, tamaños y consistencias, para luego utilizarlas en las competencias<br />
montadas al aire libre, con la intervención de la entusiasta juventud, que bullía de<br />
alborozo, y simulaba caracolear sus artificiales cabalgaduras o "caballos de palo", al<br />
ver ganar a sus favoritos y recibir la sincera proclamación de las féminas de<br />
entonces, que concurrían a los actos como a una verdadera feria de sano<br />
esparcimiento ; y de las partidas de '"truco”, "dominó" y "pega de cocos", con que<br />
los labriegos disipaban el cansancio, de toda una agotadora semana de trabajo de<br />
"Sol a Sol"; y de los juegos infantiles de "metras", "cucambé", "fardo", "trompos",<br />
"papagayos o voladores", "gallitos de chigüichigüe" y de " casco de taparo" , etc.,<br />
etc. únicas y sanas diversiones de la chiquillería de entonces, nada se consigue, ni a<br />
finales del pasado ni a comienzos del presente siglo, que pudiese considerarse o<br />
tildarse de actuaciones deportivas. Y no fue sino hasta las postrimerías del primer<br />
tercio de esta centuria, cuando empezaron a observarse los primeros síntomas de<br />
una incipiente afición "beisbolera", que llevábase a cabo entre conjuntos locales o<br />
foráneos, sin nombres específicos, ni instructores regulares ni reglamentación<br />
apropiada y a base de útiles de fabricación meramente casera pero que dejaba<br />
traslucir claramente, el deseo que había por practicarlo, aprovechando para ello, a<br />
falta de terreno adecuado, las partes más anchas de las anticuadas calles, (las<br />
mismas que le causaron sensación al Consejero Lisboa, célebre diplomático<br />
brasileño, que a caballo las recorrió en el año de 1852, cuando hizo su histórica<br />
visita a esta Isla), lo que les trajo en muchas ocasiones, sinsabores, por aporreos a<br />
espectadores y roturas de tejados, hasta que la bondad del señor Florencio Guzmán<br />
Moya (Lencho Moya), lo llevó a poner a disposición de los aficionados, el terreno<br />
denominado "Cacho e´chivo", del cual era administrador, y propietario el
juangrieguero Juan de Dios Henríquez (conocido como Juanillo), donde se levanta<br />
la concentración escolar "Napoleón Narváez", para que se continuaran los "juegos"<br />
con mayor comodidad y menos riesgo. Entre estos iniciadores figuraron los<br />
nombres de: Julián Gil Guerra, Emeterio y Mónico Lárez, Tomás Ordaz (El de<br />
Chuchú), Marcelino García, Beltrán Rivero Millán, Domingo Guerra, Gumersindo<br />
Romero, Natalio Rivas y Jóvito Moya, a los que posteriormente sumáronse otros,<br />
como Angel Gil Guerra, Epifanío Moya, Esteban Jiménez Lárez, Agustín Zabala,<br />
Pablo Romero Millán, Teodoro Guzmán, Natividad Romero, Pedro Millán y<br />
Doroteo Moya, quienes durante mucho tiempo, de domingo en domingo, se<br />
encargaban de alegrar el vecindario, hasta que el éxodo -mal tradicional del<br />
margariteño---, concluyó totalmente con estos primeros brotes, que no vinieron a<br />
aflorar sino hasta el año de 1942, con la organización del "Tacarigua B. B. C.", que<br />
llegó a medirse con novenas de otras regiones, presidido y dirigido por el asuntino,<br />
aquí radicado, Ramón Quijada, y donde al lado de algunos de los viejos valores,<br />
estuvieron agrupados: Vicente Millán, Víctor Sánchez, José Francisco Gil (Joche),<br />
Erasmo Núñez (El de Chila), José Mercedes Núñez, Hermenegildo Malaver,<br />
Heriberto Núñez, José Alejandro España, Jesús Marval, Pablo Guzmán y otros, que<br />
por utilizar como sitio de prácticas (por la sempiterna carencia de terreno adecuado)<br />
el antiguo "pozo de la vieja", recibieron del humorismo popular el calificativo o<br />
remoquete de "sapos" que más tarde hicieron propio. Pero nuevamente el secular<br />
mal isleño, puso fin a la obra, cogiendo la mayoría por rumbos diferentes y<br />
entrándose en una semi-inactividad que duró hasta el año de 1949, cuando gracias a<br />
la administración oficial, que regaló un equipo completo, y a la preocupación de<br />
quien esto reseña renació nuevamente el interés por el "Deporte Rey", y anexáronse<br />
al rol los nombres de Dimas Lárez, Enrique Gil, Francisco González (Chico Negro),<br />
su primo Ignacio Gil, Carlos Moya, Andrés González, y otros, que poco tiempo<br />
después aparecían constituyendo el "Sapos B. B. C.", para junto con varios<br />
refuerzos traídos de otros puntos de la Isla, representar al pueblo en el campeonato<br />
clase "B", que efectuóse en el año de 1955, donde desfiló en primer orden, luciendo<br />
vistosos uniformes costeados por la propia voluntad popular, y encabezados por<br />
Pablo Romero M., Virgilio Marcano y la madrina Gladys Guerra; quedando como<br />
recuerdo de esa época las destacadas actuaciones de Segundo Moya (maracucho),<br />
Emiliano González, Agustín Medina, Gerardo Guerra y Pedro Gil quien lanzó un<br />
juego perfecto, frente a la representación de Punta de Piedras. Y de aquí al año de<br />
1962, cuando con el mismo nombre, participó en el campeonato juvenil, ahora bajo<br />
la dirección de Félix Narváez (Morocho) y llevando como madrina a la dinámica<br />
Adina Rojas Marín, siendo las figuras nativas, descollantes esta vez, Domingo
Carrasquero Ordaz, Angel Gil (El Negro), Argimiro Guerra, Elio González, Toribio<br />
Romero y Jesús González, y aunque su actuación fue poco afortunada, sirvió sí,<br />
para afianzar hasta el máximo, el fervor que por dicho deporte sostuvieron los<br />
jóvenes de esa generación.<br />
Después de éstos, ha habido también otros clubes que han llevado el nombre de<br />
Tacarigua por diferentes campos de la Isla; y figuras que han vestido las camisetas<br />
de otros teams, como Nelson Gil, vencedor de los caraqueños en un campeonato<br />
nacional juvenil, celebrado en Margarita en 1969.<br />
Y ahora que ha resurgido la tradicional divisa de los tacarigüeros o sean los<br />
"Sapos B. B. C."', compuesta por, José Ramón Malaver (Manager), Angel Gil<br />
(capitán), Jesús A. González, Nelson Gil, René Maza, Miguel Lárez, Gregorio Gil,<br />
Martín Núñez, Jovanny Núñez, David Morao, Luis Gil, Aumel Lista, Otilio Millán,<br />
Eusebio Malaver, Edgar Quijada, Ismael González G., Eudomar Morao y José Gil<br />
Ordaz; seguros estamos que muchos triunfos más conquistarán para el pueblo de su<br />
procedencia y para el deporte en general y serán un nuevo aliciente para seguir<br />
laborando en el sentido de que se dote a Tacarigua de un campo deportivo, que bien<br />
justificado lo tendrá.<br />
Es digno de hacer notar también, que así como en "beisbol" ha habido fervor y<br />
algunos sobresalientes, en ciclismo, deporte nuevo en esta Isla, Tacarigua, no se ha<br />
quedado rezagada para entregar su aporte humano, en los nombres bastantes<br />
popularizados de: José Lárez (Chebelén), Aquiles Lárez, Adán Marcano, Hernán<br />
Núñez, Orlando Jiménez, Saturnino Moya (Cune), Alcides Quijada y Jesús Lugo,<br />
de destacada figuración en los torneos estatales.<br />
Pero con todos estos aportes al deporte neoespartano, la desafortunada Tacarigua<br />
ha continuado siendo mal recompensada; ni siquiera un terreno para prácticas de<br />
"beisbol", ni un parque infantil en su núcleo conocido como "Tacarigua Afuera", ni<br />
nada que tienda al desarrollo físico y fortalecimiento espiritual de sus jóvenes, ha<br />
recibido de los organismos, particulares u oficiales a quienes corresponde hacerlo.
FOLKLORE<br />
Y si en algunas cosas no ha tenido Tacarigua la dicha de ser pródiga, en otras sin<br />
embargo, la naturaleza misma, la ha sabido dotar de compensaciones como para que<br />
su nombre perdure asociado a las más arraigadas tradiciones y siga de boca en boca<br />
por todos los rumbos de la Isla, aunado al recuerdo de sus diversiones, chistes,<br />
pasatiempos y episodios ancestrales, que en vez de opacarla o ridiculizarla, -como<br />
muchos pobres de espíritu han creído , más bien la han realzado y contribuido a que<br />
por doquiera se escuche mencionar a la "Tacarigua Festiva". La de los bailes<br />
populares, llevados a cabo pretextando cualquier cosa o causa, como la llegada de la<br />
lluvia o la recolección de las cosechas abundantes y famosas; las construcciones de<br />
las casas de bahareque efectuadas en dos o tres días; las fiestas patronales o los<br />
simples cumpleaños, matrimonios, bautizos u otros actos similares, donde hombres<br />
y mujeres, ataviados a la usanza popular y al compás de típicos conjuntos<br />
orquestales, compuestos de: cuatro, maracas, bandolas, charrascos, tambores, etc.,<br />
etc., que ejecutaban alegres joropos, vals, pasodobles, danzas y polkas, bailaban<br />
hasta caer en el delirio, aupados sus ánimos por los efectos de la "chicha", el fuerte<br />
"carato", el casero "anisao" o el aguardiente, que entonces era abundante y<br />
baratísimo. Hechos que por haber carecido de quien los recogiese en escrituras, solo<br />
han venido transmitiéndose de generación en generación, por el imperfecto sistema<br />
oral, que tiende muchas veces a aniquilarlos o fantasearlos, de acuerdo con la<br />
capacidad descriptiva del narrador, pero sin hacerles perder en ningún momento su<br />
originalidad. Y así se recuerdan a cada momento las quemas de "judas", que aquí<br />
tuvieron destacada figuración desde tiempos lejanos, quedándose patentizados en la<br />
mente algunos, como el que organizó Eladio Velásquez e hizo célebre las<br />
chistoserías de los hermanos José Apolinar y Angel Gil, complementadas<br />
sabiamente por el maestro Rafael Gil Sánchez, al ir leyendo con su sencilla y<br />
risueña voz, incapaz de conquistarle enemistades ni en los momentos más<br />
enardecidos, cada uno de los pasajes del "Testamento", donde picarescamente iba<br />
escudriñando los más íntimos pormenores de la vida hogareña, para irlos asociando<br />
a la repartición de la fabulosa pero ficticia herencia; también a la célebre "Siborea",<br />
de la reyerta entre Chuíto González y Nicolás Malaver; y de igual manera a
"Clodoveo" y su compañera "Pirueta.", que hicieron concurrir gente de todas partes,<br />
como si se hubiese tratado de una fiesta religiosa; y en Tacarigua Adentro, jamás se<br />
ha olvidado el "JUDAS" maltratado y agredido por Manuel María Quijada, en<br />
eufórica despedida; ni mucho menos el que tuvo que acompañar Papá Cano<br />
(Calixto Jiménez L.) y dedicarle una fecunda y característica inspiración de última<br />
hora -como él solo sabía hacerlo en el pueblo-, salpicada con toda su natural<br />
graciosidad, chispa y salero, para hacer reír a carcajadas a propios y a extraños,<br />
debido a la pérdida, deliberada o no, del "Testamento" preparado de antemano; y<br />
por último, el quemado en el año de 1958, para desagraviarse los propios<br />
labradores, de los desmanes en que por algún tiempo los mantuvo cierto desaliñado<br />
y jactancioso personaje de la política anterior. Por otra parte, rememóranse también<br />
las diversiones de Pascuas, a base de animales y objetos simulados, como "La<br />
Vaca", de José Velásquez, Mateo Lárez y Severiano Ibarra, con su cuadrilla de<br />
subalternos; "La Iguana y el Conejo" de Epifanio González (el largo) y Pablo<br />
Farías, típicos humoristas de fecunda graciosidad; "La Chíquía" de los Romero, que<br />
marcó época; "El Pavo Real" de los Rivero, con sus despampanantes guarichas; "La<br />
Auyama" de un grupo que todo lo volcó en entusiasmo hasta hoy inigualado; "El<br />
Gallo de Casta", que dejaba traslucir el picaresco doble sentido original y<br />
pueblerino de Camilo y Daniel Romero (padre e hijo) ; "El Mono", escenificado<br />
magistralmente por Braulio Rojas, y "El Payaso", de igual manera, por Eduvigis<br />
Lárez, entre otros, que aunque dejen de mencionarse, por una u otra razón, fueron<br />
merecedores de muchísimos elogios. Y así mismo las parrandas que llevábanse a<br />
efecto en iguales épocas del año con o sin disfraces, recorriendo las calles y<br />
visitando las casas del lugar, donde los cantadores y músicos en conjunción de<br />
espíritu, hacían derroche de picarísima destreza, para la improvisación y ejecución<br />
de autóctonos aguinaldos, gaitas, polos, malagueñas sabanablancas, jotas,<br />
ensaladillas, corríos, zumbadoras, etc., etc., del repertorio popular y remembranzas<br />
de hechos y episodios de la vida cotidiana, convertidos en pasatiempos favoritos y<br />
muy bien acogidos por los oyentes, y recibiendo en obsequio, como era lo<br />
tradicional, cacao en abundancia, pasteles grandes y sabrosísimos, el ron añejado<br />
con ponsigué y otros frutos, hierbas y raíces, para hacer más características las<br />
antañonas noches de navidad o navideñas lamentablemente desaparecidas o<br />
transformadas lentamente por la acción destructora del tiempo o del terrible mal de<br />
la extranjerización que todo lo nuestro lo ha ido aniquilando sin compasión ni<br />
miramientos.
MITOS Y CREENCIAS<br />
Y como para que se pueda confirmar en toda su amplitud la verdadera raigambre<br />
autóctona de "La Tacarigua de Margarita", encontramos que todavía perduran en la<br />
mente de muchos de sus ancianos, las creencias en "mitos" "espantos",<br />
"fantasmas", y "aparecidos", que han venido conservándose como herencia<br />
ancestral de los antepasados "guaiqueríes", entremezclados con los infundios y<br />
atemorizaciones inculcadas por los colonizadores españoles, a propósito de<br />
facilitarse, en mucho, sus tareas de adoctrinamiento. No es difícil encontrar por<br />
doquiera, personas viejas, que con la mayor serenidad y poniendo énfasis en sus<br />
conversaciones, traten de convencer, relatando en una especie de historia<br />
idolátrica-cristiana, como era cierto que en las noches oscuras y silenciosas,<br />
mirábanse pasar por los torcidos callejones, el conjunto de ánimas en penas,<br />
encabezadas siempre, por una vieja, renca, de rosario en mano, entonando en un<br />
murmullo continuado e incomprensible, las antiquísisimas letanías de difuntos; y<br />
otros, que con el mayor desparpajo, aseguren, haberse topado infinidad de veces y<br />
en sitios diferentes, como: "La Piedra de Baudilia", "La Esquina de Próspero", "El<br />
Callejón de Paulina Marval", "La Ceiba", "El Corocoro", "La Algarroba" o "Las<br />
Chicas Viejas" (árboles centenarios), con los célebres personajes de lo ignoto,<br />
denominados o conocidos como DUENDES (varones y hembras) sombrerones o de<br />
melena larga, barbudos o lampiños, con "dienticos" o sin ellos, transformándoseles<br />
en un santiamén, de tamaño, aspecto y contextura, y ser estos herejes penitentes,<br />
muertos sin "el agua de bautismo'", los que tienen el poder sobrenatural, de escoger<br />
su pareja de sexo opuesto, para practicar sus diabólicos enamoramientos y<br />
mantenerles en constante zozobra, llegándose hasta el insólito caso de sonsacarles,<br />
con argucias y engaños, hasta lugares lejanos e intrincados, de donde sólo pueden<br />
rescatarles, la oportuna intervención de sus padrinos, mediante rezos y "espergeos"<br />
de agua bendita, y alejarlos de los sitios por ellos frecuentados, simulando bautizos<br />
en su presencia o la ingestión de comidas asquerosas; e igualmente a quienes<br />
aseguren, contra viento y marea, que es muy cierta la existencia de la vieja<br />
"Chinigua" , trotamundos de lo desconocido, caminante infatigable a merced de las<br />
brisas nocturna. les, agigantada y de aspecto desgarbado, de armazón esquelética y<br />
cabellera poblada y larguísima e intérprete de todas las lenguas, siempre enfundada<br />
en una enorme y blanquecina saya almidonada, que va efluyendo al compás de sus<br />
ligeros pasos, por demás sutiles y desproporcionados, su característico y siseante
sonido ultraterreno, perceptible únicamente al oído humano agraciado para ello, y la<br />
que, al enamorarse de algún joven galán de su preferencia, no había más remedio<br />
para despistarla, que proveerse de "amuletos", "ensalmos" reliquias" y "oraciones",<br />
como el credo y la magnífica, poner a prueba sus templados nervios y al peso de la<br />
media noche, fustigarla fuertemente con un ramo de "piñón" desganchado en<br />
Viernes Santo; y algunos más, que dicen enfáticamente, haber escuchado en las<br />
tranquilas horas del recogimiento humano, los lamentos ultramundanos de "La<br />
Llorona", que hacían erizar la vellosidad corporal de los racionales, pero sin poder<br />
precisar el sitio de sus desprendimientos; y que era muy cierta la existencia del<br />
"cuero seco", que con enorme tropel recorría el pueblo de extremo a extremo; y el<br />
"caballo desbocado", con bridas de cadenas y jinete a la usanza de guerrero español,<br />
que aparecía en las épocas predecesoras de grandes calamidades; y en la "gallina<br />
sacada", en la "manada de cochinos infernales" y en "el conejo brujo", terror de los<br />
cazadores nocturnos, que tenían como sitios de apariciones, entre otros puntos: "La<br />
Noria", "El Cañón del Río", "El Pozo de la Vieja", "Los Palosanos", "Macanaíto" y<br />
"El Portachuelo". Y sin quedarse atrás, los que se jacten de narrar a perfección las<br />
peripecias del llamado "Genio de los Romeros" en la Sierra Vieja de "El Rincón",<br />
con toda su carga de malquerencias, como: arrear los toros, botar el guarapo, atizar<br />
la hornalla, deseachazar la miel (melaza), y hasta oírsele cortar leña y cargar caña,<br />
como cualquier persona real, pero que al buscársele, no aparecían, ni él ni su carga,<br />
por ningún sitio, creando así el pánico, hasta terminar por sus desmanes con la<br />
molienda; y por otra parte, los que se dicen expertos en conversar con los difuntos,<br />
metiendo la cabeza entre las piernas, tapándose el rostro con las manos o<br />
poniéndose de cara a la pared, para neutralizar sus efectos dañinos; y los seguidores<br />
de "luces de muerto", -buenas o condenadas (de vigía), según el reflejo-, con el<br />
propósito de sacar los entierros que fuesen permitidos y que, por la gracia de<br />
haberles sido asignado, de una u otra manera, por el muerto, para que les sacasen de<br />
penas, de hecho les correspondían, sin que nada ni nadie tuviese derecho a<br />
regateárselos. Todas estas circunstancias, -irreales o fantásticas-, que ya se han ido<br />
esfumando con la entrada de la moderna civilización, en sus máximos exponentes,<br />
como: la instrucción, la luz eléctrica, la radio y la televisión, son pruebas<br />
fehacientes, que aseveran por sí solas, la existencia antiquísima de la población de<br />
Tacarigua.
