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Tener problemas en tu vida puede abrumarte y es posible que lo último que quieras sea enfrentarlos. Sin embargo, por suerte el tema de abordar y lidiar con problemas es un área que se ha estudiado bastante y existen muchos pasos cognitivos, emocionales y conductuales que puedes seguir para enfrentar tus problemas de frente y con eficacia.

Parte 1
Parte 1 de 3:

Aceptar y comprender el problema

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  1. Puede ser tentador mantenerte alejado del asunto que te esté causando problemas. Sin embargo, evitar el problema no te ayuda a resolverlo. En vez de ello, acepta que el problema existe y hazte algunas preguntas al respecto. ¿Cuáles son las consecuencias de este problema? ¿Qué implica?[1]
    • Si no crees que tengas un problema, pero todas las personas te dicen que sí lo tienes, fíjate si es cierto.
    • Si te cuesta admitir que tienes un problema, es posible que estés en una fase de negación. Por ejemplo, si no quieres aceptar que un familiar cercano esté involucrado en las drogas, es posible que des algunas excusas para respaldar su comportamiento.
    • Aunque esta fase de negación a veces puede ser útil para proteger tu salud mental, en otros casos puede alejarte del hecho de lidiar con el problema de frente.[2]
    • De hecho, evitar el problema solo lo exacerba más y no te brinda ningún alivio duradero. Asimismo, seguirá creando un ciclo de estrés para ti, ya que siempre será un peso en tu conciencia.[3]
    • Con esto en cuenta, a veces puede ser saludable descansar un poco. Si te sientes abrumado y estresado, ¡descansa! Mira un programa de televisión, lee un libro o realiza algún otro pasatiempo que te guste. ¡También podrías simplemente estar en las nubes para dejar que tu mente divague![4]
  2. Esto quiere decir pensar de forma irracional, como exagerar tu problema al sacarlo de toda proporción. Por ejemplo, podrías creer que por el hecho de haber desaprobado una clase nunca conseguirás un buen trabajo. Convertir las cosas en un desastre también significa pensar en el “todo o nada” (por ejemplo, si no resuelvo este problema, mi vida se habrá acabado).[5]
    • Puedes evitar convertir las cosas en un desastre siendo más consciente cuando lo hagas. Para ello, debes controlar tus pensamientos y revisarlos para tener una mayor precisión.
    • Puedes controlar tus pensamientos recordando que debes pensar en ellos y preguntándote si otra persona también pensó lo mismo, ¿creerías que fueron pensamientos precisos?
  3. ¿Cuándo fue la primera vez que notaste que tenías este problema? A veces es posible que no lo notes hasta que haya estado en tu vida por mucho tiempo. En particular, esto es cierto si tu problema implica a otras personas (por ejemplo, tu hermana podría haber estado involucrada en las drogas por mucho tiempo antes de que lo sepas).
    • Si crees que sabes cuándo comenzó el problema, piensa en los acontecimientos que sucedían en ese momento. La causa fundamental podría estar relacionada a esos acontecimientos. Por ejemplo, si tus notas empezaron a bajar en la escuela después de que tu padre se mudó, tal vez la estés pasando mal tratando de adecuarte a este cambio.
  4. Lo más probable es que no sea el fin del mundo: a pesar de tener este problema, todavía puedes salir adelante. Cada problema tiene una solución o lo puedes ver de una manera diferente que te muestre que en realidad no es tanto un problema.[6]
    • Por ejemplo, tu problema puede ser que no logras llegar a la escuela a tiempo. Puedes cambiar esto cambiando algunos hábitos o acordando con alguien para movilizarte a la escuela.
    • No puedes cambiar algunas cosas (como una discapacidad permanente o la muerte de un ser querido), pero puedes aprender a vivir con ellas y a desarrollarte. También debes recordar que las personas por lo general creen que los acontecimientos negativos hacen que se sientan cada vez peor y que esta sensación dure por más tiempo de lo normal.[7]
    • Decirte que este no es el fin del mundo no quiere decir que tu problema no sea un problema o que sea insignificante. Solo te ayuda a internalizar que tus problemas no son algo que no puedas superar.
  5. Puedes considerar tu problema algo negativo o, por el contrario, algo que te da la oportunidad de mejorar la situación.[8] Por ejemplo, si te va mal en una clase, puedes considerar esto un gran problema y deprimirte por ello. Sin embargo, también podrías aceptar el reto. Si desapruebas una materia, te indica que debes esforzarte más o aprender nuevas estrategias de estudio y de organización para lograr el éxito. Puedes usar este problema como una oportunidad para aprender ese tipo de habilidades.
    • Lidiar con problemas y resolverlos puede volverte más competente y también puede hacer que sientas más empatía con los demás y sus problemas.
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Parte 2
Parte 2 de 3:

