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Conocer el Uribante: sus ríos, sus montañas, sus poblados con 43 aldeas y casi 160 caseríos puede hacerse por varias vías. Un recorrido para realizarse en carro o tomando al menos dos unidades de transporte público. En nuestro caso para hacer un poco más aventurero el destino decidimos irnos en varios tramos aplicando el autostop. Empezamos desde el terminal de pasajeros de San Cristóbal, allí el bus con vía a Pregonero se toma cada hora. A continuación, algunos sitios de interés para excursionistas e interesados en pasar varios días de descanso.

Al dejar atrás el terminal se empieza el recorrido por la Troncal 05, al margen del río Torbes. Algunas zonas industriales, unos cuantos caseríos, y otras vías alternas se consiguen en la carretera que conduce en dirección vía el llano. Al pasar Santo Domingo, se puede observar como las montañas van desapareciendo pues el abra de Río Frío es la unión de las montañas tachirenses con los llanos occidentales. Sin embargo, la dirección a Chururú nos introduce nuevamente a las montañas y su ambiente frío.

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La Fundación, la primera parroquia en la vía

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Antes de llegar a  La Fundación, no puede olvidarse una foto por algunas de las cascadas que se ven a orilla de carretera; por ejemplo, en el sector Los Caños e incluso un letrero que dice «Las 7 cascadas mágicas» llama la atención.  Luego de pasar por La Fundación, un pequeño pueblo con varias aldeas, al margen de la carretera se puede observar la quebrada La Fundacionera, la cual vierte sus aguas en el río Doradas. Por ahí se encuentran algunos saltos conocidos como las cascadas de la Fundación: un espacio natural para excursiones y bañarse (La Cueva de Los Lobos).

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La carretera continúa y la Bodega «Casa García» informa que hacia la izquierda se puede llegar a Queniquea y San José de Bolívar, dos pueblos montañosos. También, desde esa bodega se puede tomar la ruta para el llamado balneario Uribante. Unas buenas opciones que se dejan atrás pues la carretera continúa para llegar al Complejo Turístico La Trampa.

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Potosí, el pueblo que fue inundado

Al seguir en la vía se evidencian formaciones montañosas, un tramo a San Joaquín de Navay se distingue pero el recorrido solo nos acerca a la localidad de Siberia. El autobús continuó, y luego pasó por  el campamento de la brigada de infantería y otras zonas militares. Ha comenzado el descenso, y se aproxima una curva. Allí, la famosa [Y] donde a mano derecha se toma la ruta para llegar al Campamento Turístico «La Trampa». Por cierto, el nombre de «La Trampa» se asignó en la época de Gómez donde el contrabando y las batallas militares eran temas de aquel entonces.

Bajándonos en el lugar iniciamos el recorrido, considerábamos caminar casi cinco kilómetros; sin embargo, nos tomó por sorpresa una autobús del complejo turístico el cual nos llevó hasta las instalaciones del lugar. Este complejo se encuentra bordeado por todo el embalse del río Uribante en la presa La Honda donde se forma una extensa laguna artificial. Un resumen de lo que se puede conseguir: alquiler de cabañas completas o habitaciones, servicio de piscina, restaurante, bar, alquiler de bicicletas, senderismo por las boyas, y el más importante de todos, ¡paseo en lancha! ¿Por qué? porque desde el embarcadero se toma la ruta a las ruinas del pueblo inundado de Potosí.

Potosí fue un poblado pequeño de origen agrícola, el cual fue inundado para construir la presa La Honda, una de las fases del Complejo Hidroeléctrico Uribante – Caparo. La mayoría de las casas en Potosí fueron construidas de forma artesanal por lo que ya no quedan nada de ellas. Solamente algunas cruces del cementerio, la estructura de la iglesia, y la base estatuaria de la plaza Bolívar pueden observarse cuando el nivel del agua baja.

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Es increíble como este lugar aparece y desaparece con las temporadas de lluvia y sequía. Cuando el nivel del agua esta alto, a la vista solo se encuentra la cruz torcida de la iglesia, o pescadores en busca de cachama, parguito, pabón, entre otros peces introducidos para el consumo y para incentivar la pesca deportiva; cuando el nivel del agua es bajo, se consiguen más detalles de las ruinas del pueblo, y personas que viven cerca llevan su ganado a pastorear e incluso a ofrecer paseos a caballo. Potosí siempre será recordado, incluso el lugar sigue siendo una de las parroquias del municipio Uribante.