EXPANSIONISMO Y MERCADEO<br />
Otra de las cosas que han caracterizado y por ende distinguido, a Tacarigua a<br />
través de los tiempos, ha sido la férrea voluntad o perseverancia de sus hijos hacia<br />
el enaltecedor trabajo de la tierra, a la que han tratado de extraerle el máximo de<br />
rendimiento, aunque utilizando el viejo y anacrónico sistema heredado de sus<br />
antepasados, que no ha sido otro, sino el simple empleo de sus propios músculos, lo<br />
que ha servido para que en todas partes se parangone a sus hombres con "máquinas<br />
humanas", y en las faenas más fuertes lléguese hasta a vociferar jocosamente, como<br />
en son de motejo, que no las realizarán "ni con peones tacarigüeros", y esto, por el<br />
solo hecho, de verlos permanecer de Sol a Sol aferrados a la dura brega o<br />
encontrarlos a cada momento tramontando diligentemente, laderas y cuestas<br />
empinadas, como tentados por un extraño impulso de expansión que los obliga a<br />
ensanchar el estrecho círculo formado por sus colinas circundantes, dentro del cual<br />
se han debatido durante centurias, para ir poco a poco y a merced del dinero de<br />
buena ley economizado pacientemente, moneda a moneda, adquiriendo mediante<br />
compras legales, ---como se puede constatar en los Registros Públicos de mediados<br />
del siglo pasado hasta la actualidad-, los terrenos, enseres y labranzas que en épocas<br />
pretéritas pertenecieron a distinguidas personalidades procedentes de otros lugares,<br />
como Santa Ana, La Vecindad de Martínez, San Juan Bautista, Los Millanes, La<br />
Asunción y Paraguachí, lo que vino a dar como resultado, que nuevos y humildes<br />
apellidos de nativos, como los: Gil, González, Marcano, Guerra, Malaver, Guzmán,<br />
España, Franco, Velásquez, Torres, Salazar, Lárez, Núñez, Moya, Rivera, Quijada,<br />
Lista, Alfonzo, Romero, Cabrera, Jiménez, Landaeta, Millán y otros, hayan<br />
sustituido en la propiedad, posesión y dominio de la tierra y de sus labrantíos a los<br />
tradicionales y foráneos: Mata, Rodulfo, Arocha, Gamboa, Brito, Gómez,<br />
Caraballo, Bellorín, Fermín, Pérez, García, Sánchez, Noriega, Ferrer, Campo,<br />
Verde, Bausa, Hernández, Morales, Tubores, Meneses, Medina, etc., que durante<br />
mucho tiempo o quizás desde la Colonia misma, la venían poseyendo a título de<br />
amos o dueños absolutos, logrando así el aumento de su radio de acción con la<br />
inclusión de otros sitios laborables, como los denominados: "El Tamoco",<br />
"Paraguachí el Cerro", "El Guayabal", "La Tagua", "La Conucada", "Guaitoroco",
"Valle Hondo", "La Palma Real", "Mata Hambre" y "La Volteada del Portachuelo",<br />
de donde por las tardes a la puesta de Sol, consubstancial izados por el típico canto<br />
de las "Zumba que zumba", "ensaladillas", "polos margariteños", "malagueñas" y<br />
"gaitas", vocalizadas también por sus mujeres e hijos, fieles siempre en sus<br />
compañías, mirábanse bajar por los serpenteados caminos de recuas, -herencias de<br />
sus antepasados-, portando maras a la cabeza, mapires a la espalda o jumentos<br />
cargados hasta el tope, con el producto arrancado a la agotadora faena diaria, y que<br />
luego al despuntar los primeros destellos de la aurora, haciendo alarde de sus<br />
espíritus incansables y emprendedores, incapaces de ser amilanados, ni por la<br />
distancia, ni por la rudeza imperante, ni por el tiempo mismo, -algunas veces<br />
valiéndose del rústico sistema de antaño o en otras aprovechando los modernos<br />
medios viales brindádoles por los vehículos a motor que todo lo aligeran-, irlos<br />
colocando por los distintos rincones, caminos y veredas de la Isla, hasta ciudades,<br />
pueblos y caseríos, para traer de vuelta algo de lo indispensable en el hogar<br />
doméstico, obtenido, la más de las veces, en pública permuta, conque medio<br />
equilibrar sus menguadas economías, y reservarse un poco para ir planeando la<br />
adquisición de nuevas propiedades y seguir expandiendo cada día sus dominios<br />
laborales. En esta diaria, afanosa y destacada misión de incansables caminantes y<br />
ambulantes vendedoras de sus productos campestres, como: arepas, cachapas,<br />
tubérculos, hortalizas, guisantes, cereales, plantas medicinales y frutos sazonados, o<br />
aves de corral y sus posturas, y de la recién ordeñada y nutritiva leche o de las<br />
demás cantidades de manjares arrancados a sus ubérrimos conucos, destacáronse<br />
personajes, que sin creerlo, pasaron del hecho a la leyenda, dejando grabados por<br />
doquiera sus nombres con la tinta indeleble del recuerdo, como lo fueron:<br />
Guadalupe Quijada, Leona Mata, Agustín Núñez, Chica Franco y Atanasia Gil, por<br />
los lados de La Asunción; Panchita y Genara Moya y Bonifacia Quijada, por las<br />
vías de "El Tirano" y sus enlaces; Quiteria Marval, Chepa Fermina, Concepción<br />
Núñez, Ignacia Cabrera, Patricia González (Pachino), Baldomera Díaz y Lucana<br />
Núñez, por la ruta que va desde Santa Ana hasta Juangriego; y Donato González,<br />
Matías Díaz, Melítón Marcano, Andrés Franco, Saturnino Cabrera y Miguel Rojas,<br />
por el lejano y soleado "Arapano" y sus contornos, quienes, -como repito-, sin<br />
imaginárselo nunca, iban con sus consuetudinarias andanzas, escribiendo una<br />
página más, llena de ardor y heroísmo, para la historia inédita de la Tacarigua<br />
labriega y expansionista.
COOPERATIVISMO<br />
Y al recordar a Tacarigua la vieja, la ancestral y la típica, la del trabajo duro y<br />
los jolgorios reparadores, la de "los hombres del azadón y el machete y las mujeres<br />
de la piedra y el pilón", como dijera un inspirado escritor de tiempos idos, la de las<br />
diversiones y los mitos, y la de la hospitalidad a toda prueba; se tiene que hacer<br />
obligada remembranzas de la que desde épocas inmemoriales hasta no hace mucho,<br />
---cuando el cemento invadió sus predios-, conservó en la Isla, la más antigua y<br />
monolítica, -aunque primitiva y rudimentaria-, "Sociedad Comunitaria" alabada,<br />
envidiada y ponderada en todos los contornos; aquella Tacarigua que limpiaba y<br />
acondicionaba; calles, callejones, veredas, caminos, empalizadas y cuantas cosas<br />
eran de utilidad pública, por el sistema de las "faginas"; la que prosiguiendo a la<br />
obra de carpintería, terminaba sus casas de bahareque en tiempo récord, poniendo<br />
en práctica el antiquísimo sistema comunal de las "cayapas", sinónimos (le unidad,<br />
confraternidad y compañerismo, -muy necesario en estos adelantados y<br />
modernísimos años , recolectando mancomunadamente los materiales utilizables,<br />
como: las "latas" (varillas de madera), en las variedades de "guatacare", "algodón",<br />
"caratejo", "pellejo de indio". "cuspa", etc., y las enormes "ruedas" de bejucos<br />
montañeros, de la especie denominada "querere", unos y otros más aconsejables y<br />
de mayor consistencias para el "enlatado" (armazón) de las paredes, sencillas o de<br />
cajón (doble enlatado) ; la que en larga y alegre romería de sus ancianos, jóvenes,<br />
adolescentes y hasta niños, todos de ambos sexos, transportaban el "barro" desde<br />
los lados de "El Manantial" o "El Rincón", en consideración a su calidad y<br />
consistencia, en: "maras", "mapires", "agajes" y "burros" para luego, con la paja<br />
"murechera", de hoja larga y nervio duro, cargada en gigantescas "parihuelas"<br />
(haces), que parecían movilizarse solas, y del agua conducida desde los pozos y<br />
aljibes, en "barriles", "múcuras" y "tinajones", ir efectuando la compactación del<br />
material, al compás de una danza folklórica y originaria de la región, que<br />
denominaban "el baile del barro", ejecutada con destreza y entusiasmo delirante,<br />
por hombres y muchachos, de pantalón arremangado hábilmente, hasta lo más alto<br />
de los muslos, y torso descubierto, unidos fuertemente entre sí en una especie de<br />
cadena humana, enlazada por los brazos cruzados a la espalda, que pasaban de una<br />
a otra persona, hasta agarrar lo más fuerte del cinturón a la altura del cuadril, y<br />
dirigidos al son monótono de "cachos" y "botutos" (caracoles), -tradicionales<br />
instrumentos de su ancestro aborigen-, por expertos, como: Eusebio Gil, siempre de
galón y "peca" (vasito de coco), en las manos, Andrés Salazar, Nieves Franco,<br />
Daniel y Macario Landaeta, Rudesindo y Perucho Núñez, Anselmo y Marcelino<br />
Marcano, José Guillermo Moreno y Benedicto Rivas, quienes eufóricos por los<br />
efectos del aguardiente repartido en abundancia, y entre singular algarabía, hacían<br />
escenificar ritmos característicos como: "La Pava", "La Guarandinga, o "El<br />
Maremare", etc., torciendo o ensanchando la "cadena humana", según fuese de<br />
necesidad, para dar paso a los "mojadores" (vaciadores del agua) y a los trozadores<br />
y regadores de la "paja", que de inmediato todos entremezclaban a golpes fuertes y<br />
acompasados, marcando el compás al sacar una pierna embarrada hasta la pantorrilla<br />
y dar uno, dos o tres tanteos con el pie, rápidos y suaves sobre la superficie<br />
remojada, antes de hundirla, a golpe duro, nuevamente, para, extraer la otra con<br />
similar propósito, hasta considerar el "barro" en punto de que los "picadores"<br />
(azadoneros) los fueran poniendo en "pellas" (pequeñas porciones), para otros, con<br />
sin igual destreza irlas "pegando" a las paredes previamente "enlatadas", hasta que<br />
se taparan los últimos "boquetes" y se escuchara el disparo del cañón que indicaba<br />
llegada la hora de comerse el suculento "sancocho", preparado magistralmente por<br />
escogidos cocineros como: Andrés y Ramón Franco, Pulido Gil, Jenaro Malaver,<br />
Goyo Lárez, Julián Adrián, Chico Mata y Laureano Lista, y casi siempre<br />
consistente en una gordísima "res" o treinta o más chivos, que con plátanos, yucas<br />
dulces, chacos (batatas), auyamas y todo cuanto en verduras, guisos y condimentos,<br />
le proporcionaban sus ubérrimos "conucos" se encontraban despidiendo penetrantes<br />
olores, dentro de uno o dos calderos de a cuarenta o más galones, colocados sobre<br />
"fogones" de a tres piedras y a fuego vivo, en medio del corral recién barrido, y<br />
circundados por enormes platos de barro "cercadeños" adornados con grandes<br />
arepas, tortas de cazabe y pedazos de papelón, tentando hasta los de apetito más<br />
débiles, mientras las mujeres y jovencitas, atendían la repartición, colmando a los<br />
recipientes, y buscando colocación a los muchachos en los sitios donde se habían<br />
sentado, en pleno suelo, tres o cuatro hombres, a fin de que grandes y chicos<br />
quedasen satisfechos y recordasen para toda la vida, la obra realizada, que venía a<br />
terminar definitivamente, con la llamada "tornaboa" del día siguiente, en la cual se<br />
arreglaba el "suelo" (piso de tierra) y alguna que otra cosa que no hubiese quedado<br />
a perfección. Así se cumplía con una de las más remotas y características tareas de<br />
la "Tacarigua Comunitaria", que a pesar de su aferramiento, en sostenerse activa y<br />
electiva, se ha ido esfumando irremisiblemente.
MUTUO AUXILIO EN LO LABORAL<br />
Los que conocieron, o han oído hablar a sus mayores, acerca de la Tacarigua de<br />
antaño, no tienen el menor recato en justificar a ciencia cierta, que las curiosidades<br />
recogidas en esta "pequeña descripción", no son mera fantasía producida por<br />
crónicas alucinaciones, sino la pura y cabal realidad histórica del devenir de un<br />
conglomerado humilde y laborioso, donde, no sólo lo relacionado con las<br />
construcciones de sus casas de habitaciones y el acondicionamiento de las obras de<br />
utilidad pública, llevábanse a cabo mediante el sistema comunitario, sino que<br />
extendíanse mucho más allá de dichos hechos, llegando hasta abarcar la actividad<br />
particular y tender consecuencialmente, sus radios de acción hasta el mutuo auxilio<br />
personal, engendrado en los nobles principios colaboracionistas. En efecto, usaban<br />
corrientemente, y muy a menudo, en sus cotidianas tareas de labranza, el sistema<br />
conocido con el mote de "peones ganados", consistente en ir hoy con el que más<br />
urgido estuviese de los servicios, para que éste y en su debida oportunidad, se los<br />
retribuyera de igual manera, lo que contribuía a extinguir la época de la inactividad<br />
unilateral -o tiempo muerto-, y en consecuencia a aumentar el rendimiento por la<br />
colectivización, en un momento dado y sobre un objetivo determinado. Así mismo,<br />
los rudimentarios conocimientos que por intuición propia tenían, de las variaciones<br />
del tiempo en esta región tropical, que repercutía favorable o negativamente -según<br />
el caso , sobre la ubicación de sus predios labrantíos, señalados en sus calendarios<br />
autóctonos y localistas, como veraneros e invierneros y aptos para tales y cuales<br />
productos cultivables, los conllevó a poner en ejecución el mutualista sistema de<br />
"las cayapas", para las grandes sementeras del maíz tradicional y aborigen, que<br />
practicaban de "oscuro a oscuro", en cerros y llanadas, con un ánimo imponderable,<br />
tratando cada quien particularmente de es. forzarse por lograr el mayor rendimiento<br />
en la tarea propuesta, como si se tratara de un evento deportivo, y luego, en la<br />
recolección del producto sazonado, donde asistían, provistos de "mapires y puya"<br />
-corno lo registra el argot popular---, para ir con una habilidad manual<br />
peculiarísima, abriendo las envolturas, despegando las mazorcas y llenando los<br />
receptáculos disponibles, que al hombro conducirían los más capaces, al cargadero<br />
de los burros o hasta la casa del beneficiado, si así las circunstancias lo requerían,<br />
siendo muchos los que lograron dejar impresos sus nombres en las páginas del<br />
recuerdo, como azadoneros insuperables, o invencibles cargadores hasta largas<br />
distancias, de los célebres "sacos de a tres varas", que caracterizaron la, época de la
imposición de la fuerza muscular. También fueron necesarias, y con similar<br />
efectividad, en las siembras y arranques de los inmensos “chacales" (batatales) de<br />
las especies conocidas como: "marteño", "concha de níspero", nigüinigüe", etc., que<br />
irían a paliar las necesidades de los pueblos situados en toda la extensión ribereña<br />
del mar; e igualmente en la formación de las grandes "tablas" (labranzas) de "yuca<br />
brava", de las variedades denominadas: "mulata", "negra", "catira", "punta de<br />
lanza", "guacamaya", etc., utilizadas para la ingeniosa elaboración del cazabe y<br />
otros derivados; tarea que empezaba "al primer canto de gallos", cuando el<br />
"botutero" entonaba su adelantada diana, llamando a la faena del "raspado"<br />
(descortezamiento) de las carnosas raíces, que movidas por diligentes manos,<br />
pasarían de allí a los lavaderos, de estos a los ralladeros, luego a las "prensas" o<br />
"sebucanes", más tarde a los "manares" para cernirla, de donde la volcarían<br />
pulverizada a los recalentados "budares" y así sucesivamente, hasta completar la<br />
finalidad propuesta, al mirarse los blanquecinos discos diseminados por los<br />
secaderos, y por último, formando los "adorotes", (paquetes de 20 tortas) para ser<br />
conducidos con más comodidad a los puestos de venta. Y tampoco pasaba por<br />
desapercibido el sistema comunitario, en las moliendas de los vastos cañamelares,<br />
plantados en vegas y laderas de sus regiones circundantes, observándose a hombres<br />
y muchachos, voluntarios, colaborando en las tareas de corte, descogolle y<br />
transporte de las cañas hasta el "sitio del trapiche", que movido por yuntas de<br />
grandes y gordos bueyes, se encargaban de triturarlas y extraerles el "guarapo" que<br />
merced al cocimiento a altas temperaturas, en calderos enormes, montados en<br />
rústicas hornallas, transformarían pacientemente en cónicos "papelones",<br />
moldeados en hormas de barro cocido, elaboradas por las alfareras de "El Cercado",<br />
y en el llamado "tirón" (papelón elástico) o en la "miel" (melaza) que traían a lomo<br />
de burro o al hombro, -donde más de un humano llegó a conducir ingeniosamente<br />
hasta dos barriles a un mismo tiempo-, para contribuir a alimentar los alambiques<br />
locales, que la convertirían en el aguardiente capaz de animar más tarde sus fiestas<br />
y saraos o a ayudar a disipar sus penas y congojas. Más o menos así transcurría la<br />
pacífica vida de "La Tacarigua" de antaño, la de las grandes sementeras y mejores<br />
cosechas ; la que legó como herencia esa sabia y fecunda lección de amar a la tierra<br />
y al trabajo, que sus hijos todavía siguen defendiendo contra todos los embates de la<br />
vida moderna, caracterizada por sus totales transformaciones en todos los órdenes<br />
de la existencia.