Expresar que tienes un problema

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  1. Escribe tu problema con un bolígrafo en un papel. Esto te ayudará a que el problema se vea más tangible y aumentará tus probabilidades de resolverlo, ya que estará anotado y frente a tu rostro.[9]
    • Por ejemplo, si tu problema es que no tienes suficiente dinero, podrías anotarlo. También podrías anotar las implicaciones que ese problema te trae a casa hasta el punto en que te motiva a resolverlo. Una implicación de no tener suficiente dinero podría ser que te estresas mucho y que no puedes disfrutar de las cosas que te gustaría disfrutar.
    • Si el problema no es algo privado, coloca la lista en algún lugar que veas para que no te olvides de llevarlo a la acción. Por ejemplo, podrías ponerlo en la refrigeradora.
  2. Comparte los detalles relevantes de tu problema con alguien de confianza, como un amigo, familiar, profesor o padre. Por lo menos puede ayudarte a aliviar tu estrés.[10] . Además, esa persona podría darte un consejo en el que no habías pensado antes.
    • Si vas a hablar con alguna otra persona que tenga el mismo problema, tendrás que tener tacto. Hazle saber que solo quieres aprender para también poder resolverlo.
  3. Tus sentimientos pueden funcionar como una guía que te haga ver cómo va tu resolución de problemas. Los sentimientos son importantes, incluso los negativos. Por ejemplo, si te sientes muy frustrado o molesto, en vez de tratar de ocultar esos sentimientos, reconócelos y analiza su causa. Al encontrar su origen, también podrías encontrar las soluciones a tu problema.[11]
    • Está bien que te sientas molesto, enojado o preocupado, siempre y cuando sepas que sentirte así no resolverá el problema. Tendrás que tomar medidas para resolver el problema. Aun así, estas emociones pueden ayudarte a darte cuenta de que tienes un problema, así como indicar su causa.
    • Algunas maneras de tranquilizarte cuando te sientas molesto son concentrarte en tu respiración, contar hasta 10 (o más si es necesario), hablarte con amabilidad (decirte “Todo va a estar bien” o “Toma las cosas con calma”).[12] Sal a caminar, corre o escucha música relajante.
  4. Si tu problema implica tu salud mental o bienestar, o tiene un efecto en ambos, considera recurrir a un profesional de la salud mental y saca una cita. Estos profesionales pueden ayudarte a lidiar con tus problemas y a resolverlos. [13]
    • Puedes buscar en línea para encontrar un profesional de la salud mental.
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Parte 3
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Encontrar soluciones