Así conocimos el lugar con el nivel de agua bajo y en paseo con el piloto de navegación, el señor Lizardo, quién también nos dio un recorrido por algunas cascadas con nombres pintorescos: El Amor, Las Dantas, La Honda… En total según son seis cascadas que se distribuyen en diferentes zonas; por lo que, el paseo en lancha puede durar más de una hora. Durante el recorrido se observó la forma de una tortuga: el  cerro El Morrón, el famoso “despegadero” para los que practican parapente. Según aldeanos, cuando llueve, el cerro ofrece un espectáculo de varías caídas de agua; y terminan llamándole «El Llorón».

El embalse no es solo de atractivo turístico pues es de gran importancia, ya que allí se unen varios ríos y quebradas. Además, se cuentan leyendas como la del tarrayador del río Uribante. El agua en reposo, produce la sensación de contemplar una extensa laguna donde se puede practicar el canotaje o remar en bote. el embalse posee sus lugares naturales siendo casa de varias especies de fauna y flora. Así, una pequeña parte de esta zona posee características similares al embalse Camburito – Caparo del Parque Nacional Tapo – Caparo.

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Abandonando el lugar, nos introducimos nuevamente en la vía de la carretera a la represa Uribante, pues llegar a Pregonero sería el siguiente destino. Se puede llegar por la carretera vieja; sin embargo, para darle continuidad al asunto, y si se está en la represa sin vehículo y poco equipaje, podría tomarse una lancha con destino a «El Puya», siendo este punto la conexión alternativa para llegar a la capital del municipio Uribante.

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Una pequeña capilla de bahareque y techo de paja fue la primera construcción, luego para 1845 comienza la construcción del nuevo templo en este mismo sitio con paredes de piedra y calicanto (arena, cal cruda, y miel de caña) colocando la primera piedra el entonces Pbro. Buenaventura Márquez, quien actuaba como encargado, labor que continúa más tarde el Pbro. José Valentín Pernia hijo de esta tierra Uribantina. Luego de 92 años en 1937, el templo fue reparado y ampliado, el entonces Obispo de San Cristóbal Mons. Fernández Feo en su visita pastoral a Pregonero bendice y consagra el templo San Antonio de Padua de Pregonero el 11 de julio de 1962, joya arquitectónica poseedora de un gran valor estético, histórico, y sentimental. Los trabajos de restauración comienzan el 5 de enero de 2015 bajo la administración parroquial del Pbro. Jackson Parada.

Pregonero, tierra de chácaros y frío andino

Antes de llegar a Pregonero pasamos por el parque natural Las Escaleras, su ambiente y la estructura de las caminerías tiene un parecido al Parque Zoológico Los Chorros de Milla, en Mérida. Sin embargo, el lugar no es muy frecuentado, pues solo se considera para un paseo familiar de esos fines de semana donde se monta un hervido con fuego a la leña. La quebrada La Escalera posee un tobogán natural de piedra, pozos de mediana profundidad como el llamado pozo de Las Escaleras, caídas pequeñas de agua, y la cueva Los Murciélagos, que según tiene salida hacia Guaraque, Mérida. Todos estos elementos hacen del lugar encantador.

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Algunas historias cuentan los chácaros sobre sucesos inexplicables en el lugar: mezcla de leyendas y actos profanos. Por lo que, muchos no consideran el sitio para acampar pues como nos comentaron Luis Manuel y Manuel Alejandro, habitantes del pueblo, el lugar da mala vibra en las noches. Aun así, estuvimos allí. Unas cuantas fotografías del parque, y una lanzada en el tobogán natural. Nada malo sucedió. Cerca de allí quedan los potreros de Rubio, se habla de “El hombre de los potreros”.