MUTUO AUXILIO EN LO SOCIAL<br />
Y así como Tacarigua ha dejado traslucir hacia los cuatro puntos cardinales, los<br />
reflejos de su estabilizada unidad de acción comunitaria, para las faenas laborales,<br />
basamentada en la perseverancia de sus principios tradicionales, de la mutua<br />
colaboración en el trabajo de la tierra, en la recolección de sus productos, en las<br />
construcciones de sus viviendas, en el aseo de sus calles y caminos y en todo lo que<br />
fuese de utilidad pública o beneficio particular, ha puesto así mismo, a vista de<br />
propios y extraños, como una lección más de convivencia y confraternidad,<br />
-heredada también de sus antepasados, creyentes en la Superioridad de un Ser al<br />
cual estaban subordinados, y al que tarde o temprano tendrían que rendirles cuentas<br />
de su breve estadía sobre la tierra, sus nobles muestras de desprendimiento humano<br />
generados de una sociedad eminentemente cristiana. En tal sentido, sentían el mal<br />
ajeno como suyo propio y era frecuente mirarlos en las casas de los enfermos,<br />
confundidos todos como miembros de una misma familia, actuando, disponiendo y<br />
hasta ofertando lo más íntimo que tuviesen y que pudiesen ser de alguna utilidad,<br />
inclusive dinero, el cual prestaban a título de palabra empeñada únicamente, sin el<br />
especulativo porcentaje de intereses, ni más testigos que sus propias personas, a lo<br />
que se debe, que sea el pueblo de la Isla, del más bajo índice de hipotecas y<br />
gravámenes en sus bienes inmuebles, como muy bien se puede constatar en las<br />
Oficinas de Registro Público. Igualmente, y debido al amplio concepto que<br />
albergaban acerca del valor del ser humano, sentían una gran predilección por sus<br />
muertos, llegándose el caso que al acaecer algún fallecimiento y las campanas<br />
empezaban a expandir sus lamentinos tañidos anunciadores, incontinenti hacían un<br />
alto en sus faenas campestres, por importantes que fuesen, para dirigirse en<br />
interminable romería, presurosos y cabizbajos, hacia la casa del difunto, donde<br />
nunca irrumpían con las manos vacías, sino llevando siempre algo en son de dádiva,<br />
-no de limosna- , que las más de las veces consistía en cosas que obligadamente<br />
tendrían que ser utilizadas, como: papelones, café, cacao, velas, aceite, tabacos, etc.,<br />
y de allí, luego de las cumplimentaciones, partir la caravana de hombres, portando<br />
sus patrimoniales herramientas, tales como: coas, picos, palas, azadones y<br />
machetes, hacia el lugar señalado para cavar la sepultura; faenas que estuviéronse<br />
llevando a cabo desde épocas inmemoriales, en el Cementerio de la Villa de El<br />
Norte, donde correspondían por su cercanía y ordenamiento eclesiástico, hasta el<br />
comienzo de la última década del siglo próximo pasado, cuando gracias a las<br />
donaciones de terrenos hechas por Juan Narciso Gil y Carlos Lista, y
acondicionamiento por colaboración popular, se pusieron en servicio los dos<br />
cementerios correspondientes a los núcleos más poblados de esta comunidad, y en<br />
donde, al igual que en el anterior, era curioso ver como los asistentes iban formando<br />
un círculo, de pie, sentados o acuclillados, en derredor de la fosa en construcción, a<br />
objeto de irse turnando con regularidad y de paso ir urdiendo una especie de<br />
curriculum vitae del desaparecido o ir comentando asuntos generalizados, propios al<br />
momento de ánimos caldeados por el mucho aguardiente ingerido; hasta que otro<br />
grupo hacía su aparición con las "lajas" extraídas de las quebradas circundantes y<br />
destinadas a tapar el tanque subterráneo, formado de "alefrí" (escalón) cortado en la<br />
propia tierra, -obra sustituida última. mente por el trabajo de albañilería-. Y así<br />
concluida esta primera etapa, casi siempre esperaban hasta el siguiente día, para<br />
llevar a cabo el acto del entierro, que a la vez proporcionaba la mayor demostración<br />
de duelo popular, al ser llevado en hombros de personas de edades diferentes, que<br />
continuamente veíanse relevados, puesto que muchos disputábanse, como deber<br />
sagrado, el derecho a cargar también el féretro del compañero ido, y mandarle a<br />
"cantar posas" (responsos) de despedida en casi todas las puertas de las casas por<br />
donde iba pasando el fúnebre cortejo, hasta hacerse tediosa la peregrinación para los<br />
venidos de otros lares, no familiarizados con la añeja costumbre, tenida como<br />
propia de este pueblo, central, y a dejarlo en la fosa, con un puñado de tierra echado<br />
por cada concurrente y volverse de regreso, a renovar el pésame. Y si en algún caso,<br />
el muerto resultaba de extremada pobreza, efectuábanse colectas para comprar los<br />
útiles de más necesidad, a fin de sepultarle como gente decente, en la creencia de<br />
que tendría que presentarse al "Tribunal del Cielo". Y era otra costumbre, también<br />
muy arraigada, llegarse hasta la casa las 9 ó 15 noches que duraban los rezos, -los<br />
varones de bayeta (cobija) terciada y las hembras de típicos romantones (mantas)-, a<br />
estar acompañando a los dolientes y entonar las plegarias de difuntos, que luego<br />
eran adicionadas con chistes, pasa. tiempos, cachos, adivinanzas, cuentos y hasta<br />
historias completas, narradas magistralmente por viejos memorizadores de fama<br />
imponderable, lo que iban intermediando con la repartición del tinto café, el oloroso<br />
guarapito aliñado tragos de ron, tabacos criollos, bizcochos, etc., que se iban<br />
prolongando hasta el amanecer. Así cumplíase una de las más viejas y<br />
características tradiciones del conglomerado "tacarigüero", que a pesar de los años y<br />
sus consecuenciales transformaciones, como han sido las que obligaron a dejar el<br />
humilde "cajón", para darle preferencia a la urna, que a su vez ha sido casi<br />
desplazada por el modernísimo "cofre" y haberse reducido los rezos a poquísimas y<br />
tempranas horas de la noche, todavía sigue conservando mucho de su primitiva<br />
originalidad.
ACTIVIDADES FEMENILES:<br />
Al intentar llevar a cabo una reminiscencia en el aspecto socio-económico o<br />
histórico-geográfico de la región céntrica de Margarita, conocida con el sugestivo<br />
nombre aborigen de Tacarigua y poblada de gentes sencillas, laboriosas y apegadas<br />
fuertemente a su ambiente, es como un compromiso, o simplemente un deber<br />
ineludible, dedicarle, cuando menos, una página aparte a sus féminas. A las<br />
"tacarigüeras" de Margarita, que han popularizado grandemente el gentilicio; a las<br />
que se refirió Francisco Javier Yánez, haciéndolas aparecer como nobles<br />
samaritanas en el Hospital de Tropa, creado por los patriotas en dicha región, entre<br />
los convulsionados años de 1815-19 ; a las que representó de cuerpo entero,<br />
Eduardo Blanco, como prototipo de la mujer isleña, cargando alimentos y<br />
colaborando resueltamente con los suyos en la fulgurosa batalla de Matasiete; a las<br />
que, en sus "Caminos de Venezuela", personificó Alberto Ravell, en la popular<br />
"Chepona", como ejemplo de hospitalidad, cordialidad, servicialismo y<br />
campechanería, propios de las campesinas criollas, puestos de manifiesto en su<br />
disposición a cualquier hora, para la preparación de los típicos y sabrosísimos<br />
sancochos de gallinas y adobadas tortillas, con que atender a los visitantes, -arte que<br />
ha seguido ejecutando con gran maestría y similar receta, otra nativa, guasona y<br />
populachera, que atiende al nombre de Antonia Marcano, y en fin a todas las que en<br />
el anonimato, dentro y fuera de la región natal, son temas obligados en las tertulias,<br />
corrillos y expansiones, por sus chistosidades, cortesía, modestia y hablar<br />
característico, y todo ese cúmulo de cosas, -irreales algunas, ciertas otras-, que han<br />
venido arrastrando a su apelativo como un bagaje de la tradición, pero que en nada<br />
ha desmedrado su condición de mujeres ciento por ciento integrales y trabajadoras.<br />
Desde los albores mismos del nacimiento de su raza, y a través de las edades,<br />
encuéntraseles, formando parte principalísima de las funciones campestres, que cual<br />
fragua naturales les han servido para templar y fortalecer hasta el máximo sus<br />
músculos y sus almas, allí han compartido con el varón la dura tarea agrícola,<br />
considerada por muchos no apta para hembras; han labrado directamente el<br />
"conuco" y han conducido sus productos hacia distintos rumbos. han sido las<br />
sempiternas sembradoras del maíz y los frijoles, mientras el compañero, el padre, el
hermano o el hijo, les correspondía la misión de ir hoyando la tierra ; han sido<br />
siempre las infatigable, recolectoras de pepinos, patillas, auyamas, anones, melones,<br />
pifias, legumbres, demás frutos diversos, semillas silvestres, flores de la jardinería y<br />
plantas aromáticas, para el consumo propio y de particulares, mientras que los del<br />
sexo contrario ocupábanse de las tareas más agobiantes o peligrosas; han ayudado<br />
sin vacilaciones y con denuedo a pastorear el ganado mayor y menor y llevándolo a<br />
los bebederos, para que el hombre pudiera cumplir jornada completa en otros sitios,<br />
cercanos o distantes ; nunca sintieron apatía para llevar la comida a las grandes<br />
peonadas o al solitario conuquero por lejos que fuese el. lugar, ni para transportar el<br />
agua desde los pozos, aljibes, o manantiales, distantes en muchas horas de largo<br />
caminar y portando con sin igual destreza, la enorme "múcura" suelta en la cabeza<br />
equilibrista, o trayendo repletos los medianos "taparos" (tapara) que oscilaban en<br />
número de tres a siete, -según el caso y la consistencia física de la cargadora-, y<br />
distribuían con peculiar maestría, colocando tres dentro del rústico “mapire",<br />
apoyado a la espalda, y pendiente por una fuerte cuerda de "tres hebras" que bajaba<br />
tirante desde la cabeza, uno abrazado a la altura del seno, otro colgado de la tensa<br />
diestra, otro suelto en el hombro que dejaba libre la cuerda del "mapire" pasada de<br />
exprofeso por debajo del brazo y el último, colocado sobre la llamada "rodilla"<br />
(rollo de trapo) prensada en la cabeza como amortiguamiento de tan pesados e<br />
incómodos aditamentos; así mismo han cargado las más de las veces, la leña y la<br />
vitualla para las necesidades diarias, y han sido, en fin, parte imprescindible de la<br />
economía doméstica, donde fungen de dueñas y administradoras. Y para completar<br />
todas esas cosas, como si fuera poco, han sido factor preponderante en la industria<br />
casera, donde, sin olvidar ni un momento, su condición de madres, criadoras y guía<br />
de la abundante prole, y a la vez, amas, servicios, encargadas del lavado,<br />
aplanchado y remendado, les "robaban tiempo al tiempo", para dedicarlo a la cría de<br />
aves de corral, de cabras de patio, de colmenas, y de los criollísimos cochinos, que<br />
en épocas pretéritas fueron fuentes inagotables de entradas monetarias, y lo que les<br />
obligaba a llegarse hasta los puertos de Juangriego, El Tirano, Manzanillo,<br />
Pampatar, Porlamar, etc., conduciendo las enormes maras repletas de huevos, o<br />
movilizando grandes sartas de gallinas y pollos, o arreando manadas de pacientes y<br />
gordos cochinos, buscando los sitios de mejor venia, y luego satisfechas, regresar<br />
con el dinero a la, casa, como patrimonio común de la familia; bregaban hasta la<br />
saciedad, junto con los hombres, en la fabricación del cazabe, y en las grandes<br />
rallanzas de coco para la extracción del popular aceite. -anticipo de la electricidad-,<br />
y el cual llegó a ser uno de sus más importantes renglones económicos ; e<br />
igualmente se desenvolvían con destreza en la elaboración de las "arepas" (pan de
maíz) y "telitas" calientes (arepas delgadísimas) que las hicieron famosas de verdad:<br />
comenzando con el "pilado" del maíz, ejecutado a una o dos "manos" (solas o en<br />
parejas) a fin de desconcharlo totalmente, y más tarde lavarlo o aventearlo<br />
(separarle la concha) pasando luego a "calentarlo" (sancocharlo prudencialmente)<br />
para el siguiente día irlo volviendo "masa" en las rústicas "piedras horquetadas"<br />
(piedras sobre horquetas) o en las modernas máquinas, y seguidamente irla<br />
moldeando entre golpecitos característicos de mano, hasta llevarlas al "aripo"<br />
(budarito), taparla con el "plato de pie" (plato de barro cocido con mango en lo más<br />
convexo) y pasarlas al "arrimador" varilla horizontal frente al fogón con brasas) a<br />
recibir el último "fuego" para rasparlas (limpiarlas) y dejarlas convertidas en el<br />
imprescindible pan de la dieta diaria. No de otra manera, ha transcurrido la famosa<br />
vida de las "tacarigüeras", desde antaño hasta hogaño, en lucha siempre contra la<br />
misma suerte, que a veces se le torna rebelde e incomprensible.<br />
SUCESOS Y COSTUMBRES ANTIGUAS<br />
A estas alturas bastante avanzadas del dinámico siglo XX, signado con sobrada<br />
razón, como el de lar máquinas, la ciencia, el átomo y las transformaciones en<br />
general, parecerá inoficioso, -para algunos desadaptados a este sistema de trabajos-,<br />
desperdiciar un buen pedazo de tiempo, sólo para escudriñar hasta el horizonte de la<br />
mente humana, o para arrancarle a los más viejos todo el conocimiento que en<br />
buena hora pudieron acumular por experiencia propia o por legado de sus<br />
antepasados, acerca de la manera como se desenvolvía la comunidad "tacarigüera",<br />
allá por los lejanos años que han quedado bastante distanciados de esta era cósmica.<br />
Pero únicamente así hemos logrado enterarnos, que, como agrupación de pura<br />
antonomasia aborigen, prevalecía en ella muchas de la hoy llamadas costumbres<br />
arcaicas, provenientes de la primitiva casta "Guaiquerí" pobladora autóctona de este<br />
dilatado y fértil valle, con algunas variantes consecuenciadas por la influencia de las<br />
nuevas teorías, creencias y costumbres, traídas de ultramar por los descubridores,<br />
quienes al fin y al cabo, se fueron transformando en dominadores de tierras y almas<br />
e impositores a la fuerza, de su idioma, religión y civilización, pero sin lograr, en<br />
ningún momento, desplazar totalmente esa mitología arraigada durante milenios en
el espíritu del indio, y solo logrando a medias, fomentar una especie de hibridismo<br />
neoclasista dentro de la naciente sociedad. Resultando de allí, que nuestros<br />
antepasados, -llamados mestizos por la mezcla de razas-, tuviesen un concepto muy<br />
articular, sobre todo, en lo concerniente a la nueva religión la que entendían y<br />
practicaban a su manera, con matizajes de la puramente cristiana, predicada por los<br />
colonizadores y la de sus mitos e ídolos ancestrales; lo que dió lugar a que se<br />
introdujeran en el enrevesado calendario nativista, un conjunto de fechas y de<br />
nombres señalados por los criollos, como "días de Santos Bravos", y a los cuales les<br />
tenían una especie de pavor descomunal, horroroso, fantasmal, frisando siempre en<br />
lo trágico, que les obligaba a llevar a cabo, durante ellos, un singular alto en las<br />
labores cotidianas, no saliendo de sus humildes cabañas, "ni por nada ni por nadie,''<br />
insuflando similar temor entre sus pequeños descendientes, quienes obligaban a<br />
escuchar alelados y sin pizca de alegatos, las narraciones de hechos fatales,<br />
acaecidos en esas efemérides y atribuidos a desobediencias o profanaciones,<br />
llegando a enfatizárselos, de la manera más descriptiva, mencionándoles como<br />
ejemplos, el desencadenamiento de las grandísimas "tempestades", acompañadas de<br />
centellas, relámpagos, rayos y truenos, e igualmente las grandes "virazones" (lluvia<br />
descomunal) desatadas como castigo de Dios, en los días asignados a San Cayetano,<br />
San Lorenzo, San Felipe, San Ramón y San Bartolomé, haciendo énfasis de su<br />
verídica aseveración, en las llamadas "virazones" de "Ña Nieve", de "Tirma",<br />
-cuando una mujer de este nombre repicó las campanas en son de alarma-, o de "Ña<br />
Chica" (Francisca Gil) caída ésta precisamente en un día correspondiente al último<br />