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  1. Muchos problemas son muy comunes, por lo que hay mucha información en línea acerca de ellos. Puedes buscar en periódicos o foros de discusión. Lo más probable es que ya se haya escrito en línea sobre los problemas conductuales, financieros, académicos o de cualquier otro tipo de problema que tengas.
    • Considera conversar con personas que hayan pasado por algo parecido o que sean especialistas en el tema relacionado a tu problema.
    • Por ejemplo, si tu problema es académico, conversa con tu profesor al respecto o con otro estudiante que ya haya llevado la materia o curso con el que tienes problemas.
    • Comprender cómo aparecen los problemas podría ayudarte a enfrentarlos mejor. Volver a concentrar tu atención en resolver el problema te ayudará a disminuir las tendencias emocionales que no son productivas (como la culpa y la ansiedad) que pueden obstaculizar tus habilidades y capacidades para resolver problemas.
  2. Si tu problema implica algo con lo cual un experto pueda ayudarte, asegúrate de buscar uno. Por ejemplo, si tu problema es que te consideras obeso y quieres perder algunos kilos, podrías buscar la ayuda de un nutricionista o un entrenador personal.
    • Cuando busques el consejo de alguien, asegúrate de que sea un profesional certificado en su área, lo cual demuestra que tiene las habilidades que necesitas para que te ayude con tu problema en particular.
    • Hay personas que afirman ser expertas. Si no tienen las credenciales necesarias, lo más probable es que no lo sean.
  3. Piensa en otras personas que hayan estado en una situación parecida y en la forma en la que resolvieron ese problema. ¿Podría funcionar de la misma forma para ti? Por ejemplo, si tienes problemas con el alcoholismo, puedes ir a una reunión de Alcohólicos Anónimos y hacerte una idea de algunas de las estrategias que las personas sobrias usaron para permanecer de esa manera.
    • Pregúntales cómo lidiaron y resolvieron el problema que tú también tienes. Podrías encontrarte tan atrapado en tu problema que una solución evidente se te puede escapar, pero podría no escapársele a los demás.[14]
  4. Haz una lista de las posibles soluciones a tu problema. Piensa en dónde puedes empezar, a quién puedes pedir ayuda y qué recursos necesitas. Asegúrate de pensar en muchas soluciones y de no juzgarlas cuando pienses en ellas. Anota todo lo que te venga a la mente y después evalúa si es una buena o mala solución.[15]
    • Considera la estructura del problema. Por lo general, un problema no es un solo problema, es decir, tiene consecuencias y tiene un efecto en otras áreas de tu vida. ¿Qué parte del problema crees que debes abordar primero?
    • Por ejemplo, si tu problema es que nunca sales de vacaciones, los problemas secundarios podrían ser que te es difícil tener días libres en tu trabajo y te es difícil ahorrar para poder pagar unas vacaciones.
    • Podrías abordar estos problemas secundarios de forma separada. Podrías comer en restaurantes con menos frecuencia a la vez que le dices a tu jefe que estás agotado y si podrías descansar una semana, y al final argumentar diciendo que a la larga serías más productivo si te permitiera recuperar tus energías.
  5. Hazte preguntas que puedan ayudarte a determinar si debes usar una estrategia u otra. Pregúntate:[16]
    • Si la solución, de hecho, resuelve tu problema
    • Cuán eficaz será la solución en cuanto al tiempo y a otros recursos que sean necesarios
    • Cómo te sentirás al escoger esa solución en lugar de otra
    • Cuáles son los costos y beneficios de la solución
    • Si esta solución ha funcionado para los demás anteriormente
  6. Una vez que sepas qué es lo que quieres hacer y una vez que hayas reunido tus recursos, ejecuta tu solución y enfrenta el problema de frente. Si la primera solución no funciona, usa tu plan B o ve al inicio y prepara uno. Lo importante es seguir adelante hasta que hayas resuelto el problema con éxito.[17]
    • A medida que te involucres con tu plan, ¡recompénsate por tus pequeños logros para que tengas más probabilidades de ceñirte a él cuando las cosas se pongan difíciles!
    • Resístete a la tentación de evitar tus problemas si tus planes no funcionan. Recuerda no convertir las cosas en un desastre, es decir, solo porque una solución no haya resuelto el problema no quiere decir que no exista otro método para resolver el problema.
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Acerca de este wikiHow

Trudi Griffin, LPC, MS
Coescrito por:
Consejera profesional
Este artículo fue coescrito por Trudi Griffin, LPC, MS. Trudi Griffin es un consejero profesional con licencia en Wisconsin especializado en adicciones y salud mental. Brinda terapia a las personas que luchan contra las adicciones, la salud mental y los traumas en entornos de salud comunitaria y práctica privada. Recibió su maestría en Consejería Clínica de Salud Mental en la Universidad Marquette en 2011. Este artículo ha sido visto 79 246 veces.
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