Luego de la visita, iniciamos el ascenso a Pregonero. Sus calles son pequeñas, un monumento, en honor a los obreros; dos iglesias: Nuestra Señora del Carmen y San Antonio de Padua de Pregonero (Julián Gutiérrez), separadas de algunas cuadras; y varias opciones de hospedaje. Todo lo anterior puede verse desde una panorámica increíble desde el cerro El Bolón, donde se alza una capilla en honor a la mártir Santa Lucía. También, se puede visitar el santuario de La Virgen del Carmen de la Caña Brava, otro mirador opuesto al Bolón que conserva historias como la de Chucho Hugo y su perro Toco.

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Pregonero posee varios objetos históricos en casas privadas, y conserva historias como la piedra del tesoro. Se pueden visitar algunas colecciones en museos privados como La Casa de Los Amigos; así como la iglesia matriz San Antonio de Padua, y su leyenda de la misa de media noche. Acerca de los personajes se homenajea a José de Jesús Sánchez Carrero en una escuela. Entre cuentos y vivencias, se habla del primer poblado de Pregonero nos comentaron sobre la cascada Los Vahos, otro sitio de interés turístico por la aldea El Alto vía Michitud, Mérida. Luego, la ruta iba tomando altitud entre las montañas de la serranía Batallón, llamada así ya que en el lugar mataron a varios soldados del ejército federal en 1861. Abandonado Pregonero, la carretera se hace más angosta y de notables curvas. Pequeñas casas a la orilla aparecen y desaparecen. Una pequeña capilla conocida como Virgen del Carmen de La Roca es vista sorpresivamente. Luego de subir montaña arriba, un letrero indica la dirección a la cuarta parroquia del municipio Uribante. La estadía en Posada Ña Micaela puede servir si se hace muy tarde.

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Laguna de García, y su pueblo alrededor de ella

Sin laguna este lugar no sería de interés para algunos; aunque, para aquellos aventureros algunas rutas se pueden tomar como las conocidas cuevas de «El Encanto», así como la cumbre al Púlpito. Es necesaria la orientación de baquianos para llegar a estos lugares, ya que los caminos no están definidos ni mucho menos señalizados. Acampar en la laguna puede ser una opción aunque algunos comentan que se debe pedir permiso. Sin duda, estas tierras compradas por Antonio García en época colonial son una clara representación de un poblado andino: casas de baja altura con tejas de barro.

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Cuando llegamos al lugar en la noche, conocimos a un joven de la familia Ceballos, quién nos comentó que en Laguna de García las personas están dedicadas a su trabajo, y pocas veces tienen contacto con el visitante. Aun así, se pueden recordar algunas bodegas como la de Antonio Medina en donde se vendían bebidas tradicionales para calentar el cuerpo del frío paramero.

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Laguna de García es un lugar muy sencillo pues no tiene muchas calles, su casco central lo conforma el templo Sagrado Corazón de Jesús con su plaza con detalles en terracota, y el busto típico del «Libertador» por Arturo Ruz. La laguna reposa en todo el centro del lugar con casi 150 metros de diámetro, se dice que fue sembrada. Muy pocos se bañan en ella pues dicen que está encantada y algunos han tenido la oportunidad de realizar paseos en bote o pescar algunas carpas comunes (cyprinus carpio), peces exóticos de origen asiático.

Al siguiente día regresamos a la carretera principal, la última foto del pueblo fue en el puente sobre el río Pedernales, el cual nace de la laguna Las Mellizas. Al llegar a la salida, continuamos por el subpáramo andino. Otras aldeas como Boca de Monte y Valle Plateado, otras panorámicas muy distantes se observan. La última parada fue en la humilde Bodega «Las Chamas». Allí degustamos de unas empanadas con chocolate caliente.

Llegó el fin de la travesía por las serranías del Uribante, por toda la carretera trasandina se llegó a La Grita, «la Atenas del Táchira» pero ese es otro cuento. Nos queda de Pregonero un acento pintoresco y buena impresión de sus habitantes: los chácaros, con sus chacharitas guardando el michito blanco, y las chácaras con sus cachetes rosados. Pregonero tiene muchos lugares por descubrir ante una cantidad de nacientes y elevaciones montañosas.

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Abril, 2017. Laguna de García.

 

Agradecimientos: Graciela Montilva «Chela», Diana Ramírez, y familia.