de los mencionados Santos, (San Bartolomé), y en la cual, al desbordarse<br />
fenomenalmente las crecidas quebradas, por irresistencia de sus antiquísimos<br />
lechos, causaron una angustiosa pesadilla, llegando al colmo de la desesperación,<br />
cuando una de estas satánicas corrientes, conocido su cauce tradicionalmente con el<br />
pomposo nombre de "El Orinoco", tramontó sus bordes y el furor de sus aguas<br />
endemoniadas irrumpieron repentina y bruscamente por dentro de la habitación de<br />
la nombrada "Ña Chica", arrasando con todo lo encontrado a su paso, que iban<br />
desde la batea, las cazuelas, los platos, ollas y dormitorios hasta las aves de corral, y<br />
el gordo cochino, que fueron a parar, entre tumbos y volteretas, al "Pozo de la<br />
Vieja", y salvándose ella por no encontrarse allí en el momento del desastre. Por<br />
otra parte sería lógico mencionar también, la manera mística como guardaban, -con<br />
la mayor rigurosidad y recogimiento que rayaba en fanatismo-, la "Semana Santa o<br />
Mayor" destinada por la Iglesia Católica a rememorar la “Pasión y Muerte de<br />
Nuestro Señor Jesucristo", al empezar por recoger, en las primeras horas del Jueves,<br />
todas las herramientas de labranza, como : azadones, picos, coas, machetes,
cuchillos, etc., e irlos pacientemente acomodando en un solitario rincón, a fin de<br />
declararlos en receso forzado, y luego ir "colocando boca abajo" dentro de la cocina,<br />
todos los utensilios de uso cotidiano, desde las cazuelas y los platos cercadeños,<br />
pasando por la ollita del café, hasta el más insignificante objeto culinario, y seguir<br />
tapando rigurosamente, las "piedras de moler”, el pilón y la escusa (minúscula y<br />
rústica despensa colgante del techo), y luego apagar los últimos vestigios de la<br />
lumbre mantenida permanentemente en el fogón, a base de leña fuerte, para esperar<br />
en tal estado, la hora del "encierro" destinada a declararlos fuera de toda actividad<br />
material y también de algunas corporales, y dar comiezo a la rigurosa inactividad,<br />
que no rompían "ni por la cosa más necesaria del mundo", por temor al castigo<br />
eterno, llevándolos el ciego fanatismo, a ir gastando las horas en un prolongado<br />
misticismo que interrumpían sólo para ingerir algunos sorbos de agua, una que otra<br />
fruta almacenada previamente y pequeñas raciones de harina de maíz tostado y<br />
"entaparada" con anticipación, debido a la creencia, de que toda actuación de<br />
fuerzas que se hiciese en estos "Santos Días", iría a chocar directamente contra el<br />
"divino cuerpo del Dios muerto" y sobrevendría irremisiblemente el "eterno<br />
castigo", representado en males de toda laya para los caídos de exprofeso en tan<br />
brutal herejía, narrándose con lujo de detalles y a manera de ejemplos, los diversos<br />
casos de heridas, aporreos, accidentes, muertes mismas y cuanto pudiese traducirse<br />
en explicación, sucedidos una y otra vez a los desacatantes de la tradicional<br />
creencia, y viniendo a poner coto al total aislamiento, el SABADO DE GLORIA, al<br />
oírse el repique que anunciaba tan trascendental acto, volviendo desde ese instante,<br />
la alegría a los hogares, la lumbre a los fogones, el trabajo a los huertos, la actividad<br />
a las casas, las vacas y las cabras a los ordeñaderos, la carne y los pescados a los<br />
puestos de venta y por ende la vida a su lucha incesante, como si nada hubiese<br />
acontecido. Claro que de estas costumbres ya casi nada queda, amén de los<br />
recuerdos y el murmullo criticón de alguna que otra vieja, que no ha tenido el valor<br />
suficiente de adaptarse a las transformaciones.<br />
LEYENDAS ARCAICAS<br />
Se puede asegurar sin temor a equivocaciones, que el pueblo de Tacarigua, es uno<br />
de los más antiguos de Margarita, e igualmente, que era uno de los tantos<br />
asentamientos de aborígenes ubicados en la "Paraguachoa" cuando en hora
afortunada lograra divisarla, -a pesar de sus ojos enfermos, el célebre Almirante<br />
Cristóbal Colón, allá por aquel lejano 15 de agosto de 1498, mientras prolongaba la<br />
ruta de su tercer viaje por el Nuevo Mundo o Indias Occidentales. Y no es difícil<br />
justificar la veracidad de tales presunciones, merced a los vestigios formados por<br />
los añejos "concheros", "sitios" y "fundaciones", diseminados, como testigos<br />
mudos, por los circundantes cerros conocidos como: El Río, El Rincón, El Tamoco<br />
y San Ramón, que añoran por la ejecución de una experticia, que viniera a dar<br />
definitivamente la razón; además, se deja entrever también en el interesante,<br />
-aunque poco difundido-, decreto del Gobernador Don Bernardo de Vargas<br />
Machuca, (1608-1614), ordenando como medida de acción humanitaria, ..”que se<br />
reubicaran a los indios del Valle de Tacarigua. llamados Guaiqueríes...",<br />
suponiéndose que se habían vuelto a dispersar, entiéndase bien- VUELTO A<br />
DISPERSAR, por las cumbres de las serranías. Pudiéndose de allí deducir, que a<br />
partir de ese memorable decreto, es cuando se da comienzo, pero a lo que podría<br />
tenerse como "refundación"' de la Tacarigua Mestiza, debido a que la anterior,<br />
envuelta en la inmensidad de la noche precolombina, era de puro tinte aborigen. Y<br />
de allí también, presumir, que como todo pueblo antiguo, -que su amanecer<br />
trasciende más allá de los límites del pensamiento humano---, se encuentre desde el<br />
despertar de su historia, repleto de "consejas", "mitos", "leyendas" y "<br />
supersticiones", algunas de ellas también perfeccionadas por el constante devenir de<br />
los años, que resulta casi imposible determinar si son o no frutos de la realidad; tal<br />
como aquella popularizada referencia, que nos narra la manera primitiva de llevar a<br />
cabo en estos predios las manifestaciones amorosas, que a diario escuchábamos de<br />
los más viejos, igual a como ellos a su vez la oyeron de sus antepasados, quienes no<br />
le precisaban épocas ni fechas, y que solo se limitaban a hilvanar como en cuentos<br />
de hadas: "que terminada como era la Semana Santa y entrada la Pascua de<br />
Resurrección, -celebrada con pompa y alborozo-, los jóvenes considerados ya como<br />
"hombres hechos y derechos", y capaces de hacer solicitud formal de la pretendida<br />
hembra, por ante el padre, dueño y señor de la familia, sobre la cual ejercía absoluto<br />
dominio en todos los órdenes de la vida, se dirigían sigilosamente y al peso de la<br />
media noche, rompiendo con sus pasos cautelosos el pesado silencio y provocando<br />
con su fantasmal silueta el ladrido alarmante de los perros realengos, hacia el sitio<br />
preconcebido con mucho tiempo de anticipación, provistos de "estaca y maceta'",<br />
como para dar estricto cumplimiento a las disposiciones del más severo de los<br />
códigos, y percatados debidamente que se estaba frente al objetivo determinado,<br />
empezaban por hacer demostraciones de presencia, con gesto y movimientos<br />
naturales que conllevaran a crear suspicacia y contribuyesen al desvelo total de los
durmientes y por ende a la preparación formal del ambiente, propicio para iniciar el<br />
más característico de los dramas o diálogos, anunciando con tres medianos y<br />
sonoros golpecitos de las piezas de madera acompañantes, y la pronunciación por<br />
igual número de veces, con destacado acento pueblerino, de la clásica y requeriente<br />
manifestación, de: ;.Clavo aquí esta estaca - clavo aquí esta estaca -clavo aquí esta<br />
estaca? a lo que desde adentro de la habitación y sin hacerse esperar, solían<br />
interrogarle con la mayor prudencia: ;.Cuyo es usted - cuyo es usted - cuyo es<br />
usted? que obligaba al solicitante a identificarse debidamente y a quedarse en<br />
espera que nuevamente le preguntasen: ¿Por quién - por quién - por quién? para<br />
decir, ni corto ni perezoso, el nombre de la pretendida, que obligaba a esperar por<br />
algún rato la respuesta, que de ser negativa venía acompañada del decepcionante<br />
término: ¡No puede usteé, no puede usteé, no puede usteé! que cual sentencia<br />
definitiva y aunque le enfriara la sangre, estaba obligado a aceptar resignadamente,<br />
y sin alegatos ni apelaciones, proceder al retiro inmediato; mientras que de resultar<br />
afirmativa, envolvíase con la frase salerosa y satisfactoria de : ¡Clávela usteé,<br />
clávela usteé, clávela usteeé! que representaba la autorización amplia y bastante de<br />
ir escogiendo el sitio junto al "alar doméstico", donde irla enterrando debidamente,<br />
bajo los golpes fuertes y certeros de la maceta, que iban resonando en el silencio de<br />
la noche, cual clarinadas anunciadoras del compromiso formalmente establecido,<br />
que más tarde llevaría a la formación de un nuevo hogar, con o sin las formalidades<br />
del ordenamiento legítimo, pero a todas luces perpétuo e indisoluble; porque como<br />
dejó asentado el costumbrista criollo Andrés Level, en una descripción de la vida en<br />
el próximo pasado siglo: "las nativas, por todo el oro del mundo no cometían una<br />
liviandad; siendo un hecho digno de notar que entre ellas no había corrompidas; y a<br />
pesar que los hijos naturales, eran en mayor número que los legítimos, la<br />
prostitución no se conocía en Margarita". Así se deja ver por la tradición expuesta,<br />
-que puede ser fábula o realidad- y atribuída en mucho a los hijos de este pueblo, el<br />
alto concepto que tenía el oriundo de Tacarigua, acerca de la palabra empeñada<br />
SUPERSTICIONES<br />
Cotejando minuciosamente lo poco que en impresos y manuscritos ha quedado<br />
plasmado para la posteridad acerca de la Tacarigua de Margarita o simplemente<br />
recordando lo visto o escuchado infinidad de veces con relación a ella, nos<br />
encontramos a cada instante, con una especie de sociología compleja pero<br />
característica en lo que a su primitiva manera de actuar y de vivir se relacionaba,
que buscada la causa originaria a través del más perfecto de los prismas del tiempo<br />
o en los enigmáticos cristales de brujas, podríamos contemplar como resultado, una<br />
rudimentaria mescolanza de la idolatría indiana y los credos divinísimos traídos en<br />
sus bajeles por los conquistadores, que de paso viene a confirmar de la manera más<br />
concisa, la presunción de antigüedad tenida siempre, sobre la formación de este<br />
conglomerado de puro tinte ahorígen. Quedando patentizadas primeramente dichas<br />
presunciones, en los procedimientos llevados a cabo, muchos años atrás, por sus<br />
ancianas y por sus jovencitas, quienes en los días de grandes tempestades, con todo<br />
el recogimiento que les provocaba la ira del Dios de sus creencias, y luego de<br />
desgranar en sus rosarios caseros, formados por sartas de "peonías" y<br />
"mapascualas" (semillas) las católicas oraciones, como: El Padrenuestro, El Credo y<br />
el Avemaría Gloriada, en súplicas a la milagrosa Santa Bárbara, cogían dos "palas<br />
de machete" (herramientas de rozar, desgastadas, envejecidas y sin cabo) y tras de<br />
rastrillarlas varias veces, en forma consecutiva, sobre el duro pavimento con todas<br />
las fuerzas de sus músculos, y disipando por momentos el pavor que les minaba el<br />
alma y embargaba el cuerpo, solían colocarlas simulando la Cruz del Cristianismo,<br />
en el patio de la casa, como talismán para que amainara el temporal. Así mismo,<br />
-como resultado de sus férreas creencias en el "mal de ojo" y en los "santiguados"-,<br />
cuando por alguna circunstancia desconocida, la indisposición afectaba a sus seres<br />
queridos, nunca conformes con las prescripciones de los facultativos traídos de "La<br />
Ciudad" cercana, (La Asunción), o de los empíricos radicados aquí, hacían trasladar<br />
a otra persona, considerada con poderes especiales, para que haciéndole "cruces"<br />
(seña. les de la cruz) en distintas direcciones y sobre el enfermo cuerpo, con la "hoja<br />
de piñón", el "ramo de olivo" o el "gancho de romero aromático", y salmodiando<br />
entre dientes con la mayor naturalidad, incomprensibles frases atribuídas sin el<br />
mayor desparpajo a las oraciones dedicadas a "San Blas", "San Pablo" o "El Gran<br />
Poder de Dios", les fuese desarraigado el "mal" (mal de ojo) que según ellos en<br />
mala hora otra persona envidiosa e inquinante, -a quién siempre solían representar,<br />
como viejas desgarbadas y de ojos profundos e irregulares-, le habían hecho<br />
introducir, sin saber cuando ni como dentro de su pobre organismo, considerando<br />
en muchas ocasiones, necesario para la curación total, la práctica de "santiguados<br />
dobles o cruzados", efectuados por hombre y por mujer, durante las horas<br />
crepusculares, de siete días martes y siete viernes consecutivos, más el ensalmo<br />
mediante reliquias y amuletos, que jamás deberían desamparar. Y tampoco se<br />
quedaban atrás, en la fatal creencia de "hechicerías", "daños" y "maletías",<br />
asegurando con el mayor énfasis, que eran anomalías formadas para acabar con la<br />
prosperidad económica, la valía personal o simplemente para dirimir una disputa,
acabar con la familia o saciar una venganza pasional, jurándose que los llamados<br />
"expertos" lograban desentrañar el "mal" (daño-hechizo-maletía) y preservarles de<br />
futuras complicaciones, gracias a sus "mágicos secretos", puestos de manifiesto en<br />
los "desentierros", en los "alejamientos de espíritus malignos" y en los<br />
"cruzamientos" (inmunizaciones) practicados por los artífices del desembrujo y la<br />
comedia, en noches sigilosas y a la luz de la luna, como para darle mayor prestancia<br />
a su maligno arte e impresionar mejor con sus "reliquias, amuletos y oraciones", a la<br />
cuerda de incautos creyentes. También era pública y notoria la costumbre de que al<br />
venir al mundo las nuevas criaturas, tenían que "echarle el agua" (especie de bautizo<br />
casero) antes de los diez días, usando las palabras y oraciones contenidas en el ritual<br />
católico-apostólico-romano aunadas a otras de diversas procedencias y<br />
significaciones complejas, dichas por un simulador de clérigo, pero no sólo con el<br />
propósito de incorporarlo a la doctrina que predicó "El Hijo de Dios" (Nuestro<br />
Señor Jesucristo), sino más bien para preservarlo del detestable "duende" que<br />
presumían acosarlos durante la inocencia. Y era tanta la superstición, que no era<br />
raro ver por doquiera colgante de los ahumados techos, varias matas de sábila o de<br />
piñón, recogidos el Sábado de Gloria, para mantener saneadas las casas, de las<br />
llamadas "pavas" y "mabitas", y con igual propósito, pendientes de los cuellos y<br />
brazos de los niños, collares y brazaletes, con semillas, huesos, piedras, dientes de<br />
animales y medallas, la mayoría "preparados'^ por los denominados "curiosos"<br />
(brujos). Igualmente creían, que el cacarear sobresaltado de las aves domésticas y el<br />
ladrido lastimero de los perros realengos, eran anunciadores de espíritus infernales<br />
o ánimas en penas, y de allí que optasen por las oraciones y por la colocación en<br />
sitios diferentes, de cuestiones paganas, como sahumerios y bagatelas, para obligar<br />
a los extraños visitantes a retirarse inmediatamente. 1 Además, consideraban que, el<br />
canto de la "paraulata" y la entrada y salida brusca del “cigarrón” según la posición<br />
tomada, les traía buenas o malas noticias de los seres ausentes; que las gallinas en<br />
su aletear o estado de alelamiento, les estaban anunciando la entrada de visitas; que<br />
los cocuyos y mariposas negras estacionadas en los techos o rincones oscuros de los<br />
aposentos y los ruidos extraños y visajes nocturnos, eran fieles presagios de la<br />
muerte de infantes o adultos, ligados por los nexos de la amistad o la sangre, a la<br />
familia, y creían evitar estos percances, con plegarias y rezos, "amuletos" y<br />
"ensalmos". Y cabe destacar, la aficción que tenían y lo crédulo que eran en la<br />
suerte echada por barajas u otros medios similares. Todos estos detalles, -que<br />
parecen no tener importancia-, tienden a escudriñar hasta el origen mismo, de este<br />
pueblo labriego, que tiene o ha tenido unas creencias, -que sin mucho alardearlo-,<br />
juegan entre la idolatría y el catolicismo.
PARTOS ANTIGUOS<br />
En ese constante afán puesto de manifiesto por los empeñados en ir dejando al<br />
descubierto cada una de las cosas significativas, referentes a las creencias, usos, y<br />
costumbres de las sociedades primitivas, que a través de los siglos, fueron<br />
paulatinamente contribuyendo a la formación de la historia de los pueblos<br />
tradicionales de esta Isla legendaria, entre los cuales ha tenido siempre parte activa<br />
la "Tacarigua de Margarita", nada más conveniente ahora, que describir a manera de<br />
narración semihumorística -aunque sin afirmar o negar en todo la veracidad de los<br />
hechos-, el procedimiento seguido por las matronas de antaño, cuando se presentaba<br />
el caso natural del parto humano, en el que, -según cuenta la tradición oral-, al<br />
sentir los primeros dolores la hembra en trance de alumbramiento, para dar al<br />
mundo un nuevo poblador, los asistentes conocedores por experiencia propia, de<br />
tales menesteres, como llevando a cabo una obra teatral preñada de escenas<br />
mitológicas, optaban por encerrarla en el más oscuro de los aposentos -cual imagen<br />
fotográfica para su revelación-, e incontinenti procedían a taponar con trapos viejos,<br />
pedazos de sacos, de mapires, o de cualquiera otros desechos conseguidos a mano,<br />
todas las claraboyas, agujeros y rendijas que tuviesen las paredes, inclusive las de la<br />
puerta del cuarto, -si por casualidad la había-, para, ni cortos ni perezosos, dar<br />
comienzo al plan determinado, en medio de un silencio sepulcral, roto solo por el<br />
intermitente quejido de la parturienta y el paso silencioso de alguna vecina, de saya<br />
recogida con gesto inquisitivo, y por las directrices impartidas entre señas y<br />
cuchicheos de la vieja y auto. ritaria partera, traída apresuradamente y provista de<br />
su ancestral indumentaria, entre la cual sobresalía como orondo talismán sagrado, la<br />
supersticiosa reliquia repleta con partículas de: Las piedras de ara y de rayo -azul o<br />
encarnadas , el manto bendito, el "olicornio" (unicornio), el "casco de la gran<br />
bestia", el grano de azogue y la oración carmelitana, con otras cosas o chucherías<br />
que atribuían al secreto curanderil, mientras no muy distante esperaban su turno, la<br />
ordinaria navaja junto al tizón de brasa resplandeciente, prestos a ser usados cuando<br />
se necesitase de cortar y quemar el "maruto" (ombligo) del que viniera al mundo,<br />
-sin que esto le evitara en algo el implacable "mocezuelo , y más allá, clavada en un<br />
rincón, encontrábase la antiquísima e imprescindible coa, con que se abriría el<br />
hueco, en un sitio cual. quiera del aposento, para el enterramiento de la humana<br />
placenta, previa las oraciones católicas entremezcladas con los ritos paganos, en la<br />
creencia de que eso valdría para cesar o aumentar la prole, -según el pedimento de<br />
los progenitores . o simplemente, para que el nuevo ser, se mantuviese siempre fiel,
constante y consecuente a la casa nativa, fuesen buenas o malas las consecuencias<br />
que el destino les tuviese señaladas. Y desde el momento de prorrumpir el "nuevo<br />
visitante" su primigenio llanto, indicador de los trabajos que tendría que pasar,<br />
según las cábalas-, no dejaban pasar a persona indiscreta ni particular, hacia el<br />
misterioso y vedado cuarto, salvo el marido y la experta "cuidadora", siempre y<br />
cuando estuviese por demás justificada la causa, creyendo contrarrestar así, los<br />
"daños" que traerían los "pasmos", "malos aires", "pavas", "maldeojos", "mabitas" y<br />
"serenos", tanto a la criatura, como a la pobre madre, a la que sometían desde ese<br />
preciso instante, a una singular dieta, compuesta de caldos de gallina vieja, criolla y<br />
desgrasadas, con verduras seleccionadas y alejamiento total de frutas, para evitar las<br />
"churrias" (diarreas), más las "telitas" calientes de maíz blanco, con pescados de<br />
escamas bien asaditos en brasas, y complementados con los tradicionales<br />
"bebedizos" (mejunje), formados por cocimientos de raíces de escorzonera y grama,<br />
ramas de culantrillo, pasote y mapascuala, miel de abejas y otros ingredientes, que<br />
complementaban la especialidad en la formulación del brebaje indispensable, y el<br />
"agua natural", que por ningún respecto, podía pasar la noche dentro del "taparo"<br />
unipersonal de la parida, y al cual agregaban diariamente cantidad suficiente de<br />
"maíz tostado", llevándose en esos menesteres toda una cuarentena, que transcurría<br />
del dormitorio al "ture", preparado con "trapos y almohadas", que sacaban en las<br />
primeras horas del día a recibir los baños del mañanero Sol, y que, para<br />
contrarrestar los fríos que pudiese recibir la que lo utilizaba, y al cabo de la cual era<br />
bañada con "agua de carcanapire asoliada" (puesta al Sol), y de allí a los tres días de<br />
nuevo semi-encerramiento, vuelto a hacer el aseo con el agua corriente simplemente<br />
cocida, para poner fin al obligado encierro, creyéndola así preparada para la<br />
venidera y formal procreación. Y sí por alguna causa llegaban a congestionárseles<br />
una o ambas tetas (mamas), empezaban por pasarle por la parte inflamada, la<br />
"cuchara de menear la olla", recalentada al fuego, y colgarle al pescuezo un "collar<br />
de maíz amarillo", peinarle, colocada sobre la parte enferma, la melena engrasada,<br />
de la misma indispuesta, Ponerle a amamantar su propia criatura en sentido<br />
contrario del estado natural, o bien sustituyéndosele por gatos o perritos lactantes. Y<br />
era cuestión de honor, según otras consejas, que el marido real de la mujer parida,<br />
tenía que colocarse dentro del mismo cuarto, fingiendo un semi aturdimiento,<br />
"taponados los oídos con algodones mujos" e igualmente cubierta la cabeza con<br />
hojas y cortezas de árboles selectos, simulando chochera, y lanzando de momento a<br />
momento, levísimos sonidos guturales, imitando a las cluecas cuando tratan de<br />
recoger a sus hijos, y metido debajo de la cama o del catre de la hembra hecha<br />
madre, para cuando algún amigo, visita o conocido, llegase preguntando por él, por
el niño o la "recién parida", en forma zalamera y graciosa contestarle desde su<br />
recogimiento: "aquí corro-cloco, (zorrocloco), corro-cloco, corro. cloco y<br />
corro-cloquiando mucho corro-cloquiando de la corrocloquera". Todos estos<br />
recuerdos han pasado a formar parte de la mera y compleja fantasía popular, debido<br />
a que TACARIGUA, al par de los demás pueblos de la zona insular, ha sabido<br />
adaptarse a los ordenamientos dictados por la ciencia avanzada, para esa clase de<br />
actos conocidos con el nombre de "Partos Humanos".<br />
FONÉTICA<br />
Así como el típico nombre de "La Tacarigua de Margarita" se fue haciendo sentir<br />
por todos los rincones de dentro y fuera de las costas isleñas: por lo autóctono de<br />
sus tradiciones, lo primitivo de sus usos y costumbres, lo rico y diversificado de su<br />
folklore, lo arraigado de sus creencias en mitos y supersticiones, el espíritu decidido<br />
de sus hijos para el trabajo cotidiano de la tierra inclemente, o lo tímido y huraño de<br />
los mismos para el trato con los demás semejantes que les hizo colgarles el<br />
"Sanbenito" de montunos, o simplemente por la nobleza de corazón y<br />
desprendimiento de alma de cada uno de los suyos, que en muchos casos fue<br />
aprovechado indebidamente por los mezquinos e inescrupulosos para explotarles a<br />
todo evento su amistad, así mismo fue destacándose por doquiera y dejando<br />
marcada una estela de comentarios, -adversos los más-, acerca de la peculiarísima<br />
manera de expresión de sus naturales, por muchos tildada despectivamente de<br />
"hablar a toda boca" o "a boca llena", debido a lo fuerte aunque exiguo de su<br />
fonética, lanzada al aire sin pizca de zalamería ni musicalidad, y más bien<br />
acompañada de un duro esfuerzo gutural que les hacía casi siempre burda y áspera,<br />
como los mismos breñales donde resonaba y con los que a diario se compenetraba<br />
consustanciándose con su rudeza para salir en ocasiones parecidas a jerigonza<br />
premeditada o papiamento donde dos o más léxicos hubiesen contribuido a su<br />
formación original. En tal sentido, no era raro escuchar -hasta no hace mucho<br />
tiempo-, en el diario conversar de sus ancianos, -de manera predominante en los<br />
menos ilustrados-, expresiones, donde, al igual que en el ayer lejano, sobresaliesen<br />
continuamente, los términos añejos de: "agora", confundido por ahora; "agüaita",<br />
por mira u observa; "agüelo" y "agüela", por abuelo y abuela; "güeno", "guen" o<br />
"güenísimo", por bueno o bonísimo; "grama", por brama; "güeso'", por hueso<br />
;"jacha", por hacha,; "joyo" y "güeco", por hoyo y hueco; "jala", por hala; "jebra" y<br />
"jilo", por hebra e hilo; "jilacha", por hilacha; "jilar" y "juso", por hilar y huso o
ueca; "mesmo", por mismo; etcétera, etc., que contemplados detenidamente, daban<br />
la impresión de encontrarse frente a una colonia resucitada de españoles antiguos, o<br />
simplemente de seres centenarios estacionados en medio de un mundo aislado,<br />
donde la docencia no hubiese podido llegar a impartir sus instrucciones, dejándolos<br />
condenados a la ridícula pena de irse quedando muy atrás, sin los más someros<br />
conocimientos acerca de los avances y transformaciones que paulatinamente y a<br />
través de las edades, fue recibiendo el idioma de Cervantes. Notándose también en<br />
esas mismas conversaciones, como dato pleno de curiosidades, su procedencia y<br />
originalidad antiquísimas, cuando escapaban compactas o aisladas, trazando<br />
compases desacordes, las voces ancestrales procedentes de los autóctonos dialectos<br />
aborígenes, aferrados a subsistir frente a los embates ingratos del tiempo, en los<br />
vocablos obligadamente castellanizados o de uso corriente, como: arepa, aripo,<br />
cazabe, catebía, catara, mapire, manare, maraca, ture, taburete, totuma, etc., etc.,<br />
entre otros que sería largo enumerar, y los cuales prestábanse como a confirmar<br />
definitivamente el origen mismo del pueblo, que conserva todavía en los rasgos<br />
anatómicos de muchos de sus actuales pobladores, el sello peculiar de la sangre<br />
aborigen, a pesar de los innumerables cruzamientos, y de los esfuerzos hechos,<br />
injusta e innecesariamente por desarraigárselos. Y asimismo, como para corroborar<br />
el hibridismo resultante de las dos antagónicas culturas, -la venida allende de los<br />
mares con los cristianizadores y la existente desde milenios en el nativo suelo,<br />
podíase escuchar hasta no hace muchos años, en boca de los abuelos desaparecidos,<br />
frases urdidas en proporciones de dialectos autóctonos e idioma español, o<br />
simplemente con apócopes del último, por los representantes de una casta que no<br />
había podido o querido dominarlo totalmente y que en rebeldía se aferraba a no<br />
desprenderse en su totalidad del suyo original, y remedaba jocosamente al otro,<br />
pronunciando burdamente: "ratuá", por rato hace; o "cu yo-tú", por ¿quién eres tú?;<br />
"ancontrón" por encuentro; "trujo", por trajo; "manque", por aunque, "na" o<br />
"naitica", por nada o nadita; "pior", por peor: "piazo", por pedazo, y "ergao" por<br />
delgado, con sus ampliaciones: "más pior", "piazo e diablo", "jebra o jilo ergao",<br />
etc.; o dejando simplemente escapar las monosílabas admirativas de: ¡si-hom! y ¡no<br />
hom!, por los castellanísimos : si hombre y no hombre, cada vez que se quería dar<br />
contestación afirmativa o negativamente a una cosa que encerrara o se refiriera a<br />
alguna admiración que envolviera hechos de destacada importancia. Igualmente, se<br />
observaba también lo dicho, en el uso constante y bastante generalizado de los<br />
términos: "ño" y "ña", del argot pueblerino, tomados como títulos honoríficos, para<br />
distinguir respetuosamente a sus personajes de valía por méritos e importancia, y<br />
que según conclusión de versados en lingüística, no viene a ser sino crónicas
degeneraciones sufridas por las palabras DON y DOÑA del rico castellano. Y como<br />
un aditamento más de todas las cosas expresadas, encontramos hermanados a la<br />
suspicacia y creencias heredades del aborigen, los adagios y vaticinios latinos;<br />
transformados en frases usadas para presagiar el tiempo relacionado con sus<br />
funciones laborales, al ir pronosticando cabalísticamente, una y otra vez: "cuando<br />
grama Las Arenas, las trojas llenas"; "si grama Guacuco, poco y maluco"; y "si<br />
grama El Tirano, poco y güen grano", y así sucesivamente. Todas estas ligeras<br />
observaciones, que a primera vista parecerían de escasa o ninguna importancia, o<br />
ridícula relajación de nuestro léxico, -que en honor a la verdad, no es ni<br />
someramente así-, y que no son otra cosa sino la esencia misma de la olvidada y<br />
descuidada Tacarigua de Margarita, -mezcla de razas aborígen e hispánica con<br />
poquísima proporción negroide-, valdrían la pena, que fuesen estudiadas profunda y<br />
detenidamente por un entendido en la materia, para poner en claro, de una vez por<br />
todas y para siempre, la raíz misma que dió origen al actual conglomerado<br />
"tacarigüero", que sigue siendo un vivero inexplotado en medio de la Isla pródiga.<br />
ZOZOBRAS<br />
Y así como han quedado grabados con caracteres indelebles en la mente de los<br />
moradores de "La Tacarigua de Margarita", los ratos de alegría disfrutados en sus<br />
tradicionales y divertidas pascuas, carnavales y fiestas patronales, o las horas de<br />
martirios padecidos en las agotadoras faenas laborales, cumpliendo jornada de "Sol<br />
a Sol", para devengar en metálico un misérrimo "real" complementado con el<br />
almuerzo o "sancocho conuquero", servido colectivamente en enormes "platos<br />
cercadeños" o simplemente en hojas de plátano soasadas, extendidas dentro de un<br />
hoyo previamente cavado en pleno suelo, más la "ración" o agigantada arepa de las<br />
llamadas "tumba aripo" o "de a medía,' , entregada al terminar la faena; o en las<br />
moliendas de caña, donde se laboraba día y noche por la ridícula paga de "real y<br />
medio, mantenido"; así se recuerdan también los momentos de zozobra, angustias y<br />
penalidades, como lo fueron las terribles épocas de las famosas "reclutas", que<br />
quizás tuvieron su origen detestable, allá por el lejano año de 1863, cuando<br />
atendiendo a un pedimento del tambaleante gobierno del General Páez, se ordenó<br />
por primera vez, -después de la Independencia-, sacar un contingente de<br />
margariteños para "servir" fuera de la Isla, lo que se frustró ya casi a punto de ser<br />
embarcados por Pampatar, cuando un ligero amotinamiento ocasionó la muerte del<br />
Comandante de Armas, Lucio Celis Belisario (28-2-863), y dispersó toda la
"recluta", lo que ensoberbeció a los gobernantes, ordenando la detención de<br />
honestos e inocentes ciudadanos desafectos al régimen, entre ellos al Capitán<br />
tacarigüero José Gregorio Velásquez (Ño Monagas), quien sufrió corto pero duro<br />
cautiverio. Desde entonces se ensañó el terrible mal. de la "recluta" en la población<br />
masculina margariteña, sobre todo en la campesina, comprendida entre los 13 y 50<br />
años, quienes manteníanse todo tiempo en estado de alerta, esperando el primer<br />
indicio de que se acercaban los "castilleros" o "gorruos" y sus secuaces, "para coger<br />
el monte", donde llegaban a permanecer por tiempo ilimitado que muchas veces<br />
sobrepasó los 60 días, buscando librarse de la brutal persecución, que atemorizaba a<br />
la población entera, y escogiendo como refugio los intrincados cerros de:<br />
"Mureche", "San Ramón", "La Matica", "El Rincón", -lugar éste donde<br />
frecuentaban la escabrosa cueva llamada de Arismendi, existente en la posesión de<br />
Severo Romero, y donde según versiones populares, tuvo también su escondite el<br />
"Adalid Insular"- o en "La Palma Real", donde para guarecerse del frío y de la<br />
lluvia, recurrían a la "Peña de Manator" (Isidoro), que, encuclillados, daba cabida a<br />
un poco más de dos docenas de fugitivos, o entre las piedras de "El Abismo",<br />
laderas de "La Huerta" o quebradas de "Guaitoroco", etcétera, etc., ingeniándoselas<br />
para recibir escasas provisiones de boca, transportadas disimuladamente por astutas<br />
y perseverantes mujeres y niños amaestrados, e igualmente, para mantenerse<br />
observantes a las señales de alerta transmitidas desde sitios distantes por aquellas<br />
resueltas féminas, entre las que jugaron papel destacado, la "Vieja Cheliona"<br />
(Wenceslaá Salazar) y Casta Quijada, lanzando voces o gritos sin pretexto alguno,<br />
espantando cochinos irreales, llamando niños ficticios, tocando cajas y rajando leña<br />
sin necesidad, colgando en los "paloapiques" (empalizadas) ropas a secar, sin ser<br />
previamente lavadas, etc., etc., solo para cumplir su complicado y característico<br />
sistema telegráfico de localidad. Cuéntase de esas azarosas épocas, estragos y<br />
consecuencias que parecían novelescas y sin embargo son la pura realidad, como la<br />
irrupción en las casas y ranchos a cualquier hora, para salir con los niños, hombres<br />
y ancianos, portando los pantalones despretinados o los brazos echados hacia atrás,<br />
amarrados sus pulgares con fuertes "guarales" (cordeles), entre el llanto lastimero<br />
de las desconsoladas mujeres y chiquillos, o la cacería humana, practicada por todos<br />
los sitios como si se tratase de delincuentes, criminales o fieras, no respetando<br />
edades, ni condiciones sociales, ni nada, viéndose obligados a permanecer en los<br />
escondites, familias enteras que comprendían: al padre, los hijos, los yernos y hasta<br />
nietos, quedando en consecuencia abandonadas las labranzas, yermo los campos,<br />
sin ordeño ni pastores los vacunos y caprinos y las más de las veces sin lumbre los<br />
fogones; rondando la miseria, el hambre, las penalidades, y cuantos males pudiesen
azotar a las familias, como atacadas por cuadrillas bajadas del Averno; siendo el<br />
cuadro del regreso más triste aún, que el de la partida: con los trajes desgarrados por<br />
las breñas la barba y el cabello largo y en desorden, el desaseo total, las facciones<br />
lánguidas, los pies hinchados, el cuerpo todo esquelético y cetrino, la mayoría<br />
titiritantes de fiebres y otras enfermedades, conseguidas a causa de la intemperie, y<br />
siempre con algunas "bajas" -caídos en celadas-, que mas no volverían a sus<br />
"ranchos" o si lo lograban, era convertidos en escoria humana, ya que pocos<br />
conseguían sobreponerse a los fuertes maltratos. Todas esas cosas que<br />
contribuyeron a diezmar nuestros campos, quedaron patentizadas en más de un<br />
canto popular con melodía de "gaita criolla", urdidas por la pericia de cantadores<br />
folklóricos, como Carlos Lista Sánchez (Carlito), bardo nativo a quién, allá por los<br />
años comprendidos de 1931 a 1933, se le atribuyeron la paternidad de varias<br />
décimas al respecto, entre las cuales figuraban unas que maliciosamente decían:<br />
I III<br />
Suben el cerro a la trocha El grupo reclutador<br />
ciudadanos y norteros, llegó a la Palma Real<br />
Valentín el guerrillero dándole fin al piedral<br />
a las órdenes de Arocha y a la "peña de Manotor",<br />
y la gente se trasnocha un coriano aterrador<br />
traspasada por el frío, por sacarlos del encuevo,<br />
se oyen los voceríos a esas cumbres yo me elevo<br />
de Antonio mujer astuta y hasta llego a la montaña<br />
es muy grande la recluta habiendo plátano y caña<br />
entre la Huerta y El Río. dice a Miguel, yo, me atrevo<br />
II IV<br />
Cruje el rancho de Millán Saqueando cerros y llanos<br />
en esa loma desierta esta noche han de venir<br />
las guerrillas en la Huerta nos informó Eusebio Gil<br />
y en la cumbre de San Juan que son nuevos los baquianos,<br />
y los que corriendo van no se escapa ni el anciano,<br />
dicen que es mucho el gentío ni el casado, ni el mancebo,<br />
dándoles el desafío hay reclutadores nuevos<br />
de Valle Hondo a la Peña, en el llano de El Tamoco,<br />
un disparo fue la seña Francisco está casi loco<br />
donde Ambrosio perdió el brío y poco le falta a Chevo.
PEREGRINAJE<br />
Y entre esa cantidad de cosas que por una u otra razón se han hecho resaltantes<br />
en el modo de "buscar la vida" los hijos de "La Tacarigua de Margarita", toma<br />
figura de relieves preponderantes, -desde el antaño inculto hasta el hogaño<br />
supercivilizado-, el apego al trabajo enaltecedor y el amor y constancia a su pueblo<br />
que muy a su pesar se ven obligados a abandonar entre dolor y lágrimas, en los<br />
grandes paréntesis que abren las azotadoras sequías, para convertirlos al través de<br />
los tiempos, en los audaces peregrinos de los miles caminos de la Patria querida. Y<br />
así, -de capotera al hombro (saco de tela con aberturas y cuerdas corredizas que van<br />
de un extremo a otro, usado para cargar ropa) y en el alma cifrada una esperanza-,<br />
los nativos de la Tacarigua labriega, resueltos y temerarios, han explorado los<br />
innumerables a insalubres caños del legendario Delta del Orinoco y la inmensa e<br />
intrincada serranía de "La Costa de Paria", llevando dispuesta en sus alforjas la<br />
simiente de pueblos y haciendas, que han hecho germinar con el mayor decoro por<br />
todos los senderos, para dar origen a nuevas "Tacariguas" diseminadas en toda la<br />
extensión geográfica venezolana; han incursionado en las tétricas regiones mineras<br />
de Guayana, se han adentrado en las infernales y monstruosas selvas del Territorio<br />
Federal Amazonas o "Alto Orinoco", desafiando a la muerte en sus propias<br />
guaridas, han transitado en toda su extensión el inmenso llano venezolano, han<br />
tramontado las frías y empinadas cumbres de las montañas andinas y regado<br />
infinidad de veces, con su sangre de mártires de la industria, los campos petroleros,<br />
dejando patentizados, con honor y con honra que raya, en lo sublime, aquí, allí y<br />
más allá, el apelativo de su lugar de origen, perpetuado en cantidades de hombres,<br />
que trascendieron los linderos del anonimato para entrar de lleno al mundo de las<br />
destacadas individualidades de fulgor resplandecientes, entre los cuales puédese<br />
recoger a la ligera, sin hacer con ello desmedro a los demás, los nombres de:<br />
Faustino Montaño, Andrés Moya, Jerónimo España, Francisco Guerra, Hermanos<br />
Rivero Millán (Francisco y Marcos) y Miguel Angel Franco, comerciante éste,<br />
honorables hombres públicos los penúltimos y hacendados los demás, todos<br />
radicados en el Estado Sucre; Candelario Gil (Candiolo), José Quiterio Ordaz, los<br />
Hermanos Mateo y Martín Rivas, Bernabé Salazar y los hermanos Medina España,<br />
que escogieron para sus actividades agrarias y mercantiles a la región Deltana ;<br />
Eulogio Zabala, Juan Antonio Arocha, Sergío Jiménez, Pedro Morao Botino y<br />
Julián Landaeta Santamaría, ganaderos los primeros y empleados petroleros los dos<br />
últimos, en el Estado Monagas; Fidel Gil Marcano, y Alberto Quijada González,
industrial aquél y comerciante éste, en las prometedoras regiones del hierro y los<br />
diamantes; los hermanos Millán Malaver (Agustín y Hermenegildo) y los Quijada<br />
Quijada, contratista éstos, y altos empleados los otros de las empresas petroleras<br />
que operan en la plataforma anzoatiguense, y allí mismo, entre la numerosa colonia<br />
de nativos, donde sobresalen Gonzalo Guzmán y el Dr. Fidel Guzmán Rodríguez,<br />
en el ramo farmacéutico y Alfredo Romero Millán en el industrial, puédese<br />
seleccionar por antigüedad los nombres de Salomé Guzmán, Ramón Franco,<br />
Manuel María Quijada y Chuíto González; y más allá, encontraremos a Bonifacio<br />
Ruíz, radicado y fundador de una numerosa familia en tierras de Falcón, donde<br />
actuó también hasta su muerte, dedicado al comercio en la población de Tucacas, el<br />
coterráneo Agustín Cabrera; y allá por el Estado Zulia, en los occidentales campos<br />
petroleros venezolanos, han figurado, entre otros que será largo enumerar, Ernesto<br />
Ordaz Lárez, Agustín Zabala, José Romero Salazar, Daniel Romero Quijada,<br />
Verísimo Romero y los Hermanos Núñez Guerra; y en sus limítrofes Trujillo y<br />
Yaracuy, Bernardino Irene Lista, formador de una familia que cuenta con varios<br />
universitarios; mientras que en la plena capital de la República, hallaremos a<br />
Agustín Lárez, primer tacarigüero establecido definitivamente en esa floreciente<br />
Metrópoli, Agustín Rafael Gil, destacado y progresista industrial y Tomás Gil<br />
Guerra, comerciante, a quien sin lisonjas ni halagos, podría catalogarse como el<br />
"embajador" de su pueblo natal. en esa populosa urbe, por muchos tildada con<br />
razón, "la sucursal del cielo", y donde ya la "colonia tacariguera" es numerosa; y así<br />
tantos y tantos otros, expandidos por todos los puntos cardinales del País, en<br />
actividades múltiples, y desde donde, directa o indirectamente, en la medida de su<br />
posibilidades y recursos, y muchas veces sin imaginárselo siquiera, han servido para<br />
contribuir también, a que el nombre del lar nativo, haya sido llevado a la letra im.<br />
presa, por valores de la literatura nacional. como: Alberto Ravell, en sus<br />
comentados y difundidos "Caminos de Venezuela", Francisco Lárez Granado, en<br />
sus poemas, cuentos y relatos; Antonio Arraiz y Blanca Rosa López, en sus<br />
características y criollísimas novelas, al igual que Heraclio Narváez Alfonzo y<br />
Hermano Nectario María, en sus recientes publicaciones históricas; y J. Salvador<br />
Hernández, Francisco Nicolás Castillo, Hilario Franco y el nativo Alberto Guzmán<br />
Lárez, en sus faenas y andanzas periodísticas. Afianzando así, una y mil veces, el<br />
nombre de la "Tacarigua emprendedora", que desde el corazón mismo de "La<br />
Tacarigua Emigrante", ha repartido hijos hacia todos los caminos de la Patria, en<br />
esa noble y engrandecedora misión de progreso que tiene como base fundamental el<br />
trabajo honrado y enaltecedor.
TRANSFORMACIONES POLÍTICAS<br />
A pesar de lo mucho que detenida y cuidadosamente haya urgado: entre viejos<br />
papeles y archivos, en las fuentes mismas de la historia a través de las obras<br />
publicadas hasta el presente que afortunadamente han logrado pasar por mis manos<br />
o en la tradición oral mantenida más o menos latente por las generaciones, no he<br />
podido constatar de manera fehaciente, si "La Tacarigua de Margarita" sería uno de<br />
los siete (7) pueblos, componentes de los Partidos Capitulares, en que quedó<br />
dividida territorialmente la Provincia de Margaríta por mandato de la Constitución<br />
independentista del año de 1811, y a los cuales se refiere el parte de las Autoridades<br />
republicanas insulares dirigido a la Junta Suprema de Caracas, en los primeros días<br />
del mes de julio de 1812, cuando dice: ..."que los margariteños están tranquilos y<br />
contentos con el gobierno que tienen, compuesto de siete representantes a<br />
razón de uno por cada pueblo"; pero de lo que si estamos seguros, es, que ya para<br />
el año de 1819 y en atención a lo pautado en la Constitución -emanada del<br />
Congreso de Angostura, aparece como una de las seis (6) Parroquias del<br />
Departamento Norte de la Isla, y que son las mismas que luego continuarían<br />
componiendo el Cantón Norte para la División Política Territorial del año de 1835,<br />
siendo las otras: El Norte, -como cabecera-, Juangriego, San Juan, Pedrogonzález y<br />
Sabana Grande, viniéndoseles a incorporar en el año de 1844, una recién creada,<br />
con el nombre de "Los Hatos". Transcurriendo el tiempo, y como para confirmar lo<br />
dicho, volvemos a encontrar a Tacarigua, siempre convertida en Parroquia de¡<br />
aludido Cantón ¡Norte, para la División Política provincial de 1854, acompañada de<br />
las anteriores y de una nueva con el nombre de Pedregales, y de allí al año de 1856,<br />
cuando una nueva Ley de División Política, nos mantiene a Tacarigua como<br />
Parroquia del predicho Cantón Norte, junto con las antes nombradas, a excepción<br />
de la de Sabana Grande, que pasó entonces a formar parte del Cantón Sur, que tenía<br />
por cabecera a La Asunción, y quizás a cambio de la formada por las Islas del Mar<br />
Caribe: "Tortuga, Blanquilla, Testigos y Aves de Barlovento, con todas las<br />
adyacentes"; y así continuará hasta el año 1867, cuando aparece ahora Tacarigua,<br />
transformada en Distrito del Departamento Norte que tiene como capital a Santa<br />
Ana, -antes El Norte-, confirmándosele tal categoría por la Ley de División<br />
Territorial de 1875, emanada de la Asamblea Legislativa que ya con anterioridad<br />
había adoptado el nombre de Nueva Esparta, con fecha 24 de octubre de 1863, y la
cual división dábale diez ( 1.0) Departamentos con diecisiete (17) Distritos;<br />
habiendo continuado Tacarigua en goce de dicho grado, hasta el año de 1881 que<br />
viene a integrar el llamado Distrito Gómez, en calidad de Caserío, en virtud de que<br />
Margarita pasa a formar parte como Sección: primero, del Estado Guzmán Blanco,<br />
que tuvo como capital a Camatagua, luego del Gran Estado Miranda que pasó la<br />
Capital a Villa de Cura, más tarde del Aragua-Margarita, que escogió como asiento<br />
de sus poderes a La Victoria, y que posteriormente cambia su nombre por el de<br />
Estado Rivas, con la misma ciudad de La Victoria como Capital, hasta el Acuerdo<br />
del Congreso Nacional sancionado el 23 de abril de 1899, que lleva nuevamente a la<br />
Sección Margarita a ser oficialmente Estado Margarita, que viene a extinguirse el 3<br />
de agosto de ese mismo año, con la creación del Territorio Federal Margarita, que<br />
duraría solo hasta el 28 de marzo del año de 1901, cuando la Constitución Nacional<br />
le devuelve su categoría de Estado de la Unión y es así como a mediados del mismo<br />
año reaparece el Municipio Tacarigua, manteniéndose como tal hasta el 31 de mayo<br />
de 1904, que rota la estructura política por mandato de la Constitución castrista del<br />
27 de abril retro-próximo. Margarita ahora, como Sección Oriental del Distrito<br />
Federal, transforma sus seis (6) tradicionales Distritos, en Parroquias, y queda<br />
Tacarigua, como Caserío de la de Santa Ana, integrante, como Cabecera, del<br />
Departamento Gómez de dicha Sección Orienta], estando en esta situación hasta el<br />
27 de agosto del año de 1909, que recibe nuevamente su antigua categoría de<br />
Municipio Tacarigua, del Distrito Gómez, que ha venido conservando hasta el<br />
presente, con la sola variación del cambio de nombre, operado en los últimos días<br />
del año de 1915, (29-12-15), cuando pasó a distinguirse como Municipio Guevara,<br />
por disposición oficial emanada de la primera Administración del General Juan<br />
Alberto Ramírez, a fin de homenajear con ello a los héroes de la Gesta Insular. En<br />
todas estas épocas los Poderes Públicos legalmente constituidos, han tenido su<br />
asiento municipal en Tacarigua Afuera, llamada popularmente "Tacarigua Corazón<br />
de Jesús", salvo en contadas ocasiones, que desempeñándose como Primera<br />
Autoridad Civil, el siempre bien recordado filántropo, Ladislao Romero Mata,<br />
quizás para equílibrar sus constantes ajetreos de aliviador de males corporales,<br />
trasladaba la jefatura a Tacarigua Adentro o Tacarigua San Sebastián, de donde era<br />
nativo y tenía su residencia.
FUNCIONARIOS PÚBLICOS<br />
En este constante y meticuloso buscar y rebuscar, con el solo propósito de seguir<br />
adelante con la "Pequeña Descripción de Tacarigua", nos hemos encontrado, que a<br />
partir de la creación del Registro Civil, llevado a cabo allá por el lejano 1° de Enero<br />
de 1873, han desempeñádose como Jefes Civiles: del para entonces Distrito<br />
Tacarigua del Departamento Norte, los ciudadanos: Raimundo Quijada, del 1874 a<br />
enero de 1875 ; José Clemente España, desde enero de 1875 hasta mayo del mismo<br />
año; Juan Malaver, desde este mes hasta junio siguiente; Díego González, a partir<br />
de allí a enero de 1876; Doroteo Romero, desde febrero de ese año hasta diciembre<br />
del mismo; Carlos Millán, desde enero de 1877 a mayo de 1878; Pedro Malaver, a<br />
partir de esas fechas hasta diciembre del mismo año; y nuevamente Carlos Millán,<br />
desde enero de 1879 hasta mayo siguiente; reemplazado otra vez por Pedro<br />
Malaver, a partir de esa fecha hasta junio del mismo año, cuando volvió Carlos<br />
Millán hasta el siguiente mes de julio; siendo substituido por Diego González desde<br />
esa fecha hasta el mes de octubre de 1880 ; y de aquí empezó a ejercer José Sabás<br />
Moya, hasta que Tacarigua, debido a la transformación política del siguiente año,<br />
perdió su categoría y se convirtió en Caserío del recién creado Distrito Gómez.<br />
Durante ese mismo lapso (1873 a 1881) desempeñáronse como Secretarios de la<br />
Jefatura Civil: Carlos Lista, desde 1874 a enero de 1875, pero a partir de esa fecha a<br />
enero de 1879, no hemos podido constatar quien o quienes ejerciendo dichas<br />
funciones o si no hubo, lo que sí es seguro es que de allí hasta mayo del mismo año,<br />
la desempeñó Epifanio Millán, y de comienzos de ese mes de mayo hasta el 31 del<br />
mismo, aparece como tal, Luciano Malaver y de junio a julio siguiente vuelve<br />
Epifanio Millán, notándose aquí un vacío hasta febrero de 1880 cuando viene a<br />
aparecer como Secretario Eusebio González hasta octubre del mismo año, y de aquí<br />
empieza Diego González, hasta la fecha dicha antes en que Tacarigua perdió su<br />
categoría.<br />
Al operarse la transformación constitucional del año de 1901, que convierte<br />
nuevamente a Margarita en Estado de la Unión, aparece de nuevo el Municipio<br />
Tacarigua del Distrito Gómez, y en noviembre de ese año empieza a ejercer<br />
funciones de Jefe Civil, Don Carlos Lista, durando hasta diciembre siguiente,<br />
cuando es reemplazado por Epifanio Míllán, quien se desempeñó como tal hasta<br />
diciembre de 1902, que viene a ser substituido por José Encarnación Quijada hasta
comienzos de agosto de 1903, que se encarga Rafael Gil Sánchez, hasta fines del<br />
mismo mes, que es nombrado José Manuel Quijada Pereira a quien le toca durar en<br />
sus funciones hasta abril de 1904, en que debido a la ruptura de la estructura<br />
política, vuelve Tacarigua a perder su categoría municipal para convertirse en<br />
caserío de la naciente Parroquia de Santa Ana, del Departamento Gómez, de la<br />
Sección Oriental del Distrito Federal. Durante ese período que va de 1901 al 1904,<br />
no aparecen firmando los Registros Civiles, ninguna persona con el carácter de<br />
Secretario.<br />
Así continuaron las cosas hasta el 27 de agosto de 1909, cuando una nueva<br />
transformación política crea el Municipio Tacarigua, que cambiaría el nombre por<br />
el de Guevara que hoy ostenta, a finales de diciembre de 1915, y habiendo desfilado<br />
como Primeras Autoridades Civiles de entonces a acá: Antonio José Rivero, del 9-<br />
09 al 7-12 ; Pablo Romero González, del 8-12 al 4-20; Apolonio Guzmán Franco,<br />
como interino, del 5-20 al 6-20; Pablo Romero González (2° actuación), del 6-20 al<br />
11-20 ; Ladislao Romero Mata, del 12-20 al 6-26; Ernesto Ordaz González (nativo<br />
de Altagracia) del 6-26 al 7-26; Ladislato Romero Mata (2° actuación) del 8-26 al<br />
7-27 ; Pablo Romero González (3° actuación) del 8-27 al 11-27 ; Manuel Monserrat<br />
Moreti (de La Asunción) del 12-27 al 2-29; Juan Linares Sánchez (andino) del 2-29<br />
al 7-31 ; Marcos Evangelista Martínez (andino) del 7-31 al 10-31 ; Ildefonzo<br />
Arocha Brito (de Santa Ana), del 10-31 al 1-33 ; Coronel Juan Linares Sánchez (2°<br />
actuación), del 1-33 al 9-33 ; Coronel Angel Ignacio Merchán (andino), del 10-33 al<br />
1-35; Fermín Aguiar Natera (de San Juan Bautista), del 1-35 al 6-35 ; Coronel Juan<br />
Linares Sánchez (3° actuación), del 6-35 al 11-35 ; Coronel Roberto Álvarez<br />
Castellanos (andino), del 11-35 al 12-35 ; Francisco Cándido Sánchez González,<br />
enero de 1936; Roberto Alvarez Castellanos ( 2° actuación), del 1-36 al 3-36 ;<br />
Ernesto Ordaz González (2° actuación), del 3-36 al 4-37 ; Jesús Romero Guilarte,<br />
del 4-37 al 9-38; Ernesto Ordaz González (3° actuación), del 9-38 al 2-41 ; Antonio<br />
Velásquez Guerra, del 2-41 al 6-41; Luis Rivero Rojas (del Caserío Bolívar), del<br />
6-41 al 12-41 ; Francisco Quilarque (de Porlamar) del 12-41 al 12-42 ; Juan Rivero<br />
Millán (hijo del Coronel Rivero), del 12-42 al 3-44; Víctor Vidal Rodríguez (de<br />
Santa Ana), del 3-44 al 7-44; Luis Salazar Gómez (de Porlamar), del 7-44 al 2-45;<br />
Pedro José Morao Botino, del 2-45 al 3-45; Aníbal Rodríguez Malaver, del 3-45 al<br />
7-45; Pedro José Morao Botino (2° actuación), del 7-45 al 10-45; Eustaquio<br />
Marcano Marval, del 10-45 al 3-48, Félix Gil Rodríguez (de Santa Ana) -Primer<br />
Alcalde Municipal-, del 3-48 al 11-48; Ernesto Ordaz González (4° actuación), del<br />
11-48 al 10-50; Anastasio Rodríguez (de Santa Ana), del 10-50 al 4-51 ; José
Hernández Boadas (del Distrito Díaz), del 4-51 al 10-51 : Domingo Lista González,<br />
del 10-51 al 1-58; Luis Beltrán Rivero Millán (hijo del Coronel Rivero), del 1-58 al<br />
11-60, Santiago Morao Amaíz (del Caserío Francisco López), del 10-00 al 4-65 ;<br />
Silvio Leonidas González (de Porlamar), del 4-65 el 10-65 ; José Rafael Mata Mata,<br />
del 10-65 al 4-66: Francisco Oliveros (de Juangriego), del 5-66 al 5-68 ; José,<br />
Pascual Malaver (de Tacarigua), del 6-68 al 7-70; Julián Gil G. Asimismo, en este<br />
último período, es decir, de 1919 al 1967, han actuado como Secretarios<br />
Municipales: Laureano Malaver Ordaz, del 8-09 al 12-20; Leoncio Romero Lista,<br />
del 12-20 al 6-26; José Santos Gil; del 6-26 al 7-26 ; Leoncio Romero Lista (2°<br />
actuación), del 7-26 al 8-26; Antonio Malaver Landaeta, del 8-26 al 7-27 ; José<br />
Santos Gil (2° vez), del 8-27 al 5-28; Cándido Sánchez González, del 5.28 al 2-29;<br />
José Santos Gil (3° vez), del 2.29 al 7-31 ; Luis Rafael González, del 7.31 al 12-35 ;<br />
Juan Rivero Millán, del 1.36 al 3-36; Apolonio Guzmán Franco, del 3-36 al 4-37 ;<br />
Jerónimo A. González, del 4-37 al 7-37; Teodoro Guzmán Landaeta, del 8-37 al<br />
1-38; Pedro Malaver Moya, del 1-38 al 9-38; José Santos Gil (4° vez), del 9-38 al.<br />
11-38; Leoncio Romero Lista (3° vez), del 11-38 al 6-41 ; Teodoro Guzmán<br />
Landaeta (2° vez), del 6-41 al 12-41, Leoncio Romero Lista (4° vez), del 1-42 al<br />
6.45 ; Roque Núñez Velásquez, del 6-45 al 7.45 ; Luis Beltrán Rivero Millán del<br />
7-45 al 10-45; José Rodríguez Gil del 10-45 al 12-48; Pedro Guzmán Alfonzo, del<br />
12-48 al 1.58; Fabricio Lárez, del 1-58 al 5-58; Br. Dionisio Gil Franco, del 5-58 al<br />
9-58 ; Vicente Romero Romero, del 9.58 al 7-60; Severo Morao Cabrera, del 7-60<br />
al 1-64; Pedro Romero Morao, del 1-64 al 5-66; Pablo González Marcano, del 6-66<br />
al 7-66. Argimiro Guerra, del 7-66 al 5-67 ; Severo Morao Cabrera (2da. vez), del<br />
5-67 al 5-68; Pedro Romero M. del 6-68 en adelante ; esto sin incluir los interinos<br />
de corta duración.<br />
Igualmente, en las veces que Tacarigua ha ostentado la categoría de Municipio,<br />
han figurado como Jueces: José, U. Moya (1904); Apolonio Guzmán Franco<br />
(1910); Hildefonzo Marcano (1915); Fernando Gil Malaver (1922) ; Apolonio<br />
Guzmán Franco (2da. vez) (1924), Fernando Gil Malaver (2da. vez) ( 1932 ) ;<br />
fallecido en el ejercicio del cargo; Cándido Sánchez González ( 1940) ; José Martín<br />
Romero ( 1941 ) ; Luis Rafael Gil González (1944 a 1952), cuando por disposición<br />
gubernamental, fue eliminado el Juzgado.<br />
Y como Secretarios de dicho Juzgado: Rafael Gil Sánchez (1904) ; Laureano<br />
Malaver Ordaz (1910); Antonio Velásquez Guerra ( 1922) ; Pablo Romero<br />
González ( 1924) ; Luis Rafael González (1932); T. A. Guzmán Landaeta (1937);
Jerónimo A. González (1939) ; Pedro J. Morao Botino (1944); Pedro Romero<br />
Morao (1946), María Angélica Millán Landaeta (1947 a 1952), fecha de la<br />
eliminación del Juzgado.<br />
Así mismo, han sido honrados con la designación de Presidentes de la Junta<br />
Comunal: Ladislao Romero ( 19 1. 6 ) ; José La 0 Guzmán (1918); Laureano<br />
Malaver Ordaz (1921) ; José La 0 Guzmán (1926); Ildefonzo Marcano (1926); José<br />
Martín Romero Mata (1932); Francisco Cándido Sánchez González (1933); Luis<br />
Rafael González (1936); Jesús Romero Guilarte (1943); Jerónimo Gil González<br />
(1945) ; Vicente Velásquez España (1946) ; Jerónimo Gil González (el viejo)<br />
(1947); Julián Romero Brito (1948), Domingo Lista (1948) ; Fermín González<br />
Moya (1949) ; Félix Zabala (1951) ; Jesús Morao Amaiz (1.952) ; José A. Núñez<br />
España (1955) Pablo Romero Millán (1958) ; Cirilo Marcano (1959) Alejandro<br />
Mata (1964) y Florentino Núñez (1969).<br />
Y como Secretarios: Rafael Gil. Sánchez ( 1916) ; Laureano Malaver Ordaz (<br />
1917 ) ; Rafael Gil Sánchez ( 1918) ; José Encarnación Quijada (1921) ; Leoncio<br />
Romero Lista (1921) ; Ernesto Ordaz González (1921 ) ; José, La 0 Guzmán (1924)<br />
; Leoncio Romero Lista (1926) ; Pedro Guzmán Alfonzo (1933); Juan Rivero<br />
Millán (1936), T. A. Guzmán Landaeta (1938); Jerónimo A. González (1939) . J.<br />
Romero Millán (1946); Elías Quijada (1947): Luis B. Rivero Millán (1948) ;<br />
Alfredo Romero M. (1949) ; Mercedes Gil Millán (1949) ; José Martín Romero (<br />
1950) ; Alejandro Mata ( , 19 5 0 ) ; Fidel Guzmán Rodríguez ( 19 5 1 ) ; José J.<br />
Salazar F. (1951) Ana Luisa Jiménez ( 1952) ; Amada Gil Cabrera ( 19 5 3 )<br />
Basilisa Moya Salazar (1958) ; Antonia González Núñez (1960) ; Manuel de Jesús<br />
Marcano (1969).<br />
CONFORMACIÓN TOPOGRÁFICA<br />
Desde cualquier punto alto de las mayores o menores eminencias orográficas que<br />
contornan el semi-valle de "La Tacarigua de Margarita", se puede sin dificultad<br />
observar, además de la panorámica llena de labrántíos cultivados por quienes lo<br />
habitan, la conformación topográfica de las tres poblaciones allí arraigadas desde<br />
tiempos inmemoriales: "La Tacarigüita", diminuta y arrinconada al pie del<br />
Portachuelo, con sus 14 casas escalonadas en el repecho formado por las faldas de
los cerros "El Manantial", "Mueresol", "La Matica" y "Las Animas", a un lado de la<br />
vieja carretera, abandonada totalmente. Y más hacia abajo siguiendo la misma<br />
dirección occidental de la serpenteante y sinuosa carretera asfaltada que sigue hacia<br />
Juangriego, y como partida en dos porciones, a "La Tacarigua Afuera", de casas<br />
rústicas en mayoría, de estilos diferentes y mal delineadas a ambos lados de la vía<br />
principal, formando las calles: "Corazón de Jesús"" al Este, con 62 habitaciones, y<br />
la "Guevara" al, Oeste, con 104, naciendo del centro de la primera y rumbo al<br />
Norte, la llamada "El Recreo", con 15 edificaciones; y partiendo de esta hacia el<br />
Oeste, primero: la distinguida corno "El Paraíso", compuesta de 22 viviendas y la<br />
cual va a desembocar en la unión de la Corazón de Jesús con la Guevara, y luego la<br />
"Toporo", muy cercana a la cuesta del embreñoso "Mureche", y con sus 29 casas<br />
-incluyendo "El Saco"-, que tras un desvío a tomar "La Vereda de Chón", donde<br />
sólo hay 6 casas, y marcar en parte el límite Norte del poblado, va a caer a la<br />
"Guevara", en el paso conocido tradicionalmente como "La Laguna" donde daba<br />
comienzo el antiguo barrio “Los Andes"; mientras que por el lado Sur encuéntranse<br />
las calles: "La Fraternidad", que partiendo de la "Corazón de Jesús", frente a la<br />
capilla, siguiendo su recorrido Sur-Oeste, con 35 construcciones, va a morir a la vía<br />
San Sebastián, dejando en su trayecto las ramifícaciones que dan origen a los<br />
callejones de "El Alambique" y "La Ceiba" , hacia la Guevara, con 6 y 11 casas<br />
respectivamente, y el de "José España" hacia la Guzmán y la calle "El Conchal"<br />
hasta "La Delicia", con 1 y 14 casas en el órden respectivo; más la "Guzmán", que<br />
arrancando de la "Corazón de Jesús", en la quebrada de "El Orinoco", siguiendo<br />
hacia el Poniente por lo que fue el antiguo camino de San Juan Bautista, con 33<br />
habitaciones en sus tres puntos poblados, termina en el puente de "La Noria",<br />
marcando, a su paso el límite Sur perimetral, y saliendo de ella, muy cerca de su fin,<br />
la calle "La Delicia", con 12 casas, a encontrarse con la vía San Sebastián, casi<br />
donde ésta se desprende de la "Guevara", y que sólo cuenta con 8 casas por ser las<br />
más recientes, hecha precisamente para construír la arteria principal hacia "La<br />
Tacarigua Adentro".<br />
Componiéndose así esta población descrita, por un numero,-entre pequeñas<br />
calles y callejones-, que no baja de los 14, y los cuales ostentan 358 casas, habiendo<br />
arrojado en el último censo, 1.191 habitantes, entre ellos 540 varones y 651<br />
hembras.<br />
Y más hacia el Sur franco, al pie del, follaje de la exuberante "Palma Real", "La<br />
Huerta" y “El Rincón", estirada hacia el Norte, como en un esfuerzo por enlazarse
con su homónima de afuera, como para formar una gigantesca aunque irregular "T"<br />
latina, simbólica de la primera letra de su antiquísimo nombre, vemos a "La<br />
Tacarigua Adentro" no menos cordial y laboriosa, con sus calles: Pueblo Nuevo<br />
(que comienza en el puente de La Noria, término de "La Tacarigua Afuera"), "La<br />
Unión" y la "Independencia" (o barrio Los Listas), que en el mismo orden llevan<br />
sus 14, 66 y 69 casas, para formar la avenida principal que luego va a perderse<br />
convertida en camino de recuas, entre el verdor de las labranzas, ubicadas las más,<br />
en plena serranías, y partiendo de la segunda de las citadas, las llamadas: "El Pilar"<br />
(antes El Llano), "San Sebastián" y "San Antonio", de 33, 37 y 23 casas en el<br />
mismo orden de nombramiento y yendo a terminar en" La Aurora", de 44 casas, que<br />
saliendo de la quebrada de “La Noria”, Oeste, como, bordeando el pueblo por este<br />
viento, va a concluir a la "Independencia", en el sitio conocido como "La Cruz de<br />
Magín", después de pasar muy cerca del camposanto de la localidad, y por último la<br />
de "El Rincón", que nace de "La Unión", hacia el Este, con 6 casas en la trocha de<br />
los labradores del cerro de ese nombre. Dando su composición de este modo, 8<br />
calles con 292 casas en la actualidad, Y que censó en 1961, la cantidad de 559<br />
varones y 617 hembras, para un total de 1.176 habitantes.<br />
Formando así tan singulares trillizas "Tacarigua---, lo que en la división política<br />
regional se conoce oficialmente como el Municipio Guevara del Distrito Gómez del<br />
Estado Nueva Esparta; porción que cuenta en la actualidad con 664 casas<br />
(incluyendo a Tacarigüita ), y que según el último censo efectutado en 1961, era<br />
habitado por 1.099 varones y 1.268 hembras, para un total de 2.367 personas.<br />
CULTO CATÓLICO<br />
Y al seguir por los más recónditos vericuetos de la historia y del relato para<br />
continuar trazando aunque a ligeros rasgos "La Pequeña descripción de la Tacarigua<br />
de Margarita", nos encontramos con que la tradición popular nos ha venido<br />
trayendo de boca en boca y a través de las generaciones, la leyenda más o menos<br />
cierta, de que desde la organización misma de este poblado aborígen como<br />
comunidad neo-civilizada, puesta bajo la advocación cristiana del mártir galo San<br />
Sebastián, a pedimento de sus primeros pobladores españoles, se le empezaron a<br />
celebrar con regularidad sus festividades en la Iglesia de la Villa del Norte (Santa<br />
Ana), por carencia de capilla propia, poniendo de presente para el adoratorio un
pequeño y empobrecido cuadro enmarcado rústicamente, a falta de la escultura<br />
correspondiente, que por lo regular casi siempre era traída de la madre patria; hasta<br />
que después de muchísimos años y mediante colectas y dádivas populares, la<br />
familia Guzmán, influyentes en la localidad, lograron reunir lo suficiente con que<br />
mandar a tallar una imagen del santo (San Sebastián) en madera que se cree fue de<br />
ciruelo, de toco o de jobo, con el conocido y recomendado escultor José Carmen<br />
Campo, oriundo de La Asunción, quien puso todo su empeño, delicadeza y<br />
veteranía en darle perfecciones humanas y reales a su obra de arte, que al fin<br />
hicieron crear recelos, suspicacias, resquemores y sospechas de profanación entre la<br />
mística, fervorosa y creyente feligresía, pero que con todo y eso, continuó<br />
adorándole cada día más profusamente, más con la cantidad de 44 milagros" (ex<br />
votos) que se le adjudicaban hacia quienes le imploraban devotamente o de castigos<br />
que se le atribuían para quienes osaban ridiculizarlo o tratarlo burlescamente, por<br />
sus formas naturales, que le hicieron de gran popularidad dentro y fuera de las<br />
fronteras insulares. Y a efecto de su mejor y más adecuada conservación y<br />
adoración, construyósele pieza aparte en la casa solariega de la familia guardiana,<br />
ubicada en el alero o costado Sur de la localidad, y que fue conocida como "Cuarto<br />
del Santo" -de la cual solo quedan algunos vestigios-, hasta el comienzo de la<br />
última década del siglo próximo pasado, cuando decidiéronse a construirle capilla<br />
en "La Tacarigua Afuera", dividiéndose las corrientes de opiniones en dos grupos:<br />
una encabezada por Miguel Romero, Antonio José Rivero, Epifanio Millán, Silverio<br />
Núñez, etc., partidarios de la edificación donde se halla actualmente, y otra,<br />
capitaneada por Bernabé Gil y la familia "Guzmán", que preferían el alto de "La<br />
Ceiba", la que al verse derrotada, hicieron desaparecer la "Veneranda Imagen",<br />
creándose así una desproporcionada diatriba entre los dos núcleos mayormente<br />
poblados, por asegurarse que había sido llevado hacia "Tacarigua Adentro",<br />
enfundado en una negra "bayeta" (cobija), por una tal "Ña María Esposorio" nativa<br />
de aquel conglomerado, amparada en el sigilo de una noche tétrica y con la<br />
anuencia y complicidad de "Ño Pedro María" (Pedro María Guzmán), y quien<br />
luego, junto con Don Carlos Lista y sus seguidores, daban los primeros pasos para<br />
la creación de otra capilla en dicho núcleo, pero sin definir paya que Santo.<br />
Continuando así las diatribas, rozamientos, enojos, resquemores, indirectas y<br />
amenazas, que casi tendían por su acaloramiento a degenerar en catástrofes<br />
fraticidas entre los pueblerinos que olvidaban hasta su pasividad característica bien<br />
reconocida en los otros lares, pero sin tender por ningún respecto a paralizar las<br />
obras emprendidas con gran religiosidad, pendientes siempre: unos en la<br />
reconquista y otros en la retención, hasta que Monseñor Dr. Antonio María Durán,
Obispo de Guayana, de grata recordación-, en su primera visita a la Isla de<br />
Margarita, efectuada en el año de 1894, impuesto personalmente de la grave<br />
situación, tuvo la salida salomónica, considerada por los nativos como un "milagro"<br />
de Dios, de acabar con la irregular pugnacidad y tirantez creada entre su feligresía,<br />
donando la fina imagen del "Sagrado Corazón de Jesús" que tenía en su adoratorio<br />
particular, para la capilla de "La Tacarigua Afuera", que ya estaba concluida, y la<br />
cual, -como demostración de respeto y acatamiento cristiano al venerable Pastor de<br />
Almas-, fue recibida con gran pompa y destacadas muestras de regocijo, entre<br />
víctores y aclamaciones, por el puerto de Juangriego, y traída en hombros de<br />
"tacarigüeros" hasta su sede, donde se le celebró su primera festividad el día 14 de<br />
junio de 1895, aunque con la desdicha de haber quedado también señalada para<br />
siempre, por haber acaecida al final de ella, y en mitad del camino hacia Santa Ana,<br />
la muerte del carupanero Inocente Suniaga por la mano alevosa del zambo<br />
valenciano Ignacio Jiménez, que prestaba servicio de vigilancia en el Distrito<br />
Gómez. Continuando así las celebraciones hasta el presente, con la más aparente<br />
conformidad de los pueblerinos que más no reclamaron a la otra Imágen, que siguió<br />
venerándose en "Tacarigua Adentro", todos los 20 de enero, hoy en escultura nueva,<br />
pero siempre conservando hacia "El Viejo", un sitio digno y prominente.<br />
FESTIVIDADES PATRONALES<br />
Entre las innumerables cosas que han caracterizado a "La Tacarigua de<br />
Margarita", están como marcadas con caracteres indelebles, las celebraciones de sus<br />
tradicionales festividades patronales: tanto las llevadas a cabo durante, el mes de<br />
junio en "Tacarigua Afuera" en honor al "Sagrado Corazón de Jesús", como las<br />
efectuadas en enero en rememoración al "Glorioso Mártir San Sebastián", en<br />
"Tacarigua Adentro"; ambas con sus correspondientes octavarios, e igualdad de<br />
sistemas puestos en práctica, solo disputándose el don de cual realizarlas más<br />
rumbosas cada año; y aunque en los últimos tiempos han perdido mucho de su<br />
tipicidad primitiva, recuérdanse siempre con orgullo las de tres o cuatro décadas<br />
atrás: cuando quince (15) días antes, el retumbar de los cañones, el detonar de los<br />
cohetes y el repicar incesante de las campanas, empezaban a invita; a toda la<br />
feligresía insular, a realzar con su presencia tan feliz acontecimiento. Y desde la<br />
antevíspera, comenzaban a llegar los concurrentes, que dábanse cita, para asistir a
las "fiestas" de los "tacarigüeros" ; amenizadas por las notas armoniosas de la<br />
orquesta que formaban: Aular, Galo, Guillermo y Celestino, que en compañía de<br />
nativos y foráneos, recorrían las calles adornadas con banderas y bambalinas<br />
multicolores, expandiendo las mejores melodías de su repertorio. Y por doquiera se<br />
escuchaba la vocinglería de la chiquilIería entusiasmada, ansiosa por conquistar los<br />
trofeos que brindábanles el "palo ensebado", el "papelón", el "sartén" o el "gallo<br />
enterrado", etc., etc., juegos por demás graciosos y divertidos. Y se veían a los<br />
adultos caracolear sus cabalgaduras en las "corridas de ramos", para obtener el más<br />
hermoso, que quizás le reservaría de exprofeso la futura prometida. Y por las<br />
noches salían a relucir en las puertas de las habitaciones, las lamparitas de huracán,<br />
con sus tímidas y mortecinas lucecitas, que hacían más humilde aún, la candidez del<br />
pueblo.<br />
Época del sano esparcimiento, cuando al terminar la misa de seis, se iban<br />
directamente a los bailes, que entonaban sus primeros acordes, y donde los más<br />
entusiasmados hacían alarde de destreza al compás de los alegres: joropos, vals,<br />
pasodobles, polkas, danzas, merengues y demás interpretaciones populares. Bailes<br />
que nunca bajaban de ocho (8) -de cuerda y de viento- y duraban hasta la media<br />
noche sin resquebrajarse. Tiempos aquellos en que los "músicos de la fiesta"' -como<br />
se les tildaba-, se venían a pasar al pueblo sus 72 horas, de cada oportunidad -día y<br />
octava- y acompañados de una multitud delirante de entusiasmo y siguiendo a un<br />
guía, de cohetes bajo del brazo y tizón en la diestra, para irlos escurriendo uno por<br />
uno, por intervalos cortos, visitaban las casas de los parroquianos más acomodados<br />
económicamente, donde luego de algunas piezas, venían las rebosantes tazas de<br />
espumante leche recién ordeñada y los palitos de "ron viejo". Y escuchábanse en las<br />
cocinas el apurado trajinar de las matronas preparando los "sancochos" de gallinas<br />
-entonces baratas y abundantes en los corrales- y las enormes "tortillas" rellenas de<br />
condimentos criollos, para obsequiar a los huéspedes. Fiestas donde escuchábanse<br />
el suave canturrear de las vendedoras de confiterías, acomodadas en sitios<br />
diferentes alrededor de la capilla y amparadas por la frondosidad de la arboleda,<br />
dándole un tinte de verdadera feria, anunciando sus panes, tunjas, suspiros,<br />
rosquitas, coscorrones, gorfiados, saboyanos, galletas, bizcochos, biscochuelos y<br />
todo lo que componía su empalagadora mercancía, al igual que los expendedores de<br />
refrescos, guarapo de caña, frutas sazonadas y empanaditas calientes; y por las<br />
noches derrochábase ínmensidad de fuegos artificiales, adornando el espacio con el<br />
intermitente relampaguear de los incontables cohetes, cohetones de luces,<br />
gigantescos globos multicolores, medianos bombeadores, ratones, ruedas, tarros,<br />
minas y palmas pirotécnicas.
Días felices destinados a recorrer la procesión con la imagen engalanada hasta el<br />
máximo, el poblado entero, bellamente adornado y en medio de la suave fragancia<br />
de las flores más exquisitas recogidas expresamente en los propios jardines del<br />
lugar, regresando al templo a la hora crepuscular, cargada de ex votos y dádivas,<br />
entre la liturgia sacerdotal y el rezo de las personas devotas, y siempre al compás de<br />
los pasos rítmicos de los voluntariosos cargadores llamados "de promesas" y de la<br />
multitud ardorosa de religiosidad que le acompañaba.<br />
Tiempos remotos de los cuales apenas si quedan: la Imagen Veneranda y los<br />
recuerdos. Donde todo lo natural y lo criollo ha sido suplantado indebidamente por<br />
lo artificial y lo foráneo. Donde lo bueno brilla por su ausencia y solo se escucha la<br />
invitación al vicio, desde los bingos y sus similares; y las rockolas han desplazado<br />
totalmente a las tipicas orquesticas de cuerda... ¡Oh manes de los tiempos idos ;<br />
tanto jolgorio, tantos recuerdos gratos, tantas diversiones sanas, tanta bondad...<br />
... ¡Para que los anhelamos cuando estamos seguros que más no volverán...<br />
ALBOROZOS<br />
¡ Oh manes de los tiempos idos... que obligan a recordar a la Tacarigua pretérita;<br />
a la que nos cuenta la tradición oral -entre otras muchas cosas , que se vistió de<br />
galas, cuando el Libertador, a raíz de su ratificación como Jefe Supremo de la<br />
República y de sus Ejércitos por la Asamblea de Notables reunida en la Villa del<br />
Norte en el año de 1816, atravesó su calle "Real", en el reconocimiento que por<br />
tierra hizo a la parte de la Isla limpia de enemigos, y una viejecita nativa<br />
(tacarigüera), henchida de fervor patriótico, trepada sobre una mesa en esfuerzo<br />
sublime, le hizo la improvisación de un pequeño discurso, para loar la grandeza del<br />
semi-Dios de América, y el héroe, sentido en lo más hondo de sus fibras patrióticas<br />
y haciendo gala de su generosidad y desprendimiento característico, sacó de sus<br />
alforjas, y al alargar su mano, en son de gratitud, dejó en la de la humilde<br />
pueblerina una "moneda de oro", que ésta, ni corta ni perezosa, haciendo alarde de<br />
su acendrado patriotismo, en el mismo instante donó a los "fondos de la ración de<br />
tropa" como contribución particular... A esa Tacarigua antaña, que fue también, uno<br />
de los pocos pueblos donde se detuvo el encanecido "León de Payara", General José
Antonio Paéz, como Presidente de los venezolanos, en su visita Oficial hecha a la<br />
Isla el 9 de enero de 1863, en las postrimerías de su larga carrera de gobernante... Y<br />
la misma Tacarigua, que tuvo la honra, de ser la única cabecera de Municipio en<br />
este Estado, donde, a su regreso de Juangriego y por haber sido incluida en el<br />
itinerario, después de impreso el Programa de actos, se detuviera el General Isaías<br />
Medina Angarita, el 15 de marzo de 1945, en su visita Oficial como Presidente de la<br />
República, donde contestó en cortas pero sentidas palabras, un discurso que en el<br />
local del Centro Cultural Guevara, -vivero de la cultura tacarigüera para ese<br />
entonces-, le pronunciara el joven Aníbal Rodríguez Malaver, en representación de<br />
las organizaciones: Culturales, Sociales y Laborales del pueblo... Y la misma<br />
Tacarigua, que en un apoteósico ejemplo de cristiandad, desbordó su calle principal<br />
el 23 de mayo de 1952, para recibir jubilosamente, en su arco triunfal, elaborado al<br />
efecto, a la Virgen de Coromoto, moviendo el gesto sin precedente, la recia<br />
humanidad del Hermano Nectario María, hasta dejarlo plasmado para siempre, en<br />
su magistral obra "Un Gran Santuario de Venezuela La Virgen del Valle de<br />
Margarita", en brillante prosa que dice así:... "Seguidamente en su hermosa<br />
carroza, salió la Virgen para la Villa de Santa Ana del Norte. A su paso por el<br />
Caserío de Tacarigua, fuimos testigos de algo conmovedor. Serían escasamente<br />
las seis y cuarenta y cinco de la mañana, cuando vimos, al llegar a la plaza y<br />
calle de este humilde pueblo, unas dos mil o tres mil personas allí reunidas. La<br />
carroza se detuvo frente a un arco, y, cuál no sería nuestra sorpresa, cuando de<br />
ambos pilastres que lo sostenían, a su mitad, corren dos velos hábilmente<br />
disimulados y aparecen dentro, en la derecha, el indio Coromoto, con su<br />
indumentaria, arco y flecha, arrojando flores sobre la Sagrada Custodia. A la<br />
izquierda, una agraciada niña lanza también manojos de flores, y, luego,<br />
ambos saludan a la Virgen con recitaciones poéticas. Cuadros vivos de Santa<br />
Teresita y de la Purísima de Murillo embellecen el contorno; vienen algunas<br />
declamaciones, seguidos de los aplausos y víctores de toda la multitud"...<br />
Así como ha tenido la dicha, "La Tacarigua de Margarita", de figurar dignamente<br />
en estos mencionados acontecimientos, lo ha hecho de igual manera en sin número<br />
de ocasiones que sería prolijo enumerar, pero que obligan a recordar<br />
constantemente su pasado, a contemplar así mismo su presente, y a pensar más y<br />
más en su futuro.
REMEMBRANZAS<br />
¡ Oh Diosa de las remembranzas... que nos transportas en alas del recuerdo hacia<br />
los tiempos idos, para contemplar así a la "Tacarigua Antaña''; aquella que en su<br />
arraigado oscurantismo, fingía atemorizarse con las frases profetizadoras que a<br />
diario brotaban de los labios de "Ño Francisco Meneses"; la que un día de la<br />
primera mitad del pasado siglo, rebosó de júbilo, al percatarse que su acaudalada<br />
hija, Juana Jacinta del Campo, en demostraciones de generosidad y<br />
desprendimiento, legaba a favor de la Iglesia del Norte, los terrenos de su<br />
propiedad, que desde entonces han venido conociéndose con el nombre de "Las<br />
Ánimas", la misma Tacarigua del trabajo ennoblecedor y fecundo, y de cosechas<br />
abundantes, que hizo destacar como figura de relieve, dentro de una serie de sus<br />
hijos labriegos, los nombres de Don Carlos Lista, Felipe Morao y Agustín Gil,<br />
aunados a la prodigiosidad de sus labranzas; la de otrora, que en sus núcleos más<br />
poblados, llegó hasta tener cinco alambiques (uno de ellos propiedad del General<br />
Arismendi), alimentados con las melazas extraídas de sus propios cañamelares,<br />
extendidos como un inmenso manto de verdor por todos los contornos, y su gran<br />
cantidad de trapiches de madera, desiminados por laderas y llanadas, que día y<br />
noche mantenían como voces de alerta, su trepidar característico, unido al<br />
melancólico arrear de la parsimoniosa yunta de domesticados bueyes, y su olor<br />
intenso a papelón caliente, saturando el ambiente... Viejo pueblo, "de las guapas<br />
hembras de la piedra y el pilón y los bravos hombres del azadón y el machete",<br />
como dijo alguien en un momento de refinada inspiración... Lugar de trabajo y<br />
alegría, donde las mujeres llevaban sobre sus cabezas, nobles y erguidas, el<br />
producto de sus huertas, a todos los rincones de la Isla, y los bailes populares eran<br />
una obligación de sano esparcimiento... ¡ Oh grata remembranza de los criollísimos<br />
José Loreto Brusco y su bandola mágica, y a Bartolo Ramos, con su cuatro<br />
armonioso, antecesores del arte musical que siguen cultivando con lujo y acierto,<br />
los coterráneos Evaristo Lárez, Alberto Guilarte, Marcos Ordaz Marval (el<br />
autodidacta del violín), los componentes del Conjunto Orquestal "Los Andes" y del<br />
Sexteto "Tacarigua", que han expandido sus sonoras notas por todos los puntos<br />
poblados de la Isla, y el "maestro" Cecilio Guerra, a quien ha tocádole la honra de<br />
ser el primer tacarigüero en formar parte de la Banda Oficial "Francisco Esteban<br />
Gómez", de este Estado, y de hacer escuela en su pueblo natal, de donde han<br />
egresado ya músicos: Hilario González, Jesús Ramón González, Vicente Romero,
Florentino Lárez, David Guerra, José Jesús Morao Guerra y una reciente promoción<br />
que ya sería largo enumerar.<br />
E P Í L 0 G 0<br />
Forma esta trilogía con que se empezó esta narración, el actual Municipio<br />
Guevara del Distrito Gómez del Estado Nueva Esparta; y aunque una moderna y<br />
asfaltada carretera, parta en dos a la "Tacarigua Afuera", donde se encuentra la<br />
Alcaldía y el Dispensario, las Oficinas de Correos y de Teléfonos, la diminuta<br />
capilla destinada al culto católico de su milagroso Patrono Corazón de Jesús, -la<br />
cual ha estado, desde su llegada al pueblo, bajo la vigilancia de honorables<br />
ciudadanos como Hildefonzo Marcano (Foncho), Eusebío Gil, Nicolás Rodríguez y<br />
Andrés Gil Brito-, y posea su pequeño cementerio; y de esta nombrada carretera,<br />
haya nacido un brazo de parecida construcción, para acortar un poco la distancia y<br />
acercarla más a su hermana de "Adentro", donde también existe otro cementerio, un<br />
puesto asistencial, Oficina de Teléfonos y la capilla destinada al culto del mártir no<br />
menos milagroso San Sebastián, en la cual se encuentran dos imágenes venerandas<br />
del Santo galo, de la cual fue guardián por muchos años el difunto Jesús Romero<br />
Guilarte; y la luz eléctrica los haya invadido generalmente a todos y posean dos<br />
Grupos Escolares, denominados Napoleón Narváez y Cruz Millán García,<br />
respectivamente, y sendos comedores escolares para sus pequeños estudiantes;<br />
todavía sus casitas de antaño con paredes de bahareque, techo de enmohecidas tejas<br />
y piso de tierra apísonada, que forman la mayoría, muchas esperando ilusionadas la<br />
puerta de madera, que durante la tranquilidad de la noche, logre taparles el sitio que<br />
en su estructura dejó abierto con ese fin, el bisabuelo esperanzado, siguen<br />
aguardando la decisión justiciera que venga a transformarlas e higienizarlas<br />
debidamente; y al igual que sus callecitas torcidas y maltrechas, tal como las<br />
concibió el tatarabuelo alarife voluntario o las formó el azar del tiempo, aunque hoy<br />
lucen asfaltadas casi en su totalidad, siguen esperando su remodelación total ; y así<br />
mismo sus niñitos terrosos, tristes y descuidados, y padres suplicantes, sin encontrar<br />
donde aliviar sus penas ni satisfacer para siempre sus necesidades, continúan frente<br />
a la espectativa de la anunciada transformación total. Y ambos, tierra y habitantes,<br />
como si en sus murmullos incomprensibles, continuaran diciéndose algo, que<br />
traducido con cuidado e interés, aunque en tono angustioso, podría ser lo siguiente:
VIEJO PUEBLO DE LA ISLA<br />
¡ Tacarigua:<br />
Viejo pueblo de la Isla<br />
que junto a tu montaña,<br />
taciturna y tranquila,<br />
te encuentras extasiada.<br />
Sin llevar a la historia<br />
tu pudor del pasado,<br />
ni aún tomar en cuenta<br />
en el propio presente<br />
tu miserable estado.<br />
Así tu sigues siendo<br />
el pueblo de la Isla<br />
que vives de tu tierra...<br />
¡ Qué vives olvidado!<br />
Y a fuerza de trabajo<br />
cobijas tus praderas<br />
de verdorosa fronda,<br />
que cual floresta alfombra<br />
circunda tus laderas:<br />
para ver al que pasa<br />
preludiando grandezas<br />
y mostrarle al que viene<br />
tu miseria y tristeza.<br />
Así tu sigues siendo<br />
el pueblo de la Isla<br />
que entre angustias espera<br />
que le llegue esa voz<br />
que ha de ser el presagios<br />
de calmarle sus penas.
Pero esa voz se extingue ...<br />
esa es voz que se queda<br />
sin eco en el espacio...<br />
Y hasta tí solo llega<br />
el murmullo indeciso<br />
lamentino y decrépito<br />
con que siempre se calma<br />
el clamor a los campos<br />
y el dolor a los pueblos<br />
que como tú... ¡esperan!<br />
Así tu sigues siendo<br />
el pueblo de la Isla:<br />
que entre angustias<br />
¡espera ... espera...<br />
y espera ...
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA<br />
AUTOR OBRA<br />
Hermano Nectario María La Virgen del Valle de Margarita<br />
Juan Vicente González (J. V. G.) José Félix Rivas<br />
Francisco Javier Yanez (F. J. Y.) Historia de Margarita<br />
H. Narváez Alfonzo El Paraíso del Caribe<br />
Napoleón Narváez Nociones Históricas del Estado Nueva Esparta.<br />
Napoleón Narváez Lecciones Geográficas del Estado Nueva Esparta.<br />
Eduardo Blanco Venezuela Heróica<br />
Juan de Castellanos Elegías de Cubagua y Margarita<br />
Isaac J. Pardo En Esta Tierra de Gracia<br />
Gaspar Marcano Epopeya de Margarita<br />
Santos Erminy Arismendi Arismendi y la Guerra a Muerte<br />
Marco-Aurelio Vila Aspectos Geográficos de Margarita<br />
Dr. José Silverio González Patriotas Margariteños<br />
Jesús Manuel Subero 100 Años de Historia Margariteña<br />
Jesús Manuel Subero Matasiete<br />
Jesús Manuel Subero Contribución a la Historia del Periodismo<br />
Margariteño.<br />
Mariano Briceño Historia de Margarita<br />
Francisco Lárez Granado Éxodo<br />
Francisco Lárez Granado La Región en Las Olas<br />
Antonio Arraiz Dámaso Velásquez<br />
Blanca Rosa López En Aquellas Islas del Caribe<br />
Luis Villalba-Villalba Un Margariteña a su Isla<br />
Mario Salazar Isla, Sol y Leyenda<br />
Boletines del Archivo de Miraflores.<br />
Expedientes Archivados<br />
Folletos<br />
Tradiciones Populares<br />
Artículos de Periódicos y Revistas<br />
Documentos Públicos<br />
Papeles Varios<br />
Expedientes Registro Principal<br />
Expedientes Registro Principal<br />
(E. R. P.)
Esta obra se terminó de imprimir en los talleres<br />
de la Imprenta Oficial del Estado Nueva Esparta,<br />
el día 19 de septiembre de 